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dándole nueva organizacion y aumentándolo por medio de numerosos reclutamientos (1). Con esta idea fomentó en el norte un nuevo cuerpo de milicia, encargado de observar el paso de las cordilleras y la grande estension de la costa; en el sur, especialmente en la subdelegacion de los Anjeles, alistó á los jóvenes en el cuerpo de dragones de la frontera, á las órdenes del coronel don José María Arriegada, prometiéndoles vestirles, pagarles con puntualidad y recomendar al rey su fidelidad para que fuese recompensada en fin en la costa de Valparaiso dobló los destacamentos y puso las fortificaciones en buen estado de resistencia. Por lo demas, gracias á su actividad y celo, no pasó mucho tiempo sin que el ejército estuviese en un estado satisfactorio. Bastante bien pagado, bien vestido y bien disciplinado, se hallaba constantemente en pié de guerra, circunstancia por la cual á la menor falta, el soldado quedaba sujeto á un consejo de guerra siempre dispuesto á imponer castigos severos. Esto se verificaba sobre todo con los desertores, á quienes tan pronto como eran cojidos se les imponia la pena de muerte, lo mismo que á los que les habian albergado; y para colmo de dureza, se obligaba al propio tiempo al pueblo de donde eran naturales, á que presentasen inmediatamente su reemplazo.

Pero para obtener estos resultados la actividad sola no bastaba; era necesario dinero, sin el cual nada es posible hacer, y desgraciadamente el país se encontraba en estado tan angustioso, que las imposiciones disminuian todos los dias en sus productos, no obstante que se aumentaron considerablemente por decretos de 5 de febrero y 9

(1) Estos reclutamientos se hicieron sin gran dificultad á pesar de que la politica era completamente hostil á Chile, pues no se concedia ninguna ventaja á los oficiales chilenos, cuya mayor parte fueron reemplazados por oficiales españoles.

de noviembre, y no alcanzaban ni con mucho para las necesidades ordinarias de las administraciones. Fué pues necesario recurrir á un nuevo empréstito, cuya suma se elevó esta vez á 400,000 pesos, que se repartió entre todas las personas acomodadas, sin esceptuar los militares que á la sazon no estaban en activo servicio. Para hacer la distribucion en proporcion á las fortunas, se dividió el empréstito en billetes de 50, 100 y 800 pesos, de los que cada uno habia de tomar cierto número y satisfacer su importe en el término de un mes, bajo pena de pagar el doble y perder el derecho al reembolso. Se amenazó con igual pena al que tomase un número de billetes inferior al que le correspondia con arreglo á sus medios, disposicion muy injusta en aquellos momentos de animosidad y rencor, y que necesariamente habia de dar pábulo á la arbitrariedad y á todo lo que son capaces de suscitar los odios de partido (1).

Verdad es que en todos estos pedidos de dinero, Marco se suscribia siempre el primero, y á veces por cantidades

bastante considerables. La jenerosidad de que dió prue

bas en todas estas circunstancias, no fué inferior á la que se le atribuia jeneralmente, y que á cada momento demostraba por actos nada dudosos (2). Jamas tomó su paga hasta que la habian cobrado todos los empleados, quedándose sin ella si faltaba dinero; daba continuas limosnas á los pobres avergonzados y á las casas de caridad, sin perjuicio de las muestras de munificencia que dejaba en estas cuando iba á visitarlas; no aceptó las

(1) Declara que el billete menor de 50 pesos corresponde á aquellos cuyo caudal no pase de 4000 pesos, debiendo los que tengan de ahí adelante graduar lo que deben entregar á proporcion del dos por ciento de su principal, tomando los billetes que correspondan, sin considerar el mayor de 800 pesos como un término para los ricos. Gaceta del gobierno, tomo 2, número 96, página 453.

(2) Conversacion con don Ignacio de Arangua

veinte onzas que la universidad daba á los nuevos presidentes por derechos de protectorado, sino á condicion de repartirlas á los pobres de los diferentes establecimientos; y llevó la delicadeza hasta el punto de no admitir los platos de dulce que las relijiosas acostumbraban enviar á los presidentes en ciertas ocasiones, sin que aquellas consiguiesen hacerle desistir de su propósito, á pesar de las vivas instancias que no escaseó el amor propio ofendido (1). En cuanto á sus deberes administrativos, procuraba llenarlos lo mejor que le permitia el estado apasionado del país. En los momentos de alguna calma se ocupaba con celo de la policía de la ciudad, para la que publicó un estenso reglamento; mejoró el paseo del Tajamaró de la Alameda, construyó ó por lo menos reparó el teatro ó coliseo, impulsó con grande ahinco el canal de Maypu, cuyos trabajos habia emprendido Ossorio; en fin ejerció gran vijilancia con los establecimientos de diversion y de comestibles, especialmente las panaderías, para las que dió diferentes reglamentos, viéndose por primera vez hacerse las provisiones en puestos públicos para evitar los perjuicios que los espendedores hacian á los dueños, y para que los compradores pudiesen elejir lo que mas les agradase. Con el objeto de asegurarse por sí mismo de si sus órdenes eran bien ejecutadas, visitaba con frecuencia y por la mañana muy temprano, las panaderías é imponia penas mas o menos fuertes á los dueños contraventores (2).

Todo induce á creer que Marco llegó á Chile con muy buenas intenciones y que hubiera hecho mucho en beneficio del país á estar este en su estado normal y no tan

(1) Conversacion con don Ignacio de Arangua.

(2) En una de estas visitas hizo pagar por la primera vez á los panaderos, cuya mercancía estaba falta ó era de mala calidad, una multa de 25 pesos, confiscando el pan y enviándolo al hospital de mujeres y á la cárcel. Gaceta del gobierno, número 46.

minado por las ideas revolucionarias, y no teniendo ni el talento, ni la enerjía, ni la esperiencia que se necesitaba para gobernarlo en semejante fermentacion, fácilmente se dejó arrastrar á una política de temor y suspicacia, que le condujo muy luego á la violencia, y por consecuencia á la fatalidad. No era bastante convertir en leyes y en principio este sistema organizado de desconfianza y de espionaje ; era necesario que la equidad mitigase algun tanto sus violentos decretos para ponerse en lo posible al abrigo de los odios que suscita la injusticia, y que imposibilitaban la buena armonía que deseaba el rey. Porque en todas sus cédulas, en todas sus órdenes decia : los que no perturban con sus discursos tenidos en público ni con sus acciones el órden, se les deje gozar de la libertad civil y seguridad individual en que deben permanecer, y espera que la moderacion y justicia de su gobierno enmendará mas bien que el terror los escesos de imajinacion y aquellos que provienen de la falta de una instruccion sólida y de un buen juicio, que es el orijen del estravío de muchos. » Mandaba asimismo «< escusar el arresto de aquellos de quien prudentemente se espere que no puedan alterar la tranquilidad y órden público, y poner en libertad á los de estas circunstancias que se hallen actualmente arrestados. » Por lo demas ¿qué ganaba con no seguir las órdenes del rey y con proceder siempre con severidad? Despertar las pasiones de los partidos, y hacer descontentos que acabando por dejarse arrastrar de su desesperacion, se enconaban, se multiplicaban, y si algun tiempo permanecian encubiertos era solo con objeto de poder censurar con mas acritud y prepararse mejor para presentarse en el momento dado, bien armados y completamente decididos.

VI. HISTORIA.

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CAPITULO XLIV.

San Martin, gobernador de Mendoza, recibe á los emigrados. - Don José Miguel Carrera tiene altercados con él y es enviado à Buenos-Aires, donde sabe el desafío de su hermano don Luis con Mackenna.— Su salida para los EstadosUnidos. O'Higgins va á Buenos-Aires á hablar al director sobre una espe dicion contra el gobierno de Chile. - Vuelve á Mendoza satisfecho, y empieza á organizar y disciplinar un cuerpo de ejercito á las órdenes de San Martin. Tactica de este para operar una diversion en el ejército de los realistas, mayor que el suyo.- Celebra en el fuerte de San Carlos una junta cou los Indios para que le permitan el paso del ejército por su territorio. - Don Manuel Rodriguez va á Chile á ajitar las provincias. — Salon Freire para Planchon y Cabot para Coquimbo. - San Martin se pone en movimiento, dividiendo su ejército en tres partes. Marco del Pont cree al fin en la espedicion de San Martin, y toma las mas vigorosas medidas. - Pregona las cabezas de don Manuel Rodriguez y de Neira.- Bando mandando presentar todas las caballerías existentes en el sur hasta Maule.

Mientras que Marco del Pont se dedicaba á trabajos de organizacion, de espionaje y de resistencia, los cortos restos de Rancagua llegaban á Mendoza bajo los auspicios de dos jefes, en quienes el espíritu de rivalidad iba á dejenerar en sentimiento de odio, y á separarlos para siempre. Esta provincia estaba gobernada en aquel momento por un militar, destinado á llenar el mundo de un alto y merecido renombre. Este militar era don José de San Martin.

Nació en 1778 en Yapeyu en las misiones del Paraguay. Su padre, gobernador en una de estas misiones, le llevó muy jóven á España y lo puso en el colejio de nobles de Madrid, de donde salió siendo ya oficial, y pasó muy luego á edecan del marqués de la Solana, con quien se hallaba cuando este jeneral fué asesinado en una revolucion popular de Cádiz.

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