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ejército, los individuos de la junta decidieron volver á Santiago é hicieron que les acompañasen cuarenta dragones, dejando solo doscientos diez hombres á Spano, que quedó de gobernador de Talca. Indudablemente en el estado en que se hallaba la sociedad, y sobre todo la sociedad española, acostumbrada á ver á sus autoridades rodeadasde toda clase de prestijio, era conveniente que estos encargados del poder hiciesen violencia á sus ideas democráticas y se presentasen con un aparato que diera fuerza é importancia á su autoridad; pero tambien pudieron considerar que era grande imprudencia dejar una guarnicion tan reducida en una ciudad indefensa y rodeada de numerosas guerrillas que llegaban á Cauquenes, Linares y hasta la ribera del rio Maule. Bajo este punto de vista debieran ser menos escrupulosos en la etiqueta, y renunciar á una escolta que en último resultado no servia mas que para satisfacer una vanidad frívola y de ningun modo para su seguridad personal. El mismo Spano no pudo menos de quejarse, porque rebajados los noventa fusileros que iba á enviar á Mackenna para escoltar los diferentes efectos que este jeneral le pedia con instancia, solo le quedaban algunos reclutas, desarmados, inespertos y con cuyo valor no podia contarse, y ciento veinte veteranos, á saber, veinte fusileros, treinta lanceros y setenta artilleros con solo tres cañones. Tan corta fuerza no bastaba para conservar una ciudad que era en cierto modo el punto de union de Concepcion y Santiago, y depósito ademas de considerables valores en víveres y pertrechos de guerra (1).

Con efecto, no tardaron los realistas en atacarla. El convoy para Mackenna salió el 2 de marzo, casi al mismo

1) Mas de 800,000 pesos segun el diario de Carrera importaban estos efectos.

tiempo que la Junta para Santiago, y á los dos dias se presentó á las siete de la mañana un parlamentario de Elorriaga á intimar la rendicion. Spano, que era español de nacimiento pero chileno de corazon, le respondió con una negativa bien razonada. No tenia la presuncion de poder defender la ciudad, pero esperaba tener tiempo de batirse en retirada y salvar una gran parte de los efectos, contando para ello con que el enemigo estaba aun bastante lejos, puesto que ningun aviso le daba en contrario el destacamento que habia enviado de observacion á las márjenes de Maule al mando de don Francisco Gaona y don Rafael Mata Linares. Desgraciadamente este destacamento, por la culpable apatía de sus jefes que tuvieron la cobardía de ponerse en salvo sin dirijirse sobre Talca, fué sorprendido, y Spano no lo llegó á saber hasta que la retirada se hizo imposible. Entonces, como militar de honor, no pensó mas que en entusiasmar la entereza de sus compañeros y escitarles á una vigorosa defensa. Escojió para punto de resistencia la plaza mayor, cuyas cuatro esquinas, como en todas las poblaciones de América construidas á manera de tablero de damas, están atravesadas por dos calles cada una, que van á concluir en el término de la ciudad, formando ángulo recto. En tres de estas esquinas colocó los tres cañones enfilando las calles; y faltándole cañon para la otra, tuvo que levantar en ella una barricada con adobes, trabajo largo, fatigoso y que apenas comenzado se vió atacado repentinamente por todas las tropas combinadas de Elorriaga y de Olates. La resistencia fué indudablemente vigorosa, casi heróica: todos se batian á la desesperada los jefes especialmente, que, en medio de tantos enemigos, disputaban la posesion de la plaza, mas por

conservar su honra que con la esperanza de salvarla, anunciaron su resolucion de morir antes que rendirse. Una de las primeras víctimas, que bien pudieran llamarse mártires de la libertad, fué el intrépido teniente de artillería don Marcos Gamero; y Chile tuvo el dolor de verle sucumbir á manos de uno de sus hijos, que el estravío habia llevado á las filas de los realistas. Poco despues cupo la misma suerte á otros oficiales, contándose en este número el gobernador, el valiente Spano, á quien se encontró acribillado de heridas al pié de la bandera que tuvo la gloria de defender hasta el último instante de su vida. Y tal fué la suerte de este puñado de soldados, que no teniendo jefes, escaseándoles las municiones y viéndose rodeados no solo de una gran masa de enemigos, sino de buen número de jentes del país que desde lo alto de sus casas tenian la iniquidad de tirarles, fuerza les fué entregarse á discrecion del jefe que habia conseguido tan fácil victoria. Los pocos que pudieron salvarse fueron á reunirse al pequeño destacamento que don Rafael Bascuñan llevaba para socorrer á Talca (1).

Este Bascuñan era el que mandaba la escolta de los víveres y municiones destinados al ejército ausiliar del Membrillar. Llegaba apenas al paso del Maule

(1) Hablando de esta pérdida con don Miguel Infante me dijo que Mackenna tuvo la culpa de ella, porque este oficial superior pidió con repeticion viveres á la junta, suplicándola los mandase escoltar por los cuatrocientos hombres que habia en Talca, á lo que la junta no quiso acceder persuadida de que un jeneral debe mantener espeditas sus comunicaciones y porque la prudencia aconsejaba no desguarnecer una plaza que era el depósito jeneral de viveres, armas, etc., del ejército. Spano, que por estarenfermo no desempeñaba las funciones de ministro de la guerra, participaba de este mismo parecer, y sin embargo apenas marchó la junta, se desprendió de una parte de sus soldados para complacer á Mackenna, que renovaba en aquellos momentos sus instancias.

al sur del Barco, cuando se le presentó el coronel don Feliciano Letelier con una órden de Spano para replegarse sobre Talca. La órden la recibió á eso de las tres de la tarde debiendo haberla recibido sobre las nueve de la mañana, y este retardo, ocasionado por los rodeos que dió Letelier, fué causa de que llegase tarde á Talca para tomar parte en la defensa. Ignoraba que la ciudad estuviese en poder del enemigo, pero por precaucion y para protejer las cargas que habia mandado retroceder hácia la parte de Santiago á las órdenes del alférez Rivera, acampó en las alturas del Larqui á corta distancia de Talca. Su destacamento, compuesto de setenta hombres, no tardó en ser atacado por ciento cincuenta soldados de Elorriaga embriagados aun con el humo de la victoria. Bajo todos conceptos la suerte protejia á estos, y sin embargo fueron batidos y dispersados, y Bascuñan pudo retirarse sin ser molestado á la pequeña villa de Curico, que abandonó muy luego replegándose sobre San Fernando.

CAPITULO XXXV.

Estado de los dos ejércitos de los patriotas. Mackenna atrincherado en el Membrillar solicita de O'Higgins que se le reuna. — Salida de O'Higgins de Concepcion despues de haber nombrado una junta. — Su llegada á la Florida. · Combate del alto de Quilo.- Gainza ataca á Mackenna en el Membrillar y es completamente batido. El teniente coronel don Manuel Blanco de Encalada sale de Santiago con una espedicion á reconquistar á Talca. Mala disposicion de sus tropas, que son vencidas por Olates en Cancharayada.

Si Gainza hubiese estado á la altura de su mision, es indudable que aprovechando el ardimiento y la confianza que los cortos triunfos conseguidos inspiraron á sus soldados, y teniendo como tenia concentradas en cierto modo sus tropas en un mismo punto, habria atacado con ventaja al ejército chileno, bastante relajado en la disciplina, batido succesivamente sus dos divisiones y causádole pérdidas sensibles, acaso una derrota; y entonces echando sus restos hasta mas allá de Santiago, hubiera podido hacerse dueño de esta capital, objeto de sus deseos y último término de su espedicion. La visita que le hizo en Arauco el coronel don Luis Urréjola no tuvo mas objeto que proponerle este plan de campaña, pensamiento que no podia fallar, y que aprobaron la mayor parte de sus oficiales, especialmente los que tenian un conocimiento exacto de los hombres, las cosas y las localidades. Pero su grande indecision hizo que este plan solo se siguiese á medias, pues llegado que hubo al sitio en que debia obrar, se contentó con desbandar parte de sus tropas en guerrillas, las cuales consiguieron, es verdad, algunos buenos resultados; pero perdió la ocasion

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