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imploraban el auxilio de su espada para combatir un poder que era considerado como producto de una insurreccion y de una usurpacion. Pero no puede decirse lo mismo cuando en Mendoza, despues de la derrota de Rancagua, llegó á ser la base en que descansaba el porvenir de su país y la suerte de multitud de emigrados. Viéndose á la cabeza de la emigracion, comprometidos todo su crédito y toda su fama en la conquista de ese porvenir con el que estaba asociado el gobierno de BuenosAires, y orgulloso por la parte de gloria que como segundo jeneral de la espedicion le cupo en la memorable batalla de Chacabuco, que podia considerarse el prólogo del acta de la independencia que muy pronto iba á proclamar todo esto unido á su nacimiento, á su fortuna y á un verdadero valor militar, contribuyó mucho á hacerle concebir la ilusion de que nadie era mas digno que él de ocupar el primer puesto del estado. Imbuido en esta idea, de que participaba el mayor número de las personas sensatas, se creyó el hombre de la Providencia, el destinado á sostener la infancia del gobierno definitivo que se preparaba y á asegurar su pubertad contra las facciones de dentro y los enemigos de fuera.

Escepto don Miguel José Carrera, que se hallaba aislado en un país lejano, siendo el blanco de los tiros de un director, á quien el interés personal tenia estrechamente ligado con el de Chile, no habia mas que don Manuel Rodriguez que pudiese disputar á O'Higgins el poder, sino por sus antecedentes, que de ninguna manera admitian comparacion con los de este, por su actividad al menos, su arrojo, sus talentos, su popularidad y aun sus servicios, que O'Higgins mismo no hubiera podido negar sin ingratitud. Desde el principio se le consideró como

un rival futuro y muy temible, se buscó por lo tanto un motivo para deshacerse de él, y este motivo no tardó en presentarse.

Hacia tiempo que los liberales estaban disgustados con que las atribuciones de O'Higgins fuesen tan ilimitadas, como que no habia ni decreto, ni acta ni reglamento que las definiese. Para regularizar estas atribuciones, los concurrentes al cabildo abierto pidieron que se instalase un congreso constituyente con objeto, decian, de que cesara la dictadura provisional y se ocupase en organizar los poderes públicos, etc. La municipalidad queria, como hemos dicho, volver á representar su papel paternal, é intervenir en las administraciones fiscales; y para defender sus intereses envió una numerosa diputacion á O'Higgins, que este recibió muy mal, y cuyas pretensiones escesivas y sediciosas castigó con el destierro, pena que solo se ejecutó en la apariencia por la categoría de las personas en que recayó. Como la reunion habia ocasionado algun tumulto, fomentado especialmente por don Manuel Rodriguez, promovedor principal de aquella, el gobierno aprovechó esta circunstancia para arrestarle y ponerle en el cuartel de San Pablo bajo la vijilancia de los cazadores de los Andes.

Aunque triunfó el gobierno, no dejó de conocer O'Higgins por lo ocurrido en el cabildo abierto, que le era imposible continuar resistiendo á las exijencias de la opinion pública, tan terminantemente pronunciada, y se decidió á dar una forma mas legal á la autoridad administrativa, si bien con intencion de convertir este cambio en provecho suyo.

El 8 de mayo de 1818 anunció que ignorándose absolutamente el número de habitantes que habia en las

diferentes subdelegaciones, se iba á formar el censo, y que luego que esta operacion estuviese terminada y libre de enemigos, la provincia de Concepcion convocaria un congreso para discutir el acta constitucional. En el entretanto nombró una comision de cinco personas influyentes por su saber y virtud para que preparase un proyecto de constitucion adaptable al país, porque no se consideraba en este caso el publicado en 1813 por don Juan Egaña, hombre laborioso y erudito, pero sistemático, y cuya obra participa mas de la complicacion de un reglamento de policía, que de la sencillez de un código constitucional.

Fueron nombrados para componer esta comision don José Ignacio Cienfuegos, don Francisco Antonio Perez, don Lorenzo José de Villalon, don José María de Rojas y don José María de Villareal, adictos de corazon casi todos á la persona del director y dispuestos, fuese de buena fe ó por debilidad, á secundar sus miras y servir á sus intereses. De esta influencia del director se resentia la constitucion provisional que presentaron el 8 de agosto, y que dando á la autoridad del jefe del estado una estension exajerada, fué el jérmen de un vivo descontento. En ella se reconocia á un director interino nombrado por escaso número de habitantes de Santiago, sin precisar la época en que habia de reunirse una asamblea mas legal que le diese su sancion. En ella los cuerpos políticos no eran una garantía de los intereses del pueblo, porque en las atribuciones del director entraba el nombramiento de los miembros del senado. única cámara encargada de examinar sus actos, con participacion en los negocios públicos y facultada para limitar, añadir y enmendar la ley fundamental sin necesidad de escitacion de nadie: disposicion acertadísima, porque

una constitucion, sobre todo cuando se hace en época poco bonancible, tiene que ser necesariamente muy imperfecta y debe dejar la puerta abierta para admitir las mejoras que la esperiencia acredite y enmendar los errores que rara vez se escapan en la teoría. En ella en fin se daba al director un poder mucho mayor y poco menos que legal. Publicada esta constitucion en toda la república, y sometida á la aprobacion por escrito de sus habitantes, fué aceptada casi por unanimidad, á pesar de sus vicios y defectos: tan fatigado estaba el pueblo con la infinidad de vicisitudes porque habia pasado, y tanta era su necesidad de tener un gobierno firme y constituido para salir de la incertidumbre, y no verse mas á merced del flujo y reflujo de gobernantes y gobernados.

Revestido O'Higgins de un poder que por su regularidad, digámoslo así, casi le daba los privilejios de una dictadura, se dejó arrastrar á cometer violencias impropias de su nueva posicion. Debió conocer que de jefe de partido habia pasado á jefe del estado, y que en este concepto su deber era procurar la reconciliacion, no ponerla obstáculos. Por desgracia sus consejeros le aturdieron con que los partidos no se ligan á los principios, ni á las ideas, ni menos á las fórmulas, sino á intereses ó á personas; que la oposicion llegaria á ser una oposicion facciosa, á la que se seguirian todos los horrores de una guerra civil; y que era necesario evitar esto á todo trance, obrando con enerjía contra los enemigos del poder. Un artículo de la constitucion le abria camino para seguir esta línea de conducta, y lo aprovechó, especialmente contra los partidarios de don José Miguel Carrera, que desde entonces fueron perseguidos sin tregua ni

descanso, siendo las primeras víctimas los dos her

manos.

Cansados don Juan José y don Luis Carrera de la vida de club que hacian en Buenos-Aires en compañía de otros chilenos y de naturales del país, resolvieron volver á Chile con la esperanza de poder reanimar su partido, como imprudentemente se lo habian hecho creer las cartas de algunos amigos. Con esta idea emprendió la marcha el don Luis en los primeros dias de mayo, yendo con él Cárdenas, comerciante chileno, de quien se supuso criado. Habiendo encontrado en el camino al correo, cometieron la temeridad de cortar la balija; y aunque arreglaron lo mejor que les fué posible la cortadura por donde sacaron los papeles que podian interesarles, lo conoció el maestro de postas de San Juan y á los pocos dias fué arrestado Cárdenas. Casi al mismo tiempo lo fué tambien don Luis Carrera que habia continuado la marcha á Mendoza, donde se proponia esperar á su amigo, y donde le conocieron varias personas que al momento le delataron á Luzuriaga, gobernador de la provincia.

Luzuriaga, enemigo inexorable de los hermanos Carrera, no tardó en estar enterado de los proyectos ideados y discutidos en el club de Buenos-Aires contra el poder de O'Higgins. Supo igualmente por Cárdenas que don Juan José debia estar en camino con los mismos proyectos y que pasaria muy pronto á San Luis, disfrazado tambien de criado. Para arrestarle escribió sin pérdida de momento al gobernador Dupui, instándole á que inmediatamente practicase las mas activas dilijencias á fin de no dejar escapar tan buena presa, una de las mas importantes para el sosiego del partido de O'Higgins. La

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