Imágenes de páginas
PDF
EPUB

no les preservó del furor de aquellos bárbaros. « En el mismo dia, dice un alférez realista, hizo juntar Benavides todos los paisanos que tenian algun compromiso, y allí cerca de la casa en que estaba alojado, los hizo desaparecer. Esto lo estuve yo presenciando sentado sobre mi montura (1).

Mientras se cometian estos asesinatos, marchaba el coronel Freire en socorro de Alcazar, colocado en gran riesgo con las derrotas de Rere y del Pangal. El 27 de setiembre salió de Talcahuano, y á muy corta distancia de Concepcion encontró al mayor Thomson, que por una feliz casualidad habia podido fugarse de la isla de Tarpellanca arrastrado por las aguas del rio de la Laja. Con este encuentro y con las noticias que le dió aquel oficial, Freire consideró ya inútil su viaje, por lo que se atrincheró detras de las colinas y fortificaciones de Talcahuano, pues el estado de estrema debilidad en que se encontraba su ejército, solo le permitia estar á la defensiva. Al dia siguiente 28 salió de Concepcion con todos sus soldados y gran número de familias y fué á refujiarse al pequeño puerto de Talcahuano, perfectamente seguro por la clase y disposicion de sus fortificaciones, y á los pocos dias, es decir, el 2 de octubre, tomó posesion Benavides de aquella capital, muy orgulloso con que los patriotas se hubiesen visto precisados á retirarse á un puerto, que, como en tiempo de Ordoñez, iba á ser la proteccion del débil. Tuvo la buena precaucion de enviar

(1) Don Agustin de Aldea. La inocencia vindicada, p. 15.

Es necesario decir que de resultas de la espantosa carnicería que hizo Dupui, gobernador de San Luis, en los prisioneros de Chacabuco y Maypu, el virey, en su justa cólera, mandó á Benavides que no diese cuartel á nadie y que usase esta atroz represalia. En una conversacion que tuve acerca del particular con don Ramon Freire, me aseguró este ilustre jeneral que Benavides hizo mérito de esta órden cuando se le juzgó.

todos los indios á Puren bajo la direccion de Marilhuan para poner un término á sus latrocinios.

Casi toda la provincia de Concepcion se hallaba así bajo la dependencia del partido realista, que á fuerza de escesos sobrevivia á todas sus derrotas. Benavides, que era su jefe legal, quiso organizarla segun el antiguo réjimen, haciendo que se nombrasen alcaldes y rejidores. Para paliar algun tanto sus crímenes, hizo alarde de protejer á los patriotas que se habian quedado, permitiendoles marchar sin trabas á Talca y Santiago ó pasar á Talcahuano, y en un bando publicado el 12 de octubre amenazó castigar severamente y á su arbitrio, al que les insultase, pues decia que habia concedido á todos su perdon lo cual no fué obstáculo para que á los dos dias escribiese al capitan Hermosilla que atormentase bien á los enemigos, en la seguridad de que el virey premiaria sus servicios. Tampoco tuvo reparo en prevenir pocos dias despues á los subdelegados, que obligasen á las personas sospechosas y á los antiguos jueces á vivir en las capitales de los departamentos á fin de vijilarlos mejor, y que secuestrasen los bienes de los emigrados que en el término de tres dias no regresasen á sus casas ó haciendas.

Tomadas estas medidas de policía, se dedicó Benavides á aumentar su ejército con nuevos reclutas y á organizar la milicia provincial, haciendo ingresar en los diferentes cuerpos á todos los habitantes de los pueblos y del campo desde la edad de doce años hasta la de la vejez. En Concepcion renovó la institucion del rejimiento de la Concordia, tomando tambien por base el mismo principio de la edad, y como prueba de la importancia que daba á este rejimiento, se reservó el título de coronel

del mismo. Para armar un número tan considerable de milicianos, mandó recojer por causa de utilidad pública todo el hierro que hubiese en poder de los comerciantes, disponiendo para el caso en que este no bastase, que se echara mano del que se encontrara en las casas, sin esceptuar las rejas de las ventanas. Los herreros de la provincia fueron los encargados de recibir el hierro y de hacer inmediatamente picas, lanzas y otros instrumentos de guerra.

Otra de las cosas que preocuparon á Benavides en su efímera administracion, fué el tesoro. Como debia esperarlo, encontró las cajas vacías, emigradas ó completamente arruinadas las principales familias y la provincia en un estado de desolacion tal, que los campos estaban casi incultos y las habitaciones en jeneral incendiadas. En este estado de cosas, dió Benavides un mentis á sus bandos protectores, haciendo uso del sistema de secues tros de que alternativamente eran víctimas las familias de los dos partidos. Para apoderarse cuanto antes de los bienes secuestrados, nombró una comision de tres personas, que fueron don Juan Antonio Rodriguez, el padre fray Isidro Vazquez y su cuñado don Pedro Ferrer; mas no siendo suficiente todo esto para las necesidades á que tenia que atender, levantó un empréstito por cuya cuenta recibia plata labrada á razon de siete pesos el marco y estancó todo el vino y aguardiente de la provincia, obligando á los propietarios á que declarasen, bajo pena de una fuerte multa, la cantidad que poseian de estos líquidos y á venderlos al fisco por doce reales la arroba de vino y tres pesos la de aguardiente.

Un gobierno nacido de una revolucion es siempre en sus principios un gobierno de abusos y violencias, mucho

mas si el jefe del partido triunfante tiene la conciencia de su endeblez y su impopularidad. El héroe de Tarpellanca, colocándose en el puesto de jefe interino de Chile bajo el modesto título de intendente de la provincia de Concepcion, tenia necesidad, para sostenerse, de emplear los medios mas ríjidos y arbitrarios. Aunque hizo que se nombrasen alcaldes y rejidores así en Concepcion como en las diferentes ciudades de la provincia, reunió y confundió en su persona todos los poderes políticos, el poder lejislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial, queriendo sujetarlo todo á su inspeccion. En una cosa hay que hacerle justicia, si es que la merece tan monstruosa severidad, en que en todos tiempos y lugares se mostró siempre inexorable con los ladrones, á quienes perseguia sin descanso y á los que mandó muchas veces que se los presentasen, á pesar de que por las ordenanzas competia á los subdelegados proceder contra ellos. En estos casos él mismo marcaba el jénero de muerte que merecia el ladron segun su delito, ya el fusilamiento, ya la horca. Muchos oficiales fueron sacrificados á esta severa justicia, y á los pocos dias de llegar á Concepcion mandó pasar por las armas en la plaza diez soldados que habian intentado desertarse y ahorcar á dos del batallon de Coquimbo por mala conducta. Las ejecuciones se verificaron presenciándolas toda la guarnicion (1).

Mientras Benavides procuraba organizar un gobierno á su manera, en la confianza de que no tardaria en funcionar en Santiago como se lo tenia prometido al virey del Perú respondiéndole de ello con su cabeza, Freire, retirado al abrigo de las fortificaciones de Talcahuano,

(1) Archivos de Concepcion y manuscritos de Benavides que obran en mi poder. 27

VI. HISTORIA.

redoblaba sus vivas instancias para que se le enviase algun socorro; pero en el estado deplorable á que habia quedado reducido el tesoro con la tercera espedicion del Perú, O'Higgins apenas contaba con medios para facilitárselo. Todo lo que estuvo en su posibilidad en vista de lo que le manifestó una comision encargada de hacerle ver los peligros de la posicion de Freire, y los que corria Santiago si Benavides llevaba allá sus soldados, fué reunir en la ribera norte del rio Nuble é Itata una parte de la milicia de San Fernando y Talca al mando de don Joaquin Prieto, y dar órden para que se le incorporase la que el mayor Viel pudo levantar é instruir en el partido de Cauquenes. Estas tropas hubieran sido muy insuficientes sin duda para contener á los realistas, si mejor inspirado Benavides se hubiese dirijido sobre Santiago, pero afortunadamente para el país, la Providencia velaba sobre su salvacion, y quitándole esta idea, le lanzó á guerras de escaramuzas, en las que por lo jeneral llevaban la ventaja los patriotas. En una de estas escaramuzas, deploró la patria la pérdida del valiente catalan Molina, sarjento mayor del ejército, muerto en una sangrienta carga que dió al enemigo.

A pesar de todo, la posicion de Freire se hacia cada vez mas y mas difícil y arriesgada: los socorros eran casi insignificantes y los víveres disminuian considerablemente, lo que llenaba al soldado de desesperacion, esta hija del sufrimiento. Aunque la desproporcion de los dos ejércitos era muy desventajosa para los patriotas, estos deseaban sin embargo un combate decisivo, que de una manera ú otra los sacase de su posicion. Freire estaba animado del mismo deseo, y la ocasion de satisfacerlo se presentó al fin.

« AnteriorContinuar »