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defensa de su país, estaba de comandante de la frontera, para cuyo destino fué nombrado en reemplazo de don Santiago Urrutia. Su valor bien conocido y sus relevantes hechos mientras sirvió en el partido del rey, le habian conquistado en este cierta superioridad, y con ella algunas simpatías entre los soldados. Esto unido á que estaba emparentado con algunos jefes realistas, le hacian muy a propósito para llenar las miras del gobierno en sus humanitarios proyectos de seduccion. Luego que llegó á Valparaiso lo enviaron á Chiloe á que ganase al gobernador Quintanilla, su compadre, lo que á haberse conseguido hubiera ahorrado las espediciones contra una provincia guerrera y muy adicta á su rey; pero desgraciadamente Quintanilla, hombre honrado y de fe, lo recibió como á enemigo, obligándole á que se volviera, sin permitir que desembarcara, y mucho menos oir las proposiciones de paz que iba encargado de llevarle. Este desgraciado principio de sus negociaciones no le impidió ofrecerse á entablarlas con otras personas, que le constaba ser menos incorruptibles que Quintanilla. Una de las que mas importaba ganar era el famoso Bocardo, compañero suyo de la infancia, natural como él de la provincia de Concepcion y jefe de la numerosa poblacion de emigrados de Quilapalo, cuya mayor parte, cansados de la vida miserable que tenian, nada ansiaban mas que volverá sus antiguos hogares. El jeneral Prieto daba gran valor á la defeccion de este jefe, y el principal objeto de la espedicion de don Clemente Lantaño fụé conseguirla. En sus negociaciones le protejia el comandante Bulnes, el cual si bien tenia órden de proceder igualmente con política y moderacion, estaba autorizado en caso de resistencia obstinada, para emplear los medios

mas rigorosos con objeto de obtener una sumision completa. Su carácter bien conocido de militar valiente, justificado y leal, le hacia muy á propósito para el desempeño de esta doble mision, por lo que Prieto le elijió con preferencia, habiendo demostrado desde sus primeros pasos que era digno de ella.

Despues de recorrer la estensa llanura de la Laja, Bulnes fué á Nacimiento con su division muy aumentada, y de allí salió el 22 de marzo para ir á dispersar en Mulchen un gran número de indios enteramente hostiles á la patria. Hallábase don Clemente Lantaño en las orillas del rio Biobio en tratos con Bocardo dispuesto completamente á rendirse, y Bulnes, que lo supo, fué allá á unir su poderosa influencia en esta ventajosa negociacion. A los esfuerzos combinados de estos dos respetables chilenos, la patria debió muy pronto poder contar aquel jefe realista entre sus hijos y en el número de sus defen

sores.

La defeccion de Bocardo produjo un efecto escelente. En primer lugar aumentó la desmoralizacion en el partido realista, y ademas fué causa de que la numerosa colonia de chilenos establecida en Quilapalo desde la retirada de don Francisco Sanchez, abandonase este lugar de destierro y volviese á sus casas, con la seguridad de que todos serian mirados benévolamente y con induljencia por el gobierno. Entre los nuevos pasados habia muchos oficiales, soldados, curas, frailes y monjas. Hubo sin embargo algunos tan reacios que no quisieron rendirse, y marcharon á refujiarse á Piule, adonde fueron á atacarles los soldados de Bulnes, viéndose precisados los unos á ganar las cordilleras, y los otros á reunirse á Pico, que estaba del otro lado de Puren.

Con esto la guerra quedó circunscrita al país araucano, y sus habitantes hechos el juguete de los dos partidos, especialmente de los realistas, que no contaban mas que con este débil recurso para sustraerse á la persecucion activa é incesante de los patriotas. La influencia que ejercian en ellos los capitanes de amigos, afectos en jeneral al principio monárquico, y la no menor de los jefes europeos, que les habian inspirado un odio terrible contra los chilenos, tenia convertidas estas poblaciones en enemigos muy peligrosos, á quienes era necesario atraer, mas con la astucia que con las armas. La política de Bulnes, que fué la que Freire y Prieto le recomendaron, consistió en introducir la perturbacion en todas estas tribus, y en procurar desunirlas y armar unas contra otras para someterlas á fuerza de cansancio y de arruinar su país. Hacia mucho tiempo que la patria contaba á su servicio al famoso Benancio Coyquepan, cacique de Malal, al que siguieron los caciques Ligenpi, Coliman, Cadin, Melipan, Paillaleb, Paylahuala y otros muchísimos. Oficiales tan valientes como Ybañez, Salazar, etc., los llevaban en sus correrías para perseguir sin descanso á los caciques Colqueman, Maripil, Catrileu, Levilhuan, y especialmente al famoso y temible Marilhuan, enemigo declarado de Benancio, á quien siempre estaba desafiando, ya directamente ya por conducto del intendente Freire (1), al que escribió muchas veces ofreciéndole una sumision en que estaba muy lejos de pensar. Freire procuraba sostener correspondencia con los indios realistas

(1) En 23 de diciembre de 1822 le escribió que comprometiese á Benancio y á Ligenpi á reunir todos los indios, y añadia: «Aunque es de tanta opinion eso es lo que yo solicito, pelear con un valiente como él y Ligenpi; aunque su campo de ellos es muy erecido, el mio es corto, pero gente aguer rida. »

para introducir en ellos la desconfianza y fomentar la desunion. Por este medio y con el auxilio de la poderosa espada de Bulnes, secundado por sus valientes oficiales, esperaba acabar con tantas rebeliones organizadas y destruir los últimos restos de los soldados y oficiales europeos.

Mientras eran perseguidos los fujitivos de la vega de Saldia, el brigadier Prieto comunicó una órden al comandante de armas de Concepcion para que hiciese una espedicion contra Arauco, y lo tomase. El coronel Rivero reunió al punto doscientos hombres al mando de Quintana y Rios, y los envió por mar en un bergantin mercante el Brujo, fondeado á la sazon en Talcahuano. Encontraron dificultades para el desembarque, por la mucha mar y porque algunas partidas de enemigos se presentaron á atacarles, pero una vez vencidas, marcharon á Arauco, que encontraron casi desierto é incendiado. A los dos dias llegó Benavides á las inmediaciones, acompañado solamente de algunos soldados y oficiales. Obligado á continuar su ruta, apostrofó al pasar al centinela, diciéndole que muy pronto habria noticias suyas; y en efecto volvió al cabo de una semana á la cabeza de una fuerte indiada con objeto de apoderarse de los caballos, y hacer alguna tentativa para tomar la plaza. Pero Rios, fortificado en el cerro de Colocolo, resistió perfectamente todos sus ataques; y viéndose Benavides en la imposibilidad de realizar su proyecto, se fué á Tucapel á convocar los indios con el fin de marchar otra vez sobre Arauco, punto que consideraba el de mayor importancia para sus operaciones futuras. Gracias á la habilidad que tenia para atraerlos, pudo reunir bastantes, con los que sitió al comandante Rios, le estrechó por todos lados, y

probablemente le hubiera obligado á rendirse á discrecion, si la llegada de un buque mandado por el capitan Robinson, no le hubiera sacado de una posicion tan difícil y peligrosa.

Como Arauco habia estado casi siempre en poder de los realistas, la perniciosa influencia de estos se dejaba sentir en el alma crédula y vivamente interesada de los indios; razon por la cual, á pesar de las ventajas conseguidas por Rios, era de temer que la presencia de Benavides en aquellos parajes, y sus recursos tan injeniosos como oportunos, hiciesen algun nuevo daño á la república. Para poner término á este temor, se decidió el brigadier Prieto á ir á aquellos sitios á castigar á los indios, perseguirlos hasta Tucapel de la costa y reunirse con la division de Bulnes por Ilicura ó Pangueco. Su division se componia de mil hombres próximamente, á saber, el rejimiento de los cazadores de caballería, el batallon número 3, doscientos hombres del número 1 y cuatro piezas de montaña del número 4.

Esta espedicion salió de Concepcion en diciembre de 1821 y no tardó en llegar á Arauco, donde se detuvo algunos dias para poner esta plaza en buen estado de defensa, yendo en seguida en socorro de Rios, que estaba temiendo ser atacado por fuerzas muy superiores á las suyas. En el camino supo Prieto que los indios y montoneras estaban reunidos en un llano, y en disposicion de batirse. Su primer pensamiento fué sorprenderlos, y al efecto sus tropas marchaban al través de los bosques durante la noche, cuando al amanecer fueron ellas las sorprendidas, atacándolas en masa el enemigo en un momento en que la division no estaba preparada para hacer frente. Dos tenientes coroneles que seguian el ejército

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