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Lantaño que se le unió en Yerba buena, y apostar sobre el rio al comandante Calvo, que solo á medias llenó los deseos del jeneral realista (1).

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La retirada del ejército realista fué para los jefes de los patriotas un golpe de fortuna que celebraron con entusiasmo, bien que este duró poco, porque no les fué difícil penetrar los designios de Gainza, y comprender que su posicion era muy comprometida si llegaba á realizarlos. En este conflicto O'Higgins creyó conveniente prevenir á todo trance esta resistencia y verificar cuanto antes el paso, cada vez mas difícil al efecto buscó hombres prácticos en el terreno, que mediante una buena recompensa le enseñasen otro vado, y dos campesinos que se le proporcionó prometieron conducirle á uno poco distante de su campamento. A él partió inmediatamente con las debidas precauciones y á favor de la noche. No conociendo la posicion del enemigo, por lo cual habia enviado al catalan Molina á que picase su retaguardia, y no atreviéndose á tentar un golpe de fortuna en una accion en regla, porque para esto era necesario, como él decia, batirse como tigres, creyó debia contentarse con pasar lo mas pronto posible y con mucho silencio el vado que le habian indicado, antes de que pudiera oponérsele obstáculo. Para obtener este resultado necesitaba engañar á los soldados de Calvo é inspirarles confianza, y esto hizo dejando cuarenta hombres en el campamento con órden de encender fuegos en toda su estension, de dar voces de cuando en cuando como centinelas avanzados y de no desampararlo hasta la llegada del destacamento de Molina, con el cual se incorporarian para ir á unirse

(1) Véanse los autos del consejo de guerra contra el brigadier don Gabino Gainza.

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al grueso del ejército. Con esta hábil estratajema consiguió O'Higgins llegar sin ser molestado al vado llamado de Queri (1), unas tres leguas de su punto de partida.

Aunque á la sazon no era todavía completamente de noche, dió órden, sin perder momento, al intrépido sarjento mayor don Enrique Campino, que merecia toda su confianza por las pruebas de valor que dió en la refriega de Quilo, de atravesar el rio á la cabeza de doscientos dragones, que debian llevar otros tantos granaderos á la grupa (2). Esta especie de vanguardia tenia por objeto cubrir los alrededores, hacer frente á las guerrillas que pudieran presentarse, contenerlas ó dispersarlas, y protejer de esta manera el resto del ejército, que necesitaba estar completamente espedito para poder pasar el rio. El vado no dejaba de ser profundo, pues á los infantes les llegaba el agua á la cintura, y era tan incómodo para el paso de los bagajes, compuestos de treinta y seis carretas y algunos furgones y sobre todo para el de los veinte cañones, que los soldados y hasta los oficiales, tuvieron que empujar las ruedas; pero á pesar de tan escesiva fatiga, el entusiasmo fué jeneral y no decayó un punto, presajio favorable de futuros sucesos (3).

Serian las nueve de la mañana cuando todos estos infatigables patriotas habian franqueado el rio, con gran contentamiento de los oficiales que habian participado de las fatigas del soldado, y sobre todo de O'Higgins, que

(1) A este vado se le han dado muchos nombres. O'Higgins le llama de los Alarcones y en su parte, de Quiñones. Don Nicolas Diaz y don Antonio Benavente le designan por el vado de Alarcones ó del fuerte, y otros autores por el de andarivel. Nosotros aceptamos el nombre que le dan los realistas, porque es el mas antiguo y por el que se le conoce mas.

(2) O'Higgins. El manuscrito de don Nicolas García y don Diego Benavente solo hacen subir esta cifra á cincuenta.

(3) Véase el parte de O'Higgins en el Monitor araucano, tomo 2o, número 33.

sabia apreciar mejor que nadie las dificultades y el peligro de su posicion. Casi en el mismo momento lo pasaba Gainza por Bobadilla con tal desórden, que algunos cortos destacamentos hubieran bastado para derrotarle ó al menos para apoderarse de toda su artillería : desgraciadamente la pérdida de la division Blanco y el mal estado de la caballería, no permitian á O'Higgins dar este golpe de mano sin comprometer temerariamente su ejército, cifrando por el contrario la salvacion de la patria en pasar pronto el rio, objeto de todos sus pensamientos y de toda su ambicion. Realizadas sus miras, solo pensó en dirijirse al norte para interponerse entre Gainza y la capital, y reunirse al refuerzo que el gobierno habia prometido enviarle al mando de don Santiago Carrera. En los montes de Guajardo fué atacado al amanecer por una gruesa partida de caballería que Gainza, sorprendido altamente al saber el paso de los patriotas, destacó al mando de Olates y Lantaño. Tenian estos órden de hostigar á los patriotas y contener en lo posible la rapidez de su marcha, para dar tiempo á alcanzarlos y batirlos: la escaramuza no tuvo consecuencias, pues fué muy reducido el número de heridos y mas aun el de muertos; y aunque Lantaño logró apoderarse de un cañon de las avanzadas, una partida, enviada en ausilio de estas, lo recobró bien pronto. Algo mas seria fué la escaramuza que al dia siguiente tuvo lugar á orillas del rio Claro, defendido por otras dos partidas á las órdenes de Calvo y Olate, á quienes Gainza habia destacado para apoderarse, si era posible, de Quecheregua, posicion que sus tenientes le habian hecho creer era en estremo ventajosa. Pero gracias á la pericia de los artilleros y sobre todo del capitan don Nicolas García y del te

niente don José Manuel Borgoño, el enemigo tuvo que repasar al sur del rio, y fué perseguido por la caballería de don José María Benavente. Así pudo el ejército franquear este riachuelo, ycontinuar sin tropiezo la marcha sobre Quecheregua, adonde llegó á eso de las cinco de la tarde.

Las casas de esta hacienda, situadas en una llanura cerca del camino real y á corta distancia del rio Lontue, fueron para los patriotas un punto importante de defensa, porque abrieron en las paredes troneras en que colocaron los cañones, construyeron trincheras con grandes lios de charqui y grasa, derribaron las paredes inmediatas de que pudiera utilizarse el enemigo, y los milicianos de Aconcagua quemaron grandes montones de leña que habia á poca distancia de las casas y que podian servir al enemigo de abrigo. Gracias á estos preparativos, Gainza quedó completamente desconcertado cuando al dia siguiente 8 de abril vino á atacar con todo su ejército á los patriotas, á quienes suponia simplemente acampados á pesar de la firmeza de sus soldados y no obstante su presencia de ánimo en el peligro, le fué forzoso retirarse del otro lado del rio Claro, despues de haber sufrido durante gran parte del dia un fuego mortífero de estas fortificaciones improvisadas. Sin embargo de este contratiempo, Gainza se presentó segunda vez, y simulando querer pasar el rio Lontue y marchar sobre Santiago, creyó con esta estratajema atraer á los patriotas y sacarlos de sus fuertes posiciones para combatir á campo raso; pero O'Higgins, que habia conocido su verdadero intento, le dejó pasar con entera libertad, y saliendo despues al frente de la caballería atacó la retaguardia, que hubiera perecido toda, á no ser por el refuerzo que inmediatamente envió el jeneral rea

lista en su socorro. Entonces se empeñó una accion casi jeneral, aunque poco animada, que duró casi todo el dia, y que no dió mas resultado que hacer esperimentar un nuevo revés al ejército real. En este momento llegó el refuerzo de los cuatrocientos hombres (1) enviados de Santiago á las órdenes de don Santiago Carrera. Aunque estos no tomaron parte en el combate por haber llegado tarde, contribuyeron á su resultado, porque al ver el enemigo una gran polvareda que se iba acercando y al oir los vivas entusiastas que daban los patriotas á los recien llegados, creyó que el número de soldados era mayor, y bajo la impresion de esta creencia se apresuró á batirse en retirada, y á guarecerse en el lado opuesto de Rio-claro, donde pasó la noche. Al dia siguiente, en vista del número de desertores y de la falta de tiendas en una época en que por las continuas lluvias eran absolutamente necesarias para los soldados, sobre todo para los de Lima que constantemente se quejaban del mal tiempo, Gainza reunió un consejo de guerra, en el que se resolvió retirarse á Talca, á pasar allí el invierno. O'Higgins permaneció en Quecheregua bastante contrariado con la marcha del coronel Balcarce, quien en un momento de mal humor determinó separarse del ejército, como así lo hizo, dejando el mando de los ausiliares de BuenosAires á su valiente sarjento mayor don Juan Gregorio de las Heras (2). En la misma época Mackenna se diri

(1) Los documentos dicen ciento cincuenta.

(2) Segun el diario de don Nicolas García y la memoria de don Diego Benavente, Balcarce habia opinado muchas veces que el ejército debia retirarse del lado de Santiago, parecer en que insistió despues de la accion de Quecheregua, habiéndose decidido á abandonar el ejército por el poco caso que se hacia de sus consejos. Segun el diario de Carrera, el director Lastra no era afecto á este coronel.

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