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fos, la independencia chilena distaba mucho de estar completamente asegurada. El virey del Perú dominaba con todo su poder una gran parte de la América del sur, y la provincia de Concepcion, siempre á merced de los restos de Maypu, organizados en bandas de montoneras, necesitaba una division numerosa que detuviese sus invasiones y pusiese coto á sus escesos. Y sin embargo, en medio de todos estos motivos de inquietud y de todas estas escaseces, equipó O'Higgins la brillante escuadra que barrió de buques españoles el mar Pacífico, lo dominó con todo su poder, y aseguró para siempre la independencia de Chile con el aislamiento completo de su obstinado enemigo. Puede decirse que la gloria de esta escuadra fué tan grande por sus resultados, como por haberla creado haciéndola salir de la nada. Sin disputa fué esta época la en que el jenio de O'Higgins brilló con la bella aureola que sus mismos enemigos no han podido rehusarle jamás, pues en cierto modo improvisó la escuadra, y esto se hizo en momentos en que la hacienda estaba en completo desórden, muy empeñadas las principales rentas, agotados los bolsillos de los particulares, reinando el desaliento por todas partes y siendo los recursos en hombres y en materiales casi nulos.

A vista de esto, ¿podrá esperarse que las libertades civiles, siempre asustadizas y exijentes, marchasen á la par de las libertades políticas? Si estas piden audacia, enerjía y aun violencia, aquellas, por el contrario, exijen la calma prolongada necesaria para los trabajos elevados del entendimiento, y ademas un caudal de conocimientos, muy raros en aquella época entre los chilenos. Por otra parte, el país acababa de salir del estado de servidumbre á lo habia reducido la política torcida y misteriosa de España, y no podia, sin un verdadero peligro, lanzarse

que

de lleno en un sistema de libertad, porque careciendo del arte y de la discrecion que se necesitan para dirijirlo, se esponia á ser el juguete de las pasiones y de los ambiciosos. O'Higgins lo comprendió así perfectamente, y á riesgo de desmentir su pasado, procuró restrinjir estas libertades con objeto de dar tiempo á que se formase y madurase la opinion pública, y á que los principales chilenos adquiriesen instruccion é ideas antes de ser ciudadanos y lejisladores. Este fué tambien probablemente el motivo que tuvieron, primero los senadores y luego los diputados, para no separarse mucho de esta manera de pensar, para no seguir mas inspiraciones que las del momento, y para no ocuparse sino de ensayos que naturalmente debian ser imperfectos, y muy llenos de parcialidad, como todo lo que se hace sin la influencia del verdadero mérito.

Es necesario decirlo en aquella época y despues que Rodriguez fué separado del ministerio, esta política era quizá la que mas convenia á Chile, porque asegurado del desinterés y buenas intenciones de O'Higgins, lo que ya es de grande importancia para un estado nuevo que exije siempre el sacrificio del interés privado en aras del interés público, la tranquilidad hubiera ganado mucho con el gobierno de aquel por ilegal que fuese, lo cual bien merecia transijir dos ó tres años mas con su ambiciosa y honrada vanidad. El país estaba demasiado ajitado todavía para no seguir el gran principio político de que todo lo que es necesario es lejítimo, principio que desgraciadamente no quisieron comprender los habitantes, unos por espíritu de oposicion, otros porque se dejaban llevar de los demás, y muchos, y estos eran los verdaderos liberales, temerosos de ver encadenada á una dictadura perpetua su libertad conquistada á tan caro precio. Y si en este punto

VI. HISTORIA.

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las apariencias justificaban su conducta, sobre todo, cuando los miembros del congreso cometian abusos de poder, traspasando mas y mas cada dia sus atribuciones, es necesario tambien no olvidarse que en ello tenia mucha parte la inesperiencia y el candor de unos hombres que estaban persuadidos, como se lo aseguraba su oráculo don Camilo Enriquez, de que su eleccion era nacional y la constitucion que dieron representativa, desde que esta recibió la sancion de todo el país con el gran número de firmas aprobándola, que de todas las ciudades y pueblos llegaron al gobierno.

Esta constitucion, sometida con efecto á la aprobacion del pueblo, al que se llamó á dar por escrito su voto, fué aprobada casi por unanimidad, lo cual sin embargo no prueba que estuviese esenta de defectos ni de vicios. Por el contrario, tenia muchos, pero es necesario no perder de vista que ninguna obra humana carece de imperfecciones y lagunas, mucho mas si se emprende por via de ensayo y en momentos en que la exaltacion de los ánimos los lleva á destruir mas bien que á edificar. Es necesario conocer tambien que las constituciones tienen que ser necesariamente transitorias y basadas, no en las de otros paises, por mas que los principios en que se funden sean los mismos, sino en los hábitos, costumbres y necesidades de aquel para que se hacen, y que solo el tiempo y la esperiencia pueden formarlas de una manera, sino perfecta, al menos razonable. Cuando se reflexiona en los numerosos ensayos hechos en este punto por Inglaterra, Francia y los Estados-Unidos, y en el tiempo que han empleado en la elaboracion de las imperfectas que hoy rijen en estos paises, hay que confesar la impotencia del hombre para producir una obra esenta de toda interpretacion contradictoria, y

cuan necia presuncion hubiese sido la de los chilenos, si en aquella época de infancia, hubieran tenido la pretension de hacer una mejor que los demas.

Esto no es decir que quiera escusar las faltas de O'Higgins. Por mucho respecto que me merezca este hombre, que tanto hizo por Chile, no puedo menos de desaprobar ciertos actos muy significativos de venganza y animosidad, que no fué bastante á saciar la muerte misma de sus enemigos políticos. Me refiero á las mezquinas sumas que se pagaron cuando la ejecucion de las víctimas de los acontecimientos, pero de ninguna manera á la muerte de Rodriguez, en la que verdaderamente no puede precisarse lo que ocurrió, y menos aun á la de los hermanos Carrera, respecto de los cuales se ha cuestionado muchas veces si su sentencia fué legal ó un asesinato jurídico. Todo lo que el proceso arroja de sí es que la conspiracion se descubrió en fragrante delito, y que fué castigada con arreglo á las leyes, escesivamente rigorosas por desgracia en tales casos. Reflexiónese, antes de juzgar los hechos, en el estado de efervescencia febril que dominaba los ánimos en aquellos momentos de lucha política, y en la especie de delirio que les arrastraba á todo sacrificio, sin que ningun rigor les detuviese ni hiciese volver atrás. Reflexiónese bien sobre todo, en que cuando la patria está en convulsion, algunas gotas de sangre para apaciguarla, son siempre muy dolorosas, especialmente si se vierten con pasion y la justicia procede con rigor escesivo, pero que ahorran al pueblo los funestos horrores de la guerra civil; en tal caso la humanidad, habituada á semejantes calamidades y á nuestras pasiones, pasa indiferente y sin detenerse, y continúa su mision, que es avanzar y jamas retroceder.

Triste y espantoso es confesar esto, y que los grandes

pensamientos sociales no pueden llegar á sus últimas evoluciones sino entre los escesos de la brutalidad y los destellos de la razon; pero lo mismo sucede con las revoluciones cuando están dominadas por teorías absolutas, las cuales no podrian dejarse guiar por la moderacion sin perder su virilidad y su fecundidad. Por mas que la historia rejistre todos estos estravíos del corazon humano, no por eso dejan de ser víctimas de ellos las jeneraciones que se succeden. Compadezcamos, pues, las debilidades y miserias de nuestras pasiones, echemos un velo sobre los errores de O'Higgins, y aun sobre sus faltas, mientras dimanen de la necesidad del momento y de inesperiencia, y no pensemos mas que en sus buenas obras, que en último resultado son las que interesan á la jeneralidad de la nacion.

Bajo este punto de vista es necesario confesar que Chile debe una buena parte de su gloria y de su independencia á este ilustre chileno. En el curso de esta historia hemos visto con qué celo, con qué desinterés y con qué actividad trabajó, poniendo en juego todos los recursos intelectuales y materiales con que le favorecieron la naturaleza y el destino. Acabadas las guerras, y aun en medio de ellas, no olvidó nunca la suerte interior del país, y procuró por todos los medios rejenerar la sociedad, protejiendo la instruccion, este motor principal de la felicidad pública. Con este objeto destinó fuertes sumas en medio de sus apuros, á dar mas estension á las enseñanzas del instituto, y á mandar comprar en Inglaterra con destino al mismo establecimiento, instrumentos de física y química, á fin de introducir el estudio de estas ciencias tan útiles á la industria, y que eran completamente desconocidas en Chile. Para las clases inferiores hizo ir de Lima al profesor Thomson, con objeto de que propagase en el país

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