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varios medios, y con efecto se fundaron algunos pueblos: es obispado erigido el año de 1777. La capital es la villa de Monterey.

Con respecto á la Sonora, dice este escritor: el año de 1765 hostigados los habitantes de las hostilidades, que hacian los índios infieles ocurrieron al virey, que era entónces marques de Croix, solicitando les diese tropas y auxilios para defenderse; y sin embargo de la escasez de medios, logró que el comercio y algunos particulares supliesen 200 mil pesos, para disponer una expedicion, que duró hasta el de 1771, en que por la aspereza de las sierras descubrieron ricas minas de oro, con lo cual se establecieron allí en poco tiempo mas de dos mil personas. En 1780 fué erigida esta provincia en obispado, segun narracion que se hace en memorial del procurador de los colegios de misioneros del reyno del Perú de 28 de mayo de 1781, impreso en Madrid.

El año de 1763 se comenzaron á establecer misiones en la Nueva California, pais que comprende 197 leguas de costa desde el istmo de la vieja California, y puerto de San Diego, hasta el de San Francisco á 38 grados, al paralelo del pueblo de Taos, último del Nuevo México. Segun la relacion de Humboldt lib. 3 cap. 8 S 15 en 1776 habia ya ocho pueblos, en 790 once; y sin contar mas que á los índios establecidos en la tierra, y que se han dedicado á la labranza, su poblacion en 1790 era de 7 mil almas, en 1801 de 13 mil, y en 1802 de 15 mil: su cosecha de trigo en 1791 fué de 15 mil fanegas, en 1802 es de 33 mil: en órden á cria de ganados, en 1791 no habia mas de 24 mil cabezas del mayor; y en 1802 hay 67 mil bueyes, 107 mil ovejas, mil cerdos, 2 mil caballos, y 877 mulos: el número de blancos y otros colores en los pueblos y en los presidios 1.300: luego dice. En caso de un ataque militar, intentado por alguna potencia marítima de Europa, solo con esa parte de la poblacion podria contar el gobierno para defensa de las costas.

Poco se habria adelantado, fundando obispados en tierra de misiones, si ellos no hubiesen de subsistir por pobreza de sus provincias; y ya que el propio Humboldt lib. 4 cap. 10 deduce la riqueza territorial del reyno mexicano por los diezmos de muchas, y entre ellas aparecen las de uno de estos obispados, su producto en épocas distintas, segun el estado que presenta, nos ofrecerá el resultado, suprimidas centenas para mas comodidad; y es el siguiente.

México. de 1771 á 1780, 4.132.000 pesos.

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de 1781 á 1790, 7.082.000 «<

Puebla. de 1770 á 1779, 2.965.000 «<

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de 1780 á 1789, 3.508.000 « Mechoacan. de 1770 á 1779, 2.710.000 « de 1780 á 1789, 3.239.000 «<

Oajaca.

de 1771 á 1780,

715.000 «

de 1781 á 1790,

863.000 «

Guadalajara de 1771 á 1780, 1.889.000 «

de 1781 à 1790, 2.579.000 «<

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Se vé aquí que un nuevo obispado de las provincias del norte excede á otro de las meridionales en la primera época en mas de 100 mil pesos, y en la segunda en mas de 200 mil.

En Guatemala, venida que fué la resolucion real para la escolta, los recoletos acudieron á pedir su cumplimiento; pero siendo ya un eco, que hacia tiempo hostigaba á las autoridades en la capital y en sus provincias, y que compometia demasiado el respeto que se tributaba á los misioneros, fué menester todo él para que fuesen atendidos por ellas solo como unos pretendientes de cosas árduas á quienes era preciso no desagradar, mientras los cansaba, y retiró su propio decoro. De los jesuitas misioneros de la vieja California, por ocurrencias inferiores á la presente, dice el mismo escritor S 14: consiguieron una victoria completa de los militares apostados en los presidios; y por real cédula se mandó que estuviesen á las órdenes del padre presidente de las misiones todos los militares, incluso el capitan del destacamento de Loreto. Entonces hicieron lucir lo padres jesuitas su industria comercial, y aquella actividad á que han debido tantos triunfos, y que los han hecho el blanco de tantas calumnias en las dos Indias.

David Barry, editor de las noticias secretas, en nota puesta al fin del capítulo que va citado, hablando del Paraguay, escribe. Cuatro padres de la Compañia fueron los únicos que emprendieron estas reducciones el año de 1610, sin mas armas que la persuasion, sin mas medios que el buen ejemplo y la paciencia, y sin mas fin que el bien de los mismos naturales. Doscientas familias de aquellos índios errantes, traidos á sociedad, iniciados en la fé, y sugetos á un reglamento providente, fué el principio de aquella rara

república. El rápido adelantamiento de estas misiones avivó el zelo de sus misioneros; mientras mas se aumentaban éstos, tantos mas pueblos aparecian en aquellos desiertos; y uniendo todos sus esfuerzos al interes comun del bien público, crecia aquella sociedad indefinible. Sin soberano, sin instituciones de nobleza predominante, sin representacion popular, sin imposicion religiosa, sin ejércitos ni terror, se vió formada una nacion, que reconocia superiores, en la que vivian subordinados, sin opresion ni mendicidad, sin código penal porque no habia delitos, y sin leyes civiles porque no habia injurias; las artes estaban cultivadas, la religion triunfaba en la unidad de la fé y en la pompa de sus ceremonias, y la prosperidad progresó tanto que en el espacio de poco mas de un siglo, los pueblos de misiones bajo los jesuitas contenian, segun el informe del gobernador Barna al Rey en 1730, cuatro mil índios tributarios de 18 á 50 años; y contando las mugeres, niños, ancianos y otros exceptuados en aquella lista á razon de 7 personas por cada tributario, componian una poblacion de 280 mil almas.

Despues de otras explicaciones, concluye. Los portugueses, mas crueles que los conquistadores españoles, salian de las fronteras del Brasil para hacer irrupciones, unas veces con el fin de extender mas su territorio, y otras para hacer esclavos suyos á los índios que podian agarrar, llegaron algunas veces hasta los pueblos reducidos: los jesuitas, para defender sus pueblos, establecieron un sistema militar. En cada reduccion habia dos compañias de milicias bien disciplinadas, provistas de armas, blancas y de fuego con oficiales experimentados, y puestas al mando del cacique su gefe natural; de modo que si la república era amenazada por índios salvages ó por portugueses, reunidas prontamente las compañias de las varias reducciones bajo sus cabos, presentaban una fuerza tan respetable, que nunca llegó caso que los enemigos les presentasen la cara. He aquí realizada la teoría de Casas para confusion de sus detractores, debiendo transmitirse la suerte de su autor á sus sectarios.

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CAPÍTULO 103.

Reproduccion del sistema colonial.

Tan importantes servicios sirvieron de acriminacion á los jesuitas. El propio escritor en nota al cap. 8, dice. Zeloso el gabinete de Madrid del demasiado poder que daban á los jesuitas sus virtudes, sus luces y constancia en todas sus empresas, procuraba buscarles algun crímen, y resolviendo al fin poner término á las inquietudes que le causaba una religion á cuyos individuos miraba como peligrosos en calidad de ciudadanos, para efectuarla, decretó una órden de extrañamiento de toda la monarquía españo la por las causas reservadas en el real ánimo.

Luego indaga cuales fuesen las acusaciones, que el ministerio español recibió para inclinar al rey á sancionar su decreto, y por algunas memorias que tuvo oportunidad de ver, descubre varias imputaciones hechas á los jesuitas del Paraguay, las cuales rebate victoriosamente, y añade. Si se toma por principio de una sana política la utilidad de los pueblos, los jesuitas, ademas de utilizar en los estudios á los jóvenes, y en los ejercicios religiosos á todos, ellos fomentaban los distritos, donde tenian sus haciendas, enseñando á edificar, cultivar y sacar las mayores ventajas de los terrenos. Transcribe así mismo unas palabras del dean Funes, que dice á este propósito: si reflexionamos que los jesuitas nunca fueron citados, y que para condenarlos no se dieron mas causas que las reservadas en el real ánimo, séanos lícito decir, que nada pudo perder su reputacion por una via tan detestable, y que la fuerza jamas se burló con mas insolencia de los débiles.

El decreto fué comunicado á los vireyes y presidentes, de los varios gobiernos de América con tas instrucciones correspondientes, para que á cierta hora, en una noche determinada fuesen sorprendidos todos los jesuitas de cada provincia. Llegado el dia fijo, el gefe comisionado en la ejecucion puso la tropa sobre las armas, destinó piquetes para cruzar los campos, puso centinelas al rededor del colegio, y á las dos de la mañana en el profundo silencio llaman á la portería con pretextos ordinarios, hallan entrada silenciosa, citan á comunidad, y se intima el decreto de expulsion. Los religiosos oyeron la inesperada sentencia con el respeto debido

á la magestad, y se sometieron al real mandato. En cada pueblo donde habia colegio se publicó á la mañana siguiente el edicto del rey con la solemnidad de la tropa, y el estruendo de los tambores concomitantes de la arbitrariedad.

En Guatemala se libró comision por el superior gobierno al alguacil mayor en 26 de junio de 1767, á virtud de carta de la real mano de 1o de marzo anterior, para que se ejecutase en la noche víspera de la festividad principal de su iglesia, que era el Corazon de Jesus, encargándosele, que conforme al art. 20 de la instruccion, los religiosos quedaban privados de toda comunicacion externa de palabra y por escrito hasta estar á bordo en la fragata Thetis, pudiendo proceder contra los transgresores seculares por el rigor de las armas. Los religiosos que habia son los siguientes: el p. Manuel Alba, visitador, que pasaba á Yucatan: el p. José Antonio Zepeda, rector, natural de esta ciudad, de 46 años: el p. Joséph Vallejo, de Guadalajara, de 48 años, cathedrático de prima de theología: el p. Manuel Muñoz, de esta ciudad, de 37: el p. Juan Sacrameña, de Medina Sidonia, de 34: el p. Joséph de Acosta, de México, de 31, maestro de mínimos: el p. Francisco Xavier Martinez, de Puebla, de 32 años: el p. Joséph Antonio Aguirre, de Iripuato, de 29, maestro de medianos: el p. Luis Sontoyo, de Guanajuato, de 30; el hermano Antonio Pons, de 35, maestro de escuela: el p. Rafael Landivar, de esta ciudad, de 35, rector del seminario de San Borja, y cathedrático de moral: el p. Manuel Cantabrana, de Guanajuato, de 31, maestro de filosofia en dicho seminario. Once por todos, los cuales salieron el propio dia, y llegaron al Golfo dia 20 de julio, y á Omoa el 26, segun recibo de los comandantes.

Lo que mas sorprende es, exclama aquí Barry, que un hecho tán rigoroso, tan ilegal, y de tanto misterio se hubiese efectuado bajo el reynado del mejor rey, que ocupó el trono español; pero Cárlos III fué sin duda seducido por un plan artificioso de sus ministros. El abate Barruel en la Historia del jacobinismo tom. 1 cap. 5, dice: el poder y las intrigas en Francia de un Choiseul, y de una Pampadour ligados con Voltaire: en España las de Aranda, amigo público de Alambert y todos los impíos: en Portugal las de Carvallo, feroz perseguidor de los hombres de bien; y en otras partes las de otros tantos ministros mas subyugados aun por las relaciones de impiedad, que por las de la política, han podido ame

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