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quinientas de vientre, i el costo de ellas fué a doce i diez i seis reales vellon cada una, i otras a ménos; i con haberse muerto ordinariamente para el sustento de la jente del ejército cada año desde que se pobló mil i quinientas cabezas, con los multiplicos ha ido siempre creciendo el aumento, de suerte que hai mas de ocho mil cabezas, sin tener aquella estancia casi costa alguna, porque la guardan soldados pagados por el rei con algunos indios, se les cuenta cada cabeza que se mata para los soldados a cuarenta reales; i teniendo ordenado Vuestra Majestad que se les dé la comida i sustento a moderados precios, no se entiende qué razon hai para que se les dé i cuente a mas del doble del costo principal que tuvieron.

"La otra estancia de trigo i cebada tambien es de poca costa; porque las tierras son de Vuestra Majestad, i los bueyes con que se labran salen de la estancia de las vacas, i los que la benefician son soldados del ejército que tiran sueldos con algunos indios a quienes no se les da mas de la comida, respecto de lo cual, i de la fertilidad con que acuden en aquel reino, el trigo i la cebada tienen mui poca costa toda a Vuestra Majestad, i es ménos la de cada fanega, i siendo esto así, se les cuenta a los soldados a treinta i dos reales vellon cada fanega de trigo, i a diez i seis la cebada.

"Da lástima, ultra de lo dicho, de que en esta guerra se haya introducido una cosa tan reprobada cuanto digna de remedio, i es que los mas que gobiernan en ella, capitanes i soldados, se han vuelto tratantes i pulperos; que el cuidado que habian de tener en mirar por los soldados i sus armas lo ponen en investigar modos i trazas para despojarlos de sus sueldos, revendiéndoles los bastimentos a precios excesivos, porque de sus propias

estancias i sementeras, que muchos de ellos las tienen, llevan a los fuertes los carneros, ovejas i demas bastimentos; i los capitanes que no tienen estancias los envian a comprar a las riberas del Maule; costándoles los carneros a cuatro reales i las ovejas a tres i ménos, las venden a los soldados a diez i seis reales los carneros i a doce las ovejas, i a este respecto los demas bastimentos i comidas; i de esta manera, la mayor parte del situado, o por mejor decir, todo se viene a consumir entre estos recatones i tratantes; pues cuando llega de Lima, ya el miserable soldado debe mas de lo que tiene ganado de sueldo, i le es forzoso el ser esclavo perpetuo, porque para poderlo sustentar sin que perezca, es necesario irle dando ordinariamente adelantado, con que siempre queda empeñado, por haber podido tanto la codicia, que inventaron para pagar a muchos por libranzas adelantadas, i con la necesidad que se pasa no pagándoselas le obligan a que las vendan por la mitad o al tercio, comprándoselas por terceros, los que mas obligacion tienen de mirar por ellos; de esta forma, ni los soldados visten, ni calzán, ni comen, pasando miserablemente sin zapatos ni medias, i sobre sí solamente por vestido una manta o pellejo con que andan la mitad descubiertos; i así no faltaron algunos que apretados de la necesidad, se han pasado al enemigo, viviendo tan desesperados, que se puede temer mas que al enemigo, algun motin de ellos, como lo intentaron el año de 1607, si Dios no hubiera permitido que se descubriera i atajara con haber ahorcado a los que en él fueron cabezas principales".

XII.

El gobernador don Juan de Jara Quemada va a trazarnos un cuadro comparativo del estado de la disciplina entre los españoles i los araucanos.

"Con la continua asistencia de la guerra, dice en carta dirijida al rei en 1o de mayo de 1611, están los indios tan maestros, que no hai lance que no comprendan; i así con esto, como con los despojos de las victorias, se han ido pertrechando i armando, de manera que no hai ninguno que no tenga su peto i espaldar de cuero crudo, i muchos de ellos cotas i petos de acero, i una lanza de treinta i tres palmos, i sus caballos, esmerándose mucho en ellos, i para cualquiera cosa que les manden en la guerra sus superiores grandísima obediencia; i el matalotaje de ocho dias es una chupa con dos libras de harina de maíz i cebada con que en un vaso o calabazo echan un poco de agua, i hacen un ulpo, que es una bebida; i sin otra cosa chica ni grande, atraviesan de sus tierras a las de paz; i para ir nosotros a las suyas, es menester que el soldado de a caballo lleve tres criados, uno para que le traiga yerba, i otro que le lleve la comida i cama, i quien le haga de comer, i esto es lo de ménos, porque hai muchos que meten a quince o veinte caballos i seis yanaconas, i el infante su piedra de moler, que todos los mas las llevan; con que todas las veces que se aloja i levanta el campo, parece que se funda o se muda una ciudad, i en esto se gasta lo mas del tiempo, mientras que los indios son mui lijeros; i ademas es tanta la flojedad i tibieza, que he visto arcabuces que parecen mas bien pistoletes".

XIII.

El capitan-cronista don Pedro Mariño de Lovera va a hacernos conocer cuál era la conducta que esta soldadesca observaba con los indíjenas.

"Se debia tener por lastimosa calamidad, dice, las vejaciones hechas a los desventurados indios, por cuyas casas i haciendas se entraban los soldados, tomándoles sus ganados i sementeras, i aun las mesmas personas para servirse de ellas, i, lo que peor es, las mujeres para otras cosas peores, de suerte que solo en el lugar en que estaban los soldados recien venidos de España juntos con los demas que tenia el maestre de campo, hubo semana que parieron sesenta indias de las que estaban en su servicio, aunque no en el de Dios, segun consta del hecho; i así estaban los indios tan justamente irritados, que no es de espantar de que hubiese tantos rebelados, sino de que se hallasen tantos de paz en medio de tantas injurias i malas obras que recibian de los españoles" (1).

No es de estrañar que aquellos soldados indisciplinados hicieran esperimentar tan malos tratamientos a los indíjenas, cuando no los escaseaban a sus propios compatriotas.

La audiencia referia al rei lo que sigue en su informe de 1611: "En daño notable de esta ciudad de Santiago i reino de Chile, han usado los gobernadores i usan dar licencia todos los inviernos para que mucho número de soldados se bajen a invernar a las ciudades de paz; i ordinariamente han bajado a Santiago todos los años mas de cien soldados, que ademas de ganar sueldo los

(1) Mariño de Lovera, Crónica del reino de Chile, libro 3, capítulo 22.

cuatro i cinco meses del invierno que se están en esta ciudad, no asisten al servicio de Vuestra Majestad. De esta bajada se siguen grandes escándalos i ofensas de Dios en mucho daño del reino, porque ademas de inquietar la república con deshonestidades i pendencias, hacen muchos hurtos i otros diversos excesos, i sobre todo cuando suben i vuelven a la guerra, ninguno deja de llevar hurtados cuatro o seis indios varones, i hembras con quienes van amancebados, con color de llevarlos para su servicio; de manera que todos los años se llevan trescientos o cuatrocientos indios, descasando a muchos, i a otros llevándoles sus hijos e hijas, con que se apuran i consumen los indios de paz.

XIV.

Un ejército de esta especie no podia ménos de inspirar serios temores, i los inspiraba en efecto. El monarca escribia al gobernador Alonso García Ramon, con fecha 5 de diciembre de 1606, entre otras cosas, lo que sigue:

"Si en la jente de guerra, hubiere algunos soldados sediciosos e inquietos i revoltosos, conviene que a los que diesen causa para ser castigados los castigueis con tanta demostracion, que sea escarmiento i ejemplo para todo el ejército; i a los otros por cualquier traicion o sospecha que de ello se tenga en razon de esto, los echareis de ese reino con disimulacion i recato, enviándolos con cartas i despachos al Perú o a estos reinos, i usando de los otros medios i trazas que conviene, previniendo que tampoco queden allí ni en otra parte de las Indias, siendo posible, por los inconvenientes i daños que podrian causar semejantes hombres en

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