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ron prorratear la dicha cantidad en las personas i bienes de los capitulares presentes en la forma que sigue:

"Don Francisco Arévalo Briceño, alcalde de primer voto, mil pesos;

"Don Jerónimo Hurtado, quinientos;

"Don Francisco de Erazo, doscientos, i lo mas que le quisieren prorratear i cupiere en su caudal;

"Don Gaspar de Ahumada, mil pesos;

"El jeneral don Martin Ruiz de Gamboa, mil pesos".

Don Juan Rodulfo de Lisperguer no se manifestó ménos patriota i jeneroso que los capitula

res.

Llamado inmediatamente al cabildo, dijo: "que aceptaba el hacer el viaje, i el nombramiento de procurador para caso tan inescusable de la defensa de todo este reino, a que está dispuesto con las veras que lo ha estado siempre, i lo han estado todos sus antepasados; i que en atencion a los trabajos i necesidades en que se halla esta república i reino, i que han de acudir a los socorros que piden las fronteras, seguro de que a ello se han de adelantar los alcaldes i rejidores de esta ciudad, escusa i remite el ofrecimiento i prorrata de los cuatro mil patacones; porque, aunque no se halla sobrado por las mayores obligaciones de su familia, espondrá, como espone, su persona, vida i hacienda para el servicio de Su Majestad i de esta república i reino, como uno de los hijos principales de ella".

Dicho esto, i poniéndose en medio de la sala, juró a Dios i a la cruz cumplir debida i lealmente el encargo que se le confiaba.

Los capitulares le dieron las gracias, tanto por

su patriotismo, como por su desprendimiento (1).

VIII.

Las nuevas infaustas seguian, entre tanto, llegando unas en pos de otras.

La situacion se empeoraba cada dia.

En vista de ello, la audiencia declaró el reino en peligro, mandando enarbolar el estandarte real para que todos acudiesen a su defensa.

El siguiente documento va a hacernos saber de qué manera se ejecutaba aquel solemne acto.

"Yo Manuel de Toro Mazote, escribano público i del número i cabildo de la noble i mui leal ciudad de Santiago de Chile i su jurisdiccion por el Rei Nuestro Señor, certifico i hago fe cuanto ha lugar en derecho i puedo que hoi 1o de marzo del año de 1655 por haber sabido los señores presidente i oidores de la real audiencia de este dicho reino por cartas que han tenido del señor doctor don Juan de Huerta, oidor de la dicha real audiencia i visitador de las reales cajas, que asiste en la ciudad de la Concepcion, i del maestre de campo Juan Fernández, veedor jeneral, cabildo i oficiales reales de la dicha ciudad, del alzamiento jeneral de los indios naturales de este reino; i que tenian tres mil de ellos cercado en la estancia de Buena Esperanza al señor gobernador don Antonio de Acuña i Cabrera; i se sabía el fin que habia tenido el real ejército que habia entrado a tierras del enemigo con tres mil indios que estaban por amigos; i asimismo que habian Îlevado los fuertes de Colcura, San Pedro i otros; i

(1) Libro de actas del Cabildo de Santiago, sesion de 23 de febrero de

estaba recojida la jente de la ciudad de Concepcion a fuerte i debajo de una palizada; que habian asolado las estancias de la Concepcion, i pasado a cuchillo, a fuego i a sangre, todos los que habian cautivado i preso; quemado las de Maule; llevádose los ganados; i en los incendios, comprendido las comidas i bastimentos; que estaban conspirados con todos los naturales del reino; i se temia la total ruina dél, sin poderse comunicar de unas partes a otras sin notable riesgo; por lo cual, dichos señores presidente e oidores mandaron enarbolar el real estandarte i hacer otras muchas prevenciones, que se han hecho i van haciendo, i socorros de jente i municiones. I en su cumplimiento, el dicho dia, entre las cinco i seis de la tarde, con acompañamiento de los vecinos, compañías de a caballo e infantería del batallon de esta ciudad, en una esquina de la plaza de ella, se enarboló el dicho real estandarte con toda veneracion; i quedaron en su guarda los señores alcaldes maestre de campo don Francisco Arévalo Briceño i don Jerónimo Hurtado de Mendoza, que lo son ordinarios de esta ciudad, i otras personas del dicho cabildo, habiéndose dado órden se continuase la dicha guarda, mientras estuviese el dicho real estandarte enarbolado por los del dicho cabildo con la demas que conviniese de las compañías que entran i salen de la guardia del dicho batallon. I queda enarbolado en nombre de Su Majestad; i para que conste, de pedimento del jeneral don Juan Rodulfo Lisperguer, procurador jeneral del reino que está nombrado para ir a pedir socorro para la defensa dél al excelentísimo señor virrei del Perú, di el presente en el dicho dia, mes i año.-Manuel de Toro Mazote".

IX.

Al dia siguiente, 2 de marzo, se presentó en casa del oidor mas antiguo doctor don Nicolas Polanco de Santillana un soldado que llegaba a todo escape de la ciudad de Concepcion.

El soldado entregó al oidor una carta rotulada a la audiencia, i otra dirijida al mismo señor Polanco de Santillana.

El señor Polanco de Santillana abrió el pliego que se le enviaba; i al leer su contenido, se quedó atónito, estupefacto.

I en efecto, habia motivo para ello, porque lo que se le anunciaba era mas estraordinario que el terremoto del 13 de mayo.

En Chile, i sobre todo en la América, se habian visto otros cataclismos de la naturaleza, mas o ménos semejantes al mencionado; pero nunca en este país se habia presenciado algo parecido a lo que anunciaba la carta que el oidor tenia en sus ma

nos.

Aquel era un suceso a que costaba trabajo prestar crédito.

En confirmacion de lo que referia la carta, el soldado mensajero presentó al señor Polanco de Santillana un pasaporte o salvoconducto que le habia sido espedido por Don Francisco de la Fuente Villalobos, gobernador i capitan jeneral del reino de Chile por dejacion que de este cargo ha hecho el señor don Antonio de Acuña i Cabrera.

El oidor leia i releia, i no podia salir del asombro.

Al fin recomendó al soldado, bajo la amenaza de las mas severas penas, que guardase el mayor sijilo sobre todo lo que habia ocurrido; i que hasta

nueva órden, no entregase varias cartas que traia para diferentes personas.

Tomada esta precaucion, mandó que la audiencia se reuniera apresuradamente.

A las tres i media de la tarde, habian acudido a la sala ordinaria de sesiones el doctor don Nicolas Polanco de Santillana i el licenciado don Pedro de Hazaña Solis i Palácios, oidores; i don Antonio Ramírez de Laguna, protector fiscal de los indios i fiscal interino de la audiencia.

Eran estos tres los individuos del tribunal residentes a la sazon en Santiago, porque el otro don Juan de Huerta Gutiérrez andaba desempeñando en la ciudad de Concepcion el cargo de juez de visita de veedor, oficios reales i otras personas.

Procedióse a leer las cartas dirijidas a la audiencia i al señor Polanco de Santillana, cuyo autor era nada ménos que el presidente don Antonio de Acuña i Cabrera.

Lo que segun ellas habia sucedido en Concepcion era realmente inaudito.

¡El presidente don Antonio de Acuña i Cabrera habia sido depuesto por el cabildo i el pueblo de Concepcion, los cuales habian colocado en su lugar al veedor jeneral don Francisco de la Fuente Villalóbos!

"Estando en mi palacio, referia a la audiencia el presidente Acuña i Cabrera, se entró el pueblo i cabildo de la ciudad con voces i estruendo diciendo: ¡Viva el rei, i muera el mal gobierno!; i entrando de por medio los relijiosos i el provisor, escomuniones i protestas, sosegó el tumulto, pero me depusieron del gobierno".

"Tambien el señor doctor Huerta, agregaba el presidente, corrió borrasca, pues entraron en su casa gritando: ¡Muera este ladron!, escapóse, i sa

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