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te. Sin embargo, la corte de España, que quedó extasiada ante el oro y otras producciones que trajo consigo Colon, imaginó luego un arbitrio para que nadie pudiese disputarle en lo sueesivo la posesion de las islas descubiertas y de las que se deseubriesen en adelante.

Segun las ideas de la época, ideas que el pontificado cuidaba de enseñar y de practicar cuantas veces se presentaba la ocasion, el Papa, como representante de la Divinidad en la tierra, ejercia un derecho incontestable de soberanía sobre todos los países del globo. En virtud de este pretendido derecho, el pontífice Eugenio IV habia concedido en 1438 á la corona de Portugal el dominio de los países situados desde el cabo Non hasta el continente de la India. Fernando é Isabel, que tenian noticia de esta concesion, ocurrieron á la Santa Sede, pidiendo el señorío de las tierras que acababan de descubrir y que en adelante descubriesen sus vasallos, comprometiéndose á enviar misioneros, que predicasen y extendiesen en ellas la religion católica. Alejandro VI que ocupaba á la sazon el trono de S. Pedro y que, como aragonés, era súbdito de Fernando, no vaciló un instante en acceder á la solicitud; pero para que esta espléndida donacion no perjudicase á la que se habia hecho á la corte de Lisboa, S. S. tiró una línea imaginaria de un polo á otro de la tierra, que debia pasar cien leguas al Oeste de las Azores, mandando que todos los países que se encontraran al Oriente de esta línea, perteneciesen al Portugal, y los que se descubriesen al Poniente, á la España. Es conocida con el nombre de Inter cætera la bula en que se hizo esta distribucion del mundo entre dos de las naciones mas pequeñas de Europa, y la colocamos en el Apéndice, como un monumento que caracteriza admirablemente la época en que se expidió (9).

(9) Véase al fin del tono el documento número 1 del apéndice, correspondiente á este libro.

Parapetados los reyes de España con esta bula, que los americanos del siglo XIX hemos tenido la gloria de rasgar, se prepararon á continuar sus descubrimientos. El mismo Cristóbal Colon hizo tres viajes mas al Nuevo Mundo desde el año siguiente de 1493 hasta el de 1502, en los cuales descubrió, entre otras islas, las llamadas Antillas y el continente meridional, cuyas costas recorrió desde la embocadura del Orinoco hasta Caracas. En su cuarto y último viaje estuvo tan á pique de descubrir Yucatan, que las circunstancias en que éste se verificó, pertenecen hasta cierto punto á la historia de la península.

Navegando al S. O. de Cuba, descubrió el 30 de Julio de 1502 un grupo de islas, que los naturales llamaron Guanajas. Desembarcó en una de ellas, muy poblada de robustos pinos, cuyo nombre dió á la isla. Descansando á la sombra de estos hermosos árboles, vió venir del Occidente una canoa, cuyo grandor le sorprendió, y que solo podia venir de Yucatan, así por la corta distancia que hay de las Guanajas á la península, como por el rumbo que traia (10).

La primera impresion que los yucatecos hicieron en los europeos, fué desde luego muy favorable. Cuando la canoa se hubo acercado lo bastante para reconocerla, los españoles notaron con admiracion que aunque estaba hecha de una sola pieza, como todas las embarcaciones americanas que habian visto, tenia una capacidad extraordinaria, pues media ocho piés de ancho y era larga como una galera. Alzábase en el centro una rústica construccion, cubierta de palmas, que cerraba la entrada á la lluvia y á los rayos del sol. Ocupaba esta especie de cámara un cacique indio, que viajaba con su familia, y que se permitia el lujo de traer consigo veinticuatro remeros, que hacian volar su navecilla sobre las aguas del mar. No manifestaron ningun temor á la vista de los españoles y de sus na

(10) Washington Irving, obra citada, libro XV, capítulo II.-Cogolludo, Historia de Yucatan, libro I, capítulo I.

ves, ni empuñaron sus armas para manifestar desconfianza. Léjos de ésto, metieron su canoa entre la flota para mirar de cerca aquel espectáculo, tan nuevo para ellos.

Colon, que se habia vuelto á embarcar, los invitó á pasar á la capitana, y ellos accedieron de muy buena voluntad. Entónces pudo examinarlos con detenimiento. Tenian la frente mas elevada que cuantos habian visto hasta allí. A diferencia tambien de los indios de las islas que andaban desnudos, éstos gastaban el traje yucateco, que hemos descrito en otra parte. El pintoresco vestido de las mujeres llamó fuertemente su atencion, y las tocas que traian en la cabeza, las comparan los historiadores á los mantos con que se cubrian las moras de Granada. Tambien llamaron mucho su atencion varios objetos que traian los yucatecos para su uso, ó para comerciar en la isla, y que por primera vez veian los españoles. Estos eran, entre otros, el cacao, las primorosas tortillas de maíz y las diversas bebidas que hacian de este cereal, sus espadas de madera y pedernal, sus hachas de cobre, sus vasos y utensilios de barro curiosamente labrados, y sus tejidos de algodon, casi tan suaves como la seda y adornados de vivísimos colores.

Colon hubiera querido visitar el país de estos indios, que parecian ser los mas civilizados de América, y cuyo idioma no entendian sus intérpretes. Pero preocupado con su idea favorita de ir á la India Oriental y creyendo que este viaje le separaría mucho del estrecho que buscaba para pasar al Océano índico, despidió á sus huéspedes, quedándose con un anciano, que parecia el mas despejado de todos, y continuó su viaje hasta la costa de Honduras.

No fué ésta la única noticia que los europeos tuvieron de Yucatan ántes de su formal descubrimiento. En 1506 volvió á surgir del misterio en que permanecia envuelta esta tierra encantada, que debia conducir á los españoles al opulento imperio de Moctezuma.

Durante el tercer viaje de Colon, y cuando las perlas de la costa de Paria empezaron á despertar mas que nunca en Europa la ambicion de pasar al Nuevo Mundo, la corte de España se propuso conceder licencias particulares para hacer nuevos descubrimientos bajo las bases que fijaba. Uno de los que alcanzaron un permiso de esta naturaleza, fué Vicente Yañez Pinzon, que como recordará el lector, tuvo el mando de la, Niña. en el primer viaje hecho á este hemisferio. Por ciertas desavenencias que hubo entre Colon y los Pinzones, estos no siguieron al Almirante en sus expediciones subsecuentes. Martin Alonso habia ya bajado á la tumba; pero Vicente Yañez, luego que se abrió la puerta á las empresas particulares, se lanzó al Océano en busca de una fortuna que nunca pudo encontrar. En el segundo viaje que hizo en 1506 en compañía de Juan Diaz de Solis, se propusieron ambos buscar el estrecho, que segun Colon, debia unir el mar del Sur con el Atlántico. No existiendo este estrecho, el viaje tuvo necesariamente mal éxito (11); pero habiendo llegado á las Guanajas y navegando al Occidente, descubrieron la costa oriental de Yucatan (12), que ni visitaron ni exploraron entónces, seguramente porque su viaje no tenia mas objeto que el de buscar el estrecho.

(11) Washington Irving, Viajes y descubrimientos de los compañeros de Colon, artículo Vicente Yañez Pinzon, en la nota del fin.

(12) Cogolludo, Historia de Yucatan, libro I, capítulo I.-Prescott, Histo. ria de la conquista de México, libro II, capítulo I, nota 10, quien cita á Herrera, Historia general, década 1. 2, libro VI, capítulo XVII.

CAPITULO II.

1511 -1519

Quiénes fueron los primeros españoles que aportaron á Yucatan.-Con qué motivo.-Desgraciada suerte que les cupo.-Gonzalo Guerrero y Gerónimo de Aguilar sobreviven á sus compañeros.-Aventuras. de ámbos.-Vuelta del último á la vida civilizada.

El Darien, una de las primeras colonias establecidas por los españoles en el continente americano, fué desde su fundacion, teatro de los mas escandalosos sucesos. Los aventureros que la poblaban, se hallaban siempre divididos en baudos, que tenian por objeto alcanzar el gobierno de la provincia, medio el mas pronto y seguro de enriquecerse. Hácia el año de 1511, logró al fin triunfar de todos sus competidores, Vasco Nuñez de Balboa, el futuro descubridor del Pacífico, que ciertamente tenia un mérito sobresaliente para ocupar el alto puesto á que fué elevado. Pero como el último de sus enemigos acababa de embarcarse para la Española, donde aun podia hacerle la guerra, imaginó enviar á aquella isla un comisionado, que pudiera defender con celo su causa. Fijóse para esta importante mision en un regidor del Darien, llamado Valdivia, á quien confió documentos importantes. y una fuerte suma de oro, ele

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