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CAPITULO XII.

1541–1542

Reflexiones sobre la conducta de Tutul Xiú.-Cumplimiento del pacto hecho con los españoles.-Nachi Cocom-Su carácter.-Atentado que comete contra los embajadores de Maní.-Sus consecuencias.Batalla del 11 de Junio.-Relaciones de Montejo con los pueblos inmediatos á T--Hó.-Fundacion de Mérida.

Discurriendo algunos historiadores sobre las causas que pudieron impulsar á Tutul Xiú á reconocer el dominio español sin combatir, han creido encontrarlas en la supersticiosa influencia que debian haber ejercido en su ánimo las profecías de Chilam Balam. Pero fuera de que lo maravilloso debia para siempre desterrarse de la historia, creemos haber demostrado ya con argumentos sólidos (1) que los vaticinios atribuidos á los profetas mayas, fueron fraguados en los tiempos posteriores á la conquista; y que en cuanto á la poesía de que se declara autor á Balam —en caso de haber existido este personaje— na

(1) Capítulo V de este libro.

da tiene ciertamente de profética. Poco pudo influir por consiguiente en el ánimo del príncipe de Maní, y evidentemente es necesario acudir á otra fuente para explicar su conducta.

Basta echar una ojeada sobre el mapa de Yucatan y recordar algo de su antigua historia, para comprender la difícil situacion á que se hallaba reducido Tutul Xiú en los momentos en que la península era invadida por los españoles. La revolucion que un siglo ántes habia estallado en el país, habia reducido considerablemente los dominios de su familia y los habia encerrado dentro de un círculo de hierro, que condenaba á sus jefes á la impotencia. El señorío de Maní tenia al Oriente á los Cocomes, rivales y enemigos implacables de la casa de los Xiús; al Norte á los Cheles, rama destacada de la dinastía de Cocom, y al Oeste á la provincia de Acanul, cuyos habitantes podian ser todavía considerados como extranjeros, y cuyo cacique se habia hecho aliado de Montejo en 1529.

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Durante la primera invasion española, Tutul Xiú permaneció tranquilo en sus Estados, porque la guerra se limitó á la region oriental de la península. Pero cuando doce años despues, el sobrino del Adelantado ocupó á T-hó y alcanzó en esguida la victoria de Xpeual, aquel príncipe comprendió que el territorio de Maní no tardaría en ser invadido y que sus vecinos los Cocomes, los Cheles y los hijos de Acanul, en vez de auxiliarla, contemplarían gozosos su derrota. Y no dudaba del mal éxito de una batalla con los españoles, porque harto se lo hacian adivinar la exiguidad de su ejército y la fama de invencibles de que gozaban aquellos. Todas estas consideraciones acudieron sin duda al ánimo del monarca indio, y entre derramar inútilmente la sangre de sus vasallos y solicitar la amistad de los invasores, se decidió por el último extremo. Ya hemos visto como cumplió esta decision y como fué mas allí tal vez de lo que habia imaginado, ofreciendo ayudar á Montejo en su empresa.

Dado el primer paso en el plan de conducta que se habia trazado, Tutul Xiú fué consecuente hasta el fin á sus nuevos aliados. Luego que estuvo de vuelta en Maní convocó á los caciques y á los sacerdotes de los pueblos que dependian de él, y les comunicó la alianza que acababa de celebrar con los españoles. La asamblea aprobó por unanimidad su conducta, penetrada sin duda de los graves motivos que la habian dictado. Entónces Tutul Xiú reunió á los mismos personajes que le habian acompañado á T-Hó y les confió una embajada para Nachi Cocom, que á la sazon ocupaba el trono de Sotuta, y otra para los Cupules (2), que como hemos dicho en otra parte, dominaban la region oriental, hácia el lugar donde despues se erigió la villa de Valladolid.

Recibidas las instrucciones de su señor, los embajadores se pusieron inmediatamente en camino, y llegados á Sotuta é introducidos á la presencia del cacique, espusieron en estos términos el objeto de su mision: Dijeron que el país de los mayas estaba pasando en aquel instante por la crísis mas terrible que recordaban los siglos: que los hombres blancos, que disponian del trueno y del rayo para aniquilar á sus enemigos, habian vuelto á poner los piés en la península: que en tan grave conflicto para la patria, todos los príncipes mayas debian echar en olvido el odio hereditario que los dividia entre sí, y ponerse de acuerdo para conjurar la tormenta, próxima á estallar sobre las cabezas de todos. Que las victorias que les españoles habian alcanzado no solo en Yucatan, sino en otras provincias remotas y muy poderosas, como la de Moteuczoma, habian hecho comprender á Tutul Xiú que eran invencibles: que por este motivo habia hecho la amistad con ellos, que ex

(2) Cogolludo les dá el nombre de Kupules; pero como este apellido maya no existe, y sí el de Cupul, hemos creido que este historiador padeció una equivocacion, dimanada probablemente de que los papeles que consultó, fueron escritos por algun soldado español, que desconocia completamente la ortografía india.

hortaba á Nachi Cocom á que hiciese lo mismo; y que por úÏtimo procuraria que todos los príncipes de la tierra imitasen su ejemplo, á fin de evitar los horrores que acompañan siempre á una guerra de conquista.

Nachi Cocom escuchó atentamente á los embajadores y prometió dar su respuesta dentro de cinco dias, tiempo que consideraba necesario-dijo-para consultar la voluntad de su pueblo. Convocó con este objeto, una junta á que asistieron todos los grandes vasallos del cacicazgo, y cuyas deliberaciones fueron tan secretas, que nadie en el público pudo traslucir la - resolucion, que en ella se hubiese tomado. Terminada esta formalidad, á que los príncipes mayas solian acudir en las grandes ocasiones, los embajadores de Maní, fueron invitados pasar á un sitio despoblado, llamado Otzmal, donde segun se les dijo, el cacique de Sotuta les comunicaria su decision.

á

Acudieron al lugar de la cita y quedaron muy complacidos de las grandes fiestas que se habian preparado para obsequiarlos. Una de éstas era la gran caza de montería, á que todavía son muy aficionados los indios, y á la cual dán en su idioma el nombre de ppuh. Los vasallos de Tutul Xiú se mezclaron con los de Cocom, se esparcieron indistintamente por el campo, y con una alegría frenética se entregaron todos á su diversion favorita. En la tarde volvieron á reunirse para comer en comun el producto de su caza, y la cerveza india que corrió en abundancia, vino á poner el colmo á la esplendidez del banquete. Tres dias duraron estas fiestas, en las cuales el anfitrion pareció esforzarse con su amabilidad y magnificencia en hacer olvidar el odio secular, que habia dividido á los dos pueblos, representados allí.

En la tarde del tercer dia, el banquete se celebró bajo un frondoso árbol de zapote, cuyas ramas cubrian con su sombra á todos los convidados. Se habia cumplido el término que eľ señor de Sotuta habia exigido para dar su respuesta al mensa

je de Tutul Xiú, y los enviados de éste la auguraban muy buena, en vista del agasajo con que eran tratados. Pero hácia el fin de la comida, y cuando los incautos embajadores estaban sin duda un tanto beodos, los vasallos de Cocom se arrojaron súbitamente sobre ellos y los asesinaron sin piedad, acompañando con palabras injuriosas y soeces este acto de barbárie. Kin Chí fué el único á quien respetó el puñal de los asesinos; pero Nachi Cocom ordenó en seguida que le sacasen los ojos con una flecha, y mientras el infeliz se retorcia con los dolores que le causaban sus heridas y se enjugaba la sangre que inundaba su rostro, el autor de su desventura hizo llegar á sus oidos estas palabras: "Contarás á tu señor lo que has visto, le dirás que esa es la respuesta que doy á su mensaje y el castigo que impongo á su cobardía" (3).

Cuatro capitanes se apoderaron entónces del pobre ciego, y sirviéndole uno de lazarillo, le condujeron hasta la frontera de la provincia de Maní, donde le abandonaron á su suerte. Kin Chí comenzó á dar gritos luego que se sintió solo, algunos

(3) Landa, y aun el bachiller Valencia, segun el mismo Cogolludo, colocan este suceso en una época anterior. Dice el primero que á consecuencia del hambre que reinó en la península despues de la primera invasion española, el cacique de Maní determinó hacer un sacrificio solemne en Chichén Itzá para implorar el favor de los dioses en aquella calamidad pública. Que con este motivo pidió licencia á Cocom para pasar por sus Estados, el cual se la otorgó. Pero que luego que Tutul Xiú y sus principales capitanes llegaron á Sotuta, Cocom mandó prender fuego á las casas donde habian sido alojados, haciendo asesinar á los que pretendieron huir de las llamas. (Relacion de las cosas de Yucatan § XIV). Nuestros lectores darán á esta relacion el crédito que les parezca. En cuanto á nos otros, ya hemos manifestado las razones que nos hacen preferir á Cogolludo. — Hay en favor de la version asentada en el texto, una pintura que conservan todavía los habitantes de Maní, y que parece haber sido ejecutada en los primeros años de la dominacion española. Está hecha en tela de algodon y representa un escudo de armas, orlado con las cabezas de los embajadores asesinados, entre las cuales se distingue la de Kin Chí por tener clavada en la sien la flecha con que le sacaron los ojos. Ocupa el centro del escudo un árbol corpulento, que representa el zapote, bajo el cual se cometió el asesinato, y que hasta el año de 1842 se conservaba todavía en pié, segun aseguraron á Stephens los indios de aquella poblacion. (Stephens, viaje á Yucatan, tomo II, capítulo XXV).

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