Imágenes de páginas
PDF
EPUB

INTRODUCCION.

[graphic]

L estudio de la historia patria es una necesidad tan universalmente reconocida en los pueblos cultos, que creeríamos hacer una ofensa al lector de estas páginas, si nos propusiéramos demostrarla. Por desgracia nuestra, en Yucatan no hay un libro que llene por

completo esta necesidad, porque si bien poseemos trabajos de un mérito indisputable sobre nuestra historia, así de escritores nacionales como extranjeros, no hay uno solo que la haya abrazado en su conjunto. Solo se ha acometido una empresa de este género en un compendio que se ha publicado para el uso de las escuelas; pero los estrechos límites á que su autor se redujo voluntariamente, están muy lejos de satisfacer á la necesidad de que venimos hablando.

La historia, para llenar el importante objeto que tiene en la vida social, no debe limitarse á una relacion mas ó ménos detallada de los sucesos acaecidos en el país de que se ocupa. Debe comprender además, un cuadro tan completo como sea posible, de la índole, de los usos y costumbres de cada una de las razas,

que en diversas épocas lo han habitado: de su religion, de sus leyes, de sus dotes morales é intelectuales, de sus progresos en las ciencias y en las artes, de las causas que han influido en sus revoluciones, de las cualidades que posee para elevarse, de los obstáculos que impiden su desarrollo; de todo aquello, en fin, que redunde en gloria suya, ó que pueda utilizar algun dia para engrandecerse y mejorar su condicion. Todos estos grandes objetos de la historia, de que solo hemos hecho una enumeracion ligera, están tratados por lo que respecta á nuestro país, en multitud de escritos, que en diversas épocas se han publicado; pero que por su mismo número, ó por hallarse esparcidos en obras que han llegado á hacerse demasiado raras, muy pocos tienen voluntad ó tiempo de consultar. De ahí nace la dificultad de un estudio, que ningun yucateco, amante de su país, debería descuidar.

Con el libro que vamos á escribir, tenemos la aspiracion de llenar, hasta donde alcancen nuestras fuerzas, este vacío que existe en nuestra literatura. No hemos perdonado sacrificio de ningun género para desempeñar con acierto y conciencia nuestra mision: la hemos consagrado todo nuestro tiempo y hemos procurado desnudarnos de todas nuestras pasiones para revestirnos de aquella imparcialidad, que debe siempre presidir á la formacion de la historia. Un bosquejo del plan que nos hemos propuesto seguir, hará comprender al lector hasta qué punto hemos alcanzado este objeto.

La obra constará de tres partes. La primera que comprende desde los tiempos prehistóricos hasta la destruccion del imperio maya por los españoles, irá subdividida en dos libros. El que está destinado á abrazar los sucesos anteriores á la conquista, es quizá el que nos ha hecho experimentar mayor número de dificultades. Los datos de esta época son harto incompletos, y no hay uno solo que la saque todavía del misterio en que se halla envuelta. La contradiccion en que á menudo se encuentran, deja perplejo al historiador, que tiene la conciencia de su deber. Hemos entresacado de estos datos lo que nos ha parecido mas aceptable; y cuando todos nuestros esfuerzos han sido inútiles para descubrir la verdad, hemos preferido confesar nuestra ignorancia ó nuestra duda, á consignar hechos que no puedan ser calificados de rigurosamente históricos.

Consagramos algunas páginas á las instituciones de los mayas, á su admirable arquitectura, á su bermoso lenguaje, á su alfabeto, á su calendario, á todos los recuerdos, en fin, que ese pueblo misterioso nos 'dejó de su ingenio y de su poder. Los límites que hemos impuesto á nuestro libro, nos han impedido extendernos, como hubiéramos querido, sobre esta importante materia; pero decimos lo bastante al ménos así lo esperamos-para justificar á Yucatan de la reputacion que ha adquirido en el mundo científico, por sus preciosas antigüedades.

Al fin de este período tropezamos con un hecho de trascendental importancia, que conmueve hasta sus cimientos al país de los mayas, y que tras una guerra sangrienta, le convierte en colonia española. Referimos con sus detalles mas interesantes los sucesos de esta campaña que dura veinte y ocho años: admiramos el valor y hasta el heroismo con que luchan ambos contendientes y no vacilamos en censurar los actos de crueldad con que unos y otros, no pocas veces se manchan.

No aplaudimos ni condenamos la conquista. Nos colocamos entre las dos escuelas que á su turno la han glorificado y maldecido, y la examinamos bajo un punto de vista filosófico. La humanidad está destinada á aspirar continuamente al progreso. La Providencia ha querido dotarla de esta aspiracion, con que ha elaborado su mejora en el transcurso de los siglos. Sus grupos esparcidos sobre la haz de la tierra, y que sucesivamente se han llamado tribus, pueblos ó naciones, se aproximan entre sí para comunicarse mutuamente sus adelantos, para mejorar la condicion de la especie; y las evoluciones que con tal motivo practican, aunque redunden mas tarde en bien de la generalidad, producen de pronto choques, que van comunmente acompañados de sangre. Es que la sociedad, lo mismo que el individuo, no se desarrolla sin dolor; y el historiador que encuentra en su camino una de estas evoluciones, debe pensar ménos en deplorar la sangre vertida, que en examinar el cambio social que haya producido.

En la segunda parte de nuestra obra, destinada á abrazar los doscientos ochenta años de la dominacion española, examinarémos á la luz de estos principios la empresa de Montejo. Harémos una reminiscencia de la condicion que la gran mayoría del pueblo maya tenía bajo el dominio de sus príncipes y

sacerdotes; y verémos que no obstante el yugo que el conquistador europeo hace pesar sobre el vencido, éste adelanta un paso en la esfera social, convirtiéndose de esclavo en vasallo, y otro en la moral, pasando de la idolatría al cristianismo. El misionero desempeña un papel importante en los primitivos tiempos de la colonia. No se limita á predicar su doctrina, sino que tambien estudia con atencion todo lo que le rodea, en beneficio de la historia, de la filologia y de las ciencias naturales. Seguirémos con interés á estos apóstoles en su mision regeneradora, y no sin pena verémos despues á varios sucesores suyos, tomar asiento entre los opresores de la colonia.

La época de la dominacion española en la península, es una de las mas importantes de nuestra historia. Al mismo tiempo que se verifica en ella la revolucion social y religiosa, de que acabamos de hablar, se forma tambien, aunque lentamente, una sociedad nueva, que mas tarde ha de emanciparse para regir por sí misma sus destinos. Examinarémos los elementos que concurrieron á formarla, analizarémos los obstáculos que las pasiones y una política suspicaz opusieron á su desarrollo y señalarémos la influencia que han ejercido en épocas posteriores. Estudiarémos la política que España puso en práctica en sus colonias, la compararémos con la que otras naciones han observado en las suyas; y si la comparacion no resulta en favor de aquella, señalarémos las causas -independientes muchas veces de la corte misma- que la impidieron dar á sus posesiones de América, una constitucion menos imperfecta.

Créese generalmente que los anales de la colonia son áridos y monótonos: que en una sociedad donde el soberano es todo y el pueblo nada, no reinan mas que la inmobilidad y el silencio; y que los cambios de gobernadores y obispos, las juras de reyes y la celebracion de un capítulo provincial, no son objetos dignos de la pluma de un historiador. Felizmente para nosotros, esto no es del todo exacto en Yucatan. Los ayuntamientos, que son las únicas asambleas del país, se ponen frecuentemente en pugna con los gobernados, éstos con los obispos, los obispos con los franciscanos; y si estas disensiones redundan pocas veces en beneficio del pueblo, bastan al ménos para dar colorido y animacion al cuadro.

Mientras la colonia distrae la monotonía de su existencia con estas disensiones, verifícase en la metrópoli una gran revolucion. El cautiverio de Fernando VII da lugar á la instalacion de asambleas populares, donde se vierten las ideas mas audaces sobre los derechos y la libertad de los pueblos. Aquellas ideas atraviesan el Atlántico, un eco poderoso las difunde en el Nuevo Mundo, y la escision de las colonias es su consecuencia inmediata. Yucatan hace su emancipacion política sin precipitarse, sin derramar una gota de sangre: una asamblea la decreta con beneplácito del pueblo, y los últimos representantes del gobierno español salen tranquilamente de la península.

La sociedad política que surge de este acto importante, es el objeto de la tercera y última parte de nuestra obra. Al silencio de la época colonial, sucede no solamente el rumor de las discusiones públicas, ejercicio digno de un pueblo libre, sino tambien el estruendo de los combates, que usurpan sus derechos á la razon. Examinarémos las causas del vértigo que se apodera del pueblo niño, y aunque no escribimos la historia para halagar las pasiones de nadie, quizá encontrarémos en su inexperiencia la disculpa de tantas conmociones. La España no educó á sus colonias para la vida pública, y luego que éstas consumaron su independencia, se encontraron en la situacion de un ciego, que adquiere repentinamente el uso de la vista. La luz las deslumbró, y no es extraño que tropezasen á cada instante en la senda que han recorrido. Lanzáronse atrevidamente al campo de las reformas, y el choque de las nuevas instituciones con las antiguas, produjo naturalmente tempestades, que aun no acaban de calmarse.

Entre estas disensiones, comunes á casi toda la América española, hay una que pone á la península en el riesgo de ser borrada del mapa de la civilizacion. Los descendientes de los mayas, á quienes un cúmulo de circunstancias ha impedido amalgamarse del todo con los de sus antiguos dominadores, empuñan el estandarte de la rebelion y cubren de sangre y de ruinas el suelo de la pátria. Examinarémos las causas de este levantamiento, condenarémos sus tendencias bárbaras é inhumanas y vindicarémos á la raza civilizada, de algunas inculpaciones que la ignorancia ó la mala fé le han dirigido. Demostrarémos que el indio, que sucesivamente pasó de esclavo á vasallo y de vasallo

« AnteriorContinuar »