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2,50 m. longitud y 0,54 m. grueso; la otra 2,10 m. longitud y 0,43 grueso; la de la parte posterior mide 1,74 m. longitud por 0,43 m. grueso.

La imaginación popular, no sabiendo darse cuenta ni de la forma ni de la remotisima antigüedad de esos monumentos, les rodea del misterio, les mira con veneración supersticiosa. Existen acerca de los mismos poéticas narraciones, cuyo origen tal vez se confunde con el del pueblo que los ha erigido. He aquí de que suerte se relaciona con Mataró, por medio de la leyenda, el primero de los citados:

Acontece en tardes bochornosas de verano levantarse hacia la región del dolmen una parduzca y espesa nube, claro indicio en Mataró de próxima tormenta. Azorado el labriego ante ese temible fenómeno, apela á mil recursos para conjurarlo, piadosos y laudables unos, de sabor gentilico los más, y cuando entre relámpagos y truenos se resuelve el tiempo en granizo, cuando las henchidas aguas de los torrentes se precipitan por las colinas, y el viento impetuoso azota los árboles de las selvas, y las encrespadas olas escupen á la playa el bote del pescador, y el pedrisco devasta los viñedos; unánime es esta exclamación de despecho en los habitantes de nuestras alquerias: «Oh! la bruja de Vallgorguina! ¡la fatal bruja de Vallgorguina!». ¿A qué obedece tan extraña exclamación? Tradicional es en el pais apellidar á Vallgorguina «Pueblo de las brujas», mansión de maléficos seres que en el daño del hombre se complacen. Cuan antígua sea esta creencia lo dice el mismo vocablo Jorguina que en éuscaro (lengua de los primeros habitantes) significa la bruja. «Cuando estas determinan promover tempestad, nos decia un anciano de aquel pueblo, se dan cita en la pedra gentil (así es llamado el dolmen en el pais) de un brinco saltan encima, en contacto con la misteriosa piedra pierden ipso facto la gravedad y, ligeras cual vaporosa sustancia, elévanse á la región atmosférica, acuden á ellas los cirrus con sus agujas de hielo que, agitadas por el viento, se cargan de fluido; desátase repentinamente el rayo y empieza la tormenta que presiden con tranquilidad olimpica las hechiceras, vagando à merced del huracán de nube en nube, cruzados los brazos, pero animando con su presencia el espiritu

de la tempestad, hasta que son ahuyentadas por los salumerios y ensalmos con que procura conjurarlas el labriego» (1). Asi explicaba el anciano, más poeta que fisico, la formación de las tempestades en esta comarca, encareciendo la potencia de la bruja de Vallgorguina sobre sus compañeras, de las que la su

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La BRUJA DE VALLGORGUINA EN EL DOLMEN.

ponia caudillo, y à la cual ven hacia el Montnegre los mataroneses, en tardes tempestuosas de verano, elevarse al horizonte en forma de terrorifica nube (2).

(1) Nos referimos á las prácticas de sabor gentilico, no à las introducidas con profunda sabiduria por la Iglesia, la cual en todos tiempos ha combatido la superstición en el terreno religioso y en el cientifico. (Véase el Estudio IX, n.o 1).

(2) Trata de la bruja de Vallgorguina el Dr. Puigblanch en un trabajo que

Otra misteriosa atribución que se dá à una torre situada en la parte superior del collado, al que algunos pergaminos llaman Podio Castellar (Torre dels Encantats junto à Caldetas), nos hizo entrar en vehementes sospechas acerca de si el castillo habia reemplazado á otro dolmen, alentando nuestra sospecha la presencia de varios silos abiertos en frágil roca, los cuales tambien aparecen á corta distancia, en idéntica forma y llenos de semejantes objetos cerca del de Vallgorguina. Sea lo que fueel atento y minucioso examen de las curiosas antiguallas del vecino Podio Castellar, al paso que nos alejan de la opinión que las suponen prehistóricas (en la acepción que en cierto sistema se usa esta palabra), las hemos juzgado notablemente interesantes para ser tratadas en el especial número que en el presente estudio les dedicamos.

re,

Antes de proseguir creemos conveniente dejar bien fijado el sentido en que hemos usado y usarémos del vocablo PREHISTORIA, como también el criterio que nos guia al disertar sobre el origen, propagación y tiempos primitivos del hombre de Mataró.

Respecto a lo primero, tomamos la palabra Prehistoria en sentido relativo, como refiriéndose à un estado particular de civilización en determinadas regiones, no á una época, ya que todas, inclusa la actual, han sido prehistóricas para uno u otro país. ¿Puedese, acaso, fijar en absoluto una edad de piedra, en los más remotos tiempos de la edad antigua? De ninguna manera. El antediluviano Tubalcain hijo de Lamec y de Sella « fué forjador y artista en toda obra de bronce y de hierro» (Génesis IV, 22). Fohi, primer emperador chino, mandó incendiar los bosques para ahuyentar las fieras y propagar el cultivo, el incendio derritió buena parte minera de hierro, Fohi armó á los suyos con

publicó el periódico de Barcelona «La Universidad» n.os 20, 21 y 22 correspondientes al 1°, 8 y 15 de Marzo de 1849, deduciendo de la leyenda (que sólo parcialmente expone) absurdas consecuencias v. g. que Mataró fué la patria de la bruja y de los magos etc. El P. Rius al refutar lo que llama raptos de imaginación del ilustre filólogo, admite, sin embargo, la tradición respecto á la bruja de Vallgorguina en sus Memorias históricas de la ciudad de Mataró, pág. 28 y 29. Por nosotros mismos hemos comprobado los pormenores de la leyenda en esta ciudad y en varias de las poblaciones comarcanas,

palos que remataban en punta de aquel metal. Según Diodoro de Sicilia y Agatharchides el arte de fundir y purificar los metales fué general en Egipto, mucho antes de los tiempos de Moisés. Conocido ya el bronce y el hierro la circuncisión se efectuaba aun con cuchillos de piedra (1).

Deslumbrados por los soberbios adelantos de la civilización Europea ¿debemos, por ventura, imaginarnos que esta civilización ha recorrido ya el globo, que nada tendrian que aprender de Tubalcain y de Fohi ninguno de los pueblos que han alcanzado los tiempos actuales? Para desengañarse sólo recordarémos que, en plena edad moderna, cuando el apostólico P. Vitores de la insigne Compañia de Jesus fué à evangelizar las islas Marianas, no sólo encontró á los indigenas en la edad de piedra, sinó que desconocian el modo de producir el fuego. En nuestros dias los útiles de los salvajes de la Nueva Zelanda son hachas de dura piedra negra, y escoplos de huesos humanos ó de jaspe afilado. Baste lo dicho paraque se comprenda la inexactitud de la clasificación en edades de piedra, del bronce y del hierro, y cuanto conviene sustituir edad por estado, tomada esta voz en sentido no universal sinó concreto á determinados pueblos alejados de los grandes focos de civilización, como durante larga série de años aconteció con nuestros aborigenes.

Tocante á nuestro criterio sobre el origen, propagación y tiempos primitivos del hombre de Mataró, admitimos la relación biblica, tal como la entienden los más sabios expositores, y porqué la admitimos buscamos el origen de las razas en el Asia, cuna del género humano, de las ciencias y de las artes. Del Asia partieron los primeros emigrantes y los civilizadores de las demás partes del globo, de consiguiente los progenitores de los que andando los siglos habian de poblar la parte de la península à que Iluro pertenece.

Volviendo la atención hacia los aborigenes, cuyo misero esta

(1) Consta en el Éxodo IV, 25: « Tulit illico Sephora ACUTISSIMAM PETRAM, et circumcidit praeputium filii sui», y en el Libro de Josué V, 2, «Fac tibi CULTROS LAPIDEOS et circumcide secundo filios Israel».

do hemos descrito, no sólo certifica la ciencia que pertenecian á los últimos tiempos del periodo cuaternario, sinó que «los innumerables objetos de su industria, son claro indicio de los numerosos pobladores que volvieron á cubrir la tierra despues del gran cataclismo diluviano».

¿Cómo hicieron su aparición en nuestro país? Sus ascendientes se habian separado en las faldas del Paropamiso y, tomando diferentes direcciones fueron poblando sucesivamente la Grecia, la Italia, 1 Germania, las Galias, mientras otros ocupaban el norte del Africa y el desaparecido continente de la Atlántida, en el supuesto de ser las islas Canarias exiguas reliquias que recuerdan el fatal hundimiento narrado por Platón en su Timéo (1). Despues de dos ó tres generaciones llegaron por fin á nuestras costas, no simultáneamente sinó á intérvalos; no con idéa preconcebida, sinó como quien tiende à lo desconocido; ya expontáneamente, ya forzados, entrando por diversos puntos, después de indecibles fatigas, habiendo absorvido todo su ser, toda su inteligencia, las primeras necesidades, y condenándoles de momento las circunstancias á vivir como nómadas ó trogloditas entre las fieras de virgenes selvas, en las orillas del mar ó de los rios, en altozanos protegidos por las aguas de extensos lagos, junto á los cuales construian sus palafitos.

De las explicaciones que damos, de las salvedades que hacemos, podrá deducir el lector que nuestro hombre primitivo, aunque reducido à tan misera y precaria condición, provenia de un estado superior, y admitirá como axiomática esta proposición de un sabio: «Sea cualquiera la momentánea degradación de algunos hombres, la civilización es su objeto ulterior, y fue su molde originario».

Adelantemos algo más preguntando las primeras tribus que

(1) La identidad de los cráneos de los guanches y de los primeros pobladores costaneros, cuyos esqueletos fueron descubiertos en la cueva de Albuñol (provincia de Granada; orillas del mediterráneo), la igualdad de armas, la erámica semejante no sólo en la forma general sinó en sus tipicas asas y adornos, aunque revelen más arte en los vasos canarienses; todo hace presumir que la misma raza fue la que habitó en nuestro litoral y en el desaparecido continente de la Atlántida.

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