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colocar en el pedestal de nuestra crítica, al que identificándose con aquellas creaciones musicales, cual ninguno, reunía además á su favor escepcionales condiciones naturales, para hacer notar sus bellezas. No es menester insistir en punto á las aptitudes de Piferrer. Cedamos la palabra á uno de sus más distinguidos biógrafos. «Lo que importa hacer resaltar, ha escrito últimamente un atinadísimo observador, al cual nos permitimos traducir (1)— es que en la apreciación de las obras musicales, desplegó Piferrer las mismas condiciones de entusiasmo y de fecundidad de formas expresivas que en sus apreciaciones sobre obras arquitectónicas de los Recuerdos y bellezas. El criterio era también el mismo: el menor tecnicismo posible, ni en el punto de vista crítico, ni en la manera de exponerlo; como respecto del monumento, desentrañando en el sentido interno, la belleza estética más que la belleza científica, y sobre todo, experimentando y haciendo experimentar la virtualidad emocional»..

No fué éste, sin embargo, á nuestro juicio, el principal mérito de Piferrer como crítico musical. Más que el tono general de sus revistas, siempre realzadas por una manera de sentir individual y característica, propia, enamórannos todos sus trabajos por ciertos toques y detalles naturales, que no aprendidos, ciertos vislumbres é intuiciones, que demuestran más que el entusiasmo por el arte de su tiempo, una comprensión musical, original y nativa, no igualada desde su muerte en Barcelona.

(1) D. J. Sardá, en el Elogi de don Pau Piferrer ý Fábregas, publicado en la colección de La Renaixensa.

Aun prescindiendo de ciertas ideas y conceptos vertidos por Piferrer, aun sin fijarnos en las significativas citas de su biógrafo, que nos le presenta fomentando un dia la creación de orquestas y celebración de conciertos, ó combatiendo en otro al falso gusto italiano «que domina al público, de aquel italianismo y falso gusto de ópera que todo lo invade y causa la decadencia del Arte,» ó haciendo la apología del germanismo musical, no nos es posible negarle aquellas condiciones.

La crítica de La Fattuchiera será si se quiere el sentido elogio concedido al amigo; el improvisado trabajo nacido al calor del entusiasmo de una sola noche, elocuente por su misma expontaneidad y por la propia razón desaliñado en la forma; pero todas estas razones que excluyen un estudio detenido y meditado de la composición, sobre todo en quien apenas si ha saludado el tecnicismo de un arte, al que ha de juzgar más tarde como un maestro, abonan en el caso presente nuestro modo de pensar. Léanse y reflexiónese sobre todos y cada uno de sus párrafos; estímense en su justo valor los conceptos emitidos en aquellas páginas; el punto de vista importante desde el cual considera el recitado, sus atinadas apreciaciones por lo que respecta al colorido y á la expresión musical, como partes integrantes de la acción lírico-dramática, de las que podrían muy bien desprenderse la moderna teoría de las «frases características» y los «temas fundamentales», y se tendrá la evidencia de lo que hemos afirmado respecto á la intuición de Piferrer, que há más de cincuenta años presentía las nuevas direcciones del arte.

Evidente progreso marcaba todo ello en la cultura artística de nuestra población. La época de los grandes maestros había sido fecunda y provechosa en sus enseñanzas para nosotros, y si los trabajos que en el terreno de la composición ó de la crítica se realizaron desde Carnicer á Cuyás, y desde El Europeo á Piferrer no habían de esterilizarse, precisaba en aquel instante encauzar y dirigir todo aquel artístico movimiento, que después de más de un siglo de existencia, capacitaba á nuestra capital para emprender por sí grandes empresas.

CAPÍTULO VI.

Pluralidad de teatros.

Nueva dirección de los espectáculos líricos en Barcelona.Asociaciones particulares como origen de nuevos teatros. -El «Licco filarmónico-dramático».-Teatro de Montesión (1837 á 1843).--La empresa de «los cuarenta».--Dos fiascos en el Principal.-El Teatro Nuevo (1843 à 1846). -Los artistas de la época.-Las óperas de espectáculo.

Gérmenes fecuudísimos ofrecía el período que hemos historiado, para dar nacimiento á nuevas direcciones en nuestra vida artística. El progresivo adelantamiento alcanzado en Barcelona por la lírica dramática, gracias á la exuberante producción de Italia, que ofrecía por entonces abundantes y selectos frutos, y que merced á los más renombrados cantantes saboreaban nuestros dilettanti, contribuyó á fomentar la antigua afición musical de nuestro público, y determinó en las clases ilustradas y en los espíritus que cultivaban este órden de conocimientos en Cataluña, un movimiento de concentración, favorecido por las nuevas condiciones sociales y políticas de España, en su despertar á la vida moderna.

Con efecto, aleccionados por la experiencia propia y la observación de lo acontecido en otras na

ciones, los elementos directores é influyentes de la sociedad barcelonesa, capacitados ya por larga tradición y especiales estudios para aplicar adecuadamente los adelantos de esta esfera del arte, y favorecidos por los nuevos medios con que los ideales modernos venían á facilitar y fomentar el desarrollo del principio de asociación, aparecía aquel momento de nuestra historia lírico-teatral, como el más apropiado para imprimir nuevo impulso al arte y atreverse á grandes empresas, que lo mismo podían ganarnos en lo porvenir distinguido lugar entre los centros musicales de Europa, que señalar el principio de una decadencia.

La suerte de nuestro teatro hasta aquel entonces, dependía naturalmente de sus empresarios, libres de proceder en la medida de sus deseos, como mejor estimasen para conseguir su lucro particular. A lo más, veríanse influidos por la presión que sobre ellos ejerciera el público ó por otras condiciones más o menos favorables, como por ejemplo, lo que podríamos calificar por aquellas fechas, de exceso de producción italiana; pero aparte todas estas consideraciones, no hay que dar al olvido que la explotación de Santa Cruz, no era más que un negocio, que si lo alentaba el público barcelonés, no se subordinaba en cambio á otro fin, que el de simple diversión ó pasatiempo. Cambiado por ley de evolución este órden de cosas, y vislumbrados más ámplios y dilatados horizontes, sintióse desde luego la necesidad de realizar como otro de los fines sociales el artístico, con la constitución de las primeras sociedades organizadas en Barcelona, y como la afición á los espectáculos demostrada por ésta en

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