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vaba un personaje misterioso. Era una jóven disfrazada de hombre; a lo que se refiere, su ahijada o su hija.

A los indios se les habia ocurrido creer que aquel personaje era Fernando VII, que habia venido a ponerse bajo el amparo del cura-caudillo.

A causa de este error, la carroza era objeto, no solo de una gran curiosidad, sino tambien de la mayor veneracion (1).

De este modo, la sombra del rei Fernando guiaba, puede decirse, a los rebeldes que marchaban en Méjico al asalto de la dominacion española.

No obstante, a pesar de esta veneracion idolátrica al monarca, cuya proteccion, aunque ineficaz, parecian agradecer, es razonable presumir que los indios tan vejados, tan oprimidos, no debian ser mui favorables a un réjimen político bajo el cual tenian que soportar tantas amarguras i tantas molestias.

De todas maneras, el espectáculo de tales sufrimientos alentaba a los indios no domados para continuar rechazando con la mayor enerjía el sometimiento a los españoles.

(1) Alaman, Historia de Méjico, libro 2, capítulo 5.

CAPITULO II.

LOS INDIJENAS I LOS CONQUISTADORES DE CHILE.

Repartimientos de los indíjenas de Chile que hizo Pedro de Valdivia.Tratamiento que les dieron los conquistadores.-Estraordinaria disminucion de la poblacion indíjena.-Primer alzamiento de los araucanos.—Distribucion de nuevas encomiendas practicada por Villagra. -Providencias de don García Hurtado de Mendoza relativas a encomiendas.-Proceso formado a los araucanos por el licenciado He

rrera.

I.

He procurado ofrecer un cuadro jeneral de la condicion de la raza indíjena en la época colonial. Conforme al plan que he estado siguiendo, paso ahora a confirmar i aclarar la materia, investigando en particular lo que sucedió en Chile.

Cualquiera que, entre otros documentos primitivos de la historia de América, haya leído las cartas o relaciones que Pedro de Valdivia dirijió al emperador Cárlos V, conocerá al punto (porque aquel capitan los espresa con todas sus letras) cuáles fueron los móviles que impulsaron a los conquistadores españoles del nuevo mundo: el servicio de Dios, el servicio del rei, el servicio de sí mismos. Venian a procurar la conversion de los

indíjenas al catolicismo, a asegurar su sometimiento al soberano de España, i a buscar qué comer. -Los dos primeros objetos son mui fáciles de comprender.

Pero ¿qué llamaban buscar qué comer?

Poseer indios para hacerlos trabajar, especialmente en la esplotacion de minas.

Era este el principal aliciente que atraia a los españoles; era este el principal recurso de que se valian los caudillos para alistar bajo sus banderas capitanes i soldados.

Apénas entrados en Chile, Valdivia i sus compañeros se informaron sobre el número de los habitantes para calcular de cuántos podria disponer cada uno segun su rango.

Los indios a quienes interrogaban les contestaron, sin saber bien lo que decian, ser mucha la poblacion de la comarca que se estendia hasta el Maule.

Los españoles lo creyeron, tanto porque aquello les halagaba el deseo, como porque fué mui larga la lista de los nombres de los caciques, que, segun los indios, rejian el país.

Valdivia, ansioso de complacer a los suyos, procedió, sin entrar en mas indagaciones, "porque así convino para aplacar el ánimo de los conquistadores", a lo que confiesa él mismo, a hacer una distribucion aproximativa de indios imajinarios entre sesenta i tantos vecinos de la recien fundada ciudad de Santiago.

De igual modo se portó con los de la Serena, a quienes, segun las palabras de Valdivia, repartió indios "que nunca habian nacido" por no declararles desde luego que sin la debida recompensa iban a nuevos trabajos despues de tantos como habian soportado.

Pero los conquistadores de Chile no eran hombres de contentarse con encomiendas imajinarias, o siquiera poco numerosas.

Pedro de Valdivia deseaba ardientemente que el soberano prolongara el territorio de su gobernacion hacia el sur cuanto tuviera a bien, hasta el mismo estrecho de Magallanes, si era posible.

Para conseguirlo, exajera indudablemente en sus relaciones a Cárlos V la escasez de la poblacion que habitaba la parte septentrional de Chile, así como los cronistas i contemporáneos de la primera época habian de ponderar mas tarde el exceso de la misma poblacion.

La esperiencia, segun Valdivia, no tardó en manifestar que desde Copiapó hasta el valle de Aconcagua solo habia así como unos tres mil indios, de modo que a cada uno de los diez vecinos primitivos de la Serena solo tocaron ciento o doscientos indios.

Esto hacía temer al gobernador Valdivia que habria que abandonar aquella poblacion, por útil que fuera, si detras de la cordillera de la nieve, no se descubrian indios para aumentar aquellos repartimientos.

La misma esperiencia, siempre segun Valdivia en sus relaciones al emperador, trajo luego una nueva i amarga decepcion.

Aquellos caciques cuya larga lista enumerada por los indíjenas del Mapocho habia alucinado a los compañeros de Valdivia tenian bajo su dependencia solo unos veinte o treinta individuos. ¡Eran unos pobres miserables!

Valdivia aseguraba al monarca que desde Santiago hasta el Maule no habia indios mas que para veinte i cinco vecinos a lo sumo.

Agregaba que esta conviccion le habia causado

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