Imágenes de páginas
PDF
EPUB

celoso '. Ni se debe omitir tampoco en prueba de lo mucho que trabajó para fomentar los estudios religiosos, la edicion de las obras del Tostado, que hizo á su costa, y, no habiendo lugar en Alcalá para imprimirlas, comisionó al maestro Alonso Polo, canónigo de Cuenca, para que pasara á Venecia con el fin de darla á la estampa como lo verificó año 15...

S CCLXXXII.

Reforma de los regulares por el cardenal Cisneros.

Las grandes riquezas acumuladas en los monasterios desde el siglo XII en adelante y las pestíferas encomiendas de abadías habian reducido cási á la nulidad nuestros mas antiguos, florecientes y santos monasterios. Da grima el ver durante los siglos XIV y XV olvidadas cási completamente aquellas célebres abadías españolas de Galicia, Rioja, Burgos, Aragon y Cataluña, tan célebres en los anteriores siglos. Ni un sábio apenas, ni un Santo, nos presentan durante una época tan calamitosa para ellas. ¿Qué era entonces de Cardeña, Oña, Sahagun, Silos, Moreruela, San Juan de la Peña, Leyre, Huerta, Alaon, San Victorian, Rueda, San Cugat, Santas Creus, Valldigna y otras mil de lan gloriosa nombradía? Una bandada de comendatarios, nacionales y extranjeros, clérigos seglares y aun legos, cardenales, obispos in curia, hijos de príncipes ó de ricos señores, cayeron cual buitres devoradores sobre los tesoros de aquellos monasterios. Sin hábito, ni conocimiento de la regla, sin vocacion ninguna al estado monástico, sin poner el pié dentro de los monasterios que se les encomendaban, absorbian las rentas y nadaban en la opulencia, mientras que los monjes carecian á veces de lo necesario, ó bien siguiendo el mal ejemplo de los abades vivian opípara

1

En la Biblioteca de Jurisprudencia de la universidad de Madrid se conserva un ejemplar de aquella edicion en vitela.

2

Habiendo naufragado el buqué en que iba el maestro Polo, y llegado la tripulacion con mucha dificultad á tierra, vieron venir sobre las aguas el cajon en que estaban los manuscritos, único objeto que se salvó del naufragio. Hízose informacion, en que depusieron diez y seis testigos: Gil Gonzalez Dávila dice haberla visto original en el archivo del Colegio de San Bartolomé. Como cási toda la riqueza de los archivos y bibliotecas de los Colegios mayores se ha perdido, no he podido ver este curioso expediente.

mente y de una manera relajada. En muchos monasterios se habia dividido la renta en mesa abacial y monacal, á la manera de la mesa episcopal y capitular de las iglesias catedrales. El uso de pontificales concedido á muchos de estos abades, aumentando el orgullo y la indisciplina de los comendatarios, concluyó de relajar la disciplina, dió pábulo á mil choques con los Obispos, y á la introduccion de una multitud de cuestiones embrolladas de Derecho canónico, que contribuyeron á intrincar mas y mas el laberinto de aquella ciencia, en otro tiempo lan pura y sencilla. Los buenos monjes deploraban estos males en silencio, y uniéndose para ser mas fuertes, hallaron el remedio en las congregaciones que formaron en Monte-Casino y otras varias partes de Italia, Francia y Alemania. España tomó bien pronto parte en este movimiento.

El primer instituto que se reformó fue el Cisterciense. El venerable Fr. Martin de Vargas, monje y abad del monasterio de Piedra en Aragon, salió para Toledo llamado por el Rey de Castilla. En aquella ciudad fundó el célebre monasterio de Monte Sion, que sirvió de cabeza y centro de aquella reforma en Castilla. Apoyáronle para ella los papas Martino V (1425) y Eugenio IV (1432) con bulas que al efecto expidieron 1, Para consolidar su reforma establecieron que las abadias fueran trienales y no se pudieran conferir sino solamente á los monjes.

En Aragon no se hizo por entonces tan saludable reforma, siendo tanto mas extraño, cuanto el reformador Vargas, aunque natural de Jerez, habia salido de un monasterio de Aragon para entablar la reforma en Castilla: y no fue solamente el venerable Vargas quien salió de allí para practicar tan saludable reforma, pues del mismo monasterio de Piedra salió el venerable P. Fr. Pedro Serrano, el cual, á peticion del rey D. Juan 1 de Portugal, pasó á dicho reino, y por comision del General del Cister visitó y reformó todos los monasterios de la Orden en aquel reino (1481). Visitó igualmente todos los

La de Martino V : Pia supplicum vota, y la de Eugenio IV: Iis qui pro divino cultu incrementum. La confirmacion de las abadías trienales y otras gracias la hizo Eugenio IV (1434) por la bula: Inter caetera cordis nostri desiderabilia... y la confirmaron otros Papas hasta Paulo V.

La congregacion Cisterciense de Aragon y Navarra no se verificó hasta el siglo XVII (1613).

de Castilla, y celebró Capítulo general en el monasterio de las Huelgas en Valladolid. Halláronse en él treinta y tres abades, y once por medio de procurador. Cerró el monasterio de Torquemada, y se llevó presos á su monasterio de Piedra los abades de San Pedro de Gumiel y Nuestra Señora de Nogales, donde les formó causa y los depuso. Las mayores riquezas de los Cluniacenses hicieron que principiara mas tarde entre ellos la reforma, con harto perjuicio suyo, pues la de la Congregacion de Valladolid no principió hasta el siglo XVI (1520), siendo aun mas tardía é incompleta la Tarraconense ó de Aragon.

Los Cartujos y Jerónimos vivian con grande austeridad y recogimiento á principios del siglo XVI, y á ello debieron el gran crédito y favores que ganaron por aquel tiempo y la fundacion de muchos monasterios muy célebres en nuestra historia eclesiástica, y por ese motivo no se pensó en reformarlos, ni habia necesidad de ello por entonces.

Tal era el estado de los monacales en España á fines del siglo XV, cuando se encargó á Cisneros la reforma de los mendicantes, que no la necesitaban menos que algunos monacales. La Iglesia, repuesta de las turbaciones causadas por los dolorosos cismas, principiaba á reformar paulatina y sábiamente los abusos que ella misma conocia, antes de que los Protestantes pensaran en la reforma, como una cosa nueva, queriendo hacer atropelladamente innovaciones que deben ser hijas del tiempo y de la reflexion.

En tan delicada materia parece preferible oir á un fraile biógrafo del Reformador, que narra las cosas relativas à la reforma, con tanto candor como exactitud '.- <«< Habiendo este varon apostólico vi«sitado las dos Andalucías le envió á llamar la reina doña Isabel, «muy aprisa, dándole cuenta, que importaba á su consejo, assí que «viniese á su presencia. Vino y despues de ajustadas las materias pa«ra que fué llamado: como eran tan grandes las ansias de ver las «religiones todas, en su pristino estado, en aquel fervor, y recolec<<cion, pobreza y austeridad, en que fueron en sus principios cria«das; procuró reformarlas, y reducirlas á su primer instituto; sin <«<reparar en su crédito, quietud y trabajos, que habia de padecer. <«< Pareciéndole, pues, que era buena ocasion para tratar con la Rei1 Quintanilla, lib. II, cap. XI.

<na, esta materia, que tantas veces habia comenzado, y comunica«do con S. M., hizo esta consulta: - Señora, bien sabe V. A. la ne«cessidad que hay de reformar todas las Órdenes de nuestra nacion : <assí lo tengo esperimentado, en el discurso desta visita, y V. M. "está bien informada, de las obligaciones de cada religion, y mejor ❝de que todos los conventos de España, assí de religiosas, como de «religiosos son claustrales, por haber dejado sus primeras reglas, y siguiendo intrusas costumbres, unos por relajacion y tibieza de virtud, y otros por seguir el corriente de los demás. Y aunque solo la Órden de mi gran Padre san Francisco, está mas reformada, «es la que tiene mas necessidad de reformacion, porque, Señora, de «tantos frayles como somos, solo cuatro provincias, tiene la ObserAvancia, con muy pocos conventos, que viven perseguidos de los « Padres conventuales, de su poder y persecucion: todos los demás « son claustrales, á estos siguen los conventos de monjas, que sin exceptuar ninguno son todas conventuales, unos porque están á su << obediencia, como son todos los de la regla de santa Clara, que tan <<mal guardan, ni muchos de ellos tienen clausura: otros por estar regidos de los Ordinarios, que como estos no estudian sus reglas, « constituciones, ni observancias, son mucha parte para desflaquecer el rigor, y la virtud y mas cuando hay tanta ignorancia, en los <<< sacerdotes destos tiempos, como V. M. está bien satisfecha: estos << son los de la Órden de penitencia, ó tercera Órden; que ninguno «tiene clausura, daño tan considerable, viviendo sin Órden ni reli«gion, una simple vida de beatas. La causa de esta relajacion, ha «sido, que despues de algunos cuarenta años de la fundacion desta «santa Órden, que con tan buenos cimientos, dejó en nuestra Es<«paña, por su misma persona mi grande y santo Padre san Fran«cisco, por los años de 1220, fabricada con dispensaciones apostóalicas, con sus no religiosas costumbres, han admitido tener hacien«das, rentas, tierras y heredades, y tantas como hay esperiencia y << la propiedad de ellas en comun; y en particular, puestos de los re«ligiosos, con breves y bulas que han obtenido para ello (en que << pecan ansí mismo las demás religiones), todo relajacion nacida de Fr. Elías: dicen que tuvo buen fin y que fué conservar estudios y «hombres de letras, que con cátedras sirviesen á la Iglesia (quien «ha dicho que no puede haber ingenios y letras con trabajos, des

[ocr errors]
[ocr errors]

<«<calzez y ayunos, que la comodidad, ni el buen trato, vestido, y no «coro, no da talentos y antes los suele embotar) y siguióse una ti« bieza tan grande, una tan llorada destruccion de la pobreza evan«gélica, en que la fundó mi padre, y otras cosas, que se han intro«ducido dignas de reformacion. >>

«La segunda causa, Señora, de esta desórden, que comprende á «todas las religiones, ha sido la general peste pasada que se esten«dió por toda Europa y acabó y asoló las religiones: viendo, pues, «los Prelados que sus conventos quedaban desiertos, dieron hábitos «á todo género de gente comun, sin atender á las calidades, que me«rece la Religion, con que flaquearon todas las Órdenes con los nue« vos pimpollos, y peste que quedó en los antiguos. »

་་

«Concluyóse la consulta, y como los Reyes deseaban lo mismo «que el Siervo de Dios, á instancia suya, el año pasado de 1493, «escribieron á Su Santidad, les diese facultades, para poder refor<«mar todas las religiones de sus reynos, mendicantes ó monacales, frayles ó monjas. A fin de este de 94 llegó la bula de Alejandro VI, « en la misma conformidad, de la narrativa, sin esceptuar á ninguna. «Orden 1, como se ve en la confirmacion de Julio II, sin nombrar nin«gun ejecutor de ella sino en favor de los Reyes, y á su voluntad el «nombramiento. La principal causa para que fué llamado el Siervo «de Dios tan aprisa del Andalucía, de la Reina, fué haber llegado «estas facultades (que la consulta habia muchos dias que estaba he<< cha) llamóle pues doña Isabel para hacerle ejecutor dellas, come<«< tiéronle todas sus veces y constituyéronle por Reformador general « de todas las Órdenes de España, conociendo sus Magestades que no <«<tenian otra persona, que pudiese allanar semejantes dificultades. »> «Empezó á ejercer el nuevo cargo de Reformador, y la forma y « manera que tenia este santo Prelado en ella era: visitar los monas<«terios, hacíales una plática de sus primeras reglas, obligaciones y <«<estatutos; de su relajacion y quebrantamientos: ponia toda instan«cia en que renunciasen todos los privilegios, que eran contra su pri«mera perfeccion, trahíalos á su presencia y los quemaba, como Alcoran pésimo de vida ancha. Si eran de la Orden de san Francisco, quitábales todas las rentas, heredades y tributos; que daba á mon

[ocr errors]

1

Puede verse la bula en el archivo Complutense que trae el mismo Padre Quintanilla á continuacion del Archetypo, pág. 11, (n. 14).

« AnteriorContinuar »