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Teniente Coronel de Milicias D." Juan Agustín Porras= El Teniente de Gobernador D." Joseph Miguel Porras= Xavier Godinez = D." Joseph Antonio García = Manuela Abendaño Vicente Carabajal-Joseph Manuel Carbajal Paulino Porras-José Antonio Sáenz-Ramón PorrasRafael Pacheco y la Cofradía de Santa Gertrudis.

Vecinos Hacendados en el Río Grande:

Dn Francisco Carazo Don Andrés Bonilla-Don Cayetano Gutiérrez-El Coronel de Milicias Don Rumualdo Oriamuno Gerónimo Flores-Pedro Espinosa=Ysidro Arias Don Lorenzo Bonilla=y Ysidro Ximénez.

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Los cuales dichos vecinos hacendados con Casa abierta en los referidos cinco Barrios suman doscientos sesenta y ocho; y para que conste, yo Don Juan Manuel López del Corral, Cura de Villa Vieja y de dicho valle de Heredia, doy la presenta que firmo en ella, á veinte y un días del mes de Septiembre de mil setecientos ochenta y dos años. Juan Manuel López del Corral.

Ilustrísimo Señor Don Juan Manuel del Corral, Cura propio de la Yglesia Parroquial del Valle de Villa Vieja de Heredia, ante V. S. Ilustrísima, con la mayor beneración y en la mejor forma que haya lugar en derecho, parezco y digo que por la Santa Visita y Confirmaciones que V. S. Ilustrísima ha celebrado en este valle, habrá tocado con la misma experiencia el crecido número de almas que están derramadas avecindadas en sus haciendas y Chácaras que ocupan el dilatado Campo de todo este Valle, no tiene duda que pasan de diez y ocho mil almas las que están sujetas á la jurisdición de la Campana de esta Yglesia Parroquial, como lo aseguran cuantos prácticos del País V. S. Ilustrísima guste examinar sobre este punto.

Igualmente es cierto y notorio que en esta Yglesia de Villa Vieja lo más que pueden caber, estrechándose cuanto puedan, son de mil y quinientas á dos mil Personas. Puedo asegurar bajo la religión del juramento que á escepción de la festividad de Concepción y de la Semana Santa muy pocos Domingos y días de fiesta he visto la Yglesia llena, de modo que sin escrúpulo alguno puedo

afirmar á V. S. Ilustrísima que vivo con el desconsuelo que más de doce mil almas de mi feligresía se quedan sin oir la Santa Misa y la esplicación de la Doctrina en el discurso del año, y que solamente la obligación del cumplimiento de Yglesia los trae con mucha morosidad y tardanza para la Confesión y comunión Pascual.

Este daño y perjuicio de tantas almas nace de los principios inaccesibles á las cortas y reducidas facultades de un Cura, y son la grande distancia en que viven y la suma pobreza y desnudez de esta provincia. Permítame V. S. Ilustrísima que le esponga con estensión estos dos puntos. La distancia de este Valle y feligresía desde el sitio de Alvirilla hasta la Quebrada Honda del monte del Aguacate ocupa el espacio de más de diez y seis leguas por largo y mirando de Oriente á Poniente, y por ancho, mirando de Norte á Sur y hasta la Montaña de Pacaca, se extiende por ocho leguas. Desde la falda de la Montaña de Quebrada Honda se ha ido poco a poco poblando el espacioso Valle, de modo que están derramadas por todo él todas las almas, ocupando cada familia el terreno que necesita para sus Ganados, milpas, trapiches de caña dulce y otros frutos de que abunda este Valle, que todos son el nervio para la subsistencia y manutención, así de esta Villa como de toda la Provincia. La precisión de cuidar estas Haciendas, que mantienen tantas familias, les obliga á vivir desterradas del Comercio humano y poco menos que imposibilitadas para frecuentar entre año el pasto espiritual y alimento Divino, pues la distancia en que se hallan no les da tiempo para que lleguen á hora de la Misa.

No les queda el recurso que á otros feligreses de poder acudir, para lograr de este beneficio, á otras Yglesias ó Ermitas pertenecientes á los Curatos circunvecinos, por que los contiguos son el de la Ciudad de Esparza, el de el pueblo de Nicoya y el de la villa de Nicaragua. El de Esparza está distante desde la boca y falda de la Montaña más de diez leguas de asperísimo paso en el monte del Agacuate, que es intransitable en el Ivierno; el de Nicoya es notorio que está distante sesenta legua de este Valle, y el de Nicaragua ciento y veinte y dos leguas.

Aumenta el desconsuelo el abandono espiritual en que

y

ha estado por tantos años toda esta Costa, Valles, Pueblos haciendas que se hallan en todo el camino R.', pues V. S. Ilustrísima ha tocado y visto que en el espacio que hay desde la Villa de Nicaragua hasta esta Villa Vieja, que son ciento veinte y dos leguas, que por tales las paga el Rey, no se conserbaba en Yglesia alguna el Divinísimo Sacramento del Altar para pasto de los fieles y Viático de los moribundos; de modo que en todo este terreno hasta las inmediaciones de esta Villa Vieja es indubitable que habitan más de treinta mil almas, cuyos antepasados han muerto todos sin el consuelo del Viático y solamente con la Santa Unción que se conserbaba en las Yglesias de la Ciudad de Esparza, de las Villas de las Cañas, Bagases y Guanacaste; por que la pobreza y desamparo de aquellas Yglesias no daba facultad para conservar perpetuamente el Divinísimo.

Este abandono lo ha causado con el discurso de los años el no haber podido los Ilustrísimos Prelados de León venir personalmente á visitar estas Yglesias. Vino V. S. Ilustrísima y el primer paso que dió en su Santa Visita fué remediar este desamparo y dar pronta providencia para que se conservase permanente el Divinísimo en las Yglesias de las Villas de Guanacaste, Bagases, Cañas y Ciudad de Esparza, y que por este medio tuviesen aquellas almas este consuelo para vida y muerte.

He manifestado á V. S. Ilustrísima los daños y perjui. cios que padecen las almas de esta feligresía por razón de la distancia de esta Campana; pero las hace mucho mayores la suma pobreza de toda la provincia. No se encuentra en este Valle casa ni familia que tenga mantillas para las mugeres, capas para los hombres ni ropa decente con que cubrir su desnudez y presentarse con alguna decencia en esta Villa y en su Yglesia donde concurre el vecindario; por que es público y notorio que ninguna casa y familia de este Valle puede costear mantillas para todas sus múgeres ni Capas para todos los barones. Las familias que tienen algún haber, que son pocas, cuando más costean dos mantillas para todas las hijas, aunque sean muchas, y dos Capotes ó cobos para que se cubran los hombres; y V. S. Ilustrísima ha notado muy bien que una misma ropa en ambos sexos ha llegado en distintas personas y fami

lias las treinta y cuarenta veces repetidas, para poder presentarse á recibir el Santo Sacramento de la Confirmación, y á caso por esta razón la piedad de V. S. Ilustrísima se ha explayado á dar tantas Mantillas y sanaguas en esta Provincia y especialmente en la Capital de Cartago.

En todo este Valle los pobres de ambos sexos se comunican entre sí para el tráfico ó cubiertos los hombres con media manta ó vestidas de gala las mugeres con un pañuelo por la Cabeza. Con este afán viven, entre la desdicha y desnudez, contentos con el alimento que les da lo fértil del País; pero les retrae para venir á la Parroquial á misa su misma vergüenza y indecentísimo traxe, y de ésta nace que cuando más concurren á la Yglesia los Domingos y días festibos la décima parte de los habitantes, que son los que pueden presentarse medianamente vestidos. Y aquí está el escrúpulo y desconsuelo de un Cura Párroco, por que importa poco que todos los Domingos se esplique la Doctrina, como lo ejecuta, si la mayor parte de sus feligreses no puede venir á oirla.

Remediar tan general y estrema desnudez sólo Dios puede, pues todos los haberes Reales no alcanzarían para socorrerla. Sólo un remedio encuentro en lo humano y es el mismo que V. S. Ilustrísima ha tomado en los pueblos y rancherías que ha visto, y es el de proporcionar la distancia del distrito y marco de la Parroquia, poniendo en la mediación de este Valle una Yglesia, bien sea ayuda de Parroquia para conservar el Divinísimo Sacramento, ó bien sea oratorio público donde á lo menos tengan los días de fiesta la Santa Misa y explicación de Doctrina.

En el Curato de Esparza y en el de Nicoya socorrió V. S. Ilustrísima aquellas desamparadas almas poniéndoles el Divinísimo Sacramento permanente con los Sagrarios de las tres Villas Guanaste, Bagases y Cañas, y todos aquellos fieles logran ya el Consuelo de que han estado pribados tantos años; pues, Señor Ilustrísimo, ¿por qué no han de lograr esta misma piedad y beneficio las obejas del dilatado Valle de Heredia? Estos son fieles vasallos del Rey, cuyo paternal amor no se puede negar á concederles su Real permiso.

Verdad es que en las tres citadas Villas encontró V. S. Ilustrísima tres Yglesias hechas en las que se administraba

la Santa Unción á los moribundos y que en este dilatado Valle no hay más Yglesia que en esta Villa Vieja de Heredia; pero también es cierto que en ninguna de las tres referidas Villas estarían sus vecinos tan dispuestos para hacer su Yglesia como lo están los de este Valle. Combida la abundancia y fertilidad del terreno, la multitud de familias que lo desean y piden con ansia; y por relación adjunta veerá V. S. Ilustrísima que, sin esperanzas alegres, en pocos años podrá ser la población más grande de Costarrica.

En medio de este valle están situados cinco Barrios habitados y cultibados de los vecinos de Casa abierta contenidos en la relación que acompaño, y son los Barrios de la Alajuela, Siruelas, Targuás, Puás y Rio Grande. Los fertilizan dos ríos llamados Siruelas y Alajuela, con tanta facilidad que sin puentes, presas ni Calzadas va el agua toda por donde quieran llevarla. El temperamento es sanísimo, el terreno fertilísimo y franquea las mejores y más cercanas maderas para la fábrica de las Casas. Ninguna cosa es más interesante al estado que las poblaciones, y en parte alguna será tan fácil y con tanta brevedad hecha como en el sitio que llevo demarcado. Este lo han elegido los mismos vecinos que conmigo y este memorial se presentan y con las mayores ansias piden á V. S. Ilustrísima el remedio de su desamparo.

Como poco prácticos en estos negocios no han conseguido su fin, aunque lo han solicitado muchas veces. Acudieron á Guathemala ante el muy Ilustre Señor Presidente y Vice real Patrono para obtener su permiso; pero como pobres y dispersos por todo el Valle, ni se han podido para acordarse en el asunto, ni han podido costear los gastos necesarios para practicar las diligencias precisas.

Con la ocasión de ser preciso á V. S. Ilustrísima pasar por este sitio para volverse á la Capital de León, esperan estos Pobres su Consuelo, por que tocará visiblemente lo que es difícil de explicarse con la pluma; y yo como su Cura y que tanto interés debo tener en el bien espiritual y temporal de estos feligreses, ruego rendidamente á V. S. Ilustrísima que por un efecto de su bondad y por las entrañas de nuestro Señor Jesucristo se digne hacer mansión dos ó tres días en aquel paraje para confirmar á todas las personas que por retiradas y pobres no han podido pasar

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