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Informe de D. Tomás de Acosta sobre el puerto de Punta de Arenas y la provincia de Costa Rica en general. Año de 1804 (1).

M. I. S.=En oficio de 7 de Abril último me mandó V. S. le informase sobre el puerto de la Caldera, conocido hoy con el nombre de Punta de Arenas, su fondeadero, buques que pueden entrar, poblaciones inmediatas, caminos, producciones de exportación y todo lo que pueda conducir á un conocimiento positivo de las utilidades que franquea el fomento del comercio.

Para responder con la precisión objetiva que exige un asunto de esta importancia, y á más del conocimiento que tengo de aquellos parajes por haber estado allí dos veces y reconocídolos con reflexión, me he informado de varios y particularmente del práctico Juan María Orocú, que repetidas ocasiones ha frecuentado aquel puerto con el corto tráfico que se hace de él al de Panamá y Realejo. Fundado pues en estos principios me ha parecido conve niente hacer, aunque tosca, la carta de dicho puerto que acompaño para la mejor inteligencia de V. S., con la que satisfago á todos los puntos relativos al citado puerto, añadiendo que en él pueden entrar barcos de todo porte, pues en toda su extensión hay de 15 á 25 brazas de agua, su fondeadero al abrigo de los vientos y el fondo de arena.

Paso á describir los pueblos de Ladinos, haciendas y caminos de sus contornos pertenecientes á esta provincia, y digo que la ciudad de Esparza, constante ahora de 50 á 60 vecinos, negros y mulatos los más, fué antiguamente la mejor y más bien poblada de esta gobernación, pero las invasiones que experimentó en los siglos pasados por los Ingleses y Holandeses obligó á sus habitantes á retirarse á esta ciudad y otras poblaciones. Esparza dista de la

(1) Archivos Nacionales de Costa Rica.-Sección Histórica.

Caldera como 3 leguas y como otras tantas de allí al Amarradero; los caminos buenos y en partes pueden andar carretas en verano. A media legua de donde amarran las canoas hay una pequeña chácara ó trapiche de un pobre que surte de algunos refrescos á las embarcaciones, mas como las fuerzas de aquel hacendado son cortas no pueden proveer de todo lo que necesitan, y así es forzoso recurran á Esparza, única población de aquellos contornos.

Én ellos hay muchas haciendas de ganado mayor, pero de corto número de cabezas, ya sea porque sus dueños carecen de fondos para fomentarlas ó por el poco zelo de ellos y sus mayordomos ó mandadores en la conservación y aumento del ganado. En estas haciendas hay poco cultivo, porque sin embargo de que la tierra es feraz y produciría cuanto la sembrasen y fuese análogo al clima, con todo, la desidia ó la falta de salida de sus frutos hace que sólo cultiven el maíz, que da dos cosechas al año, arroz y frijoles, mas de todo se siembra con cortedad, porque de lo sobrante no hay extracción para otras provincias á causa de que los costos del comercio terrestre no deja utilidad.

Desde Esparza á la Garita, donde residen los guardas, hay casi 12 leguas de camino bastante quebrado y montuoso, pero de allí á esta ciudad cabecera, que dista 14 leguas, no se encuentra ningún mal paso. En este espacio se hallan las poblaciones de Ladinos y Españoles nombradas Alajuela, Heredia, Escazú, Valle Hermoso, y los pueblos de indios Barba, Pacaca, Aserry, Currirabá y Tres Ríos.

En todos estos parajes se cultiva el maíz, trigo, frijoles, chícharos, garbanzos y otras hortalizas, de todo con regular abundancia, y en los montes y prados se encuentran árboles y yerbas medicinales, como son el Mechoacán, Cativo, Cabímar, Copalchí, que es una especie de quina, Ipecacuana, zarzaparrilla y otros remedios. También se fabrica mucha azúcar, que sería superior si la purgaran como en la Habana y cuidasen mejor los cañaverales, pero como es grandísimo el consumo que tiene la rapadura ó panela, que aquí llaman dulce, no perfeccionan el azúcar, por ser más pronta y menos costosa y laboriosa la facción de la rapadura y más segura su venta.

El cacao se cosecha con abundancia en Matina, y antes

que la provincia de Nicaragua se dedicase á este cultivo ésta surtía á las confinantes de este grano, que era su principal comercio. Las repetidas invasiones de los Moscos en Matina desalentó y expulsó á los antiguos de aquel paraje y proficua expeculación, de modo que no hay en el día la cuarta parte de los cacaotales que había, siendo éste uno de los principios de decadencia de esta provincia. Sin embargo, en varias partes se encuentran silvestres los árboles de cacao y en el sitio nombrado el Palmar los está cultivando su dueño don Nicolás Castro, á cuyo ejemplo y por evitar los muchos inconvenientes que tiene Matina he procurado mover los ánimos de estos vecinos á que planten cacaotales en otros terrenos, pero les domina la desidia y son muy adictos á la costumbre.

Aquí se da bien el algodón y se cosecharía con abundancia si se dedicasen á este cultivo, porque en Matina, Ujarraz, Santa Ana, Escazú, Esparza y otros parajes se ha experimentado en el tiempo de mi mando que se produce bueno, como también el trigo que hoy se siembra donde nunca se había visto.

Don Cornelio Fernández y Pedro Elizondo son los únicos que se han dedicado á mis instancias á la fábrica del añil y anualmente le hacen de buena calidad, pero en corta cantidad, porque no tienen facultades para aumentar las siembras y sostener los costos de esta manufactura. Si éstos y otros estuviesen sostenidos por algún cuerpo patriótico ó particular pudiente, como sucede en las otras provincias del reino, se fomentaría más que en ellas los ramos de agricultura y comercio, porque á más de la fecundidad del terreno y templado del clima, los víveres y jornales son aquí más baratos que en ninguna otra parte y lo mismo los materiales.

En esta provincia se encuentran muchas y esquisitas maderas para construir barcos, edificios y hacer muebles. Para lo primero está el cedro, roble, quiebrahacha, corotu, espai y guachipelín; las mismas maderas sirven para lo segundo. Para muebles son particulares la caoba, cristóbal, cocobolo, granadillo y cacique; y para tintes hay el brasil, moral y las yerbas sacatima y ojo de buey. Tan antigua como cierta es la noticia de las ricas minas de esta provincia. Si la falta de inteligencia ó de medios ha hecho cesar

la explotación, no por eso deja de ser positiva la existencia. A menos de una legua de esta ciudad cabecera se ve un manantial de agua mineral que por sus señales y efectos se conoce ser de fierro y se le da el nombre de Hervedero, porque sale de la tierra hirviendo y tan caliente que mientras se reza devotamente un credo se cuecen los huevos que se ponen allí. A dos leguas de aquel paraje se hallan las bocas de las minas llamadas las Cóncavas, de las que no hace muchos años se sacó un cobre tan superior que habiéndose hecho con él unos peroles y derretidose éstos con el uso, resultó un tumbago muy fino; esto se me ha asegurado por sujetos caracterizados y verídicos. Es notorio y yo he comprado oro en polvo cogido en unas pozas ó lavaderos junto al paraje nombrado Santa Ana, y en los contornos de Escazú y Pacaca se ven piedras que patentizan la plata. Estas riquezas se perpetuarán en la tierra porque la falta de conocimientos y facultades de estos habitantes no les permite aprovecharse de ellas, pero las fuerzas del soberano ó de algún cuerpo patriótico arrancaría con utilidad las entrañas á esta madre fecunda.

Vuelvo mentalmente á la ciudad de Esparza para manifestar á V. S., en cumplimiento de mi deber, la impor tancia de aumentar su población y llevar con algún aliciente nuevos pobladores, como lo propuse á esa superioridad cuando hice visita general de esta provincia el año de 1799, de la que dí parte en mi oficio n.o 138, su fecha 28 de Febrero. La proximidad de dicha ciudad al puerto de la Caldera ó Punta de Arenas pide toda atención, así en tiempo de paz como de guerra y sea que se declare por puerto habilitado ó no. Las embarcaciones que arriben ó naufraguen en el puerto y sus costas podrán ser socorridas pronta y abundantemente de lo que necesiten si Esparza está bien poblada, si se les compele á que tengan algunas canoas, y si por cuenta del rey, del consulado ó de otro modo se mantiene en el puerto un lanchón con todos sus aperos y calabrotos para cuando sea menester desalijar un barco que hace mucha agua, sacarlo de una varada, entrarlo al remolque por haber perdido sus palos ó anclas, y finalmente para auxiliarlo en cualquiera de los muchos contratiempos del mar y salir con el lanchón á recorrer la costa cuando sea necesario.

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De poblar y fomentar á Esparza resultará también mayor ventaja al comercio, porque habrá consumidores, se establecerán tiendas, se evitarán los costos de conducir los géneros á esta ciudad y pueblos circunvecinos, y á los de Esparza el trabajo de venir á buscarlos. En tiempo de guerra habrá allí un vecindario numeroso y unido, que cuando no bastase para rechazar al enemigo le contendría á lo menos en el desembarco é introducción, y no como en el día, que por ser corto y estar empleados y esparcidos en las haciendas casi todos los hombres que habitan aquel distrito, no puede servir con utilidad ni es fácil la reunión en el corto tiempo que mediaría de avistarse el enemigo á hacer el desembarco, que sería luego, sabiendo no hay allí fortificación ni gente que se lo estorbe.

Estas y otras reflexiones hice en mi citado oficio n.o 138 y son las que me han estimulado siempre á desear que Esparza y Matina se poblaran en debida forma; porque á la verdad, que no estando las costas y puertos bien poblados ó fortificados, no estará seguro el reino de las invasiones, saqueos y otras hostilidades de que hacen mención las historias; ni se podrá evitar el que los indios que habitan las costas del norte de este vasto continente dejen la amistad y trato con las naciones extranjeras, émulas codiciosas y siempre enemigas nuestras. Conozco lo arduo y costoso del proyecto, pero me parece no estar desnudo de buen juicio y solidez cuando la experiencia lo ha acreditado desde el descubrimiento de la Améirca,

Creo haber cumplido puntualmente con el informe que V. S. se dignó pedirme en su enunciado oficio de 7 del mes último; sin embargo, si en algo hubiere faltado ó mi estilo estuviese oscuro, suplico á la bondad de V. S. me lo indique para satisfacerle.

Dios, etc. Cartago, 18 de Mayo de 1804.-Thomás de Acosta-M. I. S. P. Don Antonio González Saravia.

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