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se conoce es fértil, que el temperamento es templado, que ni molesta el frío ni la calor hace perjuicio, y responde.

Pregúntasele qué caminos, veredas, haciendas, pastos, aguas, ríos, montes, valles, distancias y poblaciones hay en dicho Talamanca, y dijo que no hay camino ni veredas en dichas montañas, sino es tal cual picadura de los indios que se encuentran; que no tienen haciendas los indios ni ninguna otra persona, que sólo hacen sus siembras de maíz, yuca, platanar y demás frutos, no en cantidad crecida; que el modo de poblarse estos gentiles es en una sola casa que llaman palenque ocho ó diez familias, sin que tengan seguridad en su población; que los pastos, aguas, ríos, montes y demás de la Talamanca ya deja dicho no hay campos, que las aguas son buenas, pero los más ríos en profundidad, siendo caudaloso el río que llaman de la Estrella, pues para pasarlo le llegó al que declara el agua hasta la barba, siendo el que testifica de cinco pies y tres pulgadas y media de alto, y responde.

Pregúntasele qué tiempo dilataron al regreso á esta ciudad, y dijo que desde el Real de San José hasta esta dicha ciudad caminaron veinte y dos días, llegando como á fines del mes de agosto; y que es cuanto puede declarar y la verdad, so cargo del juramento que tiene hecho; y siéndole leída su declaración en ella se afirmó y ratificó; dijo ser de edad de cincuenta y tres años, no firmó por no saber; hágolo yo dicho Gobernador con los citados testigos en falta de escribano, lo que certifico. Juan Fernández de Bobadilla Esteban Benegas-Silvestre José de Carabajal y Grimaldo.

En la ciudad de Cartago, en doce días del mes de mayo de mil setecientos setenta y cinco años, yo el Gobernador, para la información mandada recibir, hice comparecer á Don Juan de Aguilar, natural de la villa de Osuna, reino de Andalucía, y vecino de la nueva población de San José de esta jurisdicción, á quien certifico conozco, y por ante los testigos de mi asistencia le recibí juramento, que hizo por Dios Nuestro Señor y una santa cruz según derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado.

Y siendo examinado primeramente si ha entrado á la

Talamanca y si tiene conocimiento de aquel país, dijo que dos ocasiones ha entrado á la Talamanca por el pueblo de Boruca, que está hacia el Sur, camino de Tierra Firme, la primera con el Reverendo Padre Fray José de Vela y la segunda con Fray Juan Mendijur, misioneros, y que hasta donde se ha internado en dichas entradas tiene el conocimiento del país, y responde.

Pregúntasele qué jornadas y mansiones hizo con dichos Padres en las dos entradas, en qué tiempo y qué poblaciones encontró de indios gentiles, y dijo que desde Boruca pasaron á San Francisco de Térraba, caminando á pie, acompañado de catorce hombres, y el que testifica, que iba de cabo, quince, y con ellos el citado Reverendo Padre Mendijur, llevando indios baquianos de dicho Térraba, y dilataron para llegar á la población de los indios Bisaitas quince días por el rodeo que fueron haciendo en la caminata, sin haber camino ni vereda, sino tal cual picadura de los mismos gentiles que hacen en aquellas montañas para comunicarse unos con otros; y que en toda la montaña que transitaron los quince días no encontraron población ninguna, y responde.

Pregúntasele si á la entrada que expresada tuvieron función de fuego é hicieron resistencia dichos indios y de qué armas usan éstos, y dijo que el referido Reverendo Padre entró primero á dicha población de Bisaita asegu rándoles que iba de paz, y que los indios vivían con desconfianza, por cuyo motivo se huyeron muchos de sus casas, y en el avance que hicieron al amanecer del día de su llegada sólo apresaron sesenta y nueve, entre grandes y pequeños, sin haber habido efusión de sangre, y que las armas de que usan dichos indios son flechas y lanzas, y responde.

Pregúntasele si la población de los Bisaitas es cuantiosa y qué otras tiene noticia haya en las montañas de que se trata, y dijo que en la situación de Bisaitas habrá como cuarenta casas que llaman palenques, distantes unas de otras y en los parajes más incógnitos, por ser tierras quebradas, y que para poderlos coger era necesario distintas. cuadrillas de hombres que á un tiempo hicieran el avance; y que ha estado en el paraje nombrado San José Cavecra, en donde también hay indios, y en Chánguene, que también

ha estado en el paraje nombrado Térraba, que llaman indios Nortes, que éstos dan baquianos para traficar las montañas, y responde.

Pregúntasele cuáles son los terrenos de todo aquel país, su clima, altura, fertilidad, esterilidad, temperamento, camino, veredas, haciendas, pastos, aguas, ríos, montes, valles, distancias y poblaciones, y dijo que los terrenos de aquel país son montañas vírgenes, serranía, sin que se encuentre llanura alguna, y que en donde están poblados los Bisaitas, por la cordillera, hay pastos, no con abundancia; que para cultivar se conoce que las tierras son fértiles, que el temperamento es frío y las montañas intransitables, porque no tienen caminos ni veredas ciertas; que no hay haciendas porque los indios sólo tienen para su mantención algunos platanales pequeños, yucales y milpas de maíz que siembran, y responde.

Pregúntasele qué parajes de dichas montañas serán aparentes para la expedición, por dónde y con qué máxima, preparativos ó ardides marciales podrá sorprenderse á dichos indios y conseguir su reducción, si pudiera haber arbitrio para que los soldados lograran la facción sin hacer mucho fuego ni efusión de sangre, y dijo que con motivo de las dos entradas que ha hecho á las montañas contem. pla que no halla paraje seguro ni á propósito para hacer la expedición, porque los indios siempre están á la mira de las entradas que se hacen para sorprenderlas, pues en la segunda que hizo el que declara le hicieron resistencia los indios á los soldados y en ella murieron tres, y uno que salió herido con dos flechazos y uno en el brazo y otro en la pierna, y fué ninguno el logro que se consiguió en la referida última entrada; y que el arbitrio con que se pudieran hacer las entradas era con mucha gente repartida en varias escuadras, para que á una todos sorprendieran á un tiempo todos los palenques de que se compone cada pobla. ción, y que siempre que hicieran resistencia se sujetaran los indios matando á algunos, y responde.

Pregúntasele por qué tiempo entró á la Talamanca, qué ríos se encuentran en ella, qué distancia hay de las poblaciones á la costa del Norte y si tiene noticia que los Zambos Moscos se comuniquen con los indios de dichas montañas, y de qué se mantuvo la tropa todo el tiempo

que estuvieron en la empresa relacionada, y dijo que entró en la primera ocasión, habiendo salido de esta ciudad por el mes de marzo y vuelto á ella por el de setiembre, gastando seis meses poco más ó menos en la empresa de sacar indios; y que á lo que se acuerda hace como veinte y ocho años que hizo la primera entrada y veinte y cuatro la segunda; que hay muchos ríos, cuyos nombres no tiene presente, sólo sí que varios hay caudalosos y precipitosos; que no tiene conocimiento de la distancia que hay de Bisaita á la costa del Norte, y que desde la población de los indios Nortes se ve la mar y que estos indios le han dicho que hay tres días de camino para llegar á las playas desde donde están poblados; que no tratan ni contratan con los Moscos, porque éstos continuamente los están perjudicando y los cogen para llevárselos; y que para mantener la tropa, hasta el pueblo de San Francisco se condujeron los bastimentos en bestias, y para entrar en la montaña cada uno de los soldados llevó consigo lo que pudo cargar en una algamilla que le sirve de bastante embarazo para cualquiera función, por llevar también el fusil, y responde.

Y aunque se le hicieron otras preguntas y repreguntas á todas dice que no sabe otra cosa sobre el particular, que así es la verdad, so cargo del juramento que fecho tiene; y siéndole leída su declaración en ella se afirmó y ratificó, expresando ser de edad de cincuenta y seis años: no firmó por no saber; hágolo yo dicho Gobernador con los testigos de mi asistencia, en falta de escribano, lo que certifico.= Juan Fernández de Bobadilla Esteban Benegas Silvestre José de Carabajal y Grimaldo.

En dicha ciudad, día, mes y año, yo el Gobernador, en prosecución de esta información, mandé comparecer ante mí á Judas Tadeo Valverde, vecino de la nueva población de San José, á quien certifico conozco, y de quien, por ante los testigos de mi asistencia, le recibí juramento, que lo hizo por Dios Nuestro Señor y una santa cruz según derecho., bajo cuyo cargo prometió decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado.

Y siendo examinado primeramente si ha entrado á la Talamanca y si tiene conocimiento de aquellos terrenos, dijo que ha hecho dos entradas á la Talamanca y que de

algunos parajes tiene conocimiento, que la una ocasión fué con Don Francisco Fernández de la Pastora, Gobernador interino que ejercía en esta Provincia, por la reducción de Atirro, habiéndose internado hasta la cabecera del río de Chirripó donde estaban poblados algunos indios gentiles, y que á los quince días siguió dicho Señor Gobernador con la mayor parte de la tropa, que se componía de cincuenta hombres por todos, y se fué para el paraje nombrado San José Cabecra, quedándose el Reverendo Padre Fray Antonio Andrade con quince hombres, donde se mantuvieron tres meses, hasta que mandó el dicho Señor Gobernador correo para que se fuesen al paraje donde él se hallaba, con prevención que se viniese para esta ciudad el Reverendo Padre que los acompañaba, y que con efecto siguieron viaje con el ganado que tenían para su mantención y llegaron al citado San José como á los diez días de camino por montaña precipitosa, y que para dormir formaban sus camas de palos y no era bastante para resistir la humedad, pues amanecían mojados; que aunque había muchos indios en la población citada, que no puede á ciencia cierta decir cuántos, por que no se acuerda ni los vió juntos, sólo sí tiene presente que llegaron sobre tarde y que poco después también llegaron algunos indios algo. asombrados, quizá con el motivo de haber visto llegar los últimos soldados, y que al día siguiente resultaron fugos todos los indios; y pasados dos días hizo revista dicho Señor Gobernador y dispuso fuesen en seguida de ellos, habiendo cortado, de los cueros del ganado que habían muerto para comer, cutarras para los pies y gabanes; y con efecto salieron en su seguida como seis leguas, volviendo hasta los cinco días al Real de San José con siete indios, mujeres, hombres y muchachos, y después salieron otros soldados de la misma tropa por distintas partes; y que para transitar la montaña les era muy penoso por la subida á los altos y bajadas, sin encontrar caminos por ser montes incógnitos; y que á lo último, cumplidos seis meses y días, volvieron a esta ciudad trayendo ciento y más indios que se habían cogido en diferentes parajes y siempre de fuga, y responde.

Fuéle preguntado si para entrar á Chirripó y á San José Cabecra se abrió camino ó lo había transitable, y dijo

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