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que por la vereda que los indios gentiles tenían antigua se siguieron y que ésta estaba abierta, que ignora quien la abrió, y que la abertura llegaba hasta Chirripó, y que de allí seguía vereda y picadura, y responde.

Pregúntasele con quién y cómo fué la segunda entrada. que hizo por San Francisco de Térraba, y dijo que de esta ciudad salieron cincuenta hombres por el camino de Tierra Firme hasta el pueblo de San Francisco, y de dicho pueblo, acompañados del Reverendo Padre Fray Antonio Vela, hicieron viaje por la montaña hasta llegar á Cabagra, población de indios, y con Fray Juan Mendijur prosiguieron hasta donde están poblados los indios Nortes, llevando baquianos de Térraba, y desde este paraje fueron hasta donde están poblados los Bisaitas, llegando al amanecer del día de Pascua, sorprendiendo á los indios sin estrépito de armas, pues sólo se tiró un tiro á un indio que salió huyendo, y como el asalto fué en silencio y al amanecer no hicieron armas los indios porque no se les dió lugar á ello, y que no hace acuerdo á qué cantidad llegaron los indios que apresaron, y responde.

Pregúntasele cuántos son los terrenos de aquel país, su clima, altura, fertilidad, esterilidad, temperamento, caminos, veredas, haciendas, pastos, aguas, ríos, montes, y dijo que los terrenos que transitó son alturas y bajos, montaña sin ningún cultivo; que su temperamento es frío y que en los bajos no hay duda es tierra fértil para cultivarla; y que lo que observó cerca de los palenques de dichos indios fué haber algunos pajonales á las faldas de los cerros, que se conocía ser donde ellos habían cultivado para sus siembras; que no hay caminos ni veredas seguras ni menos hacien das; que hay buenas aguas, algunos ríos caudalosos y que bradas en profundidad, que no sabe cuales otras poblaciones de indios haya, y responde.

Pregúntasele qué parajes de dichas montañas serán aparentes para la expedición, de dónde y con qué máxima, preparativos ó ardides marciales podrá sorprenderse á dichos indios y conseguir su reducción, si pudiera haber arbitrio para que los soldados lograran la facción sin hacer mucho fuego ni efusión de sangre, y dijo que no tienen las montañas, á su ver, paraje que prometa las comodidades que se necesitan para la expedición marcial; y que para

sorprender á los indios en sus palenques no haila otro arbitrio sólo el que sean insultados de improviso, bajo la circunstancia de que en caso que ellos hiciesen armas se matasen algunos, y responde.

Y aunque se le hicieron otras preguntas y repreguntas, á todas dice que no sabe otra cosa, que así es la verdad, so cargo del juramento fecho; y siéndole leída su declaración en ella se afirmó y ratificó: dijo ser de edad de cuarenta y seis años; no firmó por no saber; hágolo yo con dichos testigos en falta de escribano, lo que certifico.= Juan Fernández de Bobadilla-Esteban Benegas-Silvestre José de Carabajal y Grimaldo.

En la ciudad de Cartago, en veinte días del mes de mayo de mil setecientos setenta y cinco años, yo el Gobernador, para la información mandada recibir, hice comparecer ante mí á Mateo Villalta, vecino de la nueva población de San José, á quien certifico conozco, y por ante los testigos de mi asistencia le recibí juramento, que lo hizo por Dios Nuestro Señor y una santa cruz según derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado.

Y siendo examinado por el tenor que los antecedentes dijo que había diez y ocho años, poco más o menos, que entró á la Talamanca por el pueblo de San Francisco de Térraba, de donde salió con otros soldados con determinación de llegar á donde están poblados los indios Bisaitas, y que á los cinco días de camino, transitando por montaña, llevando consigo dichos soldados el fusil y bastimento, llegaron al paraje que llaman el Páramo, en donde hicieron mansión por haberles estorbado el viaje la mucha lluvia que acaeció, y que por esto, á los ocho días, sin hacer facción alguna, se volvieron al referido San Francisco, y que eran cincuenta hombres los que hicieron la entrada; y después de regresados, pasados algunos días en dicho Térraba, se hizo revista para reconocer si la gente podía volver á entrar y se encontró la mayor parte enfermos, por cuya causa el Reverendo Padre Fray Juan Mendijur los mandó retirar, que este es el motivo de que no pueda dar estensa razón de cuanto se le pregunta, y que lo que tiene dicho y declarado es la verdad, so cargo del juramento fe

cho, y siéndole leída su declaración en ella se afirmó y ratificó: dijo ser de edad de cuarenta años, pocos más ó menos; no firmó por no saber; hágolo yo dicho Gobernador con los testigos de mi asistencia, en falta de escribano, lo que certifico. Juan Fernández de Bobadilla-Esteban Be- . negas Silvestre José de Carabajal y Grimaldo.

Yncontinenti yo el dicho Gobernador, para la información mandada recibir, hice comparecer ante mí á Vicente Lizondro, vecino de la villa de San José, á quien certifico conozco, y de quien, por ante los testigos de mi asistencia, le recibí juramento, que lo hizo por Dios Nuestro Señor y una santa cruz según derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado.

Y siendo examinado primeramente si ha entrado á la Talamanca y si tiene conocimiento de aquellos terrenos, dijo que dos ocasiones ha entrado á la Talamanca, la una con Don Francisco Fernández de la Pastora, Gobernador interino que fué en esta Provincia, y la segunda con los Reverendos Padres Misioneros Fray Juan Mendijur, Fray José Vela, Fray Juan Nieto y Fray Francisco Murga, y que tiene algún conocimiento de aquellos terrenos, y responde.

Pregúntasele por qué parajes hizo la primera entrada, á dónde hicieron el Real y cuántos soldados, y dijo que entraron por el pueblo de Tucurrique y Atirro, caminando por Tuis hasta Chirripó, donde está la población que llaman de Chiquiare que en los tiempos pasados se había procurado poblar de los indios gentiles que habitan dicha montaña; y que estuvieron en este paraje tres meses, y el Señor Gobernador se mantuvo en San José Cabecra, donde hizo el Real; y que la tropa se componía de cuarenta y cinco soldados, y responde.

Pregúntasele si en dicho Chirripó encontraron población de indios, si los trataron de paz ó si fué necesario hacer fuego contra ellos, y dijo que no tienen población segura los indios de Chiquiare, que están junto á Chirripó; que como entraron con determinación de tratarlos de paz para ver si se conseguía su reducción, en el tiempo que allí se mantuvieron se fabricó hermita y venían los indios, dos hoy y tres ó cuatro mañana, por cuyo motivo no puede á ciencia física asegurar qué porción de indios serían los

que en dicho paraje había, y que el Reverendo Padre Andrade trataba dichos indios; y que de este paraje se fueron los soldados para el Real de San José, caminando, á lo que se quiere acordar, como diez ó doce días por montaña áspera, sin camino, por que no lo hay, y responde.

Pregúntasele si en dicho San José Cabecra vió cantidad de indios gentiles, y dijo que en aquel tiempo, como los estaban tratando de paz, vió que ocurrían por las mañanas y tardes diariamente á rezar muchos indios é indias, y que para juntarlos se tocaba un caracol que les servía de seña, teniendo en dicho paraje fabricada hermita para dicho rezo y casa donde vivía el Señor Gobernador y la tropa; y que un día, á la hora que se tenía por costumbre, se hizo la seña para que vinieran dichos indios y no pareció ninguno, y se les mandó á los soldados que fuesen á registrar los palenques inmediatos, y con efecto, habiendo ido, no encontraron los indios, porque ya habían hecho fuga á las montañas, y responde.

Pregúntasele qué determinaciones hubo después que los indios hicieron fuga, y dice que la resolución fué que se internaran los soldados á las montañas á buscarlos, llegando en su solicitud al río de Cuén, donde se cogieron treinta y tantos, habiéndolos cercado; y que viendo que de nuevo pretendían hacer fuga, hicieron fuego a temore, sin matar ninguno; y en la segunda salida se cogieron otros. y se juntaron hasta ciento y veinte y cinco, sin los muertos, que fueron los mismos que salieron á esta ciudad, y responde.

Pregúntasele cuáles son los terrenos de aquel país, su clima, altura, fertilidad, esterilidad y temperamento, y dijo que los terrenos de aquel país son quebrados, su clima cielo alegre, sin llanadas ni campos, tierras altas de serranía, y que según lo que se ve la mayor altura es hacia la cabecera del río de la Estrella; que las tierras para cultivarlas se conoce son fértiles, porque se da cuanto se siembra, y que los pastos que vió son tiosintales y otras yerbas, escaso de zacate; y que hacia la costa del mar del Norte se conoce llanada, pero siempre montaña, que el temperamento es fresco y sano, y responde.

Pregúntasele qué caminos, veredas, haciendas, pastos, aguas, ríos, montes, valles, distancias y poblaciones hay

en dicha Talamanca, y dijo que no hay camino andable ninguno, que las veredas que se encuentran es necesario conocimiento vario, porque los indios gentiles caminan por las montañas con el cuidado que donde uno pone un pie lo ponen todos; que no tienen haciendas ni hay otros pastos que lo que deja dicho en la anterior pregunta; que hay buenas aguas, que sólo se acuerda de tres ríos, aunque hay muchos pequeños, y lo son el río de Cuén, el de la Estrella y San Agustin; que las poblaciones se componen de uno, dos ó más palenques, y que éstos no están juntos sino á la cima de los cerros, de cordillera á cordillera, y responde.

Pregúntasele si hay parajes á propósito en que se pueda hacer función contra dichos indios, y dice que nunca se encuentra paraje seguro para función de la naturaleza que se le pregunta, porque los indios viven esparcidos y siempre á la traición, como sucedió con la tropa, que los que mataron fué valiéndose de muchas traiciones, y responde.

Y aunque se le hicieron otras preguntas y repreguntas, á todas dice que no sabe otra cosa, que así es la verdad, so cargo del juramento que fecho tiene; y siéndole leídal su declaración en ella se afirmó y ratificó: dijo ser de edad como de cincuenta años; no firmó por no saber; hágolo yo dicho Gobernador con los testigos de mi asistencia, en falta de escribano, lo que certifico. Juan Fernández de Bobadilla Esteban Benegas=Silvestre José de Carabajal y Grimaldo.

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En la ciudad de Cartago, en veinte y seis días del mes de mayo de mil setecientos setenta y cinco años, ante mí el Teniente Coronel D." Juan Fernández de Bobadilla, Gobernador y Teniente de Capitán General por S. M. de esta Provincia de Costa Rica, para esta información compareció Marcelo Salazar, vecino de la Villa Vieja de esta jurisdicción, á quien certifico conozco, y por ante los testigos de mi asistencia le recibí juramento, que hizo por Dios Nuestro Señor y una señal de su santa cruz en forma de derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado.

Y siendo examinado primeramente si ha entrado á la

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