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por consiguiente del reyno de Guatemala en lo que sea necesario, por ser León una de las provincias comprendidas en su territorio. Haciendo desde luego presente que es imposible en el actual estado dar noticias muy exactas, mejor diré, formar un quadro ó hacer una demostración completa de quanto sea concerniente á conocer en todos conceptos dicho reyno, porque los datos y demás documentos que serían al efecto más necesarios, como únicos en su clase y remitidos originalmente, están sepultados en los archibos de Madrid.

El Gobierno pasado de ninguna otra cosa cuidó más que de procurar que las Américas subsistiesen en estado de conquista, es decir, en la ignorancia ó barbarie. Ya se ve era consiguiente al sistema colonial.

De ahí es que se cuidó sofocar sus luces en los ramos todos de la vida civil y social; de ahí que se procuraba ahogar en su nacimiento qualquier establecimiento que se calculase podría ser útil; de ahí que se mandasen suspender otros cuyos beneficios eran ya conocidos; y los goviernos de América no eran más que unos ciegos imitadores del de la Metrópoli.

Era éste su estado quando sobrevino la rebolución y quando se la ofrecieron las más lisongeras esperanzas. Bien sabe V. A. que la voz regeneración fué la que entonces se oyó unánimemente y de la que justamente necesitava toda la Nación. Es claro que no sólo la América tenía justo motibo de quejarse, sino también la España. Todos gemían bajo un pesado yugo; pero con la diferencia de que el sufrimiento de la primera era doble y acaso en mayor proporción que el de la segunda. A la arbitrariedad ministerial se añadía en la América la de los jueces ejecutores.

Permítame V. A. no estenderme más en generalidades bien notorias y que al fin lastimarán sus oídos harto sensibles con relaciones desagradables que le son bien sabidas. Séame sólo lícito, para lo que voy á suplicar, llamar la atención de este Supremo Consejo, no hacia los Españoles americanos y europeos, á quienes con injusticia se nos ha llamado indistintamente opresores, sino hacia el infinito número de habitantes que componen las castas y principalmente hacia los Indios, esta porción embilecida y degradada de la humanidad.

El espacio, pues, que abraza el reyno de Guatemala en la actualidad es mayor que el de la península. Contiene más de 700 leguas de longitud y 200 de latitud. Comprende 15 provincias, á saver, la de Guatemala, en que está la capital, las de las 4 Intendencias de San Salvador, León de Nicaragua, Comayagua y Ciudad Real, la del govierno político militar de Costarrica, las de las alcaldías mayores de Escuintla, los Zacatepeques, Totonicapán, Sololá, Sonsonate y l'erapas, y las de los Corregimientos del Valle. Quisaltenango y Chiquimula. De modo que sin incluir los gobiernos militares del Petén, Truxillo y Omoa y el partido de Tegucigalpa, que antes era alcaldía mayor y en el día quizá se habrá hecho ya igual declaratoria por precedente orden de la Corte, y sin separar los grandes. partidos que podían reputarse provincia, según la inteligencia común, aunque nada propia dada á esta voz, hay quince en el reyno de Guatemala.

No me persuado que el no haber providenciado el presidente y Capitán general, que entonces era D." Antonio González, la elección de igual número de representantes hubiese sido con las miras que algunos desde luego con injusticia le atribuyen, á saber, la de reducir la representación americana y principalmente la de disminuir el número de testigos de su mal gobierno. Creo antes bien que tubo en consideración las escaceses grandes de aquel reyno y que sólo las principales provincias podrían sufragar los gastos correspondientes. No obstante, para que quedase á salvo su derecho, hizo sobre este punto la conveniente reclamación uno de sus diputados y el Congreso, en atención á lo espuesto manifestado por otros, á que quando se celebrara la elección y viniesen los sujetos en quienes hubiese recaído ya se habrían disuelto las presentes Cortes, y á que en la constitución se trata de la forma de elegir Diputados, tubo á bien mandar continuase como estaba la representación de aquel reyno. De todos modos éste se. compone del número indicado de yntendencias, corregimientos alcaldías mayores, goviernos militares y una infinidad de partidos.

¿Y será posible, Serenísimo Señor, que un tan vasto territorio, dividido en los términos espuestos, pueda ser bien governado por un solo individuo que reside, no en el

centro del reyno sino en un ángulo opuesto al en que está mi provincia y la de Costa Rica? ¿Será posible que un Xefe que cuida privativamente de tan diversos ramos de administración pública en tan dilatado espacio, pueda dar á cada uno de ellos toda la atención que necesita para su adelantamiento? Así es que Guatemala se mantiene siempre en un mismo estado. Sus governantes mucho han hecho con impedir su total ruina.

Considere V. A. que ellos han tenido la inmediata inspección en aquellos establecimientos militares que últimamente numeré, y ha sido efectivamente muy necesaria para aprontar todos los auxilios que exige su situación, siendo los lugares por donde se puede temer la imbación extrangera. Las providencias, por lo mismo, deben ser executivas, organizando un plan que es en ellos muy dificultoso por la suma escasez que en todos conceptos se padece. Los capitanes generales, pues, así por la inclinación natural á su carrera como por la obligación en que están de impedir toda usurpación, ponen en aquellos establecimientos sus primeras atenciones. Y éstas deben extenderse no sólo al ramo militar sino también á alejar quantos inconvenientes pudieran presentar el político y el de hacienda.

Pero sus cuidados no deben ceñirse únicamente á tales puntos. Aun en beneficio de ellos y para conservar la tranquilidad interior debe promover y fomentar los cuerpos todos de defensa, necesitándose ésta en varias de las provincias, especialmente en la de León, en que se esperimentan de ordinario irrupciones de los bárbaros que havitan en las montañas. A tan graves atenciones se añade el govierno político, siendo la capitanía general el centro á donde ocurren de las provincias, no sólo sus respectivos Xefes sino todos sus havitantes, con particularidad las comunidades de Indios y Castas, suplicando alguna providencia gubernatiba.

Bien ve V. A. que hasta aquí no he hecho mención de la administración de justicia, otro ramo que está igualmente á cargo del Presidente, no sólo en concepto de capitán general de las provincias sino como su governador. Es efectivamente un tribunal que á semejanza de los demás establecidos, únicamente con este objeto, administra justicia en lo criminal y civil á quantos ocurren.

He omitido igualmente hacer mérito del ramo de hacienda, de que así mismo cuida el capitán general como superintendente. ¿Y qual ha sido el resultado de poner en sus manos este negociado? Lo diré con bastante sentimiento. El reyno de Guatemala, á quien hacen la justicia los que han viajado de darle la preferencia entre los demás de ambas Américas por sus ricas, raras y multiplicadas producciones, de nada sirve en el día á la Corona sino de grabamen. No le produce ni un maravedí. Por su notoria pobreza le están decretados socorros bastante cuantiosos de las cajas de México. Un reyno opulento, Serenísimo Señor, se ve en la dura necesidad de mendigar y dever su existencia política al de Nueva España, que aun á costa de este sacrificio tiene á bien y procurar indirectamente impedir el fomento del de Guatemala, conociendo las ventajas que desde luego le haría. Dije indirectamente, porque en México siempre ha havido la política de no mandar al de Guatemala operarios civiles que se les ha pedido por particulares para el beneficio de minas y otros frutos preciosos.

Ya he puesto á los ojos de V. A. el pequeño bosquejo que me propuse de la deplorable situación del reyno de Guatemala, efecto del ruinoso sistema que regía en lo general en la Nación, aplicándolo particularmente. Diré de una vez y en compendio lo que ha sido consecuencia forzosa de poner en una sola mano tantos ramos en tan vasto territorio, á saver, la industria y la agricultura en apatía y el comercio casi sin movimiento, que ha ido perdiendo cada día por haverse reducido sus frutos, destruido otros y aislándose al del añil que se halla en el día muy abatido.

Nada digo de minas tan varias, ricas y de todos metales, y aun de azogue, como se encuentran en León, Costa Rica, Comayagua y parte de San Salvador. Están las de las dos provincias primeras enteramente sin cultivo ni beneficio, que se presta muy poco á algunos de las dos últimas. Y no necesito en orden á la marina más que copiar lo que sobre ella contienen mis instrucciones. Dice así uno de sus artículos: «En la fuerza pública se com> prende la armada naval. Y siendo este el primer camino. > por donde la España ha de elevarse al grado de poder y >> respeto que de justicia se la debe entre las naciones, han

› de cuidar las Cortes por una Comisión especial de seña>>lar arbitrios practicables para promover y facilitar la > construcción y havilitación de buques en todos los para> ges de nuestros dominios, señaladamente en este reyno y > provincia, donde sobran las proporciones y sólo faltan » voluntad y energía para aprovecharlas >>.

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¿Quál, pues, será la suerte de aquel reyno? Su aniquilación si dura la presente guerra, y cesando ésta su mismo deplorable estado, subsistiendo las causas que lo motiban. Ya la constitución precave unos males, y espero de la justificación de V. A. que coadyuvando eficazmente hará lo que corresponde á sus altas funciones. Así como es necesaria la separación de ramos de administración, es también indispensable para su adelantamiento que la inspección inmediata que se tenga sobre ellos no sea en un territorio demasiadamente extenso. Y si no ¿qué otra razón ha havido para hacer las divisiones que vemos en los mandos? ¿La península, siendo menor que Guatemala, estaría como la hemos visto tan floreciente si se huviese sujetado á sólo un governador que tuviese sobre sí tantos cuidados? En manera alguna, y creo que son harto conocidas por V. A. muchas observaciones que pudiera hacer al intento para demostrar las varias utilidades que resultan de esta especie de divisiones, no sólo en lo general sino también en particular, respecto á dicho reyno.

Menores motibos han bastado en lo restante de la América para dividir los mandos. Pudiera citar varios exemplares, pero me restrinjo á sólo dos por alguna analogía que guardan con León de Nicaragua: son Guadalaxara y Campeche en Nueva España. El primero no dista de la Capital de México más que 100 leguas y el segundo un poco más de 150. 200 es cabalmente la gran distancia que hay de León, capital de mi provincia, á la de Guatemala, y 400 desde ésta á Cartago, capital de la provincia de Costa Rica, que en los últimos lugares por donde confina con la América Meridional dista 500. Además, los caminos por donde se transita de Guadalaxara y Campeche á México son en lo general planos, sin mayores impedimentos para que los recursos puedan despacharse con prontitud; pero los caminos de las provincias enunciadas á Guatemala son muy fragosos y quebrados, nada tran

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