Imágenes de páginas
PDF
EPUB

para la felicidad de la referida provincia, así porque les reputo medidas parciales que no influyen en el sistema, como porque ellos serán el resultado preciso de la base fundamental que dejo espuesta.

Si como no dudo accede á ella V. A. presentaré en seguida el plan de un tan útil y necesario establecimiento. Haré entonces manifestación de los grandes partidos que según su población y extensión de territorio son equivalentes á varias de las provincias del reyno de Guatemala. Pueden por lo mismo ser erigidos, guardando la misma proporción, en Intendencias, alcaldías mayores ó corregimientos, bien que como en Campeche esta denominación no constituye la esencia de una capitanía general.

[ocr errors]

Cádiz, 6 de Enero de 1812. Serenísimo Señor José Antonio López de la Plata.

Carta del gobernador D. Juan de Dios de Ayala á

S. M. sobre la jura de la constitución política de la monarquía española.-Año de 1813 (1).

Señor La proclama de 28 de Agosto del año próximo pasado que V. M. me ha mandado ha llenado mi corazón de sumo gozo por las verdades que en ella se expresan. La sabia constitución política de la monarquía española se obedeció y juró prontamente en esta leal provincia, habiendo cumplido en un todo lo que en ella se manda, y sin pérdida de correo dí parte á V. M. de las funciones que hicimos en su celebridad; y no hay duda que por permisión del Altísimo se concluyó tan pronto ese código, que se necesitaba muchos años para una obra tan bien premeditada en bien de la humanidad. Yo tengo el honor de mantenerle á V. M. fiel todo el distrito de mi mando y obediente á sus legítimas autoridades, sin embargo de las diligencias que hizo para levantarlo la provincia de Nicaragua, limítrofe con ésta, por lo que me fué forzoso tomar varias providencias, como oportunamente dí cuenta á V. M., y aun antes de resolver nada me encomendé á María Santísima para que me diera acierto.

S

Nuestro Señor guarde la Católica Real persona de V. M. los m. a.3 que necesitamos sus amantes y fieles vasallos. Cartago, provincia de Costa Rica en el Reino de Guatemala, 26 de Febrero de 1813. Juan de Dios de Ayala.

(1) Archivos Nacionales de Costa Rica. —Sección Histórica.

El diputado por Costa Rica D. Florencio del Castillo propone á las cortes la erección de un obispado en esta provincia.--Año de 1813 (1).

Señor En la comisión Ultramarina existe una representación del N. Ayuntamiento de la Ciudad de Cartago, Capital de la Provincia de Costa Rica, en que se solicita la desmembrac." de dicha Provincia del Obispado de Nicara gua, al que se halla agregada, á fin de que formándose de ella una nueva Diócesis se erija y establezca la Silla Episcopal en la expresada Ciudad de Cartago. La justicia de esta solicitud y aun la indispensable necesidad de acceder á ella se harán manifiestas á V. M. si se digna fixar por un momento su Soberana atención en las gravísimas causas en que se apoya aquel Ayuntamiento y á las cuales yo como Representante de dicha Provincia procuraré darles alguna ampliación. El celo con que V. M., en medio de la infinidad de negocios que ocupan su atención, ha promovido en lo que está de su parte el bien de la Iglesia Española, me sirve de exemplo para no descuidar por la mía de promover y procurar el bien y felicidad espiritual de mi Provincia. No molestaré á V. M. con referirle las particulares circunstancias que hacen muy recomendable á Costa Rica; tampoco alegaré para inclinar su ánimo el patriotismo y adhesión á la justa causa que constantemente ha manifestado en todo el tiempo de esta revolución; sólo me contraeré á indicar las razones que conducen á patentizar la justicia de esta solicitud.

La estensión del Territorio de Costa Rica, su población y la larga distancia que media de su Capital á la de León de Nicaragua no dexan la menor duda de que debe erigirse un Obispado en dicha provincia, para que aquella Grey pueda ser gobernada y apacentada en lo espiritual como corresponde.

(1) Archivo General de Indias.-Estante 101, cajón 4, legajo 10

Costa Rica tiene por límites de su territorio el Río de Chiriquí que la separa de la provincia de Panamá y el río del Salto que la divide de la de Nicaragua, entre las cuales provincias se halla situada, sirviéndole de linderos por el N. y S. el Océano Atlántico y el mar Pacífico. Desde el uno de los ríos que quedan indicados hasta el otro hay más de 150 leguas de caminos muy fraguosos y casi intransitables por la multitud de montes y ríos caudalosos que se atraviesan; la distancia que hay de uno á otro mar no es uniforme, pero la media podrá ser de 70 leguas. Por consiguiente, aunque no es dable calcular con exactitud la extensión del territorio de Costa Rica por falta de un plano topográfico, puedo asegurar á V. M. sin exageración que comprende más de 7,000 leguas cuadradas, extensión muy suficiente para fundar, no sólo uno, sino muchos Obispados si á proporción estuviera poblada.

Hay actualmente en ella 22 pueblos, doce de ellos son Indios y los demás de Españoles blancos y de color, á demás de una multitud de Chácaras, haciendas y Caserios distantes de los expresados pueblos. Estos se hallan diseminados en varios puntos de la provincia, de modo que hay pueblos que distan entre sí ciento y cincuenta leguas.

El número de sus habitantes es de 60 á 70 mil, según el informe que me dirigió el expresado Ayuntamiento, el cual acompaño en comprobación de éste y otros datos que van referidos, y según otro del Brigadier D." Tomás Acosta, Gobernador que fué de aquella provincia, el cual pára en la Secretaría del Despacho de Hacienda.

Además de esta población hay en su territorio tres Naciones de Indios gentiles que habitan las montañas y Costas del Norte, las cuales se conocen con los nombres de Indios de la Talamanca, Indios del Norte y Indios Mos quitos, todas tres bastante numerosas. Por estas razones Costa Rica siempre fué considerada y tenida desde su descubrim.to por Provincia separada é independiente de las otras, gobernada en lo político y militar por un Gefe con el título de Gobernador y Comandante de las armas, el cual no conoce más dependencia que de la Audiencia y Capitanía General de Guatemala; por manera que sólo en lo Eclesiástico ha estado agregada á la Diócesis de Nicaragua.

De lo expuesto podrá inferir V. M. la suma necesidad que hay de prover á aquella provincia de un Pastor que vele sobre una grey numerosa y que se halla esparcida en un vasto terreno, para que visite sus pueblos con aquella frecuencia que los Cánones prescriben. Aun se hace más manifiesta esta necesidad si se atiende á la larga distancia que media entre dicha provincia y la Ciudad de León de Nicaragua, lugar de la residencia del Obispo. Doscientas y diez leguas de caminos muy quebrados y casi intransitables en tiempo de lluvias separan á la Ciudad de Cartago, Capital de Costa Rica, de la expresada Ciudad de León; y á vista de esto será creíble que los R.R. Obispos de aquella Diócesis puedan cumplir con su obligación, desempeñando personalmente el ministerio pastoral y visitando cada tres años su Obispado? Es menester advertir que la Provincia de Nicaragua es tan extensa como Costa Rica y se halla aquélla mucho más poblada que ésta, por lo que han sido muy pocos los Obispos que han visitado aun sólo por una vez en todo el tiempo de su pontificado todos los pueblos que comprende la provincia de Nicaragua. Costa Rica ha sufrido mucho más. V. M. se escandilazará al oir que hace más de 33 años que no ha puesto en ella los pies ningún Obispo. Pues, Señor, es un hecho. En todo este largo tiempo han estado aquellas obejas privadas del consuelo de ver y conocer á su pastor. ¿Y cuáles serán los males que se habrán originado de este abandono? No será el menor el de que todos los que han nacido en estos últimos 33 años se hallan sin recibir el Sacramento de la con-. firmación; y hay razón para privar de esta gracia á aquellos Cristianos? No hay que atribuir estos males á falta de celo en los Prelados que ha habido en estos últimos 33 años, por que á más de las dificultades que van indicadas para practicar la visita en aquella dilatada Diócesis, los promovidos á aquella Silla por lo regular han sido hombres ancianos y de consig. te achacosos, que por lo mismo. no pudieron emprender una marcha tan larga y de caminos tan peligrosos. Ni hay que esperar que nadie por celoso, por robusto y activo que sea, pueda en lo sucesivo cumplir puntualmente con sus obligaciones mientras que no se cure el mal en su origen; es decir, mientras que no se divida aquel vasto Obispado. Tampoco se juzgue que

« AnteriorContinuar »