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El gobernador de Costa Rica nombra á D. Antonio Figueroa capitán del puerto de Puntarenas nuevamente habilitado. Año de 1815 (1).

Para que con más prontitud pueda V. dar el más exacto y debido cumplimiento á las Reales y superiores disposiciones que he confiado á su desempeño, lo elijo y nombro por Capitán de ese Puerto de Puntarenas, habilitado ya por Real Orden que se publicará por bando el día de mañana; al mismo tiempo ejercerá V. en la ciudad de Esparza de Juez de ella, en todos los casos de ocurrencias que se ofrezcan, cuyo Juez de la expresada Ciudad estará en un todo subordinado á las órdenes de V. y las hará cumplir sin la menor demora; y pasará V. oficios, con inserción de éste, á mi Teniente de la comprehensión de Bagaces y al referido Juez Pedáneo de Esparza, para que se enteren y cumplan en un todo con esta disposición, dándome V. aviso de su recibo. Dios, &. Cart.o, 29 de Julio de 1815. Juan de Dios de Ayala=Señor Cap." Don Ant.o Figueroa, Juez comisionado de Esparza.

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Carta de D. Juan de Dios de Ayala al padre fray José María Núñez, presidente de las reducciones de Costa Rica. Año de 1815 (1).

He leído con bastante sentimiento el oficio de V. R. de fecha de este día, en que me comunica que habiendo entrado á la montaña el R. P. Reductor Fr. Apolinar Moreno, con el fin de sacar á dos Indios Cristianos que habían escondido aquellos infieles en otra ocasión que entró el mismo Padre por ver si lograba reducir algunos infieles, han tenido ahora el atrevimiento la parcialidad Surchís á salir de mano armada á darle de palos al mencionado Padre y á los que le acompañaban, quitándoles cuanto conducían para obsequio y trato con los demás infieles, y que apresaron al Indio Cayetano Navarro, Cristiano.

Los dos indios infieles que voluntariamente vinieron con Manuel Antonio Aguilar en solicitud de ser cristianos, como efectivamente lo son, haré los mayores esfuerzos para sacarlos de la montaña y para ello comunicaré la orden conveniente al Sargento Comandante del Destacamento de Matina.

Al Capitán de sala de armas le he dado la orden tenga á disposición de V. R. veinte y cinco fusiles con la correspondiente pólvora, balas y piedra de chispa, y no le franqueo á V. R. los doce hombres que me pide, por que era preciso que fueran pagados de cuenta de la Real Hacienda y al presente, como V. R. sabe, se halla ésta muy escasa.

Me parece conveniente que el pueblo de Térraba, con los fusiles y demás pertrechos que le van ahora, se mantenga á la defensiva, poniendo guardia de los mismos vecinos en la Iglesia y en el Convento, desde la oración hasta el amanecer, poniéndose las centinelas que parezcan oportunas y cuatro patrullas que alternen todas las noches para

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evitar alguna sorpresa que intenten hacer los Indios infieles, tal vez acompañados de los insurgentes de Cartagena ó de otras partes.

Al Exmo. Señor P. y Capitán General daré parte de lo ocurrido por si S. E. tuviese á bien mandar se haga entrada al Norte con alguna fuerza considerable ó dictará lo que sea más conveniente. Dios guarde á V. R. muchos años. Cartago, 25 de Agt.o de 1815. Juan de Dios de Ayala= Sr. P. Fr. José María Núñez, Presidente de las Reducciones de esta Provincia,

Carta de D. Juan de Dios de Ayala al comandante del destacamento de Matina.-Año de 1815 (1)

El R. P. Presidente de estas Reducciones, en oficio de 25 del p.do me comunica la noticia de que habiendo entrado al Norte el R. P. Reductor Fr. Apolinar Moreno le salieron al encuentro los Indios de la Parcialidad de Surchis, los que apalearon al dicho Padre y á los que le acompañaban y se llevaron al Norte al indio cristiano Cayetano Navarro con cuanto llevaba el susodicho Padre para obsequiar á los Indios infieles; y habiendo llegado ayer indios de Terraba me han dado la noticia que el P. Moreno ni el indio Cayetano habían llegado al Pueblo, por lo que me recelo que los indios los tengan presos; lo que comunico á Vm. á fin de que con el mayor empeño procure poner en salvo la vida del Padre y del indio, y en caso de encontrarse me lo mandar á V. con la tropa correspondiente, para que no tenga peligro su persona.

El paradero del Padre y del indio Cayetano lo puede V. saber por los Indios que suelen ir á ese valle, á quienes les ofrecerá V. una regalía siempre que le entreguen al Padre ó digan donde se halla.

Averigüe V. si en esa costa hay insurgentes, de dónde son, el número de ellos y si tienen armas blancas y de fuego; y espero me dé V. la debida contestación á este oficio.

Dios guarde á V. muchos años. Cartago, 1.o de 7.bre de 1815. Juan de Dios de Ayala Al Sarg.to de Pardos Simón Gutiérrez, Com.te del Destacamento de Matina.

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Informe de D. Juan de Dios de Ayala.—Año de 1816 (1)

Excmo. Señor El 21 del ppdo. regresé á esta ciudad habiendo concluido la visita de esta provincia en todas las poblaciones de su comprehensión, á excepción del pueblo de Boruca, por la larga distancia y fragoso del camino. A los indios les he hecho comprender la obligación que tenemos todos los vasallos de contribuir al rey para los gas tos del Estado; y habiéndoles reiterado la real cédula en que S. M. reestablece el pago del tributo, se han manifestado muy gustosos con esta soberana disposición, asegurándome que se mantendrán siempre fieles á la monarquía.

Las doctrinas de estos pueblos se hallan en el mejor orden y no menos las escuelas de primeras letras, habiendo determinado para su permanencia y que sus dotaciones sean fijas, se paguen de los fondos del común, que también he hecho restablecer, haciendo que todos los granos se siembren que respectivamente producen sus tierras.

En el pueblo de reducción de Tucurrique, viendo la suma miseria en que se hallan estos neófitos, les he obsequiado 25 cabezas de ganado menor para que formen un común, dejando dispuesto hagan sus siembras de maíz, frisoles, algodón, &., y que con su producido se aumente y fomente este fondo.

En ninguno de los pueblos de indios hay hacienda alguna de ganado de comunidad, y tal cual particular tiene una ó dos cabezas.

En todas las demás poblaciones de españoles ó ladinos se hallan las doctrinas y escuelas en el mejor estado, y con particularidad en la ciudad de San José, en donde además de que pagan aquellos vecinos de su peculio los maestros de primeras letras, gramática, moral y filosofía, están fabricando á su costa una casa capaz de reunir estas clases.

Se asegura, Señor Excmo., y aun se demuestra que

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