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del Castillo llevan los fusiles tan mal acondicionados que están mojados, burlando á los españoles que por cobardes no los cogen á todos ellos, por las pocas prevenciones que tienen y la poca formalidad con que caminan. Todo lo cual me han asegurado dichos prisioneros, los que habiéndose visto libres, como lo están, desean ir á hacer avance con la tropa si vuelve, y me lo tienen ofrecido. Por lo que hago á V. S. remisión de ellos para que como halle por conveniente los examine tomándoles sus declaraciones, y siendo del agrado de V. S. me franquee los auxilios que necesito para mi salida con la tropa y para que se pague la que se está debiendo de cuenta de S. M. en esta Provincia. Me hallo con cuatro mil pesos en ropa y dos mil en plata prontos, para que en el supuesto de que no hay dineros con que se hagan los pagos á los soldados que conmigo fueron se distribuyan dichos pesos, con más algunas piezas de esclavos que tengo, y con esto lograré ejecutar lo que V. S. halle por más conveniente, suplicándole me avise para mi determinación en mis asuntos, la deliberación sobre el particular, pues a mí me parece ventajoso lo expuesto por las muchas entradas que hay para dañar al enemigo y ellos no poderlo hacer con los que fueren.= Dios nuestro Señor guarde la importante vida de V. S. por muchos años. Cartago y Agosto diez de mil setecientos ochenta. B. L. M. de V. S. su más afecto y seguro Servidor Thomás Corral.

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En la Ciudad de Cartago, en doce días del mes de Agosto de mil setecientos ochenta años, S. S. el Teniente Coronel en los Reales Ejércitos Don Juan Fernández de Bobadilla, Gobernador interino por superior orden de esta Provincia, en atención al tenor de la carta de oficio, despachada por Don Tomás López del Corral, haciendo presente las proporciones que se presentan para cortarle al enemigo inglés la comunicación que tiene al Castillo de San Juan por el río de este nombre, cuyas noticias le han comunicado los prisioneros que cita en dicha carta, y hallándose S. S. con especial encargo del M. I. S. P. G. y Capitán General de este Reino para que resuelva lo conveniente en esta expedición, dijo que para resolver y mejor determinar comparezcan dichos prisioneros y se les tome declaración

en forma y conforme á derecho sobre los puntos que contiene dicha carta á cada uno de por sí y sobre lo demás que convenga, agregándose ésta por cabeza de estas diligencias: así lo proveyó, mandó y firmó S. S., de que doy fe. Juan Fernández de Bobadilla José Rom.do Zamora, escribano público, de Cabildo y Gobierno.

En la Ciudad de Cartago, en dicho día, mes y año S. S. el Señor Gobernador interino, en ejecución de lo mandado mandó comparecer ante sí á Manuel Dionisio Banegas, mulato libre, natural de la Ciudad de la Habana, uno de los cinco prisioneros que se citan en la carta cabeza de estas diligencias, y por ante mí el Escribano S. S. le recibió juramento, que lo hizo por Dios nuestro Señor y una Santa Cruz, según derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado; y siéndolo primeramente si es cierto que en conjunta de los demás prisioneros le dijo á Don Thomás López del Corral que en la boca del río de San Juan se están muriendo muchos enemigos, pues hay peste entre ellos y el día que menos mueren son siete, y los demás muy malos de los pies por estar comiéndoseles, y con mucha necesidad, de manera que están á media ración y que lo mismo están en el Castillo; y dijo que lo que se le pregunta es lo mismo que él y sus compañeros le dijeron á Don Thomás Corral, y responde.

Pregúntasele si también le informó que en un paraje que se nombra la Vigía con mucha facilidad se cogerán á todos cuantos suban y bajen al Castillo, impidiéndoles la entrada, en dicho paraje, de los víveres y gente que puedan ir á dicho Castillo; y dijo que es cierto así se lo informó, y que dicha Vigía está como doce ó quince leguas distante de la boca del citado río de San Juan, y responde.

Fuéle preguntado si le informaron que la entrada á la dicha Vigía es fácil por el río Colorado sin ser vistos de los ingleses que se hallan en la boca del río de San Juan ni los del Castillo, como también si se acorta mucho camino yendo por el río de la Reventazón abajo, sin ser preciso entrar á Matina; y dijo que es cierto le expresó el ser fácil ir por el río Colorado, sin ser vistos de los enemigos, á la Vigía, por bahías, pero que éstas es necesario limpiarlas algunos palos que hay caídos en ellas; que en cuanto á

bajar por el río de la Reventazón no tiene ningún conocimiento y que sí conjetura será más fácil, por ahorrarse mucho camino; y que de la boca de dicha Reventazón hasta donde está la Vigía se puede tardar ocho ó diez días navegando por el río Colorado y las bahías, y responde.

Pregúntasele si es cierto le aseguraron á dicho Don Thomás que los enemigos andan sumamente descuidados, de manera que cuando van ó vienen del Castillo llevan los fusiles tan mal acondicionados que están mojados, burlando á los españoles que por cobardes no los cogen á todos ellos por las pocas prevenciones que tienen y la poca formalidad con que caminan; y dijo que así se lo expresaron á dicho D. Thomás, y responde.

Pregúntasele qué número de gente se mantenía de guardia en la l'igia citada, y refiere que se mantenía un Capitán nombrado Cuque con cincuenta hombres, que de éstos se murieron muchos, y que ahora dos meses que pasó por dicha Vigía se hallaba dicho Capitán con sólo veinte hombres, pero que ignora si le ha venido refuerzo alguno, y responde.

Preguntádole qué gente hay en la boca del río de San Juan, con qué fortificación, quién la manda, cuántas embarcaciones hay ancladas y qué gente en ellas; y dice que la gente que hay en tierra son los enfermos del Castillo y la Vigía y dos Oficiales; que tienen un pedazo de trinchera en frente de la bahía y en ella colocados dos cañones del calibre de á treinta y seis, y que á cien varas de distancia, mirando á la boca del río, hay colocados otros dos cañones del calibre veinte y cuatro sobre sus cureñas, formando batería, sobre barricas de tierra llenas; que en la bahía se hallan once embarcaciones, las tres son fragatas, la una de cincuenta cañones y las dos de á 36 y las otras 8 armadas en guerra, la que menos con 8 cañones; que el número de gente que puede haber en ellas lo ignora; que ahora cuatro meses estuvo en la fragata mayor y que ésta tenía más de doscientos hombres, y responde.

Se le repregunta si por logrado tomar la l'igia, sabiéndolo el enemigo, le será fácil cortar por el río Colorado con las lanchas ó piraguas que tengan, impidiendo nuestra comunicación; y dijo que siempre que los enemigos que se hallan en la boca de San Juan lleguen á tener noticia

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se han introducido por dicho río á la avanzada, pueden fácilmente con piraguas y los serenis de los barcos introducirse é impedir la comunicación y cortar la retirada por dicho río y bahías, y que siempre que no haya buena gente diestros en las armas y éstas buenas serán perdidos y comerán el pan de valde, pues aunque los enemigos sean pocos son diestros y con buenas armas.

Y aunque se le hicieron otras preguntas y repreguntas al caso tocantes, á todas dijo no saber más de lo que deja dicho, y que ésta es la verdad so cargo del juramento fecho en que se afirmó y ratificó leída esta su declaración; y que es de edad de veinte y siete años y que no sabe firmar, lo que hizo S. S. por ante mí, de que doy fe. Juan Fern.2 de Bobadilla=Jph. Rom.do Zamora, escrib.o público, de Cabildo y Gobno.

En la Ciudad de Cartago, en trece días del mes de Agosto de mil setecientos ochenta años, S. S. el Señor Gobernador interino D. Juan Fernández de Bobadilla hizo comparecer ante sí á Juan Pablo Gómez, prisionero de los citados en la carta de oficio cabeza de proceso, de calidad español, natural de la Ciudad de la Habana y según expresó es cristiano católico romano, y á quien yo el escribano al presente doy fe conozco y de quien S. S. por ante mí le recibió juramento, que lo hizo por Dios nuestro Señor y una Santa Cruz, según forma de derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad en todo lo que supiere y le fuere preguntado; y siendo examinado como el antecedente, á la primera pregunta dijo que todo lo que en ella consta es cierto se lo informaron á Don Thomás López del Corral; que aunque el que declara no estuvo en el Castillo le consta que los más días venían las piraguas cargadas de enfermos, y responde.

A la segunda pregunta dice que es cierto le informó ser fácil la toma de la Vigia á dicho Don Thomás, que en ella cuando logró el que responde hacer fuga sólo se hallaban doce soldados y un Capitán cuyo nombre ignora; que dicha Vigía está á la orilla del río de San Juan en un cayo cercado por todos cuatro costados de ríos, y que por cualesquiera de ellos pueden ampliamente navegar lanchones y piraguas, como lo ha visto ejecutar el que

declara á los enemigos, y que por tomada dicha Vigía es necesario defenderla por todos cuatro costados, y responde.

A la tercera pregunta dijo que es cierto le informaron ser fácil entrar á la dicha Vigía sin ser vistos de los enemigos que están en la boca del río de San Juan, y que la navegación en piraguas hasta tomar la Vigía puede dilatar nueve ó diez días por el río Colorado y bahías; que no ha navegado ni visto el río de la Reventazón, pero que congetura acortarse la caminata; pero que también ignora si es ó no navegable, y responde.

A la cuarta pregunta dijo que es cierto le comunicaron andaban los enemigos descuidados, y que las armas los que suben y bajan del Castillo las traen en el plan de las piraguas mojadas por el continuo llover, y que los ingleses burlaban de los españoles que por cobardes no los tomaban á todos, y responde.

A la quinta pregunta dice que ya tiene dicho la gente que se hallaba en la Vigía cuando salió de la boca del río de San Juan, pero que ignora si la han reforzado ó no, y responde.

A la sexta pregunta dijo que en la boca del río, en tierra, no hay doscientos hombres y que éstos los más enfermos; que en la bahía hay once embarcaciones, entre pequeñas y grandes, y que ignora la gente que en ellas haya; que hay dos cañones del calibre de á 24 montados en un pedazo de trinchera que han hecho y otros dos de á 36 que están en las cureñas entre unas barricas sin uso; que de las embarcaciones grandes una es de á 50 cañones y las dos de á 30, y de ahí las demás hasta llegar la más pequeña á ocho cañones; que también hay como cuarenta ó cincuenta piraguas y las que tomaron en el castillo, y responde.

A la sétima pregunta dice que siempre que los enemigos sientan que se ha tomado la Vigía pueden sin embarazo, en las lanchas y piraguas, tomar el río Colorado y cortarnos la comunicación; que esta Vigía es la misma que tomaron primero que al Castillo; que el cañón que tenían los españoles allí sabe el que depone lo echaron al agua; que cuando venía el que responde y sus compañeros de fuga entró á la bahía la fragata grande que tiene

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