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venciendo mil dificultades para conducir la artillería por fangales, y hacerla trepar a brazos de hombres.

Al amanecer del 10 todo el ejército realista salió al campo, y a favor de una niebla espesa se aproximó al nuestro. Disipada algun tanto a las 7, vimos su formacion en batalla. Un parlamentario se adelantó a traer la siguiente intimacion.

« Aunque pudiera sin esta formalidad destruir las miserables reliquias del ejército del mando de V. S. por la protervidad con que se ha negado a un partido ventajoso, respecto al estado de abatimiento en que se hallaba al tiempo de mi propuesta, no es conforme a mi humanidad, ni a las piadosas intenciones del jefe que espedicionó con el que está a mis órdenes. Con todo, es indispensable que V. S. se entregue a discrecion, porque de lo contrario seré inexorable en hacer sufrir todo el rigor de las leyes militares, dentro de tan pocos momentos como son los que necesito para vencer la corta distancia que nos separa. Ahora es cuando debe acreditar V. S. la humanidad de su corazon evitando su muerte y la de todos los infelices que le acompañan, como inevitable efecto del superior número y valor de mis tropas, que solo aguardan la señal de atacar para darla,

Dios guarde a V. S. muchos años. Campamento del ejército real agosto 10 de 1813.-Juan Francisco Sanchez

Mientras se contestaba este oficio nuestras tropas formaban la línea con un entusiasmo y decision extraordinario, y que parecia aumentarse por la desesperacion, o por el deseo de poner término a tantas fatigas. El brigadier don Juan José Carrera inflamó

tanto el ardor de sus granaderos, que habiéndose llevado aguardiente, reusaron tomarlo diciendo que no necesitaban de ese estímulo para pelear, y que si lo aceptaban podia hacerles faltar a la subordinacion y al exacto cumplimiento de lo que se les mandase. La Gran Guardia que era el 2.o cuerpo veterano, manifestaba igual decision, apesar de que solo tenia cuatro subalternos en sus filas, pues los demas oficiales y jefes se habian dado de baja por enfermos. Se llamó al comandante de la guardia jeneral para que tomase el mando.

El Jeneral en jefe dió al parlamentario la siguiente

contestacion.

« Las miserables reliquias del ejército de la Patria esperan con la mayor impaciencia el formidable ejército que manda V. S. Ojalá hubiera escusado la formalidad del parlamentario, para que hubiese llegado cuanto antes el momento mil veces deseado. La muerte con que V. S. me amenaza, es el mayor premio que podria recibir por mis fatigas: moriremos todos defendiendo la libertad de nuestra Patria. ¿Podrá haber mejor recompensa para hombres que no tienen otro interes que el bien de su pais? No: yo no soi mercenario y debe creérseme. Ya que V. S. me desafia a sangre y fuego, admito la proposicion, y así lo he hecho saber a mi ejército, y lo haré tambien a mi gobierno para que pueda obrar arreglado a los principios adoptados por los emisarios de la gran Rejencia española. Tenemos precision de escarmentar a los malvados con el terror: es contra nuestro carác

ter, pero ya es indispensable. Solo siento que V.S. se quede encerrado en la desgraciada Chillan, y no ven

ga a participar de las glorias que hoi adquirirá su resuelto ejército; pero su alma es sensible y no podrá ver la destrucción de mis degraciados soldados.

Dios guarde a V. S. muchos años. Campo de CaHanco agosto 10 de 1813-José Miguel de Carrera.» Era tanta la exijencia del enemigo, o le corria tanta prisa nuestra destruccion, que despachó a Pasquel de 2.° parlamentario para reconvenir por la vuelta del primero que era Hurtado. Delante de ellos mismos se dió la órden para hacer la guerra sin cuartel, se les notificó que si venia algun otro enviado seria decapitado, y se les dejó en libertad para que reconociesen nuestras posiciones y el estado de nuestras tropas. Despues de su despedida, se hizo una salva de 21 cañonazos para celebrar el próximo fin de la campaña, a pesar de que nuestras municiones no nos permitian esta profusion. Esperábamos y esperará el lector una batalla mortífera, despues de tan fuertes amenazas, de superioridad tan reconocida de parte del enemigo, y de valor tan preconizado. Pero todo fue una pura fanfarronada: el ejército enemigo nos volvió la espalda: nuestras guerrillas le picaron la retaguardia con solo el objeto de burlarlo disparando cohetes, y continuamos nuestra retirada sobre el rio Chillan. Los pocos bueyes y mulas que teniamos hicieron varios viajes, y asi gastamos parte de ese dia y toda una noche para poco mas de una legua de marcha en medio de una fuerte lluvia. El cañon de a 24 que nos quedaba se atolló en un pantano y no hubo fuerzas bastantes para sacarlo. Se hizo reventar y se incendió su cureña, los palos de las carpas y otros artículos que no podiamos transportar.

El dia 14 llegamos a las orillas del Itata en el lugar de Quinchamali, y como esté río estaba inui crecido tuvo que pasarlo en una pequeña y mala balsa, la division de 400 hombres destinada a Concepcion. El centro del ejército se dirijió a Quirihue, adelantando cien hombres para protejer al capitan Prieto, que escoltaba el pequeño convoi que nos venia de Talca.

Así concluyó este sitio, corto en tiempo pero mui dilatado en sufrimientos de todo jénero. Si dejamos el campo surcado por las sepulturas de patriotas, y sembrado de esqueletos de caballos y de otros despojos, tambien arrancamos algunos laureles, que no por culpa nuestra se marchitaron pronto, como tampoco lo fue que tan heróicos esfuerzos quedasen estériles. Algun dia la severa historia desenvolviendo los hechos, descorriendo el velo que cubre todavía las faltas cometidas en la revolucion, y llamando a juicio a las cosas y a los hombres, hará justicia a los héroes de Chillan.-El poeta chileno que se apoderase de este episodio de nuestra revolucion, encontraria en él los materiales de una interesante epopeya: sublimes destellos de patriotismo, rasgos de jenerosidad, virtudes cívicas. Veria brillar no pocas de las prendas de un valeroso y avisado caudillo en don Jo¬ sé Miguel Carrera; veria bosquejado el indomable valor de un Ayax en su hermano don Luis; y quizá no echaria menos tampoco la envidia y las bajas pasiones de algun Tersites.

CAPITULO VI.

Los realistas conspiran en Concepcion-Ellos estienden sus operaciones por toda la Provincia, y nos obligan a diseminar nuestras fuerzas Se apoderan de la plaza y puerto de Arauco-Varios ataques parciales-Con los recursos que pudo proporcionar Cou cepcion y los pocos llegados de Talca, se abre de nuevo la campaña-Se reunen varias divisiones en el Roble y son sorprendidas-Se mudan posiciones-Accion de Trocayan.

Hai pueblos como hai hombres que parecen nacidos para ser infelices, o para confirmar la doctrina de los fatalistas. Concepcion es uno de ellos. Sus primeros fundadores escavaban los cimientos juntamente con sus sepulcros: sus hijos crecian en medio de silios y combates, y sus nietos han sido diezmados bajo la cuchilla de sus mismos projenitores. La naturaleza, apesar de un clima benigno y puro cielo, la visita cada tercio de siglo con alguna de aquellas plagas asoladoras que recuerdan a los humanos la frajilidad de sus obras. Tiembla la tierra para desplomar sus edificios y se levanta el mar para sumerjirlos: muda su localidad y su sistema de gobierno y no alcauza a sustraerse a su cruel destino. Tantas y tan duras vicisitudes deben haber influido sobre el carácter de sus habitantes, dotándolos de una decision y enerjía, para no retroceder al aspecto de los peligros. Si la revolucion política los dividió en dos bandos, cada uno siguió el suyo con teson, prestando servicios activos y con entera abnegacion de sus particulares intereses. De ese pueblo agricultor y pobre sacaron

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