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líneas de Portugal, donde aun se hallaba en Abril último.

Napoleon ha dicho en sus posteriores proclamaciones: "La España pertenece a la dinastia de Francia, i ningun poder humano la apartará de este designio." Por esto no ha sacado tropas de la Península aun despues de los últimos sucesos del Norte. En Lóndres se tenia en Abril por demasiado falso cuanto habian publicado acerca de este regreso de tropas francesas los papeles de la Coruña i Lisboa: se atribuia esta equivocacion a los movimientos de las divisiones francesas en todas direcciones con el solo motivo de proveerse de víveres, i de tener buenos cuarteles de invierno. Con todo se tenia por probable que Napoleon hubiese sacado oficiales del ejército de España, que segun cartas de la Coruña, fueron 20 coroneles, 40 comandantes de batallon, i 396 subalternos. Si por los varios sucesos de la guerra prosperasen los aliados en la actual campaña, se cree en Lóndres, que los franceses se redujeran a la defensiva, conservando el departamento de las bocas del Ebro, del cual, aun los que piensan mas lisonjeramente, no juzgan probable que puedan ser expelidos. En aquel caso de inesperada fortuna, la integridad o desmembramiento de la España dependeria del último resultado de las operaciones militares del norte, cuyo prospecto grande i magnífico tiene en expectacion al mundo, i convida a la refleccion.

El rei de Prusia, que ha celebrado alianza ofensiva i defensiva con el emperador Alejandro, dice en una proclama a sus pueblos: "Nuestro plan es grande, pero

no es menor el número i los recursos de nuestros enemigos." Napoleon conservaba en Abril en Alemania

160,000 hombres. La línea principal de aquellas fuerzas se extendia de Mayenza a Vamberg, siguiendo el curso del Mayne: las tropas al mando del duque de Treviso estaban en Franckfort con los jenerales Sebastiani i Lefebre: Souham se hallaba en Aschaffemberg: i los Bávaros i el continjente de Wintemburg se acampaban en Vamberg. Estas fuerzas de Napoleon, a la banda izquierda del Rhin, esperaban que les llegasen caballos para ponerse en accion. Hasta aquel periodo el interior del imperio frances gozaba de perfecta tranquilidad; la subordinacion i el silencio reinaba en Holanda i en Italia; sus guarniciones eran ejércitos. Las obras públicas seguian su curso: florecia la industria i las ciencias; i mientras de todos los puntos se veian llegar cuerpos de tropas, se establecia en Paris una sociedad de la Biblia por órden del emperador, a imitacion de la Inglaterra, como si todo estuviese en perfecta paz. Entre tanto la Francia, que por sí sola triunfó otras veces de todas las fuerzas reunidas del norte, se apresuraba a hacer en la próxima campaña alarde de todos sus recursos, confederada con los poderes de Saxonia, Wesphalia, Baviera, i la confederacion del Rhin, que congregaban tropas para aparecer respetables en el teatro de la guerra. Dinamarca aun no se declaraba por la Rusia. La Austria, demasiado íntimamente unida a la Francia, i segun se decia, lisonjeada por Napoleon con la cesion de Venecia i otros puntos, apenas podrá conservarse en la neutralidad armada que últimamente ha proclamado. Napoleon ha dicho, que el aparato imponente de su fuerza afirmará la amistad de sus aliados. Mientras se encaminan al campo del honor las formidables masas de tantos cuerpos de tropas, se pone en accion toda la habilidad de los gabinetes; nada se omite para causarse di

versiones recíprocas, i para inflamar, inquietar, e inspirar interes a los pueblos acerca de una causa que no ha de mudar su triste condicion, i que ha de decidirse con su sangre i sus lágrimas. Tales son las guerras de los reyes.

El fin a que tienden tan grandes movimientos no es a destruir, minorar o estrechar los límites del imperio frances: solo solicitan, segun todas las proclamaciones del norte, substraer aquellas potencias de la influencia de la Francia, destruir el sistema continental adoptado por Napoleon, i disminuir su preponderancia política, restableciendo el equilibrio de la Europa. Es claro que las miras de Napoleon son del todo opuestas. Seria presuncion, si situados nosotros a tan grandes distancias, i con una noticia tan imperfecta de las cosas, quisiésemos predecir la última resolucion de la fortuna, i mucho mas aun los convenios i bases sobre que se establezca la paz jeneral, por la que suspiran los pueblos, i que es tan necesaria despues de una guerra tan dilatada, i que los ha empobrecido i aniquilado. En los tratados de la paz no puede entrar la España activamente; nada tiene que devolver, i nada la hace respetable. Ha de aguardar en silencio lo que acerca de su destino decidan o las armas, o la voluntad e intereses de los grandes contendores. El que sepa pensar convendrá en que la posteridad tuviera mucho de que reirse, si despues de tantos movimientos en ámbos mundos, despues de tan pasmosas i costosas revoluciones viniesen a quedar todas las cosas en el mismo órden i sistema en que se hallaban ántes de emprenderse. Mas esta terminacion ni es natural, ni tiene ejemplo en la historia. Todo debe crecer i fortalecerse en América, i al contrario en España su extrema debilidad se aumenta de dia en dia: pierde sus jenerales i oficiales;

la insubordinacion inutiliza a los que aun le quedan; la desconfiauza le impide prestar una cooperacion vigorosa a la nacion aliada; i la imprudencia i ciego espíritu de dominacion exclusiva, que preside sus consejos, la priva para siempre de los socorros de ámbas Américas. Los tesoros consumidos en las miserables guerras civiles, que ha cruelmente fomentado en esta parte del mundo, le habrian servido mas útilmente en ultramar, si hubiese tenido mejor política, i mas virtud. Los tiranuelos, que en su nombre han vertido tanta sangre, la han hecho sumamente odiosa; i el aparecimiento de sus banderas en las rejiones conmovidas ha exitado en los pueblos memorias horribles, i ha puesto ante sus ojos la muerte, el robo, i la infamia. A un mismo paso las providencias intempestivas i las revoluciones del gobierno español arruinan su crédito, i le alienan los ánimos, i los reyezuelos o bajaes de América agotan sus recursos, i arruinan la agricultnra, i el comercio. ¿Quién calculará las pérdidas, que estos importantes ramos han sufrido en Lima, en todo el bajo Perú, i en Guayaquil? Entre tanto la ilustracion se difunde, i penetra en los últimos atrincheramientos de los tiranuelos: es pues de esperar que el sentimiento de la miseria i los progresos de la filosofía, la presencia de los males, i la esperanza de la libertad i de todos sus bienes acaben de disipar el letargo i extiendan la revolucion. El ejemplo es mui persuasivo, pero no lo es menos el desengaño i la experiencia; por tanto es innegable que la buena conducta, la justicia i la moderacion de las provincias revolucionadas acelerarán que abrazen su causa todas las demas.

Camilo Henriquez.

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CIRCULAR DEL GOBIERNO.

Sábado 7 de Agosto.

UESTROS enemigos, cuya perfidia solo es igual a su impudencia, intentaron sublevar una gran porcion del estado i destruir el sistema de la patria. Lo lograron por un momento el 3 del corriente en la Villa de los Andes, donde aprisionados los beneméritos patriotas que mandaban la provincia i ocupaban el principal rango, el infame José Antonio Ezeyza, unido a los demas confinados que estaban allí para pasar la cordillera, i a otros varios europeos que repentinamente se aparecieron, supuso un decreto del gobierno, falseando las firmas de los vocales i secretario, levantó tropas, impuso contribuciones, sedujo a una parte del rejimiento de la provincia, esparciendo la noticia de que nuestro ejército derrotado, nuestros jenerales hechos prisioneros, un nuevo refuerzo de 6,000 hombres ocupando la mayor parte de nuestros territorios, i unas capitulaciones que ponian a Chillan bajo el yugo de los tiranos, habian restablecido el imperio de la rejencia.

La benemérita provincia de Aconcagua, apenas tuvo noticia de tan escandaloso atentado, cuando armada en masa, i entusiasmados sus valerosos habitantes con aquel fuego que solo sienten los hombres libres, marchó inmediatamente a reconquistar los Andes. En el camino encontraron tropas, que mandadas por el malvado Ezeyza venian a atacar la misma villa de S. Felipe. El comandante de las armas patriotas peroró a las tropas seducidas, logrando que sin efusion de sangre se pasasen a sus

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