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gre fria vivificar el cuerpo moribundo de la España con comedias i trajedias bien trabajadas i ejecutadas secundum artem. Tales eran los remedios que podiamos esperar de la ilustradísima España. Pero sus gobiernos son mas prudentes; por eso, no teniendo mas esperanzas que el auxilio de la Inglaterra, han despreciado su mediacion, i le han negado el comercio directo con las Américas. Si este no es el extremo de la ingratitud despues de los pasmosos sacrificios de la Gran Bretaña; si no es el extremo de la locura en medio de la impotencia en que se ven, yo no se que nombre darle. ¿I qué será reprobar la conducta de las Américas cuando no hacian mas que imitar la suya estableciendo sus gobiernos provisorios, encender en ellas la guerra civil para acabar de agriar i enajenar el corazon de unas provincias, i desperdiciar en ejércitos i gastos militares las cuantiosas sumas de dinero, que podian haberles remitido las otras? La agricultura, las minas, el comercio se han arruinado en las provincias que aun están bajo su obediencia: los fondos públicos están agotados, i ya las remesas son imposibles. Sin duda estos desatinos son uno de los azotes con que la mano vengadora castiga a la culpable España.

Hai crímenes nacionales; i aunque los pecados de los individuos tengan su condigno castigo en la otra vida, los pecados de las naciones solo pueden ser castigados en este mundo. La España está manchada con grandes delitos contra el jénero humano; i a los ojos de Dios talvez no habrá habido pecador mas ingrato sobre la tierra. Favorecida con vastas, nuevas, i opulentísimas rejiones, en vez de civilizarlas, no hizo mas que destruirlas tratando como brutos a sus antiguos habitantes. Su sangre clama al cielo. No puede leerse sin horror la multitud de

millones de hombres que aniquilaron en el continente i en las islas de ámbas Américas. En la actual revolucion se han expuesto a los ojos del público aquellos horrendos monumentos de bárbara atrocidad. Pueden verse en los periódicos de Buenos Aires, en la Aurora de Chile, en los diarios de las cortes, i en muchos papeles impresos en Londres. En la Aurora se halla el vaticinio del venerable obispo Las Casas de la total ruina de la España en castigo de las atrocidades cometidas en todos estos paises desarmados e inocentes. Habia pues de llegar el tremendo dia de las venganzas. Todas las repúblicas, i todos los tronos han comparecido tarde o temprano delante del tribunal del Juez Supremo. Los imperios mas poderosos i formidables han desaparecido de la faz de la tierra; las naciones han sido exterminadas, han perdido hasta el nombre, cuando sus delitos han llenado la balanza, o cuando llega cierto periodo señalado. Léjos la España en sus últimas amarguras, i herida con tantas plagas, de dar señales de arrepentimiento, solo las ha dado de obstinacion e impenitencia. En la revolucion de América ha vertido torrentes de sangre. Los últimos momentos i agonias de su odiosa dominacion, sus últimos esfuerzos por sostener sus usurpaciones, se han señalado con hechos mui atroces en Méjico, Caracas, Quito, Potosí etc.

Las violentas medidas de bárbara ferocidad adoptadas contra las Américas por los nuevos gobiernos españoles, prueban bien que el espíritu de opresion i tiranía es comun a toda aquella nacion, i que sus delitos son nacionales. No se ha armado contra nosotros un Felipe II. sino la rejencia i las cortes de Cádiz, esto es, un poder ejecutivo i un congreso nacional. Al paso que pelean por la libertad en Europa, intentan eternizar la esclavitud en

las Américas. Maldicen la crueldad del emperador de los franceses, i ellos han sido en el Alto Perú, en Méjico, Caracas i Quito aun mas feroces. Ellos han hecho creibles i han reproducido los horrores de la conquista. Su conducta ha sido inspirada no por la lealtad en favor de un trono que ha caido para siempre, sino por las pasiones infernales i sordidas, la soberbia, el odio, la codicia. Solo en un rapto de locura i furor pueden los restos infelices de aquel pueblo concebir la idea de volver a elevar un trono, que está bajo el enorme peso de un poder colosal. Constantes en sus miras de violencia e injusticia aquellos gobiernos, se erijen en soberanos de las Américas a pesar de sus reclamaciones, les dictan leyes desentendiéndose de que les disputan la autoridad, conservan en su nueva constitucion el plan antiguo de opresion i desórden, i decretan contra ellas invasionos, muertes e infamias. En vista de esto sus tropas invasoras no son, o no se dicen ejércitos reales, sino ejércitos de gobiernos intrusos, o de un complot de tiranos. No obstante, ellos se atreven a mirar al cielo, i proclaman que la Providencia los favorece. ¡Impiedad contra la justicia del Ser Supremo! La Providencia no puede bendecir a la injusticia i tiranía. Nosotros, sí, tenemos derecho para invocarla, i ella se ha declarado en favor nuestro no podemos negarlo sin ingratitud. Mil veces la inesperiencia, la excesiva confianza, la falta de prevision i de política, los defectos personales, han conducido al borde de su ruina a las provincias revolucionadas; pero Dios las ha salvado. Oh! que la relijion, la justicia, la beneficencia i las sanas intenciones nos aseguren la continuacion de sus misericordias. La justicia de nuestra causa es palpable, i solo podria perderse por nuestros delitos. ¡Pueblos

i caudillos de los pueblos en tan memorable periodo! no deshonreis la sublime i bellísima causa de la libertad. Vais a influir poderosamente sobre la suerte actual i futura de la especie humana: mostrad al mundo que la libertad no es para los pueblos un peso intolerable, i que pueden ser libres sin atraer sobre sí nuevos infortunios. ¿Quién numerará los males causados por la mal conducida revolucion de Francia? El jeneral desmayo que inspiró aquella serie de acontecimientos melancólicos, fué igual a las esperanzas que se habian concebido de la libertad universal. Un jacobinismo diabólico, una inquietud facciosa, una inmoralidad sin límites, hicieron abortar los planes mas hermosos.

(Del mismo.)

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ILUSTRACION ARAUCANA SACADA DE LOS ARCANOS DE LA

RAZON.

Mártes 7 de Setiembre.

IENDO la libertad del hombre hereditaria del primer tronco humano, forjó la malicia de los tiranos cadenas para atarnos i reducirnos a la mas áspera esclavitud. Todas las causas en el mundo tienen una causa primaria: asi la lei natural es madre de todas las leyes positivas, i la democrácia de todos los gobiernos establecidos en el globo. El autor de la naturaleza grabó en el corazon de los hombres--lo que no quiero para mí no quiero para mis semejantes; estos son los deberes mas sagrados de la creatura racional, i todo el nacido que se aparte de estos

principios es un monstruo. Mas siendo la base de mi discurso estas reflexiones, pasemos a ver cual ha sido la virtud de la Europa en venir a esclavizar a la América por medio de la fuerza, a unos pueblos libres gobernados por un congreso nacional, como la nacion araucana, trayendo por objeto la propagacion de la lei evanjélica, envolviendo lo divino con lo profano i cometiendo las atrocidades de que hace mencion el célebre Molina. Dios puso al hombre en el teatro del mundo libre, i le dijo: crescite et multiplicamini. Cristo señor nuestro autor de la lei de gracia, mui léjos de mandar a sus discípulos de que sembrasen a sangre i fuego la semilla de su lei santa, les ordenó que se apartasen luego de aquella nacion que no creyese en su lei, i que sacudiesen las zandalias para que no llevasen el polvo, ni las arenas de aquellos pueblos incrédulos. Luego todos los pasos con que se condujo la Europa en la conquista de la América son criminales; i de consiguiente la nacion esclavizada de este modo tiene derecho para sacudirse del yugo ignominioso i opresor forjando la mas conocida malicia.

por

Mis escasas luces, i pocos arbitrios no me permiten poner a la faz del mundo un plan interesante a mis conciudadanos: yo he deseado en esta ocasion tener la elocuencia de un Ciceron i la ciencia de un Salomon para demostrar la verdad puramente sin artificio; pero seguire a Quintiliano-majister meus est populus.

Para despedazar el yugo opresor de los tiranos es preciso que hagamos de nosotros una metamórfosis, i para esto es necesario que tengamos carácter, union, amor a la virtud, i horror sempiterno al vicio. Acostumbrémosnos a pensar, dudar, convinar, i haciendo aprecio de los objetos mínimos, alcanzaremos la posesion de los de

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