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EL GOBIERNO A LA DIVISION QUE PARTE DE LA CAPITAL.

Jueves 9 de Setiembre.

ILITARES! sois la fuerza del pueblo, los defen

sores de sus derechos, i los conquistadores de su libertad. Con una accion sola de valor i fortaleza podeis concluir la campaña, confundir a nuestros enemigos, cubrir a la patria de gloria, i adquirir una fama inmortal. El reconocimiento del pueblo será eterno para con sus defensores. Vuestros ascensos i premios serán seguros. El gobierno atenderá únicamente al mérito, al valor i a la disciplina para conferir los mas distinguidos honores. Solo será el mérito personal el que eleve a los hombres: este es uno de los frutos de la libertad que vais a sostener, i del buen órden que ha de resultar de vuestro va: lor i virtud. Mientras os ocupais en las fatigas de la guerra, el gobierno queda al cuidado de vuestras familias: vuestros hijos i esposas sentirán los efectos de su amor paternal. El pueblo no perdonará sacrificios ni gastos para sosteneros: ya no se demorarán las pagas, i todos serán alimentados i vestidos perfectamente. El pueblo tiene suficientes fondos con tal que se administren con economía: i para cubrir los gastos de la guerra no se hará violencia a ninguno: el gobierno detesta la injusticia. Vais a decidir si el pueblo ha de ser libre, o ha de ser esclavo, i vuestra conducta debe ser digna de la fuerza armada de un pueblo cristiano, humano, i justo. Haced amable a las provincias la santa causa que sosteneis; restableced la opinion del pueblo. Pelead con honor por la libertad, para que los tiranos no os hagan instrumentos de

su crueldad e injusticia. Si fuese subyugada la patria, saldrian de ella los ejércitos que llevasen la esclavitud i la muerte a las restantes provincias americanas, que pelean por su libertad. Id soldados de la patria bajo la proteccion del Dios de los combates; os cubra con su manto la Reina clementísica de las victorias, i volvais al seno de vuestras familias a gozar el fruto de vuestros gloriosos trabajos, una lejislacion prudente, i las dulzuras de la paz.

José Miguel Infante. Agustin Eizaguirre. Juan Egaña.

DEL CARACTER DE LA REVOLUCION AMERICANA.

Jueves 16 de Setiembre.

os pueblos, i principalmente los'que dirijen los negocios públicos en las revoluciones, deben tener siempre en el ánimo estas preguntas: ¿qué dirá el muni la posteridad de nosotros? ¿con que colores se presentará nuestra revolucion a los ojos del mundo i de la posteridad? Largamente se discurrió en la Aurora acerca de la necesidad que tienen los estados, i mas aun los estados nacientes, de la buena opinion. Las revoluciones son los pasos atrevidos de los pueblos, exitan varios juicios, i por tanto deben ponerse a cubierto de toda censura. Ademas es un espíritu bien miserable el que no cuida de la fama, i el que no desea que su nombre llegue con estimacion a las edades venideras.

En toda revolucion hai dos cosas principales que con

siderar la causa que se sostiene, i el modo con que se conduce.

Los mejores injénios de la época actual han demostrado con raciocinios invencibles la justicia de nuestra causa. Todos los hombres ilustrados estan en su favor: sus contrarios nada han dicho razonable: i aun los sábios del siglo anterior, que predijeron estos movimientos, los hallaron necesarios i justos, i dignos de un pueblo virtuoso. Aunque el asunto es nuevo, puede decirse que ya todo está dicho, i ya no se hace mas que repetir.

Nos avergonzáramos, porque fuera deshonrar a la naturaleza humana, de persuadirnos que hubiese alguno que pusiese en duda los derechos de la América despues de tantos convencimientos i demostraciones. Tambien el grito de la conciencia, i el sentimiento íntimo de la dignidad del hombre prueba i atestigua la existencia de estos derechos.

Con todo, estos derechos están actualmente atacados con perfidias i violencias: i este es el segundo periodo de la revolucion. Es desgracia mui antigua i frecuente en el mundo que se desprecien i atropellen todos los derechos por eso han habido guerras injustas; por eso siempre es necesario defenderse; sín fuerzas nada vale la justicia i es necesario estar siempre en estado de defensa.

En el caso presente de violentas agresiones contra sus eternos derechos la América ha empuñado la espada de una defensa virtuosa. Sus habitantes son pacíficos, pero la injuticia de sus enemigos los pone en la necesidad de hacer la guerra no solo para repelerlos, sino para que no los hagan verdugos de las restantes provincias americanas para no ser soldados de los tiranos contra sus

vecinos, contra sus compatriotas. No han de sucumbir todas las provincias; i aunque sucumbiesen, no habia de ser a un mismo tiempo; por lo que del seno de las provincias subyugadas habian de salir los ejércitos para llevar la devastacion i la muerte a las que aun peleasen por la libertad. De este modo vendria a ser la patria un seminario de asesinos, i el alimento de una eterna guerra. Entre los destinos odiosos, desgraciados i tristes, que una fortuna cruel puede repartir a los mortales, talvez es el peor el de aquellos hombres que se ven precisados a ser cómplices de los tiranos, instrumentos de destruccion, máquinas de muerte contra sus mismos compatriotas. ¡ Desgracia! pelear unos por el honor de la patria, i otros por hacerla infame. Estos, si perecen en estas contiendas infelices, no mueren en el campo del honor, sino en la oscuridad de la infamia. ¡0 malograda oficialidad de Valdivia, i de Lima! vuestro valor, honor i talentos eran dignos de servir a la honrosa causa que sostenemos; pero os sacrificasteis por los tiranos, i vuestro nombre quedará sin gloria.

Asi es como las provincias revolucionadas, i aun las que permanecen bajo el antiguo yugo, se hallan en la precision de pelear en favor de sí mismas, o en defensa de los tiranos; esto es, o por la libertad i el honor, o por la esclavitud i la deshonra. Si se subyugase Chile, todos saben que lo mas florido de su juventud tendria que hacer la guerra contra Buenos Aires, i llevaria la comision horrible de esparcir la muerte i el duelo por sus provincias interiores.

Si la causa en que estamos empeñados es, segun lo expuesto, necesaria, honorable i justa, se sigue que ha de ser lo mismo la revolucion. Empero esto no basta

para hacerla ilustre, ni es lo que únicamente determina su carácter: él depende de la conducta de los pueblos i de sus caudillos. Su historia ha de aparecer en el mundo, i serán llamados a un juicio imparcial todos sus hechos, sus vicios i sus virtudes. Entónces se pronunciará acerca de su verdadero carácter. Si triunfa, se dirá que hombres i que virtudes le dieron la victoria: si se tiene un éxito infausto, se nombrarán con horror i oprobio los instrumentos del desastre, i los vicios que lo ocasio

naron.

Camilo Henriquez.

DISCURSO EN EL ANIVERSARIO DE LA INSTALACION DEL NUEVO GOBIERNO, POR CAYO HORACIO.

Sábado 18 de Setiembre.

NTRAMOS en el año tercero de la revolucion: ojalá pudieramos decir de la libertad i del imperio de la lei! pero hasta ahora pueblo alguno alcanzó bienes tan grandes i difíciles en tan corto tiempo. No pueden ser momentáneas las obras de la constancia i de la prudencia. Como no es dado a los hombres llegar a la libertad sin pasar por peligros, ni ser libres sin aprender a serlo, i adquirir experiencia, no puede ser el renacimiento político de los pueblos semejante a la aurora en una mañana hermosa i serena. Es necesario pasar por tempestades, i aun por la oscuridad de la noche. Por otra parte, como nunca faltan quienes se interesen en esclavizarlos, o en

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