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tidas, pero voi a dar una prueba nueva de ellas, i que prestará mas luz i fuerza a los raciocinios antes expuestos, insertando, traducido a la letra, un artículo de la importante obra de M. M. de Montgaillard, titulada Situacion de la Gran Bretaña en el año de 1811, traducida al ingles i publicada en Londres el año de 1812. El autor ocupa uno de los primeros empleos en el ministerio de guerra de Francia, i observa el traductor ingles lo siguiente "Ha poco que apareció en Paris esta obra, i por el tono de desafio que respira, i por otras varias circunstancias, se conoce plenamente que es un papel indirectamente oficial i autorizado, i uno de tantos que fulmina la prensa francesa ántes de que el gobierno de aquella nacion desenvuelva algun proyecto importante o haga alguna proposicion."

El artículo de la obra de M. M. Montgaillard, de que hemos hablado, es como sigue.

"En vano los ministros británicos aducen como una escala de comparacion, el estado embarazoso del comercio ingles el año de 1793. Ellos esperan vanamente que la América del sud les abra un vasto mercado para el expendio de sus efectos i manufacturas. El contador mayor de hacienda observa bien, que está probado por treinta años de experiencia, que la abundancia de efectos en un mercado es seguida de la escasez en las ventas. La Inglaterra se ha lisonjeado de que los mercados de Sud América, ahora sobrecargados de efectos, se desembarazarán gradualmente, i de que en el curso de un año pedirán remesas de lo que tiene en almacenes, i despues consumirán cuanto se manufacture anualmente. Este es mal modo de pensar, o por mejor decir, es engañarse a si mismo para engañar a otros, i ex

traviar la opinion pública. En todas las especulaciones comerciales, la cantidad de mercaderias, que debe introducirse a un Estado, debe acomodarse i reglarse al número de los consumidores, i segun este principio, Sud América habia de tener una poblacion de cincuenta millones de individuos, para que en aquellos paises pudiese la Gran Bretaña hallar una venta suficiente: ellos pueden ademas establecer manufacturas o fábricas en su propios territorios, i los Estados Unidos llevarán al sud cuanto puedan trabajar. La parte del Sud del continente americano está al presente atacada de una fiebre revolucionaria, que hace inciertas todas las especulaciones, i puede traer confiscaciones i peligros de gran importancia al comercio en aquellas provincias i reinos. El estado de ajitacion en que se halla ahora Sud América, requiere la consideracion mas séria e imparcial. Seria manifestar la mayor falta de discernimiento formar tratados de comercio con aquellas rejiones, antes de que hayan adquirido una regular i permanente forma de gobierno. Verdaderamente, la América española está ligada a la España i a otras partes de la Europa con lazos tan fuertes, que nos es permitido pensar, que aquellas provincias sentirán la necesidad de colocarse al rededor del estandarte de la madre Patria. Luego que la pacificacion, o subyugacion de España asegure a Sud América el goze honorable de los derechos, que le pertenecen."

Tal es el pasaje interesante de la obra ministerial ya citada; el hombre reflexivo hallará en él un vasto campo a la meditacion, i una prueba de la verdad de cuanto se ha dicho en este discurso. Penetrémosnos de la necesidad que hai de que estas rejiones tengan una forma de gobierno regular i permanente. Tengan su poder

ejecutivo, i su cuerpo lejislativo lejítimamente constituidos, que manden el respeto en lo interior, establezcan alianza, i obtengan el reconocimiento de su soberania. En vano, mui en vano, se proclama esta en lo interior, i en los rincones del propio suelo, sino nos manejamos de modo que todos conozcan que ya no estamos atacados de una fiebre revolucionaria. ¡Oh! que verguenza para el jénero humano! ¿qué son a los ojos de la filosofía los gobiernos revolucionarios de Francia, apesar de sus augustos nombres? nada mas que unos interregnos con el nombre de gobiernos. No se diga que el estado en que estamos es una enfermedad del cuerpo político; que no es mas que una fiebre a veces con letargo, ia veces con delirio, i cuya terminacion será la muerte! No se diga que nuestros esfuerzos por la libertad son los esfuerzos de las pasiones para dar libertad a unos pueblos esclavos de las pasiones. ¡ Mas ah! nuestros pueblos son los mas dóciles, honrados i virtuosos del mundo ¡0 reflexion, o filosofia! tu por la luz de la historia, por el recuerdo de las cosas pasadas i su comparacion con los sucesos i transacciones presentes, anuncias lo porvenir, ves los desastres i calamidades en que corren a precipitarse los pueblos, i eres el infernal suplicio del hombre pensador i amigo de la humanidad.

(Del mismo.)

SUSSE LA CONSTITUCION DE CHILE.

Sabado 9 de Octubre.

A todos i a ninguno
Mis advertencias tocan:
Quien las siente, se culpa,
El que no, que las oiga.

IRIARTE.

E dice jeneralmente por el público, que el dia 3 del corriente hubo en el gobierno una Junta de Corporaciones para tratar sobre varios puntos de mucha arduidad, i que a cada paso salian algunos individuos reclamando la observancia de la constitucion. Este accidente me ha movido a escribir sobre una cosa que siempre me ha hecho cosquillas en lo interior del alma, i que nunca mejor que ahora se debe ventilar mui seriamente. Dicen que hai libertad para pensar, i para escribir; pues vamos a ello, i comenzemos la prueba por lo mas dificultoso. Vamos a atacar la constitucion de Chile: vamos a decir que esa tal constitucion es una pieza completa de sandeces i de arbitrariedades: vamos a decir, que no hai tal constitucion. ¡Que escándalo! ¡Que delirio! Este escrito es preciso quemarlo por manos del verdugo. Me parece que estoi oyendo declamar a ciertos patriotas espantadizos.

No señores: no es delirio, ni escándalo. Ustedes pueden quemar el artículo, i aun darle otro destino menos decoroso; pero vamos despacio. Examinemos nuestra célebre constitucion dejando a un lado su contenido, mientras tratamos de los principios de su autoridad, que es lo mas interesante. Todo el mundo sabe que el 27 de Octubre de 812 se apareció en la sala del Consulado un

papelon en que debian subscribir los vecinos de la capital, que no quisieran exponerse al resentimiento de la tropa. Fueron pocos los que satisfacieron su curiosidad leyéndole antes de firmarlo, i los demas no tratando de otra cosa que de ponerse a cubierto de los insultos que amenazaban, echaron su firma, como suelen decir, en un barbecho. Si obraron en esto mal o bien, lo pueden decir las ocurrencias posteriores. A los pocos dias de esto salieron a luz, o por mejor decir, a la oscuridad de la noche, una cierta clase de disciplinantes, que azotaban cruelmente a todos aquellos, que se habian reusado a suscribir la constitucion. El capitan de artillería D. Joaquin Gamero, que tuvo la presencia de ánimo conveniente para suscribir por otros sujetos diferentes de los que habian en la lista, sufrió su vapulacion a los. pocos dias. D. Nicolas Matorra i D. Ramon Aris, porque dijeron que aquello era violento i nulo, fueron tratados con menos consideracion que Gamero; i otros muchos que quisieron usar de la libertad que todos decantaban, tuvieron que arrepentirse de ser tan crédulos. Yo, i los qne firmaron como yo, anduvimos entre los disciplinantes, como la salamandra entre el fuego, sin recibir el menor daño, porque habiamos pagado el mejor tributo al despotismo. De aquí se inferirá la parte que tuvo la voluntad jeneral en nuestra celebérrima constitucion. Mas yo para quien escribo? ¿Es acaso para el pueblo de Chile, testigo ocular de todos estos acontecimientos? Escusado fuera hacerlo, sino se sacase provecho que repetir lo que todo el mundo sabe. No es otro mi intento, que hacer manifiesta la contradiccion de aquellos, que estando íntimamente persuadidos de la nulidad de la pretendida constitucion, i confesando sus vi

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