Imágenes de páginas
PDF
EPUB

nos expusieron en diversas ocasiones, que la provincia de Concepcion tenia sus diputados en el congreso jeneral, i que siendo sostenida por la de Santiago, no debia tener mayores privilejios que esta; i por último que nosotros como autores de semejantes males, deberiamos en todos tiempos responder al estado de las desgracias, que sucediesen por esta causa. Este nuevo acontecimiento nos obligó a representar a la superioridad en los términos expuestos; i sin mas causa, trataron de sorprendernos, i para consultar nuestra seguridad personal tuvimos que poner sobre las armas el pabellon de granaderos, i tomar el cuartel de artilleria el 15 de Noviembre de 1814, de donde intimamos a los demas cuerpos de la capital no hiciesen movimiento alguno. Al siguiente dia reunido el pueblo en la plaza, nombró a mi hermano D. José Miguel de vocal del poder ejecutivo; dió el grado de brigadier a D. Juan José, i a mí el de teniente coronel, i comandante de artillería, quedando el congreso i el ejecutivo en el ejercicio de todas sus facultades.

Cuando parecia estar todo quieto i tranquilo, entonces trabajaban con mas eficacia para acabar nuestras vidas, i creyeron poderlo ejecutar en la misma sala del congreso, como lo hubieran realizado, a no estar prevenidos por ciertas sospechas, o indicios que precedieron. A pocos dias de este suceso, nos dieron aviso que el 27 de Noviembre en la noche pensaban asesinarnos al regresar de nuestras tertulias. Con esta noticia tomamos prontamente los caballos, dirijiéndonos al punto donde nos esperaban, i en el camino sorprendimos a dos de ellos con las armas en la manos, de allí los pasamos a la cárcel, se les tomaron sus confesiones, i substanciada la causa, resultaron cómplices los que el pueblo no ignora, como

igualmente que les indultamos la vida con la mayor jenerosidad, subrogando un corto destierro a la pena capital.

Desembarazados de estas ocurrencias, 1 convencidos de la nulidad, falta de representacion en el congreso por la ilejitimidad de los representantes, resolvimos disolverlos como se efectuó el 2 de Diciembre sin otras miras que la conservacion del sistema. La provincia de Concepcion negó por entonces la obediencia a la capital, puso tropas sobre Chillan i Linares, lo que obligó a reunir una fuerza considerable en el canton del Maule; i en este mismo tiempo intentaron por tercera vez nuestros enemigos quitarnos de en medio el dia 1.° de Abril de 1812. Descubierta la conspiracion i sus cómplices, usamos con ellos de la misma jenerosidad que con los primeros, para dar un testimonio a todo el reino de lo sensible que nos era darramar la sangre de unos fieros homicidas, que siempre esperábamos reducir a la union, haciéndoles conocer la pureza de nuestros procedimientos, i que el deseo de la salud de nuestros hermanos solo podia obligarnos a sostener el mando, en circunstancias de estar la patria en los mayores apuros, i con un crecido número de enemigos domésticos.

Terminadas las diferencias entre la capital i la provincia de Concepcion, se retiraron las tropas de una i otra parte, i al poco tiempo el partido de los realistas, bajo pretexto de una amistad aparente se echó sobre el señor Rosas, i otros patriotas de aquella provincia, formó una junta de guerra, i se unió a la capital: descubierta la intriga, despachó el gobierno un comisionado para disolverla, i restablecer el sistema, como se verificó el dia tantos de setiembre de 1812.

Cuando nos lisonjéabamos de haber conseguido la reu

nion de los pueblos; cuando creiamos haber restituido el entusiasmo de la libertad civil, i cuando en fin tratábamos de realizar el congreso, que pudiese interpretar la voluntad jeneral sin las trabas i nulidades que el anterior, los enemigos de la tranquilidad conspiran por cuarta vez contra nuestras vidas, son aprendidos los autores, i resultando convictos del sumario, les concedemos una vida, que deseamos conservar con el riezgo de nuestra propia existencia.

La inesperada invasion del ejército de Lima sobre nuestro territorio frustró los planes, que estaban ya formados para poner a los pueblos en el libre uso de sus derechos. Partimos al punto al campo de batalla, para empuñar el acero por la defensa de la patria, i en tan críticas circunstancias, i cuando debian hermanarse nuestros sentimientos, para quebrantar en el último golpe la erguida cerviz del enemigo, la faccion contraria redobla sus esfuerzos, promueve la desconfianza, inspira la desunion, medita nuevos planes inicuos contra sus defensores, destina para los empleos de mayor confianza a unos hombres criminales, i que mas de una vez atentaron contra sus vidas; en una palabra, toca cuantos resortes son imajinables, para desconceptuar nuestra conducta en el concepto de los hombres sensatos, i nos presenta al pueblo como unos déspotas sin otro delito que haber publicado la constitucion de Chile, dando a entender que solo fue parto de nuestra arbitrariedad, prevalidos de la fuerza , que teniamos a nuestra disposicion.

En corazones llenos de jenerosidad jamas puede cimentarse la opresion, ni cosa que suene a tiranía: asi es que en la publicacion de la constitucion no tuvimos otro objeto, que contener a los enemigos del sistema, i estable

cer un tribunal (cuya necesidad se sentia demasiado) compuesto de los hombres de mejor opinion, i mas adictos a nuestra sagrada causa. Para el mejor acierto se reunieron D. Francisco Antonio Perez, D. Jayme Zudañez, D. Manuel Salas, D. Hipólito Villegas, D. Francisco de la Lastra, i el padre Henriquez, que formaron a su gusto todos los artículos, sin que por nuestra parte se hiciese el menor reparo. Ellos se opusieron a la reunion del pueblo, que no juzgaron conveniente por las circunstancias en que nos hallábamos, i tambien a ciertas clausulas que debieron agregarse, para asegurar mejor los derechos de la libertad civil, porque eran incompatibles con las leyes que nos rijen: ellos en fin nombraron los individuos de la Junta, del Senado i del Cabildo, e instaron con importunidad a mi hermano D. José Miguel para que entrase en el gobierno.

El pueblo que hasta ahora ignoraba estos hechos decidirá de la conducta de uno de sus autores, que tuvo la osadia i desverguenza de declarar a presencia de las corporaciones, que la constitucion era obra de la fuerza i del despotismo, cuando no solo tuvo parte en su formacion, sino tambien, despues de haberla públicamente aprobado, solicitó a sus amigos, para que fuesen a firmarla a la casa de un patriota, donde estaba depositada.

Consiguientes a estas debilidades, i figurándose que todos visten el ropaje de la iniquidad como ellos, prosiguen hablando descaradamente contra las operaciones i conducta del ejército restaurador i sus jefes, i que los exesos de las divisiones de su mando motivaron la insurreccion de la provincia de Concepcion, siendo notorio que fueron perpetrados por algunos comisionados para la cus

todia de los caballos i bagajes, i tambien por otros agregados, que fué imposible reducir a la disciplina del soldado. Los pueblos se quejaron con justicia, i resentido el jeneral de estos males, trató de remediarlos, llamando por un bando a los agraviados para restituirles sus bienes, i darles una pública satisfaccion con el ejemplar escarmiento de los que resultasen delincuentes.

Desde el momento en que el ejército restaurador atravesó el Maule para contener al enemigo, la patria ha solemnizado en diferentes ocasiones los triunfos de sus valientes defensores. Los extragos que a cada paso cometia el enemigo en las propiedades de los patriotas, jamas provocaron la venganza del jeneral en jefe, antes por el contrario llevado de los sentimientos de humanidad, trató siempre de contener el furor de las tropas de su mando. ¿I qué documentos tan ocultos serian los que tienen los facciosos, para formar acusaciones contra el jeneral i demas jefes de division? Sin duda que les habrá venido el testimonio de algunos oficiales, que prófugos del campo del honor, tratan de desfigurar hechos que debian avergonzarles: o quizá sea el papel escrito por D. Matias de la Fuente, intendente del ejército real, para seducir al virtuoso Soto, subdelegado de Linares, papel repito lleno de embustes en que celebra la victoria de sus armas en los campos de Yerbas Buenas i S. Cárlos, cuando es constante que en el primero una guerrilla de 300 hombres llenó de terror sus rangos, obligándoles a retroceder precipitadamente sobre Chillan; i en el segundo a tomar despavoridos la fuga atravesando el Ñuble con tal aturdimiento, que abandonaron cañones i equipajes, siendo muchos soldados víctimas de la impetuosidad de sus

aguas.

« AnteriorContinuar »