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tres meses del espantoso allanamiento i demolimiento de mi casa, ordenado por el jeneral Elio, que a tan Horribles atentados añadió el de hundirme en una prision, agoviándome despues con mil denuestos i vilipendios, a cual mas denigrativo. ¿Quién podrá imajinarse que mi casa, saqueada, destrozada, i batida por tres puntos a un tiempo, (cual si fuera un castillo ocupado por franceses) se halle todavía ofreciendo a los ojos de los ciudadanos de la isla de Leon el lamentable espectáculo de unas ruinas tan escandalosas.....? ¡Ah! Los escombros de estas paredes atrozmente despedazadas, estas puertas destruidas i hechas astillas a impulso del despotismo mas feroz, están respirando venganza, i en su silencio pavoroso piden enérjicamente que se haga pronta justicia a su inocente dueño, para que pueda reedificarlas.

Señor: la venerable constitucion ha sido hollada i manchada audazmente, i estas huellas i manchas atrevidas solo se lavan i purifican con sangre. La que corre por mis trémulas venas aquí está pronta, si la impura que debe verterse no se derrama. Una infraccion tan osada del código sagrado de nuestros derechos civiles i políticos solo puede expiarse derribando lá cabeza del soberbio delincuente, por mas encumbrado que sea: delante de las santas i majestuosas tablas de la lei fundamental iguales son todos los ciudadanos desde el primer rejente hasta el español mas pobre. ¿Qué es un jeneral comparado con el soberano pueblo español? Menos que un átomo respecto del radiante i luminoso astro del dia. Pues ¿cómo el jeneral Elío ha tenido la avilantez de insultar a la nacion soberana con el inaudito atropellamiento de persona en la noche del 5 de Junio, noche aciaga,

mi

que hará época en los negros anales de la mas descarada arbitrariedad? ¿No se horroriza V. M. de que a pocas horas de haberse jurado i mandado observar la lei política de la monarquía, haya sido quebrantada de la manera mas insolente, no ya en Buenos Aires, o en otras mas remotas rejiones de la España americana, (lo cual no seria tan escandaloso) sino a dos leguas únicas de la excelsitud del trono de V. M.?

Por los papeles públicos he sido sabedor de que la rejencia, lejos de haber decretado el arresto de tan orgulloso infractor de nuestra constitucion, ántes bien le ha premiado; pues por premio tenemos todo el público i yó el nuevo destino que se le ha dado en ese ejército, que ahora con el nombre de tercero, i ántes con el de centro, siempre ha sido tan malhadado en manos de todos sus jenerales en jefe. ¿Podremos, pues, esperar que la rejencia castigue ejemplarmente este crímen de lesa constitucion? Yo por mi parte no lo espero, ni debo esperarlo, sobre todo contemplando el áspero recibimiento i cruel acojida que merecí de su presidente el Sr. Duque del Infantado, cuando fui a su casa a presentarle un memorial pidiendo justicia. Siete estados debajo de tierra, donde yo no volviera a parecer jamas, dijo su exelencia que me hubiera sepultado, hallándose en el lugar del jeneral Elio. Hasta con el humillante nombre de mal español insultó mi honradez, i mis tristes canas, brotadas con pobreza pero con honor, en el servicio de mi adorada patria. Si señor, con el nombre detestable de mal español... ¡Valiera mas que su exelencia hubiera sepultado en mis en→ trañas un sangriento puñal, poniendo fin a la lánguida i arrastrada existencia de este desventurado anciano....! ¿Mal español? Eso no.... jamas.... Ni aun de vista co

nozco al intruso rei, ni he estado en Bayona. (*) Si yo hubiera asistido a aquel conciliábulo, ya haria mas de cuatro años que hubiera dado libertad a mi patria i a toda la Europa, razgando con mi espada el abominable pecho del infame, Napoleon, para vengar la horrenda perfidia con que arrebató el cetro a nuestro inocenté Fernando i habria tenido yo mas valor que todos los consejeros juntos de este jóven i desgraciado monarca. (*)

No sé como el ministro de gracia i justicia D. Antonio Cano Manuel pueda decir lo que se lee en el Conciso del 13 del próximo Agosto, (artículos de cortes) a saber, que no he dirijido a la Rejencia representacion alguna igual a la que presenté a S. M. Si lo ha dicho, ha faltado a la verdad; (*) pues con fecha del 18 del pasado Julio dirijí a V. M. una representacion, i otra igual i con la misma fecha puse en manos del Sr. presidente de la Rejencia, duque del Infantado; por cierto que en casa i en el mismo bufete del Sr. presidente de las cortes escribí la fecha en las dos representaciones, como lo puede atestiguar este Sr. Asi en estas dos, como en todas, he insistido fuertemente en la imperiosa necesidad de hacer efectiva la responsabilidad de los soberbios infractores de la constitucion, si es que se quiere que no seamos en el hecho tan esclavos como en tiempo del insolente príncipe de la Paz.

Si no se me hace justicia, (que despues de pasados tres meses ya estar hecha debiera,) con el permiso de V. M. estoi resuelto a quemar la constitucion, i recojiendo sus cenizas, guardar las espetuosa mente en mi seno, i bajar asi con ellas a la negra tumba. (*)

(*) Esto alude a que el Infantado estuvo en Bayona con Fernando VII. (*) El Infantado fue consejero de Fernando VII.

(*) Así habla el que no teme ni debe.

Así habla el hombre de bien i el hombre libre.-El Autor.

Desconozco el miedo, i me siento con bastante valor para morir por la constitucion. Si Daoiz i Velarde ofrecieron espontáneamente sus vidas en el altar de la patria para rescatar la independencia nacional, yo sabré impávido sufrir la muerte por la libertad, aunque sea en un cadalso, lanzando al espirar estos postreros i enérjicos acentos: "¡Muera el despotismo! ¡Viva la libertad civil de los invictos españoles! Oh padres de la patria! Sancionad otra nueva constitucion que tenga efecto; pues esta que hemos jurado, i que reducida a cenizas llevo conmigo al sepúlcro, ha sido inútil con mengua vuestra, no habiéndose castigado a los infractores que la han hollado impudentemente. El pueblo español no quiere déspotas. El pueblo español ha jurado ser libre a su costa. Asi lo publican esos torrentes de sangre que ha derramado i derrama sin cesar por comprar su libertad i su independencia. I una i otra conseguirá a pesar de las impotentes furias de los franceses, i en despecho de esos hombres orgullosos, que se han atrevido a levantarse con sus leyes, porque de mis cenizas renacerá la dulce libertad de mis amados compatriotas."

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Isla de Leon 5 de Setiembre de 1812.

SEÑOR: Ante vuestra soberanía representativa nacional.

G. M. F.

Juzgue ahora cualquiera si el autor del Semanario es moderado i si ensucia la prensa con sus escritos. Juzgue ahora el peor juzgador del mundo, si en Chile se abusa de la libertad de la imprenta. Diga el mejor decidor de todos los decidores, ¿en qué se quiere hacer con

reyes

sistir nuestra libertad? ¿Será en hablar mal de los i vireyes, porque los tenemos lejos? Esta libertad siempre la tuvieron los cobardes aun en tiempo del gobierno antiguo. ¿Será en que podemos hablar bien, escribir elojios a todos aquellos que tienen fuerza i poder? Esta libertad la hai tambien en Constantinopla, en el Senegal, en la Cafrería, i hasta en los mismos infiernos. ¿En qué está pues la liberalidad, la conveniencia, la justicia, la seguridad de este liberalísimo, convenientísimo, justísimo i segurísimo sistema? Yo, i todos los hombres rudos como yo, no entendemos de cosas metafísicas, ni gustamos de palabras mui sonoras i delicadas: las obritas, las obritas son las que nos nutren, las que nos convencen. Mui poco nos importa, que nos digan las proclamas i los papeles públicos: sois libres: se acabó el despotismo: todos somos iguales: todos somos felices: vivimos en la mas completa seguridad: el pueblo es soberano, i la lei de nuestras operaciones es la razon, la justicia. Todo esto es una jerigonza. ¿Corresponden las obras a las palabras? Aquí está el alma del negocio, i el negocio del alma.

Si el pueblo es el soberano, él debe hacer sus leyes, i nadie debe disputarle los actos de su soberanía. Si un individuo del pueblo es libre, nadie debe echarle en cara que use de su libertad. Si alguno quiere descubrir la verdad como hombre libre i como hombre justo, debe valerse de la razon i no de la prepotencia, porque el sable, la pistola, el fusil, o el garrote, no se hicieron para ventilar los negocios de la república entre los mismos republicanos. Estas son unas verdades que no se las levantan al autor del Semanario ni todos los doctores del coleji o de la Sorbona.

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