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sario concluirlo, consolidarlo; este es un edificio majestuoso que ha de reposar sobre bases inmobles. ¡Cuantas repúblicas brillaron algunos momentos con el esplendor de la igualdad, que despues se eclipsaron, o se abismaron en el golfo de la tiranía! Todos sabemos de que modo las de Grecia i de Roma desaparecieron bajo las huellas del despotismo.

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La antiguedad que embellecia con tan hermosos colores sus sucesos, i esparcia tanto interes sobre sus desgracias, ha absorto de tal modo nuestra atencion, que apenas ponemos los ojos en aquella muchedumbre de repúblicas, que salieron del seno de la Italia en los últimos siglos. Veríamos en ellas resplandecer un instante la libertad, i luego extinguirse, semejante a los metéoros cuya claridad es súbita i pasajera.

Aprovechemosnos de las calamidades de los otros pueblos; saquemos sabiduria de sus mismas faltas, i guarde mosnos de habernos elevado tan alto para hacer nuestra caida mas grave.

En el tránsito a la libertad nada hai mas peligroso que la debilidad del gobierno: entonces los crímenes contenidos ántes por el terror, levantan su cabeza odiosa desde el centro de la licencia i corrompen la obra de la prudencia con su haliento pestífero. Entonces amenazada la virtud en sus mas dulces intereses, desmaya i clama por las cadenas antiguas.

¡Oh! Si mudando los gobiernos, se mudasen tambien los hombres que han de vivir bajo su imperio! Si fuese posible depurar sus pasiones a medida que se depuran sus leyes; que fácil seria producir revoluciones felices, i poner en armonía los miembros de una sociedad! Pero desgraciadamente los reglamentos se mudan, i los hom

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bres permanecen los mismos. Entonces ya no hai proporcion entre la lei que manda, i el individuo que debe obedecerla. Esto hemos visto, i esto nos aflijirá mas de una

vez.

¡Ciudadanos, quereis república, i no quereis haceros republicanos: quereis libertad, i no quereis hacer lo que se necesita para ser libres!

Si hablais de igualdad, asignad una noble medida de justicia, de valor, i de beneficencia, i decid: esta es la altura del verdadero ciudadano: nosotros reconocemos por nuestro igual a todo hombre que se eleva hasta aquí.

No bastan las virtudes de los ciudadanos para la conservacion i prosperidad de las repúblicas; el gobierno debe dar el ejemplo, i el tono. La virtud del gobierno consiste en la eleccion de sus ajentes, en la dulzura de sus providencias, en la fidelidad a sus tratados, en la economía de los gastos, la utilidad de los establecimientos, en la distribucion de las recompensas, en fin, en aquel zelo i solicitud que averigua los males i sus causas, reprime las injurias, destruye a los malvados, endulza las calamidades, dá protección al desvalido, i padres a los huérfanos.

Camilo Henriquez.

ORACION, QUE DIJO EN LA SOLEMNE APERTURA DEL SUPREMO CONGRESO NACIONAL DE CHILE EL CIUDADANO HENRIQUEZ, DIPUTADO DEL MISMO AUGUSTO CUERPO, EN LA CATEDRAL DE

SANTIAGO EL DIA 4 DE JULIO DE 1811 (*).

INTRODUCCION DEL EDITOR ARJENTINO.

NTRE las ruinas de la libertad chilená se observa Joculta la ilustre produccion que damos a luz en las siguientes pájinas. Llegó a manos del jeneral San Martin despues de haber triunfado en Chacabuco, i conociendo su mérito, la ha remitido a esta capital con especial encargo de su impresion. ¡Que honor no hacen al héroe de los Andes tan insignes desvelos! El ciudadano Henriquez dijo esta oracion en la apertura del Congreso Araucano en el año de 1844, habiendo precedido la aprobacion del mismo augusto cuerpo, que examinó i encontró conforme a sus sentimientos esta obra digna de la ilustracion, de la piedad, i del patriotismo de su autor. Llamamos la atencion a varios periodos en que se habla del rei Fernando con adhesion i con ternura; lo que prueba evidentemente, que las pretensiones de los americanos fueron en los principios conformes a los deberes de la lealtad, i que no se han seducido los pueblos con las teorías de un jacobinismo exaltado. La injusticia de los españoles i la conducta del rei despues de su cautiverio han relajado nuestros vínculos. Nuestras máximas

(*) Esta oracion la hemos adquirido en estos dias solamente a pesar de nuestra solicitud para buscarla en todas partes desde que principiaron nuestros trabajos. Su impresion ha sido hecha en Buenos Aires por disposicion de aquel gobierno el año de 1815, en que la dedicó Camilo Henriquez al Senado i pueblo arjentiño, durante su emigracion en aquella república.-El Editor.

nada han tenido que hacer con la estabilidad de los tronos i con el imperio del órden i las leyes. Los españoles nos calumnian i esta es la última de sus hostilidades. Las pruebas de estos conceptos se encontrarán en la oracion del ciudadano Henriquez, que esperamos sea acojida con aprecio i reconocimiento por todos los patriotas, i considerada como uno de los mas nobles monumentos de nuestros primeros esfuerzos por la salud i la gloria de la patria.

AL SENADO I PUEBLO BONAERENSE.

CAMILO HENRIQUEZ.

Vos que llenais el mundo con célebre renombre,
Restaurando en los pueblos la majestad del hombre:
Cuyas solicitudes, i profunda prudencia

Del error, i del crímen extinguen la influencia,
Esa influencia odiosa, que degrada i oprime:
Que haceis oír las voces de la verdad sublime,
Nociones sacrosantas, principios celestiales,
Que la opresion encubre a los ciegos mortales:
Vereis este discurso con apacibles ojos.

La verdad es intrépida, varonil, animosa:
Es carácter i aliento del alma jenerosa.
Los débiles la temen: isu semblante augusto,
Que descubre atentados, horroriza al injusto.
La verdad es temida de siervos i tiranos.

Empero la proteje una mano invisible.

Su jérmen es eterno; su fuerza irresistible.
La razon se adelanta, aunque su marcha es lenta.

Suceden pueblos blandos a los pueblos atroces.
Las naciones estúpidas, bárbaras, i feroces
A la verdad hicieron porfiada resistencia;
Mas penetró las sombras la luz de la evidencia.
Venció errores extensos, obra de muchos siglos.

De un letargo profundo, de un abismo de daños
Se levantan los pueblos i lloran sus engaños.
Ya con desprecio miran los juegos de su infancia.

Se fatigan los hombres de sus largos martirios
Destrozan sus cadenas: maldicen sus delirios.

Los que jamas pensaban, piensan i reflexionan,
La libertad proclaman, de ser libres blasonan.
Examinan derechos, i encuentran muchos vanos:
No son ya los abusos venerables ancianos.
Instituciones rancias encuentran bien pueriles:
Ya contemplan asuntos recónditos i sérios.
Los ánimos penetran políticos misterios.

Se abisman en las sombras, i hallan la luz en ellas.

Tal vuelo emprende hoi dia el jénio americano,
En quien su antigua pompa cobra el linaje humano.
¡Esfuerzos jenerosos! ¡Insólitos, divinos!

En esfuerzos tan altos los héroes arjentinos
O! ¡Cuán se distinguen! I cuan gloriosamente!

Alzasteis en América la majestuosa frente,
I de vuestras provincias los grillos se rompieron.
Sed libres, les dijisteis, i todas libres fueron.

Peleasteis, i vencisteis, os cubristeis de gloria.
¡Celébre vuestros hechos la musa de la historia!
¡Yo os vea en paz profunda libres i venturosos!

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