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Chile, donde están sus poderes, i las órdenes de Fernando que proclama.

Si en el momento en que deben lisonjearos para seduciros, nada de esto os han dicho, i si por el contrario sabeis que su constitucion i las cortes os han prohibido casi todos estos bienes por leyes expresas i constitucionales; si la experiencia os enseña, que a los americanos que les entregaron a Caracas los envenenaron: que Goyeneche i Tristan, esos infelices americanos que vendieron su patria i su sangre por servirlos, marchan prófugos i esperando la muerte a cada momento: que la ciudad de Méjico no ha recibido hasta ahora otro premio de su resistencia a los patriotas que los insultos públicos con que aquel consulado los ultrajó en las mismas cortes: que en Buenos Aires proyectaron pasar a cuchillo a los americanos: si todo esto es lo que os manifiesta la experiencia de vuestros ojos, decidles ¿qué es lo que entienden por el camino del órden, de la justicia i de las leyes, a que segun dicen, os van a 'conducir? ¡ Pérfidos! Ellos pudieron sostener la causa de España, si hubieran correspondido a los inauditos sacrificios que hizo la América el dia que nos llamaron sus hermanos, i nos prometieron igualdad de derechos. Pero en el acto que recibieron nuestros caudales, nos negaron hasta la esperanza de su compasion. No son pues ellos de los que recibireis los consuelos de los males que primariamente os han orijinado. Infelices de vosotros, si aniquilados ya enteramente sus ejércitos del Perú por el virtuoso i valiente Belgrano, les quedára el único arbitrio de volver a formar tropas de vuestros hijos i hermanos i conduciros a los helados desiertos del Potosí. Entre tanto pues, que en el congreso jeneral que acaba de convocarse para fines de Enero, dic

tais por vosotros mismos el remédio seguro i permanente de todos vuestros males, obrad con firmeza en vuestra defensa, i ocurrid al gobierno por el desagravio de vuestros daños.

¡Provincias ocupadas por el enemigo! dentro de mui pocos dias vais a ser libres; pero vuestro honor, vuestra gloria exijen que pongais de vuestra parte cuanto conviene a la comun felicidad, i al lustre de vuestra opinion! Corred a las banderas de vuestros hermanos que teneis al frente, participad de sus laureles, i sed los restauradores de vuestra patria: nueva organizacion, nuevo arreglo i nuevos cuidados sobre el ejército aseguran a todos los ciudadanos, que ya no experimentarán los males i las pasadas vejaciones.

Sala del Gobierno en el cuartel jeneral de Talca i Noviembre 13 de 1813.

José Miguel Infante =Agustin Eizaguirre=José Ignacio Cienfuegos-Mariano Egaña, Secretario.

Mártes 13 de Noviembre.

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I es casi inexplicable la causa del sarracenismo interno que se contenta con un rencor sombrío, i se manifiesta con maquinaciones sordas, con esparcir especies falsas, i con mantener comunicaciones con los enemigos exteriores, es mucho mas incomprensible el sarracenismo armado, esto es, el frenesí de aquellos que toman las armas contra su misma patria. Este frenesí es el furor de la locura. Efectivamente, los sarracenos ocultos hacen una guerra sin peligro, i aun sin temor. Ellos

cuentan casi siempre con la impunidad. Nunca les falta algun taita, algun protector bastante poderoso, que los disculpe, i los defienda con tanto calor i zelo, como si se tratase de su causa propia. Nunca les falta algun hombre perjudicial por su opinion i facundia, que se declare su abogado. Luis XVI. dijo a los miembros de la Asamblea francesa: "Busco en vosotros jueces, i no encuentro mas que fiscales; " pero mil veces han podido decir en las provincias revolucionadas, a los majistrados, los enemigos interiores: "Creiamos encontrar en vosotros jueces, pero no encontramos jueces, sino padres i amigos. Buena va la danza." Los hombres son audaces cuando pueden serlo sin peligro, i no pueden recelar peligro los que ven paseándose a los malos; los que observan que los procedimientos i aparatos mas ruidosos solo paran en papeles i en farándula como riñas de compadres. Ellos han de tener siempre presente el audaces fortuna juvat, i puede mui bien seguirse esta máxima peligrosa, cuando se cuenta con la impunidad. La audacia, en efecto, ha sido en la crisis actual coronada por la fortuna, o le ha faltado poco para serlo. En la primera revolucion de Quito que fueron confinados fuera de la capital, sublevaron i armaron fácilmente contra ella a todos sus pueblos. Algunos que fueron arrestados en la misma ciudad comunicaron a Guayaquil el estado de las cosas, i escribieron a Lima i aun a Cádiz implorando auxilios, i exponiendo la facilidad de la conquista. En Caracas dió las muestras mas claras de desprecio i poco respeto al nuevo gobierno desde el mismo dia de su instalacion el arzobispo de aquel estado; su ejemplo fué seguido por el clero, i aquel gobierno débil i contemplativo, en vez de sostener su autoridad i mandar el respeto, perdió el tiempo

los

en publicar manifiestos i proclamas, demostrando que el nuevo sistema no era contrario a la relijion católica. Todo va perdido, cuando se quiere componerlo todo con papeles. Si la divina providencia no hubiese estado tan declarada en favor nuestro, mucho tiempo ha que el cetro de los tiranos hubiera oprimido a estas rejiones. Poco faltó para que Alzaga i sus cómplices no empapasen en sangre la patria de los héroes. (*) Poco faltó para que no llegasen a Lima cargados de cadenas i oprobio el benemérito gobernador de Valparaiso, con su familia i algunos patriotas.

No es pues de extrañar que en el seno de los paises revolucionados hayan liberticidas. Lo que sí no cabe en el entendimiento, es que hayan hijos de América, que derramen su sangre en el campo de batalla por la causa de los tiranos. ¿Lo atribuiremos a estupidez, o a perversidad? en unos a lo primero, en otros a lo segundo. Yo sé que la educacion de Goyeneche, i de otros, no fué tan descuidada, que no tuviese idea de los derechos populares; pero su corazon corrompido, su ánimo insensible al remordimiento por el largo uso del crímen, i por vivir entre hombres perversos, i en poblaciones corrompidas, le hicieron preferir la esperanza de títulos pomposos al honor de la patria, i su ambicion tuvo mas fuerza que los raciocinios. La ambicion, como se acerca tanto a la locura, se mezcla fácilmente con el furor i con la estupidez. Por esto no advirtieron estos desnaturalizados que si se confundian los designios de la patria i triunfaban los tiranos, ellos i sus descendientes habian de ser envueltos en la infamia i desprecio en que habian de caer todos los hijos de América. Ellos no advertian que tra- (*) Conspiracion realista en Buenos Aires.—El Editor,

bajaban para los extraños, porque los empleos mas digtinguidos de la América habian de ser para los que nacieron en ultramar, i ahora principalmente, cuándo hai allá tantos a quienes premiar, que son pocos todos los empleos.

Pero el frenesí de los que forman el grueso de los ejércitos enemigos debe atribuirse a ignorancia i estupidez. Ellos probablemente no han leído los papeles del dia, en que se establece la justicia de nuestra causa sobre las pruebas mas convincentes e incontestables. Su educacion ha sido abandonada, su razon no se ha cultivado, i han estado como condenados a una infeliz vejetacion. Ellos no saben lo que es patria, i criados en el desprecio se persuaden naturalmente que solo nacieron para obedecer, i aun para morir obedeciendo, aunque sea a Mustafá, o al gran diablo. ¡Pobres! ellos debian considerar que es mucha tontera dejarse dar balazos solo porque a Mustafá lo hagan Gran Cruz, i porque se salgan con la suya los que gobiernan en Cádiz, hombres a quienes ellos ni conocen, ni les han hecho bien alguno.

No es admiracion que sean sarracenos los tontos. La cabeza del tonto es impenetrable a la luz, está habitada de absurdos i disparates, i llena de tinieblas. Le conviene mui bien lo que se escribe del infierno, que es la morada de las sombras de la muerte, del desórden, i del horror sempiterno. I la prueba de esta verdad es que, habiéndose publicado desde el principio de la revolucion tantos papeles luminosos. i convincentes, aun está por verse uno que hayan escrito los liberticidas en que den una solucion, siquiera plausible, a los raciocínios de los patriotas. La prensa les ha estado abierta en Lima, i en Montevideo; pero aunque el jénio de la libertad produjo

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