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en Lima razgos sublimes i brillantes, obra de una razon ilustrada, mientras duró el Satélite, los sarracenos solo han publicado dicterios bajos i ridículos, desentendiéndose de los fundamentos de la cuestion.

Tampoco es de extrañar que sean sarracenas muchas viejas, ya porque se han puesto decrepitas ántes de tiempo de pura cólera, ya porque nunca salieron de una perpetua infancia, i todos sus pensamientos fueron delirios. Se dice tambien que este sarracenismo es hijo espiritual de la elocuencia de los predicantes auriculares: gracias a la tolerancia de opiniones! Antiguamente se escandalizaban algunos con la tolerancia de los paises cultos; aqui tenemos esta tolerancia, i nadie se escandaliza. Los pueblos cultos no son tolerantes acerca de opiniones políticas subversivas del gobierno, i de la tranquilidad interior; pero nosotros somos en esto mas sábios que ellos. Alabo tanta cultura.

Ninguno de estos sarracenismos es pues de estrañar. El que si no cabe en la cabeza, es el de algunos hombres de ilustracion i de talentos. Estos no pueden estar alucinados por la doctrina de los fanáticos predicantes; ellos se rien de los tales, i de todas sus cosas. Ni respecto de ellos podemos hablar de preocupaciones envejecidas, porque son despreocupados. ¿Por qué causa son pues sarracenos? ¿Los harán acaso enemigos de la patria ciertas esperanzas lisonjeras? ¡Pero como hemos de presumir que hombres de buena razon deseen elevar una caduca fortuna, i esta incierta, sobre la infamia i los cadáveres de sus conciudadanos! Si ello es asi, bien culpable será el gobierno que desplegue una parcialidad escandalosa en favor de las personas distinguidas, i solo oprima i castigue a los desvalidos. El gobierno debe ser

mas rigoroso con los que, por ser mas visibles, son mas perjudiciales por sus malos ejemplos.

Todo gobierno, toda lejislacion cae en desprecio cuando adopta esta funesta parcialidad. Pero desgraciadamente las leyes suelen ser como las telas de arañas, que son una red terrible para las moscas pequeñas, i mui débiles para los moscones. Este síntoma es funesto para los gobiernos nacientes, pues él ha precedido a la ruiną de los gobiernos antiguos. Él es una fuente inagotable de delitos. Las leyes se quebrantan cuando no son respetadas por los poderosos.

En fin, sea lo que fuere, los hombres de juicio deben volver sobre sí. Es lástima que una causa tan mala como la de los tiranos, i tan repugnante a la naturaleza, come contraria a las luces de la filosofía, se glorie con los nombres de las personas ilustradas. Estas deben reflexionar que ya por demasiado tiempo, i bien inútilmente, han combatido los partidarios del gobierno de Cádiz en favor de sus opiniones. ¿Qué han conseguido con su obstinacion? Dejar cubiertos los campos de los cadáveres de sus infelices satélites. Querer pues los enemigos interiores trastornar con solas las fuerzas de su pensamiento el edificio de la libertad, que no han podido destruir los Visires con todo el poder de sus armas i con todos sus recursos, es el extremo del delirio. Esto se hace ya mas palpable con la consideracion de que las fuerzas, los recursos, i las esperanzas de los Visires están destruidas, desvane cidas, confundidas.

Camilo Henriquez.

(*) Por un error tipográfico se puso a este artículo la fecha del 13 de Noviembre debiendo ser del 16 del mismo mes.- -El Editor.

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CARTA DE DIONISIO TERRAZA I REJON A CAYO HORACIO. (*)

Jueves 18 de Noviembre.

No he de callar, por mas que con el dedo,
Ya tocando la boca, o ya la frente,

Silencio avises, o amenazes miedo.

QUEVEDO, SAT.

I querido Cayo: la pasion de escribir es un demonio intolerable. Como hacia tanto tiempo que mi pluma estaba sin ejercicio, la ví de repente seca, con los puntos abiertos, i mas dura que el alma de un tirano. Me lastimaba de verla tan mal parada, i apetecia una proporcion de sacudirle el polvo i ablandarle su dureza; pero aquella pasioncilla que no conocen los héroes, aquella a, quien unos llaman prudencia i otros miedo, me hacia una guerra vigorosa. En este estado vi tu Semanario extraordinario del miércoles 10, i dije: aqui que no peco; me entraré por las obras de Cayo con el rejon en la mano, como Pedro por su casa: él es hombre de paciencia i aguantará los rejonazos, i si no lo fuese, poco arriezgo con este pobre diablo que no tiene soldados, fusiles, ni cañones; nos daremos una sacudida, i la cosa quedará en este estado. A la verdad, Cayo, el partido es igual, i se puede entrar en él a ojos cerrados: no correrá sangre entre nosotros, porque ambos somos hombres de consejo, i enemigos de dar a las manos el oficio de la cabeza, o de la razon.

Digo pues, amigo Cayo, que he visto con gusto tu razgo sobre la influencia que puede tener el clima en el carácter de los hombres. La cosa no era tan nueva para

(*) De Irizarri a Camilo Henriquez.-El Editor.

mí, pues ya la habia visto en un periódico, que se titula el Verdadero Peruano, i segun recuerda mi memoria, creo que su autor era un subdelegado de Pasco, llamado D. J. Larrea i Loredo. Algunos de tus argumentos son pintiparados los mismos que se hallan en aquel papel, i me temo que algun dia el tal subdelegado nos venga contando los cuentos de la Abutarda, i de los Huevos filipinos del chacotero Iriarte, o el del Grajo empavonado del jorobado Esopo. Mas no hai cuidado, porque en tal caso le diremos, que en tiempo de revolucion no se debe andar reparando en niñerías: los conflictos de la patria i de los patriotas son la suprema lei: el señor subdelegado es un sarraceno limeño, i como estamos en tiempo de guerra, podemos apropiarnos sus cosas de la misma suerte que el virei apaña las nuestras que se vayan las observaciones sobre el carácter de los indios en compensacion del Potrillo i de la Perla, (*) i de algunos realitos que nos han atrapado los fieles servidores del Sr. D. Fernando, que de Dios goze.

Yo hubiera celebrado un poco de mas claridad en tus aplicaciones, porque has de saber, Cayo amigo, que asi como al buen entendedor pocas palabras, al que no quiere entender es preciso decírselo cantado i rezado. La sal caústica es un exelente condimento para los guizados que se presentan al público: ella hace sus cosquillas al entrar al gaznate, pero esto mismo es un provecho, porque sensibiliza el paladar i abre el apetito, disponiéndole a devorar gran copia de manjares: si por el contrario, se presentan guizos elegantes sin aquel estímulante, que exita a seguir comiendo, son pocos los que se aprovechan de la ciencia del cocinero, i este viene a (*) Buques insurreccionados por los españoles.-El Editor.

perder casi todo su trabajo. Ahora dime: tu cocinas para ganosos o para desganados? Segun lo que tu mismo dices, la jente anda con achaques de empacho, i en este caso pierdes tu trabajo i tus guizotes tan formales. Ocurramos pues a nuestra sal, i pongamos en movimiento el apetito. Mira, como hubiera yo condimentado tu guizote: no habrá huaso ni demonio que se vaya al otro mundo sin entenderme.

Habeis de saber, paisanos mios, que un tal Montesquieu de gloriosa memoria, i otros varios tan glóriosos como este, dieron en la majadería de decir, que los hombres no eran unos mismos en todas partes; porque aqui el frio, allí el calor, allá la humedad, acullá la sequedad, i mas allá los disparates, hacian que unes fuesen asi i otros asá. De aquí vienen a sacar estos demonios en figura de filósofos, que los que viven en su tierra son sábios i hombres buenos por naturaleza i gracia, porque su clima es a propósito para dar hombres asi, i los que viven en otra parte son ignorantes i viciosos, porque su temperamento asi lo requiere. Estos hombres hicieron a sus semejantes de la misma naturaleza de las calabazas, o de los espárragos, que en unas partes se dan mejor que en otras. Los burros mismos salieron mejor despachados de las manos de estos disparateros, porque habiéndolos dejado igualmente burros en todas partes, no le dieron lugar al clima para hacerlos mas o menos borricos. Discurrid, si podeis, cual seria la razon que les hizo creer a aquellos señores, que el tal clima, o la patraña, tuviese mas influencia sobre el hombre que sobre el burro. Ellos confesaban que este animal estúpido, ya habite los climas frios, ya los calidos, ya los humedos, ya los secos, siempre tiene la misma estupidez, siempre

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