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decir, que esto llena el ánimo del pueblo de esta república de infinitas congojas i alarmas. No podemos dejar de recordar, sean cuales fuesen las pretensiones del emperador de Francia, (pretensiones uniformemente precedidas i acompañadas de los mas violentos actos de injusticia) que solo él es el autor de un sistema meditado contra la neutralidad del comercio, con la mira de destruir la opulencia i el poder de un rival, cuyo interes i política debe ser sostener un comercio tan esencial a su prosperidad propia.

Recorriendo las causas alegadas para la actual guerra, quisiéramos pasar en silencio la serie de transacciones. imperfectamente explanadas i discutidas, i sobre el modo precipitado con que se declaró la guerra, todo lo cual nos alarmó i aflijió demasiado. La causa inmediata de la declaracion de la guerra fueron las buenas disposiciones de la Francia para anular sus decretos: esto es tan digno de examinarse, que no podemos por meros motivos de condescendencia dejar de hacerlo público.

Si pudo justificarse la guerra exclusivamente contra la Gran Bretaña, debió ser por las seguridades que tenia el gobierno de que los decretos franceses contra nuestro comercio habian sido revocados en Noviembre de 1810. Pero el autorizado robo i la destruccion de nuestro comercio; el apresarse nuestros buques por los corsarios de Francia; las sentencias que se dieron contra nosotros por sus tribunales i por el mismo emperador; sus repetidas i solemnes declaraciones de que aquellos decretos estaban en toda su fuerza, i formaban la lei fundamental de aquel imperio, i esto en un tiempo mui posterior a la revocacion que se pretendia, todo es una respuesta suficiente a esta cuestion, i no podemos dejar de lamentar, que

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una cosa tan évidente a todo el pueblo, haya sido de tan poco peso para el congreso anterior.

La materia se ha descubierto ya enteramente, i el pueblo ha palpado con asombro su profunda degradacion. El emperador frances, como si se propusiese humillar i abatir a nuestro gobierno, i anunciar al mundo el extremo desprecio con que nos miraba, reservó hasta Mayo de 1812 la declaracion oficial de que los mencionados decretos no fueron revocados hasta Abril de 1811, i esto, no porque conociese su injusticia, sino porque se habia cumplido con la condicion que prescribió, diciendo que nuestros derechos debian ser respetados por la resistencia que haciamos a las órdenes británicas. Como la Inglaterra aseguraba que revocaria sus órdenes luego que revocasemos el decreto de no importacion, en que se fundaban, i su posterior conducta persuade que asi lo habria realizado, no podemos dejar de lamentar que no sotros no hubiésemos publicado nuestra revocacion, i no sabemos si esto haya de atribuirse al gobierno frances o al nuestro.

Sea cual fuere el verdadero estado de este asunto misterioso, la prontitud con que la Inglaterra se apresuraba a revocar sus órdenes ántes que la declaracion de guerra hecha por los Estados Unidos llegase a su noticia, i la restitucion que iba a hacer de una inmensa suma de propiedades que entonces teniamos en su poder, no dejan duda de que aquella declaracion de guerra fué prematura, i que, a lo menos, su continuacion, despues de que nos es manifiesta la mencionada revocacien, es impropia, impolítica, e injusta.

Creemos con evidencia, que no la justicia, sino la ambicion i el deseo de conquistar, son las principales causas

de la presente guerra. (*) ¿Era necesario que añadiésemos mas ejemplos al catálogo de las repúblicas arruinadas por el espíritu de conquista? ¿Hemos ya olvidado nuestras repetidas protestas, i las lecciones de Washington? ¿Es posible adquirir, ni conservar extensas posesiones sin tener en pié poderosos ejércitos? ¿I sostener estos ejércitos fué jamas compatible con la libertad?

Ya se han visto entre nosotros ejemplos de opresion militar; i un pueblo vijilante, zeloso de sus derechos, debe haber observado algunos atentados contra la libertad de sus elecciones, i para que la autoridad militar subyugue a la civil. Si el lenguaje de algunos que ocupan los primeros empleos; si una cadena de destacamentos militares colocados en lo interior de nuestro pais; si los grandes preparativos que se han hecho en unos puntos que no pueden temer invasiones, al paso que han quedado en abandono los de nuestro pais, que pueden únicamente rezelarlas; si todo esto ha exitado nuestro sobresalto, no menos que los proyectos ocultos de los gobernantes; estos sobresaltos no se han disminuido con la reciente invasion de un vecino que no nos ofendia.

Si estos estados debian sufrir las guerras; si la providencia los destinaba a que marchasen a la esclavitud por la senda de las conquistas i de la usurpacion militar; sentimos que para hacer la prueba se hayan escojido estos momentos i esta ocasion; que mientras las oprimidas naciones de la Europa hacen magnánimos i gloriosos esfuerzos contra el comun enemigo de los estados libres, nosotros los descendientes de Pilgrim, enemigos jurados de la esclavitud civil i relijiosa, cooperemos volun

(*) Llamamos la atención de nuestros lectores a la guerra de Méjico.

El Editor.

tariamente con el opresor para esclavizar mas a las otras naciones; que mientras causamos una diversion a las fuerzas de uno de sus enemigos, ocupemos los indefensos territorios de otros, en cuyos puertos se nos permitió, por la primera vez enarbolar el pabellon de nuestra independencia, i que ahora hace esfuerzos por su existencia bajo la espada del opresor.

Permítase a unos ciudadanos siempre tan zelosos en la causa de la libertad, i que mas contribuyeron a la adopcion de una constitucion, bajo la cual tanto prosperaron en los primeros tiempos, conjurar respetuosamente a las autoridades nacionales, a que se detengan en sus pasos; i los honorables representantes de los otros estados, en quienes hai otros pensamientos, pregúntense a si mismos. ¿No eran suficientemente extensos los territorios de los Estados Unidos ántes de la union de la Luisiana, de la reduccion proyectada del Canadá, i de la ocupacion de la Florida occidental? No tenemos innumerables terrenos incultos, i otros mal cultivados? ¿Pueden conservarse como provincias conquistadas estas adquisiciones sin grandes ejércitos? ¿Se censervan las colonias nacientes sin sangre i sin tesoro? ¿O acaso se medita en el peligroso proyecto de hacerlas nuevos estados, i admitirlas en el cuerpo de la república sin el expreso consentimiento de cada uno de los miembros de la confederacion primitiva? ¿I esta medida no destruye las obligaciones del contrato, que es lo único que sostiene nuestra union?

Hemos sido testigos de la formacion i admision de un estado, fuera del territorio de los Estados Unidos contra los deseos i esfuerzos, i con violacion de los derechos de una de las partes del contrato civil. ¿I aun se intenta continuar esta práctica extendiendo nuestra república a re

jiones pobladas de habitantes, cuyas costumbres, opiniones, relijion i leyes, repugnan con el jénio de nuestro gobierno? Contra esta práctica hostil a los derechos, intereses i seguridad de este estado, destructiva de su poder político, i subversiva del espíritu i principios de la constitucion, protestamos solemnemente.

Los beneficios del gobierno, su vijilancia, proteccion, i recompensas deben distribuirse con igualdad e imparcialidad, i sus cargos deben imponerse con la misma igualdad. Una parte de la confederacion no debe sacrificarse a los locales intereses, pasiones o engrandecimiento de las otras. Con todo, no puede negarse que algunas causas han turbado la balanza, cuya exactitud ha de formar la seguridad de nuestro actual contrato. El remedio está al alcanze del congreso, e invocamos su sabiduría para su aplicacion pronta i eficaz.

Algunos de los que dirijen los destinos de la república han manifestado visiblemente un espíritu hostil al comercio, que procediendo paso a paso con igual severidad, ha logrado al fin por una série de restricciones i trabas destrutivas del cálculo mercantil, por prohibiciones i dobles impuestos, por embargos, i en fin por la guerra, casi aniquilar las reliquias miserables de un comercio que cubrió con sus velas el occeano.

Las contribuciones jamas se han proporcionado a la representacion de cada estado, i la memoria pública determinará con que repugnancia se sujetaron a ellas los estados meridionales, i cuan tarda i parcial fué su colectacion. De los doscientos cincuenta millones de pesos divididos entre los estados por la operacion del gobierno federal, Massachusetts ha pagado mas de cuarenta miIlones, i mas allá de lo que correspondia a su peso po

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