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probó de tal suerte un proyecto contrario a la libertad de sus conciudadanos, que Mauricio solo recibió de su declaracion confusion i verguenza, la que se mudó luego en odio sanguinario. Por entónces la república, lejos de ocuparse únicamente en consolidar su libertad i su poder, estaba ajitada por vanas disputas acerca de la influencia de la divinidad en las acciones de los hombres. Dos sectarios se dividian el imperio de los espíritus, que se habian acalorado tanto, que era ya necesario ser de alguno de los dos partidos. Barnevelt se declaró por el mas tolerante, i esto bastó para que Mauricio se determinase a abrazar el otro, i llevó a tal exeso el abuso de su autoridad, i su ascendiente sobre los fanáticos, que hizo perecer en un cadalso al republicano mas virtuoso que se ha conocido. Mauricio murió mas desgraciadamente: el remordimiento, la amargura, i la desesperacion lo arrastraron al sepúlcro.

La república concedió el estadhouderato a su hermano Federico, que con iguales talentos para la guerra, i una ambicion mas oculta, contribuyó a hacer a su patria una de las grandes potencias de Europa. Bajo su stadhouderato la Holanda, ántes tan abatida que solicitó inútilmente a todas las potencias para que la gobernasen con la condicion de librarla del yugo i venganza española, obligó a la España a reconocer la independencia de los que Hlamaban rebeldes.

(Del mismo.)

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CARTA TERCERA DE ROQUE HARIZMENLIC.

Viernes 21 de Enero.

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E dice que mientras las tropas respiran entusiasmo i ardor heroico, i su presencia estremece al enemigo, i mientras el gobierno restablece la confianza i el afecto jeneral con la justicia, equidad i moderacion, se nota que el fuego patriótico se entibia en algunas partes, i parece que se apaga en otras. ¡Buenos estamos! Ahora que la revolucion casi universal del mundo va a hacer su crisis, i ha de tener pasmosos resultados, felices para los que los reciban i presencien con dignidad, vergonzosos i humillantes para los cobardes e indolentes, aparecemos tibios, acoquinados i confusos. Despues de tantas turbaciones i calamidades vendrá la paz, i si esta se establece en España, no puede ser para que se encruelezca la guerra en las Américas. La América tiene tesoros, pero solo los tiene en profunda paz. No pueden quedar las cosas como estaban ántes; eso fuera cosa mui ridícula. Si se ajitó el occeano, i sus olas amenazaron a los cielos, Neptuno con un golpe de su tridente puede restituir la calma, i con voz terrible imponer silencio a la tempestad. Despues de todo, las tempestades se conjuran, i nada hai mas fácil que conjurar la presente. Todo se logra con la sabiduría cuando le precede la constancia. Reparemos lo que está mas cerca de nosotros, i lo que está mas distante. Tenemos cerca a un enemigo débil que desconfiando de sus fuerzas, apela a tramoyas groseras i ridículas. La suerte de lo que está mas léjos de nosotros, es mui incierta; depende de con

vinaciones políticas que solo podemos conjeturar, i las convinaciones dan nacimiento a nuevas revoluciones. La Europa es el gran teatro de ellas, i como la revolucion de la Francia fue el orijen de tantos sucesos, no han de ser menores los que sigan a la diminucion de su poder, si es cierto que se ha disminuido.

(Del mismo.)

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TERCERA CARTA DE DIONISIO TERRAZA I REJON A CAYO

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HORACIO.

Sábado 5 de Febrero.

I amigo i dueño: sé que las desgracias del ejército de Belgrano en el Perú te han hecho tal impresion, que te has puesto flaco, macilento, i aun impertinente, i como la amistad que te profeso no me per. mite ser insensible, procuro darte el alivio que necesitas,

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que verás en esta receta. Mucho siento verte tan postrado, i mucho mas que esto suceda a un hombre que aspira al renombre de filósofo ni siento menos el daño que nos trae a todos tu maldita enfermedad, que es mil veces mas contajiosa i mortífera que la fiebre amarilla, el vómito prieto, la viruela, i cualquiera otra de esta clase. Debes, pues, por caridad separarte de la comunicacion de tus conciudadanos al mismo tiempo que te pongas en cura, porque sino, en mui breve término será imposible aguantar la pestilencia del contajio. Ya he visto que algunos amigos nuestros empiezan a manifestarse con los síntomas de la epidémia melancólica, que vas

propagando increiblemente, i como nuestros humores se hallan dispuestos en la presente estacion para recibir todo el mal que puede venir del abatimiento de la bílis, me temo muchísimo, que en pocos dias se hará jeneral la manía melancólica que te tiraniza.

Tu complexion es bastante débil, Cayo amigo, i tu cura debe empezar por fortalezerte el cerebro. La imajinacion demasiado viva te presenta unos fantasmas tan horribles, que te sobrecojen, te amilanan i te hacen cometer mil impertinencias. Tan pronto crees ver a Pezuela en medio de sus cañones, vomitando metralla, granadas, i bombas, como se te presenta el verdugo con todos sus instrumentos de muerte amenazando tu triste gaznate. El congreso de Praga se te pone a la vista como si fuese un dragon devorador de las Américas: todo es ruina, desolacion, muerte i miseria ante tus ojos en nada piensas sino en buscar medios de esconderte de los furibundos enojados ministros de la Rejencia, de Sanchez, de Abascal, de Pezuela, Vigodet, i de que se yo cuantos mas. A la verdad no puede darse una situacion mas triste que la tuya; i es preciso confesar que con mucha razon andas cabisbajo i pensativo. ¿Es acaso poco mal estarse un hombre ensayando a morir todos los momentos de su vida? (*) Valiera mas que le despenaran cuanto antes, i le quitasen de encima el insoportable peso del miedo, que es el orijen de los mayores males. Tanto es esto, Cayo amigo, que te has puesto inconocible : ya no solo te hallas abandonado de aquellos sentimientos heroicos del republicanismo, sino que aun has perdido el uso de la crítica para raciocinar con acierto. Voi

(*) Alude a la Orden de la Buena Muerte a que pertenecia Henriquez.

El Editor.

a demostrartelo, para que veas que no estoi equivocado.

Tú no eres ahora como el mayor número de los hombres, que buscan ansiosamente aquellas cosas que desean. Si los demas solicitan noticias favorables, tú las desprecias, i solo crees a puño cerrado lo que nos es mas adverso. La prueba de esto está manifiesta en aquel Semanario en donde, pudiendo haber publicado las noticias mas tristes para Montevideo, que constaban de la comunicacion oficial de Vigodet al virei de Lima, fuiste a embocarnos la especie falsa precisamente de una carta particular, en que se decia que habia en aquella plaza 6000 hombres de guarnicion. Los oficios de Vigodet son melancólicos: en ellos pinta el gran respeto que le causan las tropas de Buenos Aires, hace el mayor elojio del entusiasmo, valor i disciplina de sus enemigos sitiadores, i pondera con asombro la fortaleza, la actividad i los recursos del pueblo glorioso del Rio de la Plata; pero para tí tiene mas fuerza una carta de un hombre desconocido, que un documento oficial que tienes a la vista. Si esto no es haber perdido la chaveta, o habérsela destemplado con el miedo, digo que yo soi el mayor bolonio de todos los bolonios. Digo lo mismo por las noticias de Méjico i Caracas, que como son favorables, no haces mas que apuntarlas con una frialdad suma, i nos llenas los Monitores con noticiones de la evacuacion de España, derrotas de Soult i de Bonaparte, i con otras cuantas baratijas que nos hacen reventar la hiel. Esta es la filosofía? ¿ Esta es crítica? ¿Esto es tener buena la cabeza?

No, Cayo carísimo, es preciso confesar, que lo haces mejor en las letrillas satíricas del Semanario, que en los razgos políticos del Monitor. A lo menos yo soi de sentir

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