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que haces mucho daño a la causa de Chile con dar tanto pasto a tu manía melancólica, i deseara, como soi Rejon, que supieras ocultar un poco el terror pánico que vas tomando a las armas de Pezuela i a las derrotas de Soult. Ya sabes que el miedo abulta i acerca los objetos tristes mucho mas que si se viesen con el telescopio de Herschel: procura pues desprenderte un poco de tu melancolía, i escucha los remdios que te doi.

Considera en primer lugar, Cayo mio, que nuestra causa fue mui árdua desde sus principios: que desde el primer dia de nuestra revolucion debimos prepararnos para vencer o morir, pues hasta hoi no se han conocido en el mundo otros términos a las grandes empresas que se tientan contra los tiranos. Si se vence con la constancia, con la fortaleza, con el entusiasmo, la obra tiene ́un fin glorioso, i es alabada por todos los hombres buenos i malos, grandes i chicos. Si se pierde por la cobardia, por la pusilanimidad, por el bajo miedo, no queda animal viviente que no desprecie a los autores de las innovaciones, i el cuchillo, la horca, el verdugo, los calabozos, los destierros i todas las demas cosas funestas son el resultado preciso e indispensable. Para convencerse de esta verdad no se necesita estudiar mucho, ni calentarse la cabeza con rejistrar los fastos remotos de la historia: basta extender la vista sobre la revolucion de nuestra América. En Méjico, en Caracas, en Quito, en el Perú estamos hartos de ver ahorcados i afusilados a los cobardes que prefirieron entregarse a sus enemigos a la gloria de morir peleando. En los mismos paises hemos visto que los hombres libres, desengañados de su primer error, i agoviados con el peso de una tiranía nueva i mas refinada, cuanto mas cerca de una conquista, se

han despechado, i arrostrando furiosamente la muerte, han logrado abatir a los déspotas con doble trabajo del que hubieran tenido al principio. Todo esto lo sabes tú tan bien como yo, pero no quieres aprovecharte de ello. Tu debes saber que si Sanchez, o Pezuela te logran en sus manos, ya sea rendido como un cordero, ya sea despues de una honrosa capitulacion, te han de hacer representar la trajedia del asesino del príncipe de Orange. ¿De qué te servirán entónces las noticias funestas con que te diviertes ahora? ¿De qué consuelo te habrás hecho con el miedo tan anticipado que te tomas? Los enemigos no entienden de las disculpas jenerales de no sé que, pensé que, entendí que: ellos solo conocen lo que es miedo, i lo que es buena voluntad, i como deben creer que lo segundo no puedes tenerles en mucha abundancia, es mui seguro que te hagan echar un par de cabriolas en el aire, Yo, a lo menos, creo que no escaparia de acompañarte, i por esto no me gusta tratar de composturas, ni de capitulaciones.

Es preciso hacer un ánimo resuelto a morir o vencer, i mirar con desprecio e indignacion los pasos falsos que presenta el miedo como baluarte de las desgracias. Si queremos parecer dignos de conseguir la libertad, debemos tomar el rumbo opuesto que llevan los esclavos: hacer el ánimo a morir, primero que ceder un punto de la empresa heroíca en que hemos entrado: decidirse a no vivir no siendo libres, i sepultarse entre las ruinas de la patria ántes que verla echa presa de un tirano. Pero si en vez de pensar asi, solo tratamos cada uno de huir el cuerpo al comprometimiento, estudiando modos de conservar la vida en cualquier caso, es necesario conocer que no eramos nosotros los hombres que requerian las

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circunstancias, i que hubiéramos hecho mejor el papel de una monja o de una beata que el de un revolucionario, para quien no debe haber riezgo ni peligro.

Hasta ahora jamas hemos tenido un contratiempo, siendo asi que por la misma naturaleza de las cosas debimos haber esperimentado a cada paso nuevos contrastes de la suerte, que jamas es constantemente favorable. El proyecto grandioso de dar libertad a unos paises que habian jemido tres siglos en la esclavitud mas apurada, presentaba desde luego un millon de inconvenientes, entre los cuales la opinion era el mayor. Debiamos conocer desde entonces que habiamos de tener en contra enemigos poderosos; que habiamos de sufrir algunas desgracias, i que si la suerte nos era del todo adversa, no nos quedaba otro recurso que la muerte de los hombres grandes. Nosotros conocimos que la España nos queria mirar todavia como a unos miserables colonos, que debian vivir bajo el yugo de su metrópoli: vimos que las naciones cultas del globo se escandalizaban de la tiranía de nuestros amos, i del sufrimiento cobarde que manifestamos nosotros: quisimos sacudirnos del despotismo, i tomamos el ejemplo de los Suizos, de los Holandeses, de los Americanos del norte, i en una palabra, de todos aquellos pueblos que hoi hermosean las pájinas de la historia con las acciones magníficas que dieron por testimonio de su amor a la libertad. Pero cuando tomamos ejemplo de aquellos héroes para sacudir el vergonzoso yugo de nuestros tiranos, debiamos tambien haber tomado el de sus virtudes, su constancia, su valor, su desprendimiento del interes personal, i todo lo demas que nos falta. Sin esto, ¿qué hazaña hemos creido hacer? ¿Cómo pensamos lograr nuestros fines? Temblando a to

das horas, soñándonos en los patíbulos i en los destierros, ¿cómo llegaremos al fin de nuestra empresa? ¿O creias tú, Cayo amigo, que el proyecto de la libertad era lo mismo que un capítulo de frailes, en donde no se arriezgaba el pescuezo? Pobre de ti, si has caido en tamaño desatino, i mas pobre, si piensas ahora en granjearte la compasion de los Sanchez i de los Pezuelas con llenar los Monitores de noticias lisonjeras para ellos. Persuádete de que ya estás condenado a costear un dia de diversion a los señores realistas, i busca la defensa por otra parte menos ridícula. (*)

Yo te aseguro, Cayo de mi alma, que no hallo modo alguno de conservar mi vida en el caso remoto de ser humillado por estos diablos del sistema antiguo; i asi como todo hombre sabe que ha de morir, cuando llegue el término de su vida, asi yo sé que la mia concluirá con la ruina del sistema de América. Estoi mui conforme, porque aunque no lo estuviera fuera lo mismo, i no trato de otra cosa que de hacer a mis enemigos todo el mal que pueda, mientras viva. Yo sé que morir de un modo o de otro, todo es lo mismo en la substancia, i que con el convencimiento que tengo de la justicia que defiendo, me sobra para morir tan tranquilo como el que mas. Esto es

(*) Aunque esto no es mas que una presuncion del Sr. Irizarri, creemos no obstante que esta presuncion es demasiado injuriosa al Sr. Henriquez, i por lo tanto inmerecida. Podemos juzgar lo mismo que el autor de este artículo de los escritos de Camilo Henriquez, i quizá con mas imparcialidad, puesto que juzgamos fuera del calor de la revolucion, i en estos escritos nada vemos que tenga, ni pueda tener el objeto de recomendarse a los enemigos de la independencia; nada que pueda atribuirse a cobardía. Las primeras i mas avanzadas opiniones que notamos en la prensa sobre independencia pertenecen a Camilo Henriquez. Tal vez nn zelo exesivo por el progreso de la revolucion, un zelo indiscreto, le hacia abultar nuestros males para exitar al pueblo a mayores esfuerzos. Recórranse sus escritos i en todos ellos se observará lo que decimos. Camilo Henriquez fue grande hasta su muerte. No solo Chile, sino la América toda le debe tambien los mas jenerosos sacrificios por su independencia i libertad.

El Editor

en cuanto a lo funesto; i en cuanto a lo favorable soi tambien mui opuesto a tu modo de pensar. ¿Quién es el mentecato que piensa que nos hallamos tan apurados? ¿Cuáles son las pérdidas que hemos tenido? Que Pezuela haya ganado dos victorias en el Perú, he aqui todo el mal, todo el susto, todo el desconsuelo de los melancólicos como tu. I que tenemos con eso? ¿Se acabaron los recursos? ¿Se acabaron los patriotas? Si todos fuesen como algunos que yo conozco, seguramente todo se habria acabado, i los porteños de Buenos Aires habrian ya capitulado reconociendo la Rejencia por patrona, i poniendo su virei à usanza antigua; pero no somos todos tan débiles, i hai todavia pólvora i balas para hacer nuevos esfuerzos. Buenos Aires se ha visto otras veces en peores circunstancias, i en un abrir i cerrar de ojos ha surjido como el aceite en el agua. Méjico ha sido el teatro de la guerra mas sangrienta, i despues de miles de desgracias, de miles de derrotas, i de miles de muertes, hoi los patriotas son los dueños de todo el pais. Caracas ha estado a punto de perderse enteramente: alli hasta la misma naturaleza parece que quizo probar el valor i la constancia de los republicanos, pero todo ha cedido al deseo de ser libres. ¿Qué hubiera sido de aquellos tres grandes estados, si todos los hombres se hubiesen convertido en Cayos? Dias ha que el diablo hubiera dado cuenta de todo.

Mas Chile, en donde hasta hoi no ha habido un contratiempo por parte de los enemigos exteriores, ¿qué tiene de amenazador contra tu vida? Que se perdiese todo el mundo; que Pezuela se volviese un brujo, i aniquilase a Buenos Aires; que Callejas dominase a Méjico; que Monteverde sepultase a todos los caraqueños, ¿por eso

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