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no encuentro una diferencia substancial entre este i otro cualquiera de los monarquicos. Si en éste el déspota hace siempre su voluntad, porque no tiene una lei, que le rija; en los otros hacen lo mismo los reyes, quebrantando todas cuantas leyes hayan en su contra. Por lo cual es evidente, que el que llamamos déspota es el que ejerce el despotismo con menos escándalo de la justicia.

En conclusion, ya hemos visto, que por que por todos respectos la monarquía es una forma de gobieruo, bajo la cual no pueden vivir los hombres felices. En los artículos siguientes trataremos de los demas sistemas gubernativos, cuyos principios nos convenceran mejor, de que cualquiera república ofrece mas ventajas que la mas moderada monarquía, bajo el reinado del mas sábio i virtuoso de los reyes.

(Del mismo.)

SOBRE LOS COBIERNOS REPUBLICANOS.

Sábado 25 de Setiembre.

o hai en el órden civil una voz mas dulce, ni mas sonora, que la de república. Esta voz nos enseña una idea de justicia, de equidad, i de conveniencia que nos hace amable el significado. Nos figuramos un estado rejido sábiamente por la voluntad jeneral, en donde las leyes mas justas protejen los derechos del hombre, sin atender a sus riquezas, ni a sus relaciones; en donde los

intereses públicos no pueden equivocarse, porque son ventilados por la multitud; finalmente creemos, que no hai mas que decir república, para decir felicidad; pero no contamos con nosotros mismos, con nuestras pasiones, ni con los repetidos ejemplos de la historia, que nos hace ver, que el oríjen del mal de los estados está en el corazon de los hombres. Es cierto, que el gobierno republicano es el mas análogo a los intereses de los pueblos; porque estando el poder repartido entre todos los interesados, no parece tan fácil conducirlos a su ruina contra su voluntad; pero como en una soberanía tan extensa, debe necesariamente padecer algo la celeridad, que exije muchas veces la salud pública, es indispensable que la ilustracion supla este defecto, i que la virtud anime los votos de la multitud. Sin esto una república no puede presentar sino el cuadro mas horrible del desórden i la debilidad.

La astucia de algunos individuos sobre la falta de ilustracion de la masa popular ha sido siempre el escollo en que perecen las repúblicas. El pueblo entusiasmado por la libertad, talvez trabaja por destruirla, sin conocer la naturaleza de los medios, que un astuto ambicioso le hace adoptar por convenientes. En esta situacion solo la virtud es perseguida, i solo el vicio tiene lugar en las asambleas : los bandos fomentan la division, i ésta termina en guerras civiles, que disponen los ánimos à recibir con gusto la esclavitud. Consultemos estas verdades con la historia, que es el mejor libro de la política, para que nos convenzamos íntimamente de ellas.

En Atenas solo el pueblo tuvo la culpa de que Pisistrato se alzase con la soberanía: la ignorancia de los Atenienses no pudo ser correjida por los avisos de Solon,

aquellos republicanos se dejaron deslumbrar con las apariencias de virtud que prensentaba el tirano.

En Jénova la falta de virtud tenia en contínua guerra a unas familias contra otras, i sin embargo de que allí se aborrecia el nombre de monarca, tentaron mil veces los Jenoveses variar la forma de gobierno, para ver si en alguna hallaban la tranquilidad; ellos crearon la dignidad de Podestà, que era un jefe casi soberano; que solo ejercia sus funciones por un año, i debia ser extranjero: despues de algun tiempo se varió este nombre en el de Capitan, i viendo que de nada habia servido la variacion, volvieron al anterior. Las convulsiones eran mas frecuentes cada dia, las rivalidades mas sangrientas, los odios mas irreconciliables; i para ver si se podian serenar, elijieron dos gobernadores, de los cuales el uno poco tiempo despues se convirtió en un tirano. En esta alternativa de gobiernos, poco mas o menos turbulentos, sostenidos por la sangre i por los destierros, se fué disponiendo aquella república a recibir un rei de cualquier modo, i lo verificó entregándose a Henrique IV. Este dejó el mando a los veinte años de haberlo tomado, i volvieron los Podestá, i los Capitanes. Se crearon los Abades o Rectores que eran jefes de los plebeyos; pero no estando contentos aquellos jénios turbulentos con ninguno de estos establecimientos, depositaron el poder en la persona de un Dux, que tampoco fué mejor que los otros anteriores. Jénova fué siempre desgraciada con sus gobiernos, porque jamas conoció las virtudes republica

nas.

Venecia, que fué la república de Europa mas poderosa i mas antigua, se gobernó muchos años bajo el mando casi absoluto de los dux, que se elejian en medio de las

mayores convulsiones del estado. Casi siempre tuvo la mayor parte en estas elecciones la intriga i las pasiones de las nobles familias venecianas, i por esto casi siempre tambien fueron unos déspotas los dux. Se creaban tribunales accesorios unos tras otros, segun les parecia que los exijian las circunstancias; pero de nada contribuian estos repentinos establecimientos para la tranquilidad de Venecia. Su sistema fué aristodemocrático, hasta que la astucia i el poder del dux Gradénigo quitó al pueblo su influencia, instituyendo el tribunal de los diez en que se apoyó la aristocrácia. A pesar de lo terrible de este establecimiento, algunos años despues, viendo que no era bastante este valuarte para defender el despotismo del gobierno, se creó otro cuerpo con el nombre de inquisicion del estado, nombre odioso a la libertad i a la justicia. Los inquisidores de Venecia eran del mismo jénero que los que tuvimos en España; su proceder era igual, i sus consecuencias en nada se diferenciaban. Ya se puede conocer lo que seria de los pobres venecianos en una opresion tan infernal. Sin embargo de esto, aquellos republicanos en el nombre amaban a su patria con el mayor entusiasmo, eran poderosos i tenian concepto en todas las cortes europeas. Quizás con un gobierno menos turbulento hubieran podido oponerse a los proyectos ambiciosos del emperador de los franceses; pero sea lo que fuese, hoi no es Venecia mas que un pueblo de esclavos miserables.

Florencia fué otra república en que se esperimentaron los mismos males, i por los mismos principios que en Venecia. El pueblo fue siempre contrario a la nobleza, i aun ésta siempre estaba dividida entre sí. Los destierros, los asesinatos, los robos que pública 1 recíproca

mente cometian unos contra otros, hicieron a los florentinos pensar en reformas. Con este objeto crearon un jefe militar, que con el nombre de Confalonero i la autoridad de toda la república, procurase sosegar los disturbios populares. Despues de ver que esta medida no les habia surtido el efecto que deseaban, derogaron aquel establecimiento i pusieron un ejecutor, que no debia ser ni Florentin, ni Toscano, sino precisamente extranjero. No bastando aun esto para tranquilizarlos, se entregaron al rei de Nápoles, para que los gobernase absolutamente. A los 16 años de esta dominacion absoluta volvieron a erijirse en república, i ésta en medio de todos los contrastes, solo tuvo algunos dias de serenidad bajo el sabio i amable gobierno de los Médicis, que al paso que trabajaban en la grandeza i riqueza de su patria, sabian distraer a los demas nobles i plebeyos de sus antiguos odios i guerras intestinas. Pero esta misma familia, que un tiempo formó las glorias de aquella república, fue despues la que le hizo los mayores agravios. El poder es fatal a los pueblos, cuando se halla en manos ambiciosas, asi como es una desgracia que la virtud se halle otras veces acompañada de la impotencia.

San Marin fué la república mas feliz i mas tranquila de que nos habla la historia. Esta fué siempre de mui corta extension, i de pocas fuerzas para alarmar con su poder a sus vecinos; pero en cambio tenia cuanto necesitaba para hacer respetable su libertad. Siempre pacíficos; siempre honrados, siempre virtuosos, huyeron aquellos habitantes de las divisiones, de los odios, i de los asesinatos tan frecuentes en las otras repúblicas de Italia: su gobierno era democrático, i su historia pudiera reducirse a decir, que en S. Marin se habian refujiado las virtudes repu→

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