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de la Independencia, Belgrano, Sarratea y Rivadavia, abrian negociaciones para monarquizar las regiones del Plata. Antes de Ayacucho, y estando San Martin en el Perú, cuando la guerra de la Independencia establecia una solidaridad sagrada entre todos los pueblos y gobiernos de América, aquí en Buenos-Aires y siendo ministro Rivadavia, se habrian negociaciones con la España, con el objeto de establecer la monarquía, y aun se propuso á la sala votar 20 millones para auxiliar al partido constitucional de España.

Ya en Méjico, Iturbide habia hecho el ensayo de su sangriento imperio, pero expulsado y fuera de la ley, volvió para pagar con su cabeza esa corona que buscaba.

Ya, durante la dictadura de Rosas, sus enemigos políticos atrajeron las naves de Francia y de Inglaterra para intervenir contra el tirano, y poco despues, hicieron flamear en MonteCaseros las banderas del imperio del Brasil.

Ahora poco vemos á la España apoderarse de Santo Do mingo, tambien encubierto el atentado, bajo pretexto de llamamiento y votacion por la España. Solo el gobierno del Perú, que sepamos, protestó como buen americano.

Y últimamente, traidores mejicanos de la escuela de las Tullerías, han estado preparando la invasion de su patria y cebando los oidos del perjuro, con la idea de la monarquía para civilizar á Méjico.

He ahí los hechos exteriores, ostensibles que no olvidan las córtes europeas y que saben invocar á su tiempo.-Nos llaman, dicen.

Los americanos no saben, no pueden gobernarse. Esterilizan las riquezas de su suelo. La anarquía y el despotismo los sumerjen cada dia mas en la barbarie. Desiertos, valles, producciones de todos los climas, riquezas de todo metal, puertos y costas y rios navegables que bañan todas las bellezas de un continente y que pueden conducir á nuestras cañoneras hasta el corazon de América; territorios para todo imperio, para toda monarquía, para todo príncipe, lacayo ó pretendiente;-inviernos sin frio, extension para repartir feudos á los ejércitos de los nuevos franco-godos;-desahogo de nuestras poblaciones repletas, ocupacion á nuestros ejércitos;distraccion á nuestros pueblos compensándolos de nuestro despotismo con las Repúblicas distribuidas en nuevas encomiendas; indemnizacion de nuestros gastos, y sobre todo,

satisfaccion al inmenso fuego de nuestra caridad cristiana, con la civilizacion de esos bárbaros: á América! el atentado va encubierto con el jesuítismo de la libertad; pues vamos á hacer que esos pueblos elijan libremente su forma de Gobierno. Los vamos á libertar de su independencia y de su soberanía, para que sean independientes y soberanos!-Y si no se nos cree, si ya no podemos engañar, somos la fuerza y á nadie tenemos que dar cuenta de nuestra mision civilizadora: á América

SEGUNDA PARTE.

VIII,

LAS CAUSAS DEL PELIGRO, Y EL CHARLATANISMO DEL PROGRESO.

Una causa peligra por tres razones: ó por la debilidad fisica, ó por la incapacidad intelectual, ó por la privacion del elemento moral, como principio y como alma de los hombres que deben sostenerlo: Es decir,-justicia del principio, virtud del defensor.

La causa mas justa puede perderse, si algun error de cálculo ó un estúpido ó miserable la dirije.

La causa mas justa puede perderse, si los que son llamados á sostenerla, no sienten el impulso moral del deber, y ceden al egoismo, indolencia ó cobardía, traicionando sea el gefe, sean los subalternos, sean los pueblos. La causa mas justa puede perderse, si sus campeones representan tal inferioridad numérica, de fuerza, de disciplina, de organizacion y de armamento, que hagan la victoria imposible, pero el sacrificio obligatorio.

¡Qué causa mas justa que la de Hungria en 1848, y sucumbe por la traicion!

¡Qué causa mas justa que la de la Polonia!-y sucumbe

bajo el peso exorbitante de la superioridad de fuerza bruta. ¡Qué causa mas justa que la de la República francesa en 1848! y sucumbe por la incapacidad de sus meneurs socialista-demagogos, por la incapacidad para no descubrir la pertidia, y últimamente por la traicion á la República Romana que prepara la traicion del 2 de Diciembre.

Si! es necesario no olvidar que la justicia puede ser vencida, y no ser como esos doctrinarios, esclecticos ó charlatanes del progreso, que se imaginan ó dicen para no hacer nada, que la justicia ha de triunfar por sí misma.

Y en boca de ellos, en efecto, siempre triunfa la justicia, porque para ellos la justicia ES EL EXITO. Triunfa Roma, es la civilizacion quien triunfa.

Triunfan los bárbaros contra Roma, cae el mundo en la barbarie, nace la feudalidad, se hace noche en la historia: Es la civilizacion que se renueva. Triunfa el catolicismo, la inquisicion se hace institucion santa y consagrada por los papas y monarcas: Es la civilizacion y caridad. Triunfa la monarquía, devorando fueros, vida provincial, municipal, popular, decapitando clases, aboliendo instituciones vitales, centralizando, unitarizando, devorando libertades, riquezas, la sangre y sudor de los pueblos; y se proclama poder divino por boca de Pablo y de Bossuet. Es la civilizacion, es la unidad.

Viene la revolucion á negar esos principios y á derribar esos hechos é instituciones consagradas,-y algunos, aunque no todos dicen, es la justicia.

A esa escuela pertenecen casi todos los historiadores de Francia, esceptuando gloriosamente nuestros ilustres maestros, Michelet y Quinet. Pertenecen á ella todos los filósofos pantheistas, los sectarios de Schelling, de Hegel en Alemania, Cousin, Guizot, y tutti quanti en Francia; últimamen te los Pelletan, y en España como imitador de imitadores, los Castelar y turba multa.

Y tambien en América, el mal habia penetrado.

Así como los poetas imitaron, plagiaron ó dinamizaron á Espronceda y algun otro que habian imitado ó dinamizado á Byron, así tambien los débiles celebros de la juventud, que podian haber recojido los ecos de la epopeya de la Independencia, se conjuraron para llorar y para cantar la desesperacion! Y los escritores americanos del progreso, se ponen á legitimar tambien todos los hechos.

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Volviendo á nuestro asunto, examinemos las causas que por parte de la América la ponen en peligro. Hemos dicho que pueden ser tres:

Causa física,

Causa intelectual,
Causa moral.

La causa física es la debilidad, ó desproporcion incalculable de fuerza.

La causa intelectual es la torpeza que no sabe unir, asociar, dirigir, aumentar las fuerzas físicas, morales é intelectuales de los pueblos, para hacerles converjer al punto, al objeto decisivo, y el error en la concepcion o aplicacion de los principios.

La causa moral consta de dos elementos: la justicia del principio, y la virtud del defensor.

La justicia del principio está probada.
Queda tan solo la virtud del defensor.

La causa física es la inferiodidad de fuerza;
La causa intelectual es torpeza ó error;

La causa moral es la corrupcion del móvil y motor de las acciones, ó el egoismo, la pasion, el vicio y vilipendio autorizados por el ejemplo del que manda, y la pasividad social del que obedece,

IX.

CAUSA FISCA-ó debilidad DE LA AMÉRICA.

Estas tres causas se combinan, y á veces es difícil asignar una sola esclusivamente en la produccion de un fenómeno. Tal es la solidaridad del organismo en el individuo, en los pueblos, en la historia. Una causa intelectual, un error, puede producir debilidad física, y lo mismo sucede con las causas morales. Así como en ciertas enfermedades el debilitamiento fisiológico del organismo hace aparecer á la inteligencia perturbada, así un error en el conocimiento de la causa del mal, ó en la aplicacion del remedio, producen la debilidad física ó la muerte, Así tambien el entusiasmo, el amor, el patriotismo, iluminan la inteligencia y multiplican las fuerzas,

y el egoismo, la indolencia ó cobardía, apagan la inteligencia, y enervan el físico para las empresas varoniles.

Hay pues una gran solidaridad en las tres causas enunciadas, pero las separaremos para facilitar el análisis:

1a.-Debilidad fisica ó notable inferioridad de fuerza. La poblacion americana aparece en el continente como náufragos en el Occeano, adparent rari nantes in gurgite vasto.

En una superficie de tres millones y ochocientos kilómetros cuadrados (ó sea 950,000 leguas) vive esparcido un número de habitantes con poca diferencia como el de Francia, que solo ocupa una superficie de quinientos cuarenta y dos mil kilómetros cuadrados. Creemos que la poblacion de Francia se acerca hoy dia con la Saboya, Niza, Argelia, á cuarenta millones de habitantes.

Bouillet calcula la poblacion de toda la América en treinta y ocho millones, compuesta de

14,000,000 Europeos.
10,000,000 Indígenas.
7,400,000 Negros.
7,000,000 Mestizos.

Refiriéndonos por ahora á la América latina, asignamos,

segun los datos imperfectos que poseemos:

7,000,000 á Méjico,

1,300,000 á la América del Centro,

1,400,000 á la Nueva Granada.

1,000,000 á Venezuela.

800,000 al Ecuador.

2,500,000 al Perú.

1,300,000 á Bolivia.

1,500,000 á Chile.

1,000,000 á la República Argentina.

300,000 á la República Oriental del Uruguay. Hacemos abstraccion del Paraguay y del Brasil, porque no los creemos dignos de entrar en la línea de batalla.

Suma: 18,100,000, ó si se quiere, atendida la dificiencia de los censos, sea diez y nueve millones de habitantes.

Desde Méjico á Chile!-adparent rari nantes,

De modo que por grande que fuese el esfuerzo de una poblacion tan esparcida, dificil es en un momento dado, presentar en el punto atacado, la aglomeracion de fuerzas necesarias para hacer frente á un enemigo que tiene la facilidad de

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