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munidad en la marcha política de las otras. Aunque desempeñando todavía en apariencia un papel secundario, el coronel don Bartolomé Mitre fué el alma de esta evolucion.

El congreso de Santa Fe, retardado por aquellos sucesos, se reunió el 20 de noviembre. Urquiza tuvo el buen sentido de no atacar por entonces á los disidentes de Buenos Aires, i de dejar al congreso en entera libertad, lo que no se esperaba á lo ménos por los unitarios, que en eso fundaban su renuncia. Quizás por esto mismo Urquiza fué más circunspecto. ¡ Feliz inspiracion la de hacer fallar la profecía de nuestros enemigos!

Con todo, i mientras el congreso deliberaba en Santa Fe, la guerra civil brotaba en la misma provincia de Buenos Aires, cuya campaña sublevaba Urquiza. En enero de 1853 el congreso autorizó al director para procurar la cesacion de la guerra i la aceptacion por la provincia de Buenos Aires del acuerdo de San Nico las de los arroyos. Terminóse un arreglo en 9 de marzo, segun el cual Buenos Aires se haria representar en el congreso, reservándose el derecho de examinar despues la constitucion que se diera. Pero el director creyó que no tenia facultad para hacer aquellas concesiones, y se negó á ratificar el convenio hecho por su ajente. Siguió por algun tiempo la guerra, ya abierta de una i otra parte, hasta que cansados y desmoralizados ámbos belijerantes, la suspendieron de hecho. Urquiza dejó en paz à Buenos Aires, por algun tiempo, contentándose con ejercer su autoridad sobre el resto del país.

En 1. de mayo de 1855 el congreso sancionó la constitucion de la Confederacion Arjentina. La tregua dió lugar á mediaciones de algunos ministros estranjeros, que encallaron al principio, i continuó la guerra hasta encontrarse los ejércitos en Cepeda á 25 de octubre de 1859. Aunque las fuerzas de Buenos Aires sufrieron un descalabro, Mitre pudo por una escelente operacion salvar una buena parte, i se fortificó en Buenos Aires, cuyo sitio se habia visto Urquiza obligado á abandonar seis años antes. Desalentado, se retira, dando lugar á anudarse las negociaciones, que terminaron en un arreglo hecho el 11 de noviembre. Bue

nos Aires entraba en la Coufederacion. Dentro de 20 dias se reuniria una convencion provincial, para que examinase la constitucion de Santa Fe. Si tenia que hacerle observaciones, las propondria al congreso federal, i éste convocaria una convencion jeneral ad hoc, en que la provincia disidente seria representada, i pasaria por lo que allí se decidiese. Concluyóse este arreglo por la mediacion del ministro del Paraguai, don Francisco Solano López, i todo hace creer que Buenos Aires no se proponia sino ganar tiempo.

Vencido el período constitucional de Urquiza, deja la presidencia, i le sucede don Santiago Derqui. Faltó ya el gran pretesto de los unitarios bonaerenses; pero ellos buscaron otros para entorpecer la ejecucion del pacto de 11 de noviembre. Siguiendo ese plan, la convencion reunida en Buenos Aires para examinar la constitucion federal propuso numerosas reformas, lo que considerado por el gobierno del Paraná como una hostilidad manifiesta, entorpeció por entonces el curso de la negociacion.

Pero hé aquí que viene 1860, i que Mitre es nombrado gobernador de Buenos Aires. Este solo hecho allanó el camino de la buena intelijencia. Mitre dejó de ser hostíl á la Confederacion, i se propuso bona fide terminar todas las cuestiones. Por un nuevo pacto de 6 de junio se completó el anterior, y se trató de llevar á efecto lo convenido. Las reformas propuestas por Buenos Aires se someterian al congreso; la convencion ad hoc se reuniria en Santa Fe, i terminaria la obra dentro de 30 dias. El resultado se comunicaria á los gobiernos, i el de Buenos Aires promulgaria dentro de 15 la nueva constitucion resultante.

Del 20 al 23 de setiembre la convencion ejecutó su obra, que se firmó el 25 aceptando casi todas las reformas solicitadas por la provincia de Buenos Aires, cuyos representantes habian tenido en la asamblea una gran preponderancia. El 21 de octubre la constitucion reformada se promulgó solemnemente en las dos capitales; pero aún no habian calmado suficientemente los ánimos. Derqui en la Confederacion, i Mitre en su provincia, que querian llegar á una verdadera reconciliacion, eran respectivamente objeto

de la desconfianza de sus partidarios. Los antiguos bandos se encaraban por todas partes, i luchaban en algunas provincias del interior en 1861.

Derqui tuvo la mala inspiracion de intervenir con la fuerza nacional en cuestiones locales de San Juan i Córdoba, i sus enemigos de Buenos Aires se pronunciaron contra el gobierno de la Confederacion. Volvia la guerra. El congreso federal se avanzó hasta anular los tratados de 59 i 60, i quiso tratar á los porteños como rebeldes. Vinieron por tercera vez á las manos los viejos partidos, acaudillados por Urquiza i Mitre, i otra batalla en Pavon el 17 de setiembre de 1861 dió resultados análogos á los anteriores: todos habian perdido, militarmente hablando. Pero el triunfo moral quedó por Buenos Aires i Mitre. Pronto se revolucionó todo el país en favor suyo; Urquiza mismo, disgustado de luchas estériles, aceptó la idea de un nuevo gobierno, con tal que se le dejase tranquilo en su feudo de Entre Rios. Derqui renunció el mando.

Revestido de poderes estraordinarios por los pueblos de la Confederacion, el jeneral Mitre convocó á un congreso nacional, que se reunió el 25 de mayo de 1862, y que le elijió presidente por el término ordinario constitucional. El código político de 1860, planteado por entero, subsiste sin otra reforma que una lijera hecha en 1866 á los arts. 4.° i 67, inciso 1.°, que consiste en prorogar el cobro de los derechos de esportacion destinados á caducar en aquel año.

Entre tanto, las provincias se habian organizado tambien, sancionando sus constituciones de 1853 á 1856, las cuales fueron revisadas por el congreso federal, escepto la de Buenos Aires, que espedida en 1854 lo fué asumiendo la provincia la plenitud de su soberanía, mientras no delegase una parte á la nacion, en que no entraria (art. 171), sino bajo el sistema de gobierno federal. Una de las reformas aceptadas en 1860 consistia en escluir esa revision.

OBSERVACIONES JENERALES

Despues de una larga serie de desastres, la nacion arjentina tuvo al fin una constitucion, que en 1853 llevaba siete años de existencia, i que reformada en 1860 á contentamiento de todos por el ingreso de Buenos Aires, ha sobrellevado ya su tiempo de prueba. Ella ha permitido plantear, por la primera vez, un gobierno nacional fundado en el voto del pueblo arjentino, espresado por los más i segun las fórmulas salvadoras del derecho público escrito. Ella ha garantizado los derechos civiles, entregados antes al capricho de un caudillo provincial sin freno ni en las leyes ni en la opinion; i por tanto, ella promete conservar larga vida, consolidando cada vez mas la nacionalidad arjentina, reducida antes, como se dijo alguna vez de Italia, á una mera espresion jeográfica.

No deja de ser satisfactorio que al fin, i despues de tanta sangre derramada con ocasion de las querellas entre unitarios y federales, hayan venido á ampararse los partidos bajo una misma bandera, aceptando una constitucion federativa segun las ideas i las aspiraciones que allí habian tomado ese rumbo, i no rigorosamente segun fórmulas hechas para otros países y otras circunstancias, como lo haremos notar mas adelante. Por ahora copiemos dos fragmentos de otros tantos escritos autorizados, para mostrar la necesidad imperiosa en que se hallaba la nacion arjentina de darse una constitucion como la que se dió en 1853. Esos escritos, que nos ocuparán mas de una vez, son los « Comentarios de la constitucion de la Confederacion Arjentina, » publicados por el señor don Domingo F. Sarmiento en 1853, y el

informe, redactado por el señor jeneral don Bartolomé Mitre, de la comision que en la convencion provincial de Buenos Aires, tenida en 1860, debia proponer las reformas que dicha provincia descaba introducir en la citada constitucion: llamóse «Informe de la comision examinadora, » i fué suscrito por cinco miembros, entre ellos el mismo señor Sarmiento, como uno de los mas distinguidos convencionales.

<< La América española (dice este último) (1) busca, desde su independencia, en la república, su forma de gobierno, y la República Arjentina ha adoptado la forma republicana representativa, federal, con la constitucion misma del pueblo que hoi es el modelo de esta institucion. La forma republicana le viene de la carencia de dinastías que puedan pretender, como un derecho adquirido ó heredado, el dirijir los negocios públicos ; la forma representativa, de la condicion de las repúblicas modernas i de la dilatada estension territorial; la forma federal, en fin, de sus reyertas internas, que trajeron la disolucion del gobierno jeneral durante el vireinato, de su aislamiento en provincias, i de la necesidad de ayudarse recíprocamente para la comun felicidad, sin que hayan dejado de influir en esto la violencia i la tiranía misma. Pero los hombres de ciencia i prevision han aceptado esta forma de gobierno bajo sus tres modificaciones componentes, ya como un hecho consumado, que seria peligroso contrariar, ya como vulgar preocupacion que no debe ser menospreciada, ya como forma rodeada de prestijios de buen éxito, ya en fin, porque siendo la forma federal ó unitaria simple cuestion administrativa, ni la conciencia ni la dignidad personal están interesadas en el triunfo de una ó de otra. >>

Oigamos ahora á la comision presidida por el señor Mitre (2): << Hasta el presente el único pacto social de la Nacion Arjentina era el acta de su independencia. Desde 1816 hasta hoi la Nacion Arjentina ha hecho varios ensayos constitucionales, sin que

(1) Comentarios, páj. 70.

(2) Informe, páj. 90, Del Diario de las Sesiones.

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