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á Europa. Por otra parte, los peninsulares que pasaban al Nuevo Mundo eran las más veces hombres ignorantes, de poco valer en la metrópoli, mientras que su prole americana recibia alguna educacion, tanto por la tendeneia natural del progreso, cuanto por los mayores recursos de que sus padres disponian.

Todas estas razas i sus combinaciones, que antipatizaban entre sí, pero tenian muchos defectos comunes cual la ignorancia, la supersticion i el poco amor á la industria, se instalaron en una inmensa rejion de territorio, bajo todos los grados de latitud habitables, bañado por caudalosos rios, cortado por estupendas montañas, cubierto de una fecunda superficie, preñado de ricos minerales, i dispuesto á convertirse en la morada de todos los desvalidos. A la conquista, que fué rápida, siguió la colonizacion, cuyo vicioso orijen no era apto para crear una sociedad verdaderamente industriosa, ni un espíritu fraternal, ni un sentimiento justiciero, ni aquella elevacion de alma ó dignidad que rechaza la opresion i aspira á la libertad individual i política.

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Era consiguiente que las colonias de España i Portugal se gobernasen conforme à las ideas reinantes en las respectivas metrópolis, que eran homojéneas, i se distinguian por la iglesia oficial, la prepotencia del clero, la intolerancia relijiosa, el odio i cucion á todo lo estranjero, la preferencia dada á las empresas aleatorias sobre la industria segura, la centralizacion administrativa, la venalidad de los empleos, el gobierno autoritario sin participacion alguna de los pueblos, la justicia lenta, costosa, preocupada i llena de fórmulas inútiles, la severidad i aun crueldad en el sistema penal, con sus ribetes de tortura i de penosos encarcelamientos, i en fin, los monopolios i restricciones industriales, base de tributos numerosos, desiguales i vejatorios.

Al trasladarse á América el sistema político de España i Portugal, debia alterarse un tanto al tenor de las nuevas circunstancias. En primer lugar, la poblacion que recibia el Nuevo Mundo, si bien ignorante, era audaz i emprendedora; si bien pobre, era del estado llano con poquísimas escepciones. De este modo sc

echaban en gran parte los cimientos de la democracia, que no eran sino mui parcialmente contrapesados por la aristocracia introducida de ultramar: aristocracia diminuta, como hemos indicado, i que sufria sérias modificaciones en un mundo donde la propiedad territorial significaba poco, i donde los cargos públicos no le estaban especialmente adscritos. En segundo lugar, las colonias no esperimentaron el azote de los grandes ejércitos permanentes i del militarismo, que el porvenir les reservaba para su época de emancipacion.

Pero en cambio, muchos de los vicios de la administracion peninsular se agravaron en el Nuevo Mundo, ya por la distancia ό por la inmensidad del territorio, que impedia conocer las localidades i sus exijencias, ya por la riqueza de las colonias, que la metrópoli deseaba aprovechar sola, ó ya por la supuesta inferioridad de las razas que componian el grueso de la poblacion. Ello es que las Leyes de Indias i las numerosas cédulas, ordenanzas, resoluciones i reglamentos dictados para el gobierno de dichas colonias, versando las más veces sobre objetos propios del érden municipal, mostraban con frecuencia la más deplorable ignorancia del modo de ser i de las necesidades de las poblaciones. Ni habria podido evitarse el desacierto, sin cambiar de un todo la organizacion política, i sin descentralizar el gobierno colonial, que en su parte lejislativa residia en el monarca i sus consejeros inmediatos.

Veamos otros de los vicios que tomaban en América grande incremento. La desigualdad social, que en la metrópoli se referia al linaje i era efecto más bien de las leyes que de las costumbres, versaba en Indias sobre la diferencia de razas, que ya poco armoniosas de suyo, eran objeto de varia estimacion entre los dominadores. No faltaban, como lo hemos dicho, leyes que favoreciesen á los indíjenas i á los hombres de color libres; pero los españoles i portugueses que residian é imperaban en América los menospreciaban, i hacian para ellos poco ménos que nugatoria la proteccion legal. Lo más odioso, i lo que más influyó en la independencia de las colonias, aunque nacia del mismo deseo de evitarla, era la sistemática esclusion de los criollos de casi todos los cargos

públicos. Esa esclusion no se fundaba tampoco en lei alguna; sinò en la parte discrecional del mando, mucho mayor en una monarquía semi absoluta que en otras formas de gobierno.

Aún más defectuoso que en la metrópoli era el sistema de educacion i enseñanza públicas. Desde luego estaba atribuida al gobierno la instruccion superior, que se concretaba á algunos ramos de sicolojia antigua, á materias teolójicas ó canónicas, i al derecho civil romano i patrio. Casi todas las ciencias, i en especial la economía política, el derecho constitucional i el de jentes, inspiraban serios alarmas á los dominadores del mundo ibero-americano, que imajinaban entorpecer las leyes naturales i eternas de la política, como Josué entorpeció un dia las leyes del sistema planetario. En cuanto á la instruccion popular i primaria, se reducia á las primeras letras, enseñadas en unas pocas escuelas privadas, que costeaban para sus hijos los padres pudientes. I á pesar de todo, no faltaron americanos que educados en Europa, ó en América misma venciendo no pocas dificultades, llegasen á un alto grado de ilustracion, i elevasen su espíritu por la lectura de libros cuya introduccion era más ó ménos furtiva.

Una de las esferas de la actividad social en que mayor ceguedad mostraba la metrópoli, era el comercio de sus colonias. Prohibíase rigorosamente que se hiciera con otros países que la madre patria, i aun se imponia pena capital al estranjero que sin permiso arribara á las playas americanas. De algunos puertos peninsulares se despachaban en ciertas épocas mercaderías, que en gran parte se introducian como nacionales, de Inglaterra, Francia, Italia ó Alemania, i á mui altos precios se revendian por los mercaderes autorizados para el comercio de las Indias. En retorno esportábanse las primeras materias de fabricacion, que no era permitida en las colonias. Varios artículos, como el tabaco, la sal, el aguardiente, la pólvora i los naipes, eran de ilícito comercio por hallarse reservado al gobierno, que hacia del monopolio un recurso fiscal.

Además de este jénero de impuestos, se conocian las alcabalas

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sobre la introduccion de mercancías i contratos traslativos de dominio, los tributos de indíjenas, el papel sellado, i muchos que con diversos nombres gravitaban sobre la produccion, el trasporte ó el consumo de los pocos objetos creados por la industria colonial ó introducidos de fuera por el comercio privilejiado. Todos ellos eran indirectos i violatarios de las sanas doctrinas económicas, mui poco divulgadas entónces aun en naciones más avanzadas que España i Portugal.

Muchos de aquellos americanos que, segun hemos visto, llegaron á ilustrarse, no obstante las dificultades que les rodeaban, comprendieron desde el siglo pasado que ni la América podia estar condenada perpetuamente al absurdo sistema colonial, ni habia nada que esperar de sus actuales dominadores. Pero la empresa de sacudir el yugo i sostituirlo por un gobierno progresivo i respetuoso del derecho, era una empresa titánica, que algunos espíritus impacientes iniciaban á destiempo, i retardaban con sus pasos prematuros alarmando la susceptibilidad de los gober

nantes.

Pero hé ahí que los sucesos ocurridos en la península en el año de 1808 i siguientes, determinaron el momento de la emancipacion decretada mucho antes por la razon filosófica. Invadidos los reinos de España i Portugal por las huestes de Napoleon, la corte del segundo tuvo el buen sentido de trasladarse á América, salvándose de humillaciones i conjurando la guerra civil en sus propios dominios. Ménos avisada la corte de Madrid, i desdeñando el consejo del Príncipe de la Paz, es víctima de su confianza en el gran conquistador de los tiempos modernos. Cae prisionero suyo sin combatir, deja abandonadas sus vastas posesiones, i da oportunidad al establecimiento de esos gobiernos provisorios de España, que imitados en sus colonias de América, pusieron el poder público en manos de los colonos, dándoles la conciencia de su aptitud i ofreciéndoles el medio de realizar su derecho.

Aunque ejercida á nombre de Fernando, los españoles no se resignaban á ver pasar la autoridad á los americanos. Inmediata

mente se oponen con las armas, i empieza la lucha entre padres é hijos áun antes que principiase entre colonos i metropolitanos. Era que los viejos odios se encaraban. I la arrogancia del opresor, no contando por nada las justas aspiraciones ni la altivez del oprimido, presintiendo la tendencia del movimiento colonial, i fiel guardian de los derechos de su señor, no aguardó siquiera la autorizacion del rei cautivo para hacer la guerra al colono innovador.

Restituido á su trono el rei Fernando, la guerra se formalizó, i los colonos carecieron de razon i aun de pretesto para retardar la abierta manifestacion de sus intentos. Quince años de lucha tenaz i sangrienta trajeron la independencia de Hispano-América. Con ella vino el poder público á manos del hijo del suelo. En su furor habia descuajado la tierra de los pocos elementos aristocráticos, que como aliados á la causa de la metrópoli habian entrado en la lid. La ferocidad real habia enjendrado el odio más profundo á la monarquía, que ya no tuvo raiz ni asiento en la América española. De este modo la República nacia como espontáneamente de la nueva situacion. La democracia habia visto perecer sus más poderosos enemigos; pero uno nuevo acababa de brotar entre los estruendos del combate, que iba á entorpecer la organizacion definitiva de la nueva sociedad. El caudillaje osó invocar la libertad que pretendia haber conquistado, i que no hacia sino insultar con su mentida proteccion. Las ambiciones bastardas ocuparon el lugar debido á las lejítimas ambiciones. Retardóse aún el advenimiento de la república democrática i el reinado del derecho. Pero como quiera que sea, muchas naciones han surjido de la colonia ibero-americana. Ellas intentaron constituirse desde que asumieron su individualidad política. Aún se ajitan en ese palenque abierto á las influenciasi las opiniones, i no es fácil predecir cuándo quedará cerrado para los ensayos abortivos.

Mui complicado cra el problema de organizacion presentado á los estadistas hispano-americanos. De un lado, la ciencia abstracta de la política les hubiera ofrecido la naturaleza mental del hom

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