Imágenes de páginas
PDF
EPUB

INTRODUCCION

Considerada como arte, ó sea, el cúmulo de reglas para organizar las sociedades i dirijir su gobierno, la política ha sido ramo de estudio i de enseñanza en todos los tiempos. Dijérase que habia nacido antes que la ciencia, si no fuese una imposibilidad en la secuela de los procedimientos mentales. Pero est que la ciencia yacia en embrion i casi en estado latente, cuando ya basados en parte sobre ella, i más que todo en la imajinacion de los filósofos ú hombres públicos, se trazaban planes de organizacion política i de administracion gubernativa.

No hai ciencia donde no hai esposicion de hechos. I como los de la ciencia política son muchos i complicados; como se resisten á una fácil observacion, que permita en seguida clasificarlos i esponerlos, se creyó i sostuvo por largo tiempo que la política no era ciencia, sino sólo el arte de gobernar á los hombres. Es la edad moderna quien ha demostrado que todo arte nace de una ciencia, i que no podria idearse plan alguno de lejislacion ni de administracion ejecutiva ó judicial sin el conocimiento previo de la naturaleza de la sociedad, de la manera como se crean los gobiernos, de sus formas i especialidades i de los efectos que todas estas circunstancias producen en la suerte del hombre colectivo.

Aun pretendiendo escribir la ciencia, la mayor parte de los publicistas no han hecho sino tentativas de fijar el arte, consul

tando su imajinacion ó sus escasos i confusos conocimientos. sociales, más bien que los hechos sobre que debieran descansar sus deducciones ó reglas. A esta clase pertenecen todos los socialistas desde Platon hasta Fourier; pero hai otra ménos fantástica en que figuran Aristóteles, Santo Tomas de Aquino, Bodin, Hobbes, Locke i Montesquieu, quienes no han desatendido los hechos, sino que los han examinado á medias, parcialmente, segun sus inclinaciones individuales, su época, sus relaciones, su educacion ó sus intereses. Ellos han prestado grandes servicios á la ciencia, esclareciendo separadamente algunas cuestiones, cuya solucion aislada iba aquélla apropiándose, mientras desechaba muchos errores que con la verdad venian envueltos.

Son pocos i recientes los escritores que, como Tocqueville i Hildreth, se han reducido al papel de simples espositores de los hechos, cuyo armonioso conjunto forma la ciencia política rigorosa. Sin proponerse apoyar ó defender opiniones preconcebidas sobre el orijen de los gobiernos ó la superioridad de unas formas sobre otras, han espuesto con laudable paciencia los hechos relativos à la naturaleza i efectos de las instituciones políticas, i del hombre, elemento necesario suyo, tal como se ofrecian á su penetrante observacion. La inmensidad de la materia no ha permitido á tan competentes obreros darnos sino una parte ó una sinópsis de la ciencia; pero han abierto el camino para que otros sigan sus pasos, aplicando al conjunto el severo análisis empleado en una de sus porciones principales por el autor de la Democracia en la América del Norte, i amplificando suficientemente lo que en breves pajinas nos ha enseñado el de la Teoría de la Política.

Mal podria llegar á la perfeccion el arte mientras la ciencia no hubiese pronunciado su última palabra. Pero la ciencia dista mucho todavía de hallarse formada, i apénas se empiezan á echar sus verdaderos fundamentos. De ahí es que las naciones modernas se condenen á interminables debates cuando han menester constituirse ó alterar en lo menor sus leyes constitucio

nales. De ahí tambien la incesante tarea de aquéllas que como la Francia de 89 i las repúblicas hispano-americanas, buscan en libros ó en el ejemplo de otras naciones que ya gozan de ciertos beneficios atribuidos á su organizacion gubernativa, nociones políticas que no les dan los resultados apetecidos. I es que olvidan ó desconocen lo poco que de la ciencia ha llegado á proclamarse, i se estravian en el dédalo de la política ideal ó imajinativa, que no consulta los hechos sino la inspiracion.

Error mui grave i principal ha sido de los políticos sentimentales trazar sus planes de organizacion social i gubernativa sobre nociones imperfectas de la naturaleza humana, sobre incompletos conocimientos históricos, i prescindiendo de la manera de ser del pueblo para quien destinaban sus ensayos. Es decir, que no consultaban la ciencia, porque ella consta á nuestro modo de ver de aquellos tres elementos.

Los primeros pasos en el gobierno de las sociedades han debido ser puramente instintivos, i obra esclusiva de las tendencias naturales del hombre. Social por escelencia, necesitaba propensiones conservadoras de la sociedad; i siendo desde luego injusto por ignorancia ó por desequilibrio de las facultades mentales, era forzoso el establecimiento de una razon i de una justicia supremas que prevaleciesen sobre los malos instintos individuales. Para llegar á las conclusiones de sociedad política i de gobierno, se han imajinado contratos primitivos, no sólo inverosímiles sino inútiles, puesto que todo se esplica por las leyes naturales de la mentalidad humana. Que el hombre no podria desarrollarse ni aun vivir sino en el estado social; que la sociedad es para él, no asunto de cálculo, sino de irresistible instinto, como lo es para muchos otros animales, i que donde quiera que se han encontrado hombres, por salvajes que fuesen, vivian en sociedad, son verdades hoi triviales, aunque en verdad no lo hayan siempre sido.

Ahora bien, donde quiera que ha existido un grupo de individuos humanos, allí se ha visto la presencia de un réjimen

comun, de un gobierno, que al principio ha tomado la forma enbrionaria del patriarcado, i que despues se ha diversificado i complicado á medida que la sociedad se estendia, i con ella las luces, la riqueza i los intereses de todo linaje. No precedió contrato alguno al gobierno orijinario, fundado en leyes naturales tan forzosas como las que determinan la sociedad misma. Hai en la mente humana la facultad ó disposicion à dominar, como hai el sentimiento ó la disposicion à obedecer, i estas dos sencillas leyes son el principio elemental de todo gobierno. Correlativa de aquéllas dos propensiones hai una tercera, que dispone á resistir toda dominacion opresiva, i es el principio de la libertad, como las otras dos, aisladas, producirian el despotismo necesario é incurable.

[ocr errors]

Todas las formas de gobierno, todas las divisiones de los poderes públicos, toda idea de equilibrio político i aun toda revolucion de igual naturaleza, son otros tantos fenómenos determinados por aquellas primitivas leyes en consorcio con el ejercicio de las demás facultades mentales. Creciendo las sociedades viene la desigualdad de las riquezas, que es un medio de predominio en manos de los favoritos de la fortuna. Ya para entónces la guerra ha organizado i disciplinado las huestes militares, creado el caudillaje, i asegurado su preponderancia al valor i la fuerza. Mui pronto tambien la veneracion i la maravillosidad dieron nacimiento á la relijion, con su cortejo de fanatismo, supersticion, sacerdocio i prepotencia de los oficiosos intermediarios entre el Creador i la criatura.

No hai á la verdad instinto, sentimiento ó facultad de la mente humana, cuyo ejercicio no sea una lei más ó ménos activa i más ó ménos influente en los fenómenos políticos; i así no es posible depurar esta fuente de la ciencia para beber en ella con abundancia, mientras no se depure la primera, perdiendo lo que aún tiene de oscuridad i de controversia entre los filósofos que cultivan este ramo de los conocimientos humanos. Pues si la mentolojía no es hoi sino una aspiracion de los frenólogos observadores contra el viejo dogmatismo del yo indiviso, de las facultades

nacidas milagrosamente de un órgano sólo, del albedrío increado que se rebela contra la naturaleza i la fatalidad, ¿ podrá existir la ciencia política, que nace de ella como todas las demás ciencias sociales? No, no es más fácil tener política sin conocer sus primitivas leyes emanadas de la imperatividad, de la veneracion i de la estimacion propia, que lo seria tener moral sin darse cuenta de los sentimientos destinados al cultivo de las relaciones sociales, sin conocer á fondo lo que constituye la voluntad humana, i sin admitir la índole propia i la educabilidad de todas las facultades mentales.

De concierto con las leyes mentolójicas, modificadas segun las razas, cooperan en el establecimiento de los gobiernos las condiciones especiales de cada pueblo, entre las cuales la topografía i el clima del suelo que habita figuran como capitales. Andando los tiempos, una infinidad de circunstancias determinan cambios ó imprimen una fisonomía especial i marcada al paísi su gobierno. Aparte las especialidades, las evoluciones políticas van sujetas á leyes que la historia deduce i el publicista recoje como fuente de la ciencia que cultiva. Ya en la época de Aristóteles pudo acopiarse un crecido número de constituciones, que aquel filósofo comparó, i le sirvieron para sentar los principios de su famosa obra, que aún hoi admiramos. De allí tomó la clasificacion de los gobiernos, la division de los poderes i otras deducciones abstractas, á cuyo lado vemos con pesadumbre campear las preocupaciones de su tiempo, la esclavitud i el menosprecio de la industria, de las cuales no pudo desprenderse.

Una causa de atraso en el andar de la ciencia política es la propension de sus servidores á mirar los fenómenos al traves de prismas engañosos, como son su mentalidad individual i las circunstancias que les rodean. Si es cierto que el historiador no deberia tener patria, relijion ni oficio, el publicista deberia ser un hombre dotado de eminentes cualidades ; una mentalidad desarroIlada por entero i sin grandes escesos ó deficiencias, vida pasada entre diversos pueblos i avezada á costumbres i leyes diversas, una conciencia libre i justiciera, un espíritu, en fin, ajeno de preocupa

« AnteriorContinuar »