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Al calificar los poderes de sus miembros, la cámara de diputados le rechazó como estranjero por veinte i tres votos contra diez i ocho en la sesión de 8 de junio de 1849 por indicación de don José Joaquín Vallejo; pero posteriormente la cámara reconsideró su acuerdo, declarándose que don Carlos Bello estaba en posesión de los derechos de ciudadano chileno, i en aptitud de servir el cargo de diputado, por cuarenta i cuatro votos contra tres, en la sesión de 21 de agosto de 1850, a petición de don Juan Bello, don Ramón Vial i don Cristóbal Valdés.

Don Carlos Bello desempeñó en la política un papel secundario.

No presentó ninguna moción importante, ni pronunció ningún discurso notable.

Se limitó a formar en el partido que dirijían entonces don Manuel Montt, don Antonio Varas, don Manuel Antonio Tocornal i don Antonio García Reyes.

El 24 de agosto de 1852, fue nombrado encargado de negocios de Chile en el Ecuador.

El objeto de su viaje era ofrecer los buenos oficios de Chile para poner término a una desaveniencia seria que había estallado entre las repúblicas de Colombia i del Ecuador por una parte, i la del Perú por la otra.

Bello llevaba instrucciones para impedir a toda costa el rompimiento que se temía.

El mal estado de su salud, solo le permitió permanecer en el Ecuador hasta los primeros meses de 1853.

A su regreso a Chile, redactó por encargo del ministerio de relaciones esteriores un proyecto de reglamento consular.

Don Carlos Bello gozó poco tiempo de la vida. La tisis, ese alguacil de la muerte, según la denomina una vieja crónica americana, le echó su garra.

Cuando el joven sintió los primeros golpes de la enfermedad, se encerró en su aposento, cuya temperatura mantenía siempre igual consultando para ello el termómetro.

Allí vivió; o si se prefiere, sufrió, durante seis meses casi secuestrado de todo trato humano. Era la tumba anticipada.

El 26 de octubre de 1854, falleció a las seis de la mañana, después de aquella larga i penosa agonía.

El 10 del mismo mes i año, quince días antes de morir, firmó, como representante del gobierno, un tratado de amistad, comercio i navegación entre Chile i la Inglaterra.

El entierro de don Carlos Bello fue mui concurrido.

Los ministros de estado, i muchos senadores, diputados, literatos i sujetos respetables acompañaron en este fúnebre acto a don Andrés Bello, que presidió el duelo.

Se notó, sin embargo, con estrañeza que, junto a una tumba en cuyo contorno se apiñaba tan numerosa concurrencia, no se pronunciara ningún discurso.

Parece que los asistentes creían que el autor de Los Amores del Poeta había muerto tiempo hacía. Entre los escritores contemporáneos, solo Guillermo Matta consagró la siguiente composición a la memoria del finado:

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A CARLOS BELLO

¡Viértanse flores! Cuando el hombre nace, cantos i flores al nacer recibe.

Cuna es la tumba! Quien en ella nace, su ser eterno trasfigura i vive.

Luce, estrella de amor! Alma, renace!

XIII

Ernesto.-Juício de la prensa sobre este drama.-Apuntes biográficos respecto de don Rafael Minvielle: nace en España, se educa en Francia i emigra a Buenos Aires.-Funda en esta ciudad el Colejio Mercantil.-Traduce el Ensayo Histórico sobre la revolución de España i Los Desgraciados.-Viene a Chile donde escribe la defensa del coronel Vidaurre.-Toma parte en la espedición contra la Confederación Perú-Boliviana. -Es nombrado miembro de la facultad de filosofía i humanidades, que aprueba sus traducciones del Manual de preceptores i El Libro de las madres i de las preceptoras.-Establece un colejio en Santiago: su conocimiento de las operaciones aritméticas.-Ya no voi a California.-Dramas traducidos por Minvielle.-Conducta observada por éste durante la guerra con España.-Empleos desempeñados por Minvielle i producciones literarias suyas.-Su fallecimiento.

Los Amores del Poeta clareó como una aurora entre las bambalinas i bastidores del Teatro Municipal.

Poco tiempo después, el 9 de octubre de 1842, se representó el Ernesto, drama en tres actos i en prosa, orijinal de don Rafael Minvielle.

Los preceptistas dividen los métodos para escribir la historia en dos sistemas: el uno llamado ad narrandum i el otro ad probandum.

Igual clasificación podría hacerse en las composiciones escénicas i novelescas.

Ernesto es un drama ad probandum.

El autor defiende una tesis en su obra, a saber,

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