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El Colejio Mercantil no decayó de la altura a que se había elevado desde su fundación, como lo patentiza la siguiente nota:

«Buenos Aires, diciembre 29 de 1831.

«El Gobierno ha sido instruído con la mayor satisfacción de los progresos i adelantamientos que en varios ramos de instrucción han manifestado en los últimos exámenes los jóvenes alumnos del Colejio Mercantil por el esmero de su director el señor don Rafael Minvielle; i Su Excelencia espera que, bajo la asidua eficacia i perseverante contracción del mismo director, se repetirán en lo sucesivo iguales actos, que contribuyen tanto a estimular a la juventud, siendo éste uno de los primeros i principales cuidados de la autoridad. En consecuencia, ha resuelto igualmente el Gobierno que por el inspector de obras públicas se manden construír seis medallas de plata según el diseño que le sea presentado por el mismo señor Minvielle, para que sean distribuídas en su nombre entre los jóvenes que se han distinguido en los exámenes, como un premio a su aplicación.

«El ministro que suscribe, al comunicarlo al señor Minvielle, tiene la satisfacción de saludarle del modo mas atento.

«Manuel J. García.

«Al señor don Rafael Minvielle».

Circulan en un cuaderno los discursos pronunciados en la escuela de comercio por su director don Rafael Minvielle i don Juan Andrés Gelly.

Sin desatender las numerosas ocupaciones del rectorado i de la enseñanza, el activo director del Colejio Mercantil colaboró en diversas publicaciones i llevó a cabo algunos trabajos literarios de que voi a hacer mención.

La historia de nuestra madre patria está íntimamente ligada con la de sus hijas afincadas en América, hasta el estremo de que amenudo constituyen una sola.

El descubrimiento i conquista del nuevo mundo tiene su primer acto en la Península Ibérica; i la emancipación de sus colonias tiene su causa próxima en la invasión de la misma por Napoleón.

La paridad de sangre i de lengua, de ideas i costumbres, de problemas, soluciones i tendencias, indujo a Minvielle en 1834 a traducir el Ensayo Histórico sobre la revolución de España por el vizconde de Martignac, poniéndole un prólogo de su propia cosecha.

Un libro como este interesaba, no solo a los españoles, sino también a los americanos.

El gobierno arjentino, «considerando lo útil de la propagación de dicha obra,» se suscribió desde luego por el número de sesenta ejemplares.

El Museo Americano, el primer periódico con láminas litografiadas impreso en Buenos Aires en 1835 i 1836 debió a nuestro futuro conciudadano la mitad de su existencia.

«La mayor parte de sus artículos son traducidos del francés, parte por el doctor don Juan María Gutiérrez, i parte por don Rafael Minvielle i su esposa,» dice don A. Zinny en su Efemeridografia Arjirometropolitana.

Tradujo también una novela titulada Los Desgraciados.

El emigrado español, educado en Francia, i establecido en Buenos Aires, vino a fijar su último domicilio en Chile el año de 1837.

Los disturbios políticos le habían obligado siempre a trasladar su hogar, como una tienda portátil, de una comarca a otra.

No se libertó, sin embargo, de trastornos i revueltas en nuestro suelo.

Pocos meses después de su llegada, el 12 de julio, escribió la defensa del coronel don José Antonio Vidaurre leída ante el consejo de guerra que debía juzgarle en ese mismo día por haber acaudillado la revolución que estalló en Quillota i en que pereció el ministro don Diego Portales.

El abogado improvisado, que nunca había estudiado la jurisprudencia, solo dispuso de una hora escasa para meditar, componer i borronear su alegato.

El trámite, por lo demás, era inútil.

Puede decirse que el reo estaba en capilla antes de ser condenado, desde que se hallaba convicto i confeso de una sangrienta sublevación militar. Después de haber conferenciado con el preso, i de acuerdo con éste, el patrocinante limitó a tres puntos la defensa: que el acusado no había tenido confabulación ni trato alguno con el jeneral Santa Cruz; que no había ordenado la muerte de Portales, ni cooperado a ella; i que había manejado con la mayor pureza la caja del batallón Maipo sujeto a su mando, de la cual no había tomado un solo centavo para sí.

Don Rafael Minvielle se incorporó en la espedición enviada contra la Confederación Perú-Bo

liviana en calidad de oficial de la intendencia del ejército.

Durante su permanencia en el territorio invadido, publicó un periódico titulado La Aurora Peruana, que apareció en 1838, dos veces por semana, para justificar las operaciones bélicas.

Los versos insertos en ese papel pertenecen a don Victorino Garrido.

Cuído de hacer esta prevención, porque Minvielle solía rimar de cuando en cuando romances i sonetos.

Sirviendo de secretario al ministro don Ramón Cavareda, llegó hasta Guayaquil en desempeño de una comisión importante.

A fin de dar cumplimiento a la lei de 19 de noviembre de 1842 que creó la universidad de Chile, el gobierno espidió el decreto fecha 28 de junio de 1843, en que designaba los doctores que debían

formarla.

Entre los individuos nombrados para la facultad de filosofía i humanidades, estaba comprendido don Rafael Minvielle, que desempeñó su cargo con intelijencia i asiduidad.

Deseoso de mejorar la instrucción primaria, trató de que los maestros tuviesen el conocimiento exacto de sus obligaciones; i guiado por tal propósito tradujo en 1845 el Manual de Preceptores, acomodándolo al réjimen de nuestras escuelas.

En sesión de 29 de agosto de dicho año, la facultad de filosofía i humanidades prestó su aprobación al libro mencionado.

La educación del bello sexo se halla en Chile en un estado lamentable.

Es mala por la cantidad i por la calidad de las materias que se enseñan.

Urje, por lo tanto, reformarla, si se quiere que la porción mas preciosa de la sociedad salga de la inferioridad en que vejeta.

Las mujeres no están destinadas a ser únicamente hermanas de las flores.

Es preciso que su intelijencia se ilustre para que no se disipen en una estéril apatía i frívolos de

vaneos.

Con el objeto de remediar tamaño atraso, don Rafael Minvielle tradujo libremente, en 1846, El Libro de las madres i de las preceptoras, adaptándolo a nuestras costumbres i creencias.

En vista de un estenso i encomiástico informe suscrito por don José Francisco Gana, la facultad de filosofía i humanidades acordó, en 8 de julio del año citado, que se diesen las gracias al señor Minvielle por su apreciable trabajo; que se recomendase la obra como provechosa a la mejora de la educación; i que se publicase el informe del señor Gana en los periódicos oficiales.

Ese informe está impreso en el número 829 de El Araucano.

Don Andrés Bello dedicó a la traducción de Minvielle un artículo, que puede verse en el tomo VII de sus obras completas.

En 1846, don Rafael Minvielle fundó un colejio en Santiago, como el que había establecido en Buenos Aires.

El mismo desempeñó la clase de francés, idioma que hablaba como su lengua nativa i otras de matemáticas, ciencia a que tenía mucha afición.

Sumamente diestro en materia de cuentas, com

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