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traducción: ¿pensasteis que podíais amarme, decírmelo, poner al cielo por testigo, i después quebrantarlo todo por UN JURAMENTO QUE EL MISMO CIELO NO PUDO ACEPTAR?

«En cuanto a haber cambiado el nombre de Antony en Antonino, diré: que, siendo aquel un nombre de bautismo, i no un apellido de familia, un equivalente a Antonio, he creído que Antonino lo representaba mejor sin dar lugar a que se creyese que Antony era un apellido francés.

«Rafael Minvielle.»

En el número 192 de El Progreso de 30 de junio, don Domingo Faustino Sarmiento publicó un folletín relativo a esta obra, el cual terminaba así:

«No concluiremos este artículo sin tributar un justo homenaje de agradecimiento al señor Minvielle, traductor del Antony. Muchas traducciones suyas de bastante mérito conocíamos ya; pero creemos que en ninguna ha sabido conservar con mas esmero que en ésta las bellezas i el elegante estilo del orijinal».

En Santiago, don Rafael Minvielle tradujo La Cartera de Adolfo Dennery i Aniceto Bourgeois, Las Mujeres de mármol de Teodoro Barrière i Lamberto Thiboust, Los Topos de Victoriano Sarlou, Las Tres Damas de Teodoro Barrière, i algu

nas otras.

Don Domingo Faustino Sarmiento escribió un folletín en el número 139 de El Progreso, correspondiente al 26 de abril de 1843, en que analiza latamente La Cartera i vuelve a elojiar al traductor.

Los Topos i Las Tres Damas no se han representado ni publicado hasta ahora.

La dedicación a los cálculos i problemas aritmé ticos no impidió a don Rafael Minvielle cultivar con empeño la amena literatura, como se ha visto por los datos anteriores.

En 1841, escribió en El Mercurio de Valparaíso varios artículos de costumbres bajo el seudónimo de el duende.

Posteriormente redactó este mismo diario, i después El Progreso.

En 1845, tradujo una novela titulada Amor i Opinión.

En 1854, escribió una excelente biografía de don Manuel Renjifo, que puede leerse en el tomo II de la Galería Nacional de hombres célebres de Chile.

Durante la última guerra con la España, no quiso hallarse en la tremenda situación del protagonista de su primer drama, i se retiró a Buenos Aires, de donde regresó a Chile una vez que se ajustó la tregua llamada paz sin el nombre.

Con fecha 25 de junio de 1869, se promulgó una lei por la cual, «en atención a los servicios prestados por el excontador tesorero don Rafael Minvielle, se le concedió por gracia el derecho de pedir su jubilación con el sueldo del empleo que ejercía».

No es exacto que Chile olvide nunca a sus buenos i leales servidores, salvo las escepciones que desgraciadamente hai en toda regla jeneral.

El 22 de abril de 1875, don Rafael Minvielle fue nombrado profesor de teneduría de libros en el Instituto Nacional; i el 14 de febrero de 1879, rector del liceo de la Serena.

Tales empleos coronan a mis ojos, con la mas brillante aureola, una vida consagrada a la enseñanza i a las letras.

Don Rafael Minvielle murió en Santiago el 31 de enero de 1887.

Al borde de su tumba, don Pedro Lucio Cuadra pronunció el siguiente discurso:

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<Antes de separarnos de estos restos queridos séame permitido dirijiros unas breves palabras de respeto i de cariño en honor de aquél que fue mi profesor i maestro en los primeros años de mi existencia, mi consejero i amigo mas tarde.

«Aunque retirado a la vida privada en los últimos años, el señor Minvielle tiene títulos bastantes a la distinción i al aprecio de los chilenos. Su vida activa i laboriosa le ha permitido en los últimos cincuenta años prestar importantes servicios a la República en las diversas esferas del progreso, puesto que fue a la vez administrador honorable i competente, literato de mérito i educacionista distinguido i laborioso.

«Como organizador i director de diversas oficinas de hacienda, prestó al país notables servicios en su larga carrera pública.

«Como hombre de letras i escritor correcto i castigado, cooperó eficazmente al cultivo de las letras nacionales en el despertar de nuestra literatura, hace cuarenta años, traduciendo diversas obras de literatos estranjeros, escribiendo obras didácticas i dramáticas, i colaborando, en fin, a varias revistas literarias i científicas.

<<Ilustrado por vastos conocimientos, organizó i dirijió con acierto un acreditado establecimiento de educación en esta ciudad, hermoso plantel en que iniciaron sus estudios muchos distinguidos chilenos que han brillado en el foro, en las letras i en las ciencias.

«La sociedad de instrucción primaria, de la cual fue fundador i director durante muchos años, la facultad de filosofía i humanidades de nuestra universidad i el liceo de la Serena, fueron también campo donde pudo prestar señalados servicios a la instrucción pública.

«Hombres, como el señor Minvielle, que desciende al sepulcro con la satisfacción de haber cooperado activamente al progreso intelectual del país, tiene justo título para merecer el respeto i el cariño de todos los chilenos, i el amor i las lágrimas de sus deudos i amigos».

XIV

Las Petorquinas.-Polémica suscitada entre don Domingo Faustino Sarmiento i don Rafael Valentín Valdivieso con ocasión de un folletín publicado por el primero sobre Adel el Zegrí.-— Un Baile de tunos.

En el año de 1840, residían en Santiago dos hermanas cuyo apellido era Pinilla, i que han dejado alguna huella en los fastos teatrales, huella poco consistente de pies pequeños i lijeros.

La mayor se llamaba Tadea; i la menor, Car

men.

Bien pudiera ser que tuvieran otras hermanas; pero no figuraban en las tablas, si mi memoria no me engaña.

Se les conocía con el sobrenombre de las Petorquinas, aludiendo sin duda al lugar de su nacimiento.

Doña Carmen Pinilla era una bailarina de la tierra, notable por su donosura, su ajilidad, su garbo, su cuerpo escultural.

La danza en que lucía, no era académica, ni con mucho; pero atraía las miradas i conquistaba bravos i palmoteos.

Bailaba seguidillas, zamacueca i otras piezas por el estilo.

La Terpsicore Araucana, como la habrían lla

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