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trajedia Florinda i el rei don Rodrigo; i había con-
seguido que uno de sus devotos le compusiese una
petipieza en verso, La Calesa para el baile o El
Apuro de tres damas, a fin de tener ocasión de
bailar ella i una hija la zamacueca al uso de Lima.
Una mujer hermosa propone i dispone.

Parece que esa piececita era una adaptación
bastante bien hecha a las costumbres chilenas de
Las Damas Apuradas, sainete escrito por don Ra-
món de la Cruz.

Es de sentir que no se haya conservado.

Vuelvo a la función dada en provecho de doña
Carmen Pinilla.

Un Baile de tunos era también una especie de
sainete en prosa por el estilo de los del menciona-
do don Ramón de la Cruz; pero en el cual faltaban
los tipos i caracteres orijinales, i los chispazos i
agudezas que suelen adornar algunos del literato
español.

La tal petipieza estaba trabajada esclusivamente para que doña Carmen Pinilla i su hermana bailasen la zamacueca.

El público de Santiago, usando de un derecho que se compra a la puerta del teatro según un crítico francés, silbó la producción nacional i aplaudió la danza popular.

El autor de Un Baile de tunos quiso que se sijilase su nombre.

La petipieza de que se trata, ha quedado apuntada en el rejistro civil del teatro como chilena, hija de padre no conocido. X

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XV

Asombrosa fecundidad del pueblo español en la dramática.-La falta de teatro dramático es una de las causas que retardan la producción de piezas orijinales en Chile.-Compañía traída por don Rafael Calvo a Chile.-Rui Blas de Víctor Hugo.— Traducción en verso de esta pieza por don Luís Rodríguez Velasco. Id. por don Rafael Jinard de la Rosa (1).

La fecundidad de la España en producciones escénicas ha rayado en lo prodijioso.

Ha habido autores que han escrito centenares de piezas con tanta facilidad, como si se tratase de centenares de versos

I téngase presente que esas numerosas composiciones llaman la atención, no solo por su cantidad, sino también por su calidad.

Lope de Vega i Calderón de la Barca son dos colosos dotados de fuerza suficiente para vencer a los siglos.

¿Quién no conoce sus nombres i su fama inmensa?

Ambos han legado a la posteridad obras maestras, cuya excelencia se ha proclamado por la hu

(1) Este capítulo ha sido tomado de artículos publicados en El Mercurio.

Don Miguel Luís Amunátegui ha dejado casi terminada una biografía de don José Antonio Torres i bosquejadas las de don Carlos Walker Martínez i don Luis Rodríguez Velasco que, según parece, iba a incluír en esta obra.

manidad entera sin protesta ni discrepancia al

guna.

Marchan en pos de esos jigantes de la fantasía, o si se prefiere, junto con ellos, Tirso de Molina, Alarcón, Moreto, etc., etc., capitanes capaces de igualar, i aun de superar a sus jefes, en tal cual

ocasión.

Las piezas elaboradas por esos cerebros privilejiados merecen su reputación universal por su lenguaje castizo, su poesía exhuberante, su trama injeniosa i su retrato fiel de las ideas i sentimientos de la época.

Esa savia poderosa i nutritiva no se ha agotado con el trascurso del tiempo, aun cuando haya padecido un estancamiento momentáneo.

Después de una paralización fácil de esplicar, la literatura dramática ha retoñado con nuevo vigor i lozanía en la Península.

Muchos de los estadistas que han ocupado en ella los puestos mas encumbrados i espectables, han conquistado sus primeros laureles en el teatro, a saber: Martínez de la Rosa, el duque de Rivas, González Bravo, don Joaquín Francisco Pacheco, don Adelardo López de Ayala, etc.

La lista sería larga.

El actual secretario de la Academia Española dice en el prólogo de las obras de López de Ayala, que varias de las piezas de este egrejio poeta «eran admiradas de los hombres, i quizá gratas a los ojos de Dios».

Rebájese lo que se quiera de esta entusiasta laudatoria, i siempre quedará un pedestal bastante elevado para que el distinguido autor de Consuelo

se levante muchos codos sobre el nivel común.

El digno secretario mencionado, don Manuel Tamayo i Baus, ha compuesto dramas que han dado la vuelta al mundo, que han sido traducidos

en todo idioma, i que han sido representados en todo país.

Me basta citar en comprobante de mi aserto El Drama Nuevo i Locura de amor.

Don José de Echegarai es un obrero poderoso del arte, que, en medio de demasiados horrores i de muchas inverosimilitudes, concibe escenas magníficas i pensamientos espléndidos, sin perjuicio de haber dado a luz dos obras mui notables: Locura o Santidad i El Gran Galeoto.

No olvidemos tampoco en esta rápida reseña a Jil i Zárate, García Gutiérrez, Hartzenbusch, Zorrilla, etc., que tienen también una pájina brillante en los anales dramátios.

¿Cuál es la razón de que nosotros no hayamos sido movidos por igual impulso?

¿De qué depende que andemos rezagados en ese camino a cuyo término se divisa la gloria?

Los jurisconsultos, en sus testos, hablan de grandes pedazos de tierra que una creciente o avenida suele arrancar de un predio para incorporar

en otro.

Sucede algo semejante respecto de las naciones. Chile es un fragmento de la España trasportado al Pacífico por ese aluvión llamado la conquista de América.

La lei de la herencia habría debido, por consiguiente, infundirnos el mismo gusto i afición; pero el desenvolvimiento de ese jermen nativo ha sido contrariado por causas especiales.

La política asustadiza de la Metrópoli, que tasaba la instrucción i la lectura, como una sustancia venenosa, i el celo relijioso exajerado, que consideraba el proscenio com una antesala del infierno, han retardado nuestro progreso en esa dirección,

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