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Traducción de Jinard de la Rosa

¿A qué prestar oído

al dulce ruiseñor?

El pájaro mas tierno cantando está en tu voz.

No importa que Dios vele los astros de los cielos; la estrella mas hermosa brilla en tus ojos negros.

No importa que en abril todas las flores se abran; la flor mas aromosa se abre pura en tu alma.

Esa ave encantadora, esa brillante flor, ese astro de los cielos, ¡niña, se llama amor!

Traducción de Rodríguez Velasco

¿A qué escuchar el canto,
del tierno ruiseñor?

No hai canto mas hermoso,
que el timbre de tu voz.

¿A qué mirar los astros
de vívido esplendor?
Los astros mas radiantes
tus bellos ojos son.

¿A qué por los jardines.
buscar ninguna flor?
La flor mas linda i pura
está en tu corazón.

El ave mas canora, el mas brillante sol, la flor mas olorosa, todo eso es el amor.

Me parece que el poeta chileno no queda desairado.

La compañía dirijida por don Rafael Calvo se desempeñó con la maestría de costumbre.

Los actores sabían mui bien sus papeles i los representaron con perfección.

Las señoras Contreras, Casas i Revilla estuvieron felicísimas en los suyos.

Digo lo mismo de don Rafael i don Ricardo Calvo, i de don Donato Jiménez, cuyas brillantes dotes he tenido ya ocasión de encomiar.

El señor Sánchez es acreedor a elojios semejantes.

Me aprovecho de esta oportunidad para reparar una omisión involuntaria padecida en un artículo anterior respecto del señor Sánchez, que me parece también un actor mui notable.

En conclusión, la fiesta teatral del sábado fue, como lo dije al principio, espléndida mediante la poesía deslumbradora de Víctor Hugo, la traducción esmerada de don Luís Rodríguez Velasco, i la representación excelente de la compañía de don Rafael Calvo.

La traducción de Rui Blas no es la primera producción dramática de don Luis Rodríguez Velasco.

Todos saben, por haberla aplaudido varias veces en el teatro, i apreciado detenidamente en la lectura, que en 1872 compuso una comedia orijinal en tres actos i en verso titulada Por Amor i por Dinero.

XVI

Sara Bernhardt en Fedora.-En La Dama de las Camelias.— En Frou-Frou i en Fedra (1).

Sara Bernhardt era tan conocida en Chile, como los personajes de Europa que han sobresalido en la política, en la guerra, en la ciencia, en las letras, en las artes, en la industria, en todos los ramos de la actividad humana.

Su nombre i su gloria se han trasmitido de boca en boca i de periódico en periódico desde mas allá del océano hasta este apartado país.

Las noticias de sus triúnfos teatrales han alternado desde quince años atrás con las de los acontecimientos científicos o literarios que han llamado la atención o causado la admiración de la jente ilustrada, con las memorables discusiones relijiosas o parlamentarias que, en el último tiempo, han influído sobre el destino de los pueblos, con las de los trastornos sociales o de las sangrientas batallas que han modificado la condición o la estensión de los estados.

Sin embargo, las relaciones orales o escritas no

(1) Este capitulo ha sido formado con artículos publicados en La Libertad Electoral. La conexión del asunto nos ha inducido a agregarlo como un apéndice a la presente obra.

pueden hacernos comprender ni siquiera aproximativamente los méritos del artista que recurre, para espresarse, sea a la música, sea al canto, sea a la declamación i a la mímica, sea a cualquiera otro de los arbitrios que exijen una ejecución personal.

Los libros pueden hacernos conocer lo que es un sabio, o un poeta, o un jurisconsulto, o un filósofo. Los cuadros i las estatuas, lo que es un pintor o un escultor.

Los hechos i los documentos, lo que es un estadista, un diplomático, un jeneral.

Pero es imposible saber lo que es un actor dramático sin verle i sin oírle.

Los que, por buena fortuna de ellos, asistieron el sábado 8 de octubre de 1886 a la primera representación de Sara Bernhardt en Santiago de Chile, han comprobado por sí mismos que la estrepitosa fama de la eminente artista es tan universal como justa; o mas bien, que es universal, porque es justa.

Indudablemente, Sara Bernhardt merece, por sus egrejias dotes, los aplausos que aun los mas fríos le prodigan, las flores que se arrojan a sus pies, las coronas que se le obsequian, el apresuramiento con que cuantos pueden hacerlo acuden a escucharla i a contemplarla.

La sociedad culta de Santiago ha apreciado, por esperiencia propia, que tamañas manifestaciones de entusiasmo no son ni infundadas, ni hiperbólicas.

No estamos quemando incienso ante un ídolo de barro.

Nó, cien veces nó.

Tributamos un homenaje franco, espontáneo i lejítimo ante una diosa del arte.

Hemos conocido por nosotros mismos que cuanto habíamos leído u oído acerca del estraordinario

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