I el verdugo es el bravo entre los bravos, I hai mercados infames de mujeres, I aun hai razas de esclavos! La virtud casta i seria Queda siglos atras, i pronto el mundo Que luchan por romper esas cadenas, Ai! son perlas preciosas, Perlas perdidas en un mar de cieno! XI Triste es pensar, mui triste, como pienso; El lodazal es demasiado inmenso, Que de solo mirarla me espantaba. Mas por ella, con su hálito de muerte. ¡Ai! apagó la luz, secó las flores, I do estaba el volcan dejó el abismo. XII Los pocos sentimientos que me restan Ya al desolado corazon no abrazan; Son solamente ráfagas que pasan Sin dejar una huella duradera: Que saltan de los restos de una hoguera. XIII Esas chispas diversas que han saltado, Sobre algun corazon que han incendiado. ¡Oh! vosotras, las tiernas criaturas, Que rodeasteis mis negros desengaños Con la sublime fé que habreis soñado, Tan solo, en vez de canto, os he exhalado Que al rozarlas no mas vuestros amores Volaban, al espacio, i se perdian. Para dar vida a la infecunda tierra Yo he refrescado mi abrasada frente Yo he rejuvenecido mi existencia I hasta he purificado mi conciencia En la santa pureza Que daba con la luz de los amores Para un corazon como está el mio. Se consume sin fruto en el desierto. ¡Oh! Vírjenes amantes, creaciones Si os he agostado dulces ilusiones Con el amor ideal que habreis soñado, XIV ¡Mis recuerdos queridos! Mi corazon que hoi vive sin latidos XV Oh! madre, madre mia, Véme volver a tí desalentado, Como el dios adorado Mi alma que tan pronto abandonaste I ya cruzan arrugas por mi frente. ¿Por qué, madre, en el mundo me dejaste? Mas sabe, madre, sabe Que aun en mi corazon queda algo santo; Las tinieblas de mi alma Cual lámpara que alumbra una ruina, Es tu nombre adorado, madre mia. DON PEDRO OLEGARIO SANCHEZ Le conocí allá en la rejion del norte, donde el sol fermenta con su calor los jérmenes de las riquezas de las pampas. Al pié de las dos inmensidades que compiten con el cielo, el mar i el desierto, cerca de las cordilleras cuajadas de tesoros, pude admirar la vivacidad de su in |