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III

El ruido misterioso que parte de las frondas, Torrentes de armonías vertiendo sin cesar, Fantástico remeda de las inquietas ondas, En torno de las rocas, el suave mumurar. ¡Qué vasto panorama, qué cielo tan sereno! Su esfera cristalina no empaña un arrebol; De aromas deliciosos respira el bosque lleno; Tranquilo allá en el monte dormir parece el sol. Allí la mansa fuente, de las arenas de oro Que mil lozanas flores reflejan en su cristal, Desata sus raudales en grato i dulce coro, Formando con las aves arpejio celestial. Del cándido cordero que vaga por las zarzas, Resuenan los balidos, del bosque allá en el fin...... I vuelan azoradas las tórtolas i garzas, Sintiendo los ladridos de intrépido mastín. Del potro que salvaje va en pos de la manada Escúchase no léjos el claro relinchar...... I cruza ante mi vista, la crin desparramada, Tronchando con el lomo las ramas al pasar.........

IV

En medio de esta selva, santuario de bellezas, El alma en sus encantos, olvida su dolor; Del mundo aquí no llegan las míseras flaquezas, Serpientes engañosas, la envidia i el rencor! De innúmeras pasiones plagada está la vida, Sus májicos colores les presta la ilusión; I en brazos de la dicha vagando adormecida, El alma presurosa vá tras su perdición! I cuando lenta cae la nieve de los años,

Viniendo de esas dichas el velo á levantar,
El hombre bajo el peso de rudos desengaños.
Eternamente llora su necia ceguedad!!

V

Adios, arpas del bosque, bellísimas palmeras
Que miro aquí formando fantástico verjel; .
Dichoso respiraba so vuestras cabelleras
En tanto que pacía gallardo mi corcel!
Si bajo vuestras bellas coronas de esmeralda
En mi última jornada del valle del dolor,
Buscara yo el reposo, la fúnebre guirnalda
Sereis en el sepúlcro del pobre Trovador.

DON LUIS FELIPE PUELMA

La conquista del bien i del progreso, que es la encarnacion del esfuerzo humano, se ha alcanzado por el afan del corazon i el ideal del trabajo. Sin estos atributos del alma del hombre, que constituyen los fundamentos de la civilizacion universal, el mundo habria sido el asiento eterno de la barbarie. Por esto que Carlos DicKens ha afirmado que el mundo marcha impulsado por el amor.

A este rol de sentimientos i de iniciativa individual i característica pertenece el pensador i el filántropo don Luis Felipe Puelma, impulsador de las industrias del desierto de Atacama i de la caridad en el seno de la infancia desheredada en Valparaiso.

Fué de los primeros en esplorar i fomentar el litoral del norte, descubriendo, en la noble compañia del acaudalado industrial don José Santos Ossa, los valiosos yacimientos de nitratos del Salar del Carmen i Aguas Blancas, cuando era un páramo desolado i sin habitan

tes.

Contribuyó, con sus esfuerzos propios, al desarrollo de las riquezas industriales i a la fundacion de la ciudad de Antofagasta, de la que fué uno de sus primeros

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rejidores municipales, transformando aquella apartada caleta en un emporio de prosperidad donde ahora se desenvuelve una poblacion de cincuenta mil habitantes i en cuyo mercado comercial evolucionan capitales superiores a cien millones de pesos.

Allí cooperó a la organizacion de la Sociedad de Beneficencia i dió brillo a la prensa colaborando en El Litoral, con folletines tan emocionantes como los titulados El Remordimiento, La Envidia i Sueños i Realidades, en 1877. Habiéndose trasladado a Valparaiso, colaboró en El Deber, con poesias de inspiracion bellísima, que definen las ternezas de su espíritu altruista i amante de la belleza del arte i de la naturaleza.

Nacido en Santiago, en 1850, hizo sus estudios de humanidades en el Instituto Nacional i cursó leyes en la Universidad, estudios que interrumpió, en 1871, para dirijirse al Desierto, radicándose en Antofagasta.

Durante cinco períodos consecutivos fué reelejido presidente de la Municipalidad de aquella ciudad marítima i en ese puesto fue el iniciador de las primeras escuelas del litoral, del Mercado, del Hospital, del Cementcrio laico i la Junta de Beneficencia.

Varias veces administró el Hospital, porque su relijion social ha sido el bien comun.

En 1880 se estableció en Valparaiso i fué electo rejidor de la Municipalidad de la capital marítima i comercial de la República, corporacion que lo designó miembro de la Junta de Beneficencia entregándole la administracion del Hospicio, que dirijió diez años.

Con erogaciones privadas instaló el Hospital de Viña del Mar i el Asilo para niños desvalidos anexo al Hospicio Jeneral.

En el curso de la Guerra del Pacífico, 1879-80, fundó en Valparaiso la Sociedad i el Asilo de La Protectora de los Huérfanos, i como secretario de la Junta Directiva, desplegó la mas laudable actividad en el ausilio i socorro de las familias de los soldados en campaña, facilitándoles la recepcion de las mesadas, pensiones i montepios.

En 1890 fué elejido diputado al Congreso Nacional, por el departamento de Valparaiso, i tomó parte mui activa en el debate que derogó los gremios de jornaleros. Promovió i obtuvo el despacho de una subvencion de doscientos mil pesos para dotar de agua potable los barrios pobres de Valparaiso i los recursos especiales para la construccion del Hospital de San Agustin.

En 1891, aunque no fué partidario de la causa constitucional del Presidente Balmaceda, habiendo suscrito

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